Autopsia Educativa. José María Mesías-Lema. A Coruña: Centro Galego de Artes da Imaxe, Universidade da Coruña y Arte contemporáneo y energía. AIE. 2011, 167 pp. (ISBN 978-84-615-1978-1)
Carla Álvarez-Barrio
Autopsia Educativa. José María Mesías-Lema. A Coruña: Centro Galego de Artes da Imaxe, Universidade da Coruña y Arte contemporáneo y energía. AIE. 2011, 167 pp. (ISBN 978-84-615-1978-1)
Elos: Revista de Literatura Infantil e Xuvenil, núm. 8, 2021
Universidade de Santiago de Compostela
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Recibido: 20 Septiembre 2021
Aceptado: 08 Noviembre 2021
Autopsia educativa, de la autoría del doctor y profesor José María Mesías-Lema, se presenta como un libro-fotoensayo que surge a partir de un proyecto artístico de naturaleza formativa, expositiva e investigadora iniciado en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de A Coruña, el cual implica al estudiantado del Grado en Educación Primaria y del Máster de Secundaria de las materias de Educación en Artes Visuales.
En él se reflexiona sobre cómo la formación docente se convierte en un ámbito a explorar desde la búsqueda de las identidades educativas de las futuras maestras y maestros, a partir de sus inquietudes sobre su próxima incorporación a las aulas. En efecto, las páginas de este libro atesoran múltiples microacciones recogidas mediante imágenes y textos que se fusionan y entremezclan para dar lugar a una narrativa metafórica y singular. Nos invitan así a reflexionar sobre la relación entre estudiantes, docentes y aulas. Estas miradas íntimas muestran una educación viva que late hacia una postura más empática, amable y sensible para aquellos que la habitan.
Teniendo en cuenta que para la cultura occidental la muerte sigue siendo un tabú, la cual provoca tanto miedo que se emplean numerosos eufemismos para evitar nombrarla, la palabra Autopsia del título parece situarnos en un instante posterior a la vida. Sin embargo, etimológicamente este concepto no siempre ha estado ligado a la muerte. Proviene del griego αὐτός —uno mismo— y ὂψις —observar—, por lo que su significado literal es ver u observar por uno mismo. De hecho, las primeras autopsias de las que se tiene conocimiento están más ligadas al descubrimiento de la vida que a su fin. Así lo demuestran datos históricos —quizá arropados por leyendas— como el hecho de que en el siglo XI a.C., en la antigua China, el último descendiente de la dinastía Yin solicitase la autopsia de varios de sus allegados para demostrar la supuesta existencia en los “hombres superiores” de siete orificios en el corazón. Incluso la investigación anatómica tuvo prohibida la realización de autopsias durante siglos ante la duda de si existía el alma y, de ser así, si esta podría dañarse durante la intervención. En 1533, la primera autopsia en América (autorizada por la iglesia), se realizó a dos siamesas para constatar si contaban con uno o dos corazones y si poseían una o dos almas. Los artistas clásicos también se han servido de autopsias reales con una finalidad meramente estética. Así lo demuestran los tratados de Da Vinci o Miguel Ángel, especialmente preocupados por la precisión de los elementos anatómicos en sus esculturas. Como temática concreta también ha sido recurrente en obras como la famosa Lección de anatomía del Dr. Tulp, de Rembrant (1632), Lección de Anatomía del Dr. Willem van der Meer (1617) de Michiel Jansz o Préparation pour The Funeral (1869) de Cezanne. En España sorprende la polémica causada por la obra Anatomía del corazón (1890) de Enrique Simonet, albergada en el Museo del Prado. El público solicitó formalmente que su título fuese sustituido por ¡Y tenía corazón! ante la curiosa expresión del médico al extraer este órgano de la joven difunta.
Todos estos ejemplos procuran demostrar nuestra insistente tendencia por transitar de lo clínico a lo personal, de lo biológico a lo humano. Nos acercamos así a lo afectivo, a la sensibilidad propia de las experiencias personales de cada individuo. Una autopsia educativa tampoco podría realizarse sin observar desde el factor holístico y sensorial.
Desde la propia portada del libro, la reminiscencia del modelo de silla y pupitre Federico Giner M-19 nos muestra un espacio cercano a nosotros por el que ya hemos transitado: la educación. Aunque esta potente metáfora muestra un aula que parece sin vida, observarla nos retrotrae colores (esa imagen de madera combinada con aluminio verde y focos fluorescentes en el techo...), olores (los libros, el pegamento, la plastilina, las meriendas...), incluso sonidos (los timbres de cambio de clase, las voces superpuestas...). Como docentes, esta perspectiva de lo que significa un aula es completamente diferente. La entrada a los espacios escolares supone un auténtico reto en el que se entremezclan pasado, presente y futuro: vivencias como alumnos, ideas preconcebidas, expectativas e inquietudes como docentes. En este revuelto, comienza la autopsia.
A través de las diferentes microacciones recogidas en Autopsia educativa, los futuros docentes nos abren paso a sus ideas: percepciones, pensamientos, miedos, interrogantes, experiencias individuales y colectivas que se entremezclan en sus páginas y salen a la luz en forma de textos, palabras e imágenes.
Como método visual, esta investigación artística emplea la fotografía para la creación y obtención de datos. Situarnos en esta perspectiva metodológica responde al uso de la imagen como reflexión activa de los participantes “para la comprensión y análisis de muchos de los problemas que están presentes hoy en día en las aulas” (p. 38). Estas metáforas visuales toman forma con la colaboración de artistas como Enrique Lista y Jesús Madriñán a través de propuestas como los autorretratos del apartado Inquietudes fotográficas, las performances de Aulas 2010 o los escritos de Guías de supervivencia, logrando que “los maestros vivan y experimenten un proceso artístico al mismo tiempo que adquieren una estructura formativa para defenderse el día de mañana” (p. 30). Los resultados de estas intervenciones salen de los espacios de formación docente y transitan hasta el MACUF, museo de arte contemporáneo que alberga esta exposición donde se procura “conectar a la voz de los futuros maestros con la de su interlocutor natural, el alumnado” (p. 152). Las imágenes expuestas muestran perspectivas tan subjetivas y provocadoras que el espectador no puede observarlas con indiferencia. Invitan de forma consistente a repensar las dinámicas que se generan dentro de las aulas y espacios educativos.
La exposición sirve como punto de encuentro activo. Dentro de ella, se llevaron a cabo diferentes talleres que interpelan a la voz de las niñas y niños a través de los educadores del museo para romper la distancia entre profesorado y alumnado. Se inician así nuevas formas de comunicación y diálogo a través del espacio.
Para comprender en profundidad las estrategias llevadas a cabo debemos contar con tres perspectivas clave sobre las que Mesías-Lema fundamenta el proyecto proponiendo un giro curatorial en la investigación en educación artística. La primera es el concepto A/r/tography de Rita Irwin. Los docentes cuentan con una triple personalidad en su intervención: artista/investigador/profesor. Formar parte de los procesos artísticos y educativos de manera comprometida construye “comunidades de aprendizaje autocríticas que pretenden generar nuevos interrogantes al debate de las artes y la educación en diferentes contextos, a través de la puesta en marcha de proyectos colectivos cuyo denominador común es la evocación y provocación” (p. 9). Esta idea está estrechamente relacionada con el término de Artistas habitantes, el cual Mesías-Lema pone en marcha por primera vez en este proyecto y que posteriormente, en 2019, desarrolló a nivel teórico. Según el autor, los artistas que habitan no residen ni ocupan las propuestas de las que forman parte, sino que se involucran viva y activamente. Así, estos proyectos construidos por todos y entre todos, si son de calidad, podrán generar un sentimiento de apropiación por parte de todos los implicados cuyo resultado es la vivencia de procesos creativos de gran trascendencia estética y artística y de gran impacto en la ciudadanía y comunidad educativa1.
Encontramos también los Planes de Acción propuestos por María Jesús Agra. Los proyectos artísticos emergen de las realidades subjetivas. Es a través de estos contextos desde donde se desarrollan las prácticas artísticas con el objetivo de “generar mejoras sustanciales en la calidad de los procesos de enseñanza-aprendizaje a través de procesos altamente significativos para sus protagonistas” (p. 9). En este sentido, Autopsia Educativa incluye las propias voces de estos futuros maestros y maestras de formas textuales, visuales y metafóricas. Parten de sus realidades, ya que nos abren paso a sus percepciones, pensamientos, miedos, interrogantes, experiencias individuales y colectivas, que se entremezclan en sus páginas como parte de un proyecto artístico de carácter formativo, comisarial e investigador que se construye y deconstruye con procesos artísticos contemporáneos. Estos cuestionamientos de la realidad circundante y de nuestra situación en el mundo inciden directamente en la formación docente. Nos permiten crear identidades docentes competentes y empáticas con su entorno.
Por último, incluye la perspectiva de Educar la visión artística de Elliot Eisner. En el ámbito educativo los procesos artísticos deben huir del aprendizaje homogéneo y unidireccional. Responder a interrogantes de forma colectiva supone apreciar las individualidades y subjetividades de cada uno. La diversidad de interpretaciones y reformulaciones posibles permiten los “tránsitos personales”. Estas acciones necesitan una participación activa por parte de sus participantes si se busca lograr un pensamiento divergente y más humano sobre lo vivido. Autopsia Educativa propone diálogos artísticos entre docentes (en activo y en formación) y alumnos (de escuelas reales). Hace visibles los sentimientos y pensamientos del profesorado, humanizándolo frente al alumnado. Los docentes han sido alumnos por lo que comprenden las dinámicas de aula desde una experiencia personal. Sin embargo, quizá los estudiantes no hayan tenido oportunidad de plantearse qué supone la perspectiva del maestro o maestra en esas mismas vivencias. Visibilizar estas sensaciones es una potente forma de luchar contra la perspectiva del docente como figura perfecta, intransigente e infranqueable y posicionarse en contra de la visión de un alumnado pasivo y apático. Adoptar esta perspectiva vulnerable y compartir experiencias podría ser una de las claves para lograr una educación en la que alumnado y profesorado no estén separados por barreras emocionales.
Esta es una de las implicaciones de la Educación artística sensible que defiende Mesías-Lema en trabajos posteriores2, un proceso que transgrede limitaciones, que sitúa el factor afectivo, la creatividad y la sensibilidad en el epicentro del aprendizaje. No puede estar más alejada de la educación transmisora, de la educación plástica tradicional o de los conceptos vacíos de “innovación” y “talento”. Su carácter verdaderamente reivindicativo y próximo al Artivismo funciona como altavoz de aquellos que buscan un auténtico cambio en materia de educación. Un cambio subjetivo, colaborativo y de calidad capaz de influir de forma directa en la percepción del mundo de aquellos que lo viven.
Desde esta sensibilidad, este libro se presenta como una oportunidad de (re)conocimiento, una lectura recomendada tanto para el alumnado, el profesorado y los docentes en formación que sueñan con un cambio activo en las aulas. Una transformación que implica desdibujar barreras y estratos para una escuela más habitable, más “de todas y todos”.
Alba, Marta, Ángela, Iria, Uxía, Paula, Borja, Alberto, Jéssica, Cristina, Noelia, Claudio, Alejandro, Adriana, Goretti, Carmen, Estela, Laura, Inmaculada, Sonia, Raquel, Jacobo, Natalia, Leticia, Rosana, Lidia, Raquel, Irene, Zoraida, María, Sandra, Olalla, Lorena, Dessirée, Lucía, Andrea, Paulino, Victoria, Lara, Alejandro, Sara, José Ángel, Daniel, Miriam, Carlota, Pablo, Patricia… Las páginas de este libro-fotoensayo están llenas de nombres reales, personas implicadas que han compartido una experiencia significativa. Para cada una de ellas, probablemente, haya sido distinta. Es así como Autopsia educativa nos demuestra que la educación no está muerta; es latente, tangible y está siendo vivida.
Notas
1
Explicación contenida en el artículo Artistas habitantes: una metodología contemporánea, participativa y colectiva en Educación Artística (Mesías-Lema, 2019), publicado en la revista Observar (https://www.observar.eu/index.php/Observar/article/view/104).
2
Ver Educación artística sensible. Cartografía contemporánea para Arteducadores (Mesías-Lema, 2019), publicado por la Editorial Graó.
Información adicional
Álvarez-Barrio, Carla (2021). Autopsia Educativa (2011). Elos. Revista de Literatura Infantil e Xuvenil, 8, “Recensións”, 1-4. ISSN-e 2386-7620. DOI http://dx.doi.org/10.15304/elos.8.7956
Vol.
Num. 8
Año. 2021
Autopsia Educativa. José María Mesías-Lema. A Coruña: Centro Galego de Artes da Imaxe, Universidade da Coruña y Arte contemporáneo y energía. AIE. 2011, 167 pp. (ISBN 978-84-615-1978-1)
Carla Álvarez-Barrio
Universidade da Coruña,España
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