1. EL PRESTIGIO HACIA LAS VARIEDADES DEL ESPAÑOL: EL CASO DEL ESPAÑOL DE ESPAÑA
Las actitudes lingüísticas ofrecen información muy valiosa acerca de la vitalidad de las lenguas o variedades. Dichas actitudes, relacionadas con los pensamientos o creencias (dimensión cognitiva), los sentimientos, estados de ánimo y emociones (dimensión afectiva), y las actuaciones, intenciones o conductas (dimensión conativa), inciden claramente sobre los usos lingüísticos (; ; ). Gran parte de las investigaciones realizadas hasta la fecha han señalado el carácter social de las actitudes lingüísticas, lo cual las hace estables y generales dentro de una comunidad de hablantes. Igualmente, estos trabajos también han sugerido que las actitudes tienen que ver con los estados y procesos cognitivos de los hablantes, que como resultado proporcionan hipótesis lingüísticas y juicios evaluativos relacionados con la reputación adquirida por la lengua o atribuida por el grupo de hablantes (; ; ; ).
Si bien son variadas las técnicas existentes para la recogida de datos sobre las actitudes lingüísticas de los hablantes, la técnica del matched-guise, promovida por Lambert en los años 60, ofrece grandes ventajas para evaluar los rasgos psicosociales asociados a los locutores, al trabajar con grabaciones y cuestionarios de pares ocultos y diferencial semántico (). Para evitar los problemas derivados de este método es recomendable utilizar textos diferentes (orales y escritos) propios de cada variedad (). Desde la vertiente mentalista, se han considerado además que las actitudes lingüísticas son un estado mental interior, entre el estímulo que recibe el hablante y su respuesta frente a él (; ). Este enfoque teórico, a pesar de no permitir la observación directa, tiene la gran utilidad de permitir la predictibilidad en los patrones sociolingüísticos y las actuaciones futuras.
Uno de los aspectos que más interés ha suscitado en los estudios de actitudes es el relativo al prestigio de las lenguas y sus variedades. En este sentido, se han presentado numerosos trabajos que ofrecen información detallada sobre las actitudes lingüísticas de los hablantes de distintas zonas o ciudades. Muestra de ello son las investigaciones de en el área metropolitana de Valencia hacia las variedades cotidianas de la zona (castellano estándar, valenciano estándar, castellano popular y valenciano apitxat) y también las realizadas por Blas Arroyo (, ) y en la provincia de Castellón sobre el castellano de la zona y su vitalidad. En los estudios sobre el español, suelen interesar especialmente las percepciones y creencias acerca de las posibles variedades predilectas o mejor consideradas dentro de la lengua.
Muchas de las investigaciones que se han realizado hasta el momento sobre las variedades del español de España han señalado, además, que existe la creencia entre algunos sectores de la población de que ciertas variedades son mejores, más prototípicas o están más cerca del modelo idiomático (Moreno Fernández , ; ; ; ; Cestero Mancera y Paredes García , ; Méndez Guerrero , , , ; Santana Marrero , ; Manjón-Cabeza Cruz , ; ; ). Las investigaciones de e sobre los madrileños, los de Cestero Mancera y Paredes García ( y ) sobre los hablantes castellanos de la zona centro peninsular y los de Méndez Guerrero (, , , ) sobre los hablantes mallorquines han mostrado que la variedad más prestigiosa es a veces la propia, en este caso, la castellana. Sin embargo, no ocurre así en otras zonas de España como Andalucía (Manjón-Cabeza Cruz , ; Santana Marrero , ) o Canarias (), donde la castellana es igualmente considerada la variedad de prestigio por delante de las hablas andaluzas y canarias. De este hecho se desprende, pues, una idea que prima sobre las demás: existe la creencia por parte de los hablantes españoles de los estudios citados arriba de que el modelo idiomático está más cercano al castellano que a otras variedades españolas.
Entre las regiones y ciudades mejor consideradas por los hablantes españoles de precaves xxi, se encuentran Madrid, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Valladolid, Salamanca, Toledo, Burgos, Segovia, Soria, Guadalajara y León (; ; ; Méndez Guerrero , ; ). Tan solo en dos ocasiones se registra que los hablantes mallorquines mencionen su ciudad (Palma) o su comunidad (Baleares) como zona castellana de prestigio (Méndez Guerrero , , ). En este caso, es a través de las valoraciones indirectas, principalmente, como se comprueba el prestigio (encubierto) de la variedad propia (). Y algo similar ocurre también con los hablantes de otras áreas periféricas españolas no castellanas como Granada, Gran Canaria o Sevilla cuando evalúan la variedad castellana (; ; ).
Otra diferencia fundamental que puede verse en estos estudios es la relativa al grado de jerarquía o igualdad que asignan los hablantes a las variedades. En los estudios de la zona centro peninsular se registran índices más altos de jerarquía entre las variedades (de hasta el 95% en los estudios de ) que en las zonas castellanas más alejadas como Mallorca o en ciudades en las que predomina otra variedad como Granada, Sevilla o Las Palmas de Gran Canaria. En todos estos casos, aunque la actitud predominante continúa siendo la de la jerarquía, se recogen mayores porcentajes de igualdad entre las variedades: Granada (41,57%), Sevilla (33%), Las Palmas de Gran Canaria (23,9%) y Mallorca (14,8%) (; ; ; ).
Son estas diferencias observadas en las distintas zonas las que permiten trazar al menos dos áreas geolectales dentro de la variedad castellana: las áreas centrales frente a las áreas periféricas. En las áreas centrales, como demuestran estos estudios, los hablantes tienen una percepción más positiva de su variedad, a la que perciben claramente como la más prestigiosa. Y señalan, además, sus lugares de procedencia como las zonas en las que se recoge ese “mejor español”. Mientras que, en las áreas periféricas, el prestigio se reconoce de manera encubierta e indirecta y gana mayor peso la opción de que no existe una variedad mejor, como ocurre en Mallorca (). Esta idea coincide con lo expresado por sobre la relación entre el prestigio de las lenguas, dialectos, variedades o hablas dentro y fuera de su territorio:
Podría decirse que las lenguas que reciben una mejor valoración y disfrutan de prestigio abierto son las que se encuentran en el centro de un sistema geo-socio-lingüístico, en las cuales además se aprecia una autonomía, una historicidad, una estandarización y una vitalidad en su grado máximo. Las lenguas o variedades que se encuentran en la periferia de un sistema geo-socio-lingüístico manifiestan esos atributos en un menor grado, cuando lo hacen, y no suelen disfrutar de más prestigio que el que se les quiera atribuir de forma encubierta, para ciertos contextos o entre ciertos tipos de hablantes ().
El prestigio de las variedades está relacionado, así pues, con el contexto de los hablantes y con sus particularidades sociales, pero también lo está con el conocimiento que tienen de la/s variedad/es. El reconocimiento de la variedad, las actitudes directas e indirectas que se tienen hacia ella y la afiliación y/o solidaridad que recibe por parte de los hablantes son fundamentales para reconocer su prestigio. A pesar de los numerosos estudios de actitudes sobre las variedades del español de España que existen, todavía no se conocen lo suficiente las actitudes y percepciones que muestran los hablantes de cada zona (central o periférica) hacia el resto de las variedades del país. Este trabajo presenta las creencias y actitudes hacia las variedades castellana, andaluza y canaria de un grupo de hablantes mallorquines. El estudio responde a las siguientes preguntas de investigación: ¿en qué medida reconocen los hablantes mallorquines las variedades castellana, andaluza y canaria?, ¿qué grado de similitud encuentran estos hablantes entre las tres variedades y la propia? Y ¿cómo valoran directa e indirectamente cada variedad? El objetivo del estudio es, en definitiva, ahondar en el conocimiento que se tiene sobre las actitudes lingüísticas del español de España y aumentar la información con la que se cuenta sobre las actitudes lingüísticas de un grupo de hablantes periféricos de castellano, esto es, el grupo de informantes mallorquines del proyecto precaves xxi.
2. METODOLOGÍA DEL PROYECTO precaves xxi
La técnica que se ha utilizado para realizar el estudio es la establecida por el proyecto precaves xxi (Cestero Mancera y Paredes García , y ), que aúna preguntas directas e indirectas de diferencial semántico y de respuesta abierta para determinar las creencias y actitudes de los informantes de una comunidad de hablantes concreta. De acuerdo con la concepción mentalista, asumimos que las reacciones de los informantes ante los estímulos proporcionados (grabaciones de voces masculinas y femeninas de cada variedad) permiten desentrañar las creencias y actitudes hacia cada variedad del español de España ().
La encuesta ha sido diseñada para el proyecto a partir de la técnica de pares falsos o máscaras y recogida por medios digitales (Cestero Mancera y Paredes García , y ). La prueba consiste en escuchar dos grabaciones (una de discurso oral y otra de discurso leído) por cada una de las variedades cultas del español y en cumplimentar el cuestionario. En este trabajo nos limitamos a presentar los resultados de las variedades castellana, andaluza y canaria. Se combinan preguntas directas e indirectas, abiertas y cerradas, muchas de ellas, como se ha dicho, a partir de escalas de diferencial semántico, que permiten obtener gran cantidad de información sobre percepciones y actitudes de los informantes (Cestero Mancera y Paredes García , ). El cuestionario está compuesto por 12 preguntas que evalúan la valoración directa de la variedad que escuchan, la valoración indirecta de la variedad a través de la persona que habla o lee y la valoración indirecta de la variedad a través de la zona geográfica y la cultura a la que pertenecen (Cestero Mancera y Paredes García , ).
La evaluación directa aporta información sobre la valoración de la variedad que se escucha y sobre la proximidad que se percibe entre esta y la propia. Esta evaluación se realiza a partir de una escala de 6 grados, formada por 5 pares de adjetivos dicotómicos de tipo cognitivo (áspera/suave, monótona/variada, rural/urbana, lenta/rápida, confusa/clara) y 6 pares dicotómicos de tipo afectivo (desagradable/agradable, complicada/sencilla, distante/cercana, dura/blanda, aburrida/divertida, fea/bonita). También se propone una pregunta de respuesta abierta para mencionar los aspectos de la pronunciación escuchada que más han gustado al informante (y los que menos) y para estimar la proximidad que existe entre la pronunciación propia y la escuchada.
Las preguntas indirectas, por otra parte, permiten obtener datos más inconscientes que podrán ser complementados con los de la evaluación directa. En estas preguntas, en primer lugar, se solicita una valoración sobre la persona que habla a partir de tres preguntas cerradas (de valoración graduada y escala de diferencial semántico), relativas a la personalidad y educación de la persona (grado de inteligencia, simpatía, cercanía, erudición y educación) y a su posible puesto de trabajo, nivel de ingresos y nivel de estudios. Y, posteriormente, se solicita que opinen sobre el país, la zona o región y también sobre la cultura de la persona que habla a través de otro grupo de preguntas abiertas y de escalas de diferencial semántico. En el caso de la región, se determina si es retrasada/avanzada, aburrida/divertida, extraña/familiar, fea/bonita; y, en el de la cultura, si es tradicional/innovadora, pobre/rica, distante/cercana, poco interesante/muy interesante.
La muestra está constituida por 70 individuos jóvenes mallorquines estudiantes de filología. Como se aprecia en la tabla, predomina la población femenina, como suele ser habitual en los estudios de filología, de menos de 20 años, dominantes en español y sin formación dialectal.
Las variables independientes del estudio son las variedades lingüísticas del español de España: castellana, andaluza y canaria (). No obstante, aunque no sea el objetivo de este trabajo, en algunos momentos del análisis, se mencionarán posibles diferencias relacionadas con otras variables: sexo (hombre-mujer), colectivo (con conocimientos dialectales-sin conocimientos dialectales), voz evaluada (masculina-femenina), lengua materna (castellano-catalán), discurso (oral-escrito), contacto con hablantes de la variedad de otros lugares (con contacto-sin contacto) y contacto con otras ciudades (contacto frecuente-poco/nulo contacto).
3. LA IDENTIFICACIÓN DE LAS VARIEDADES CASTELLANA, ANDALUZA Y CANARIA
Los hablantes nativos de español, en su mayoría, son conscientes de la variación de su lengua, pero no siempre identifican exactamente las distintas variedades. Como se verá, existen diversos factores que tienen que ver con ello como el escaso contacto con la variedad, la falta de formación dialectal o la lengua materna.
Por los datos presentados en la figura 1, podría parecer que la variedad española más reconocida en las voces de la encuesta por los 70 jóvenes mallorquines es la andaluza, por encima incluso de la propia, la castellana; y, también, de la canaria. Ello podría verse justificado en el hecho de que estos jóvenes afirman mantener un contacto más estrecho con hablantes andaluces (el 75,7% asegura conocer y tener relación con andaluces) que con hablantes castellanos de otras ciudades de la península (64,3%) y hablantes canarios (38,6%). Si tenemos en cuenta que Mallorca presenta uno de los índices más altos de población inmigrante de origen andaluz de toda España, no es de extrañar que muchos palmesanos piensen que tienen más contacto con hablantes andaluces que con castellanos de otros lugares como Madrid, Castilla-La Mancha o Castilla y León. Las ciudades o regiones mencionadas por los informantes como las posiblemente originarias de las voces de la encuesta son “Cádiz”, “Sevilla”, “Málaga”, “Granada” y “Almería” en el caso del andaluz; “Castilla-La Mancha”, “Castilla y León”, “Asturias”, “Aragón”, “Cataluña”, “Madrid”, “Valladolid”, “Salamanca”, “Palma”, “Barcelona” y “Toledo”, en el caso del castellano; y “Gran Canaria” en el caso de la variedad canaria.
Sin embargo, si atendemos también la identificación aproximada de las variedades, la situación cambia. Es aquí cuando realmente se aprecia que es la variedad castellana la más identificada con un 97,9%, frente a la andaluza con el 86,4% y la canaria con un 54,3%. La identificación parcial o aproximada se produce cuando los informantes se refieren a la variedad como “española” o “la hablada en España”. En el caso del castellano, como se puede ver en la gráfica 1, el porcentaje de identificación aproximada es muy alto, pues es frecuente el uso indistinto de “castellano” o “español” para referirse a la variedad que se habla en el centro-norte del país. Ya en menor medida, aunque todavía con porcentajes considerables, se han identificado también como “españolas” las variedades andaluza y canaria. Esto ha tenido que ver sin duda con el hecho de que en la encuesta se evalúen las ocho variedades del español mencionadas en la nota 3. Al tener que identificar variedades españolas y americanas, se ha observado que algunos de los encuestados han optado por diferenciarlas de esta manera. Otro hecho que refuerza la idea de que la variedad propia, la castellana, es la mejor identificada es que no se han producido identificaciones erróneas en esta variedad, mientras que sí se observan errores en las otras dos variedades, las cuales en el 13,6% de los casos en el andaluz y en el 42,9% en el canario se confunden con otras variedades. Las principales confusiones en la variedad andaluza se han producido con las llamadas “zonas de transición” entre la variedad castellana y la andaluza, a saber, Extremadura (36,8%) y Murcia (10,5%). También con la variedad canaria (10,5%) y con algunas variedades americanas, en algunos casos sin concretar “español de América” (10,5%) y, en otros, con Venezuela (10,5%) y Uruguay (5,3%). En el caso de la variedad canaria, la principal confusión está con Hispanoamérica (68,3%), en algunos casos se especifica el país: Venezuela, México, Argentina, Perú, Cuba, Paraguay, Chile y Ecuador. Y también es frecuente la confusión con Andalucía (26,7%), Málaga, Cádiz, Jaén, Granada y Sevilla son las ciudades mencionadas. Por último, dos informantes (3,4%) la confunden con alguna variedad “peninsular” y otro con el habla de Extremadura (1,7%).
Algunas variables, como la formación dialectal, la lengua materna de los informantes y el contacto con la variedad, inciden de forma particular en la identificación del castellano, el andaluz y el canario. Como puede verse en la tabla 2, son los informantes con formación dialectal sobre el español, los castellanohablantes y los que tienen un contacto frecuente con hablantes de la zona los que identifican en mayor proporción de forma exacta la variedad y los que menos identificaciones erróneas han realizado.
Esta influencia de las variables dependientes “lengua materna”, “formación dialectal” y “contacto con la variedad” se aprecia principalmente en la identificación de la variedad canaria, pues es solo reconocible por el grupo de informantes con cierta formación en dialectología del español y que tiene cierto contacto con la variedad. En el caso de la lengua materna, se aprecia la misma tendencia. Podría buscarse una posible causa en el hecho de que los hablantes nativos de español suelen tener una red social más extensa de hablantes de otras zonas españolas que los catalanohablantes. El resto de las variables no resultan estadísticamente significativas.
4. LAS ACTITUDES DIRECTAS E INDIRECTAS HACIA LAS VARIEDADES CASTELLANA, ANDALUZA Y CANARIA
4.1. Las valoraciones directas
Las actitudes directas hacia las variedades estudiadas permiten medir el prestigio que otorgan los hablantes a partir de sus creencias más conscientes y abiertamente expresadas.
Destaca, en primer lugar, que sea la canaria la variedad que mejores valoraciones afectivas y cognitivas recibe, incluso siendo, como se ha visto, la menos reconocida y con la que menos contacto tienen los informantes. De las voces canarias, los mallorquines valoran sobre todo lo variada que les suena en comparación con la propia y lo bonita, divertida, agradable, dulce, musical y expresiva que les resulta. Parece, pues, que en este caso se están valorando principalmente las diferencias que presenta esta variedad respecto a la propia. La variedad andaluza, por su parte, también recibe mejores valoraciones afectivas, relacionadas con los sentimientos, que la castellana por estos mismos motivos: su dulzura, musicalidad, suavidad, y por lo agradable, sencilla, divertida, bonita, variada, simpática, alegre y cambiante (en cuanto a su entonación) que les parece. En este caso, además, los encuestados aluden a dos razones más de tipo claramente afectivo: su cercanía y familiaridad. Es posible, pues, que en este caso se esté valorando también en el plano afectivo, además de la diferencia, esa proximidad del andaluz con el habla de sus ascendientes o conocidos, principalmente, de la generación de mayor edad. El castellano, por su parte, recibe una puntuación más elevada en la valoración cognitiva, relacionada con la corrección y la forma en la que se habla la variedad. De este dato se extrae también información relevante, pues se aprecia cómo los jóvenes estudiantes de filología mallorquines reconocen en su variedad un modelo normativo y prestigioso del español de España.
La observación de las variables dependientes también aporta información relevante. Una vez más son las variables sociales “lengua materna” y “formación dialectal” las que inciden más significativamente en los resultados de la investigación.
Tanto en el caso de la valoración cognitiva como en la afectiva, es el colectivo con formación dialectal el que mejores valoraciones realiza para la variedad propia, la castellana, y el que menores puntuaciones otorga a las otras dos variedades, andaluza y canaria. Por tanto, parece una vez más que los hablantes relacionan el modelo normativo, principalmente, con la variedad castellana. Ocurre algo distinto con la lengua materna, pues son los hablantes de castellano los que más críticos se muestran con su variedad, posiblemente porque son más conscientes de las diferencias existentes entre el castellano hablado en Mallorca y el escuchado en las grabaciones y, en consecuencia, más exigentes con las voces castellanas evaluadas. El contacto de lenguas existente en Mallorca es en parte el causante de estas diferencias, en ocasiones, bastante marcadas. En el caso del andaluz y el canario, se puede establecer una distinción entre las valoraciones cognitivas, en las que hablantes nativos de español asignan mejores puntuaciones, y las valoraciones afectivas, en las que las puntuaciones más altas son las otorgadas por los hablantes nativos de catalán.
4.2. Las valoraciones indirectas
El análisis de las valoraciones indirectas también aporta información muy relevante, pues al provenir de percepciones más inconscientes nos permite dar una explicación más aproximada al verdadero sentir de los informantes ().
Al preguntar a los mallorquines sobre los hablantes y no sobre la variedad, observamos que las puntuaciones más altas, en una escala del uno (bajo) al tres (alto), se asignan a los hablantes castellanos frente a los andaluces y canarios. Esto ocurre en los tres casos expuestos en la tabla 4. En el castellano se considera que los hablantes de las grabaciones tienen un puesto de trabajo “bien cualificado”, frente al puesto “poco cualificado” de canarios y andaluces. Algo similar ocurre con el nivel de ingresos considerado “medio” en el caso del castellano y “bajo” para el andaluz y el canario. En el nivel de estudios, la diferencia entre el andaluz y el canario está más marcada, pues a los andaluces de las grabaciones se les asigna un nivel de estudios “primarios/secundarios” y a los canarios, como también ocurre con los castellanos, un nivel de estudios “secundarios/universitarios”. Las pruebas de Análisis de varianza anova realizadas sobre las puntuaciones medias establecen, además, una fuerte relación entre las variedades españolas estudiadas (castellano, andaluz y canario) y la consideración sobre el puesto de trabajo, el nivel de ingresos y el nivel de estudios de sus hablantes.
Los resultados sobre las características personales de las voces evaluadas permiten, también a nivel indirecto, establecer diferencias entre los planos cognitivos y afectivos. Mientras que, en las características cognitivas, como se aprecia en la tabla 5, el castellano recibe puntuaciones medias mucho más altas (inteligencia, cultura y educación), las mejores valoraciones afectivas, también bastante marcadas, son para el andaluz y, después, para el canario (cercanía y simpatía). Estos datos coinciden solo parcialmente con lo observado en las valoraciones directas, en las que, como se recordará, el castellano recibía mejores valoraciones cognitivas que el andaluz, pero no que el canario. En este caso damos mayor fiabilidad a estas valoraciones indirectas, de carácter inconsciente, en las que se otorga mayor prestigio a la variedad propia, a través de las valoraciones cognitivas y también de las afectivas, y en las que las diferencias en las puntuaciones entre la variedad propia y las ajenas están mucho más pronunciadas. Esto nos permite hablar de cierto prestigio encubierto hacia el castellano en las valoraciones directas, fenómeno que ya reconocieron también Cestero Mancera y Paredes García (, ). En este caso, las pruebas de Análisis de varianza anova establecen de nuevo una fuerte relación entre las variedades castellana, andaluza y canaria y las características psicológicas asignadas a sus hablantes.
Al preguntar a los hablantes por la zona o región en la que se utiliza cada una de las variedades estudiadas, se observa que la zona castellana solo recibe puntuaciones más altas en la propiedad “avanzada”, mientras que en las propiedades “divertida”, “familiar” y “bonita” destacan la andaluza y la canaria. Es reseñable también el hecho de que las personas y la región andaluzas reciben mejores valoraciones indirectas que las canarias, cuando en las valoraciones directas el orden era el opuesto. Pensamos que estas actitudes son igualmente más representativas del verdadero sentir y que, en las valoraciones directas hacia el andaluz, nos encontraríamos ante otro caso de prestigio encubierto. De hecho, es más lógico, como se demuestra aquí, que se valore mejor (al menos afectivamente) aquello que se conoce y que resulta más cercano y familiar, que una variedad menos conocida por exótica que resulte. Este sentir se recoge en algunas de las respuestas abiertas hacia el andaluz manifestadas por los hablantes:
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(1) Particularmente tengo familia y amigos allí y pienso que su acento me hace sentir muy cómoda (encuesta 1699).
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(2) Al tener familiares procedentes de esa región, me siento más cómoda escuchando su habla (encuesta 2099).
Las pruebas de Análisis de varianza anova solo establecen en este caso relación entre las distintas variedades del español y la consideración de “divertida” y “familiar” hacia la región.
En el caso de la cultura, los resultados también resultan interesantes. Las mejores puntuaciones para el castellano son las de las categorías “innovadora”, “rica” y “cercana” y para el canario en “interesante”, aunque en este último sin apenas diferencia con las otras dos variedades. Una vez más, al igual que ocurría en las valoraciones directas, parece que al canario lo que mejor se le valora o más interés suscita es precisamente lo “diverso”, “exótico” e “interesante” que resulta. Las pruebas de Análisis de varianza anova solo establecen relación entre las variedades del español y la consideración de “rica” y “cercana” hacia la cultura.
En estas valoraciones indirectas, encontramos algo más de oscilación en las variables sociales que inciden significativamente en las actitudes de los hablantes. En el caso de la valoración de las características personales de las voces de las grabaciones, la lengua materna vuelve a tener gran influencia, pues son los catalanohablantes los que mejores valoraciones hacen en todos los casos. El colectivo con formación dialectal es el que mejores puntuaciones asigna a la variedad castellana en cuanto al puesto de trabajo, el nivel de ingresos, el nivel de estudio y también en relación con el carácter de los hablantes. Y el colectivo sin formación es el que más alto puntúa a las otras dos variedades en estas mismas categorías. La principal diferencia respecto a las valoraciones directas se aprecia en la evaluación de la región y la cultura, pues en este caso la variable que más incidencia tiene, junto a la formación dialectal y lengua materna, es el “contacto con la variedad” y el “contacto con la región”. Aquellos de los informantes que más contacto han tenido con hablantes o han visitado distintos lugares valoran mejor la variedad que aquellos que no tienen apenas contacto. Esto ocurre en todos los casos, tanto con la variedad castellana como con la andaluza y la canaria. Por tanto, parece claro que en las valoraciones indirectas estas variables resultan de sumo interés.
5. LA AFILIACIÓN HACIA LAS VARIEDADES CASTELLANA, ANDALUZA Y CANARIA
La última de las preguntas de investigación pretende determinar el grado de cercanía y similitud que asignan los jóvenes mallorquines a cada una de las variedades del estudio respecto a la suya propia.
En este caso, lo que se aprecia es que el mayor grado de proximidad o identidad lo encuentran con el castellano, como es natural, pues esta es reconocida por más del 80% de la muestra como la variedad propia o más próxima a la propia. La opción predominante entre los hablantes es que el castellano de las voces de las grabaciones es “bastante igual” que el castellano hablado en Mallorca. En segundo lugar, aunque con poca diferencia con la tercera respuesta predominante, encontramos la opción “ligeramente igual” (20%). Por su parte, el 16,4% de los casos no aprecia esa similitud entre el castellano de las grabaciones, proveniente de voces madrileñas, y el castellano de Mallorca: en el 8,6% lo perciben “ligeramente diferente” y en el 7,1% “bastante diferente”. Entre las respuestas abiertas que proporcionan los hablantes sobre esta cuestión es frecuente encontrar referencias a estas diferencias entre el castellano central y el periférico hablado en Mallorca:
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(1) Falta de entonación o enlace de lo que se dice en el discurso (encuesta 1223).
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(2) No me disgusta, pero reconozco que a veces suprime la consonante final (encuesta 1216).
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(3) La pronunciación de la d (encuesta 1219).
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(4) Pronunciación demasiado lenta y monótona (encuesta 2126).
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(5) Marca demasiado las pausas (encuesta 1699).
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(6) Demasiado lenta, no despierta el interés del oyente (encuesta 1770).
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(7) Demasiado aburrido y monótono. Se repite mucho (encuesta 2335).
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(8) Tienen algunas expresiones como mazo o tronco que me resultan divertidas (encuesta 1699).
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(9) Son muy distintas (encuesta 1714).
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(10) En la región centro de España las personas son más cultas, más formadas, hablan de forma más cercana a la norma. Seriedad, profesionalidad (encuesta 1215).
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(11) Al ser una gran capital viven aislados, más que los propios isleños como por ejemplo los habitantes de las Baleares, es decir, desconocen por completo todo lo que no sea ciudadano (encuesta 1755).
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(12) Me ha gustado todo porque lo pronuncia perfectamente, cercano al estándar (encuesta 1218).
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(13) Pronuncia perfectamente cada palabra (encuesta 1699).
Por tanto, parece existir en la consciencia de los hablantes castellanos periféricos de Mallorca esa idea de que la variedad del castellano central presenta rasgos algo distintos a los propios de los isleños, que la mayoría de las veces se perciben como positivos, aunque otras son vistos como negativos o, sencillamente, como llamativos. Con este dato se confirma la idea expresada en la primera parte de este trabajo y ya desarrollada en otros estudios de que la percepción de los hablantes periféricos de una variedad es que los rasgos propios de su zona son, en mayor o menor medida, diferentes a los de la zona central de la variedad ().
La similitud que aprecian los informantes con las otras dos variedades es mucho menor. En el caso del andaluz es de un 36,4% y en el canario un 23,6%. La respuesta mayoritaria en estos casos es “bastante diferente” en el caso del canario y “ligeramente diferente” en el del andaluz. Es posible que en la diferente evaluación de las dos variedades ajenas se encuentre nuevamente esa mayor cercanía y familiaridad con el andaluz, más presente en el día a día de los mallorquines. Otros trabajos, como el de , dan cuenta de cómo los hablantes centrales del castellano (madrileños) también perciben diferencias entre los rasgos propios de su zona y los de otras regiones castellanas y españolas. Los resultados de la investigación sugieren que los madrileños perciben distintos grados de similitud entre el castellano de Madrid y las variedades españolas de otras zonas: las hablas más similares serían para estos hablantes las de las Castillas y las más alejadas las de las zonas bilingües como Cataluña, Valencia, Baleares, Galicia y el País Vasco; en un punto intermedio se encontrarían Aragón, Asturias, Cantabria, la Rioja y las hablas de la mitad sur (Andalucía, Extremadura, Murcia y las Islas Canarias).
Respecto a las variables sociales que inciden significativamente en el grado de identidad con las variedades castellana, andaluza y canaria de los hablantes mallorquines, son la formación dialectal y el contacto con la variedad los que aportan resultados más significativos.
El colectivo con formación dialectal percibe más proximidad o similitud tanto con su variedad, el castellano, como con la variedad andaluza, pero no con la canaria. De hecho, son los hablantes sin formación dialectal los que, posiblemente por desconocimiento, han establecido mayor proximidad entre la variedad propia y la canaria. En el caso del contacto con las variedades, se aprecia que, a mayor contacto, mayor afiliación y proximidad, incluso con las variedades andaluza y canaria. Por último, resulta llamativo cómo la lengua materna apenas tiene incidencia en este caso.
6. CONCLUSIONES
Los estudios de actitudes son herramientas muy valiosas para conocer los movimientos de las lenguas y el apego de los hablantes hacia ellas. Con esa idea en mente, en esta investigación se han presentado los resultados de un estudio de actitudes de un grupo de 70 jóvenes mallorquines, estudiantes de filología, hacia las variedades del español de España: castellano, andaluz y canario (). Consideramos que es especialmente interesante conocer las percepciones y creencias de este grupo de profesionales de la lengua por tratarse de los futuros transmisores del saber lingüístico. El trabajo se ha centrado en dar respuesta a tres preguntas de investigación relacionadas con el reconocimiento de las variedades, las actitudes directas e indirectas hacia ellas y el sentimiento de identidad o proximidad entre las tres variedades y la propia de los hablantes. Para responder a estas preguntas, se ha recurrido al cuestionario basado en la técnica de pares falsos y en respuestas de diferencial semántico del proyecto precaves xxi (Cestero Mancera y Paredes García , ). Entre las principales conclusiones a las que llegamos se encuentran las siguientes:
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1) Los jóvenes encuestados reconocen principalmente la variedad castellana, la propia, aunque también suelen identificar con mucha frecuencia la andaluza. Algunas variables sociales, como la formación dialectal, la lengua materna de los informantes y el contacto con la variedad, inciden directamente en su identificación: son los castellanohablantes, los informantes con formación dialectal sobre el español y los que tienen contacto con hablantes de la variedad los que reconocen en mayor medida las variedades analizadas.
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2) Los informantes otorgan mejores valoraciones directas a nivel cognitivo y afectivo a la variedad canaria. Esto choca frontalmente con las valoraciones indirectas, más inconscientes, en las que las puntuaciones más altas en el plano cognitivo son claramente para el castellano (variedad propia) y en el afectivo para el andaluz (variedad de muchos de sus ascendientes). Esta circunstancia nos ha llevado a considerar que existe un caso de prestigio encubierto para el castellano y el andaluz en las valoraciones directas. Algunas de las razones que llevan a los hablantes a no querer reconocer abiertamente el valor que asignan a estas variedades próximas a ellos pueden explicarse examinando las variables sociales del estudio. La mejor valoración de la variedad propia, la castellana, tanto a nivel cognitivo como afectivo, es la realizada por el colectivo con formación dialectal, que considera al castellano como el modelo idiomático y la modalidad de su comunidad de hablantes. Respecto a la lengua materna, se aprecia una tendencia diferente, pues son los hablantes nativos de castellano los que más críticos se muestran hacia su variedad. Posiblemente este hecho tenga que ver con los rasgos diferenciales, mencionados por los hablantes en las encuestas, que observan entre el habla de su comunidad (insular y alejada del centro geolectal) y las voces madrileñas de las grabaciones. Dichas diferencias, como se ha visto, permiten trazar al menos dos áreas geolectales dentro de la variedad castellana: la central, más cercana al habla de las voces madrileñas escuchadas en las grabaciones, y la periférica, con rasgos distintos de la variedad central, que es la propia de los jueces o informantes.
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3) Los hablantes mallorquines sienten mayor cercanía o afiliación con la variedad castellana, seguida, aunque con cierta distancia, por la andaluza y la canaria. Las respuestas predominantes en el caso del castellano han sido que esta variedad es “bastante igual” a la propia o “ligeramente igual” a la propia. Esto permite ver las percepciones de los hablantes acerca de las diferencias lingüísticas existentes entre distintas zonas de una misma variedad geolectal. En el andaluz, las respuestas preferentes han sido “ligeramente diferente” seguida muy de cerca por “ligeramente igual”. Y en el canario predomina la respuesta “bastante diferente”. En cuanto a las variables sociales, es el colectivo con formación dialectal el que mayor proximidad percibe tanto con el castellano como con andaluz, pero no con el canario. Y aquí, son los hablantes sin formación dialectal los que han establecido mayor proximidad entre la variedad propia y la canaria. Es posible que el desconocimiento hacia la variedad haya tenido que ver en ello. Por otra parte, también se aprecia que, a mayor contacto con la variedad, mayor afiliación con la misma. Esto ocurre también con las variedades andaluza y canaria.
Será interesante que en el futuro se realicen estudios que amplíen la muestra a otros grupos de hablantes mallorquines para analizar si las creencias y actitudes presentadas por este grupo tienen que ver principalmente con su formación o si coinciden con el sentir general de la población isleña. También será necesario relacionar este trabajo con otros que se realicen en otras comunidades castellanas periféricas para establecer perímetros entre las zonas más centralizadas y las más periféricas del castellano. Por último, resultará fundamental que el estudio de las actitudes del castellano se extienda a las hablas de otras zonas periféricas a través de cuestionarios en los que se utilicen grabaciones de hablantes de esos lugares como, por ejemplo, los mallorquines. Solo así podrán diferenciarse completamente las actitudes hacia la variedad central y hacia la propia.
Financiación
Esta investigación se enmarca en el Proyecto pdr2020/51 - its2017-006, financiado por la caib a través de la Direcció General de Política Universitària i Recerca.
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Notas
[1] Lo mismo ocurre en algunos países de Hispanoamérica, donde la variedad propia recibe las puntuaciones más altas. Véanse al respecto los estudios de actitudes del proyecto precaves xxi en Colombia () y Argentina ().
[2] De igual modo, en algunos estudios americanos de precaves xxi como el de Chile () se valora mejor la variedad andina que la propia. Y en otros, como el de Argentina (), la andina está entre las variedades mejor consideradas.
[3] Los encuestados valoran en total 16 grabaciones, dos por cada una de las variedades cultas del español: centro y norte de España, sur de España, Canarias, México y Centroamérica, Caribe, Andes, Chile y Río de la Plata (; ). En este trabajo solo se han tenido en cuenta las 2 grabaciones castellanas (procedentes de hablantes madrileños), las 2 andaluzas (procedentes de hablantes sevillanos) y las 2 canarias (procedentes de hablantes grancanarios).
[4] El primer dato hace referencia a la variedad castellana, el segundo a la andaluza y el tercero a la canaria. En el caso del castellano, los informantes responden a si tienen contacto o no con personas castellanas de otras ciudades distintas a la propia.
[5] La pregunta se refiere a otras regiones españolas en general, sin especificar la comunidad; eso implica que no necesariamente han visitado ciudades andaluzas o canarias, pero se mueven a menudo o con mucha frecuencia por el país. Lo cual presupone un posible mayor conocimiento de otras variedades españolas distintas a la propia. Este dato es complementario al de “contacto con la variedad”, donde se ha sondeado a los informantes sobre su contacto con personas de la región mediante la pregunta “¿Conoce personas de ese país o región?” y donde son posibles tres respuestas: “sí”, “no” o “no contesta”.