Abstract
The use Spanish makes of the reflexive construction to denote a non-causative directional movement is usually explained in aspectual terms. The aim of the present contribution is to show that, in fact, the difference with the non-reflexive construction does not concern the internal temporal structuring of the event as such, but affects the representation of the subject entity’s participation. Adopting the cognitive linguistics framework, it is postulated that the reflexive mark symbolizes mental access to the energy deployment in the participant from an internal perspective, thus permitting to capture the experiential dimension of its changing relation with the spatial environment without letting the fractioning of the subject entity’s profile obscure the overall picture. This hypothesis is tested by comparing contexts with the verbs ir ‘to go’ y salir ‘to leave’, on the one hand, and irse ‘to go-reflexive’ and salirse ‘to leave-reflexive’, on the other. The analysis also seeks to distinguish between constructional meaning and variable discourse-pragmatic effects.
Keywords:
Expresión reflexiva versus no reflexiva del movimiento en español: una cuestión de perspectiva
NICOLE DELBECQUE
Expresión reflexiva versus no reflexiva del movimiento en español: una cuestión de perspectiva
Verba: Anuario Galego de Filoloxía, vol. 48, 2021
Universidade de Santiago de Compostela
Reflexive vs. non-reflexive expression of movement in Spanish: a matter of perspective
NICOLE DELBECQUE
KU Leuven, Reino Unido
Copyright © Universidade de Santiago de Compostela
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.
Recibido: 05 Julio 2020
Aceptado: 11 Noviembre 2020
Resumen: El uso que el español hace de la construcción reflexiva para denotar un movimiento direccional no causativo suele explicarse en términos aspectuales. La presente contribución tiene por objetivo mostrar que, en realidad, la diferencia con la construcción no reflexiva no atañe a la estructuración temporal interna del evento como tal, sino que afecta a la representación de la participación de la entidad sujeto. Adoptando el marco de la lingüística cognitiva, se postula que la marca reflexiva simboliza el acceso mental al despliegue de energía en el participante desde una perspectiva interna que permite captar la dimensión experiencial de su relación cambiante con el entorno espacial sin que el fraccionamiento de su perfil haga perder la visión de conjunto. Esta hipótesis se verifica mediante el cotejo de contextos con los verbos ir y salir, por un lado, e irse y salirse, por otro. El análisis procura asimismo distinguir entre significado construccional y efectos de sentido discursivo-pragmáticos variables.
Palabras clave: movimiento; construcción reflexiva; perspectiva; significado construccional .
Abstract: The use Spanish makes of the reflexive construction to denote a non-causative directional movement is usually explained in aspectual terms. The aim of the present contribution is to show that, in fact, the difference with the non-reflexive construction does not concern the internal temporal structuring of the event as such, but affects the representation of the subject entity’s participation. Adopting the cognitive linguistics framework, it is postulated that the reflexive mark symbolizes mental access to the energy deployment in the participant from an internal perspective, thus permitting to capture the experiential dimension of its changing relation with the spatial environment without letting the fractioning of the subject entity’s profile obscure the overall picture. This hypothesis is tested by comparing contexts with the verbs ir ‘to go’ y salir ‘to leave’, on the one hand, and irse ‘to go-reflexive’ and salirse ‘to leave-reflexive’, on the other. The analysis also seeks to distinguish between constructional meaning and variable discourse-pragmatic effects.
Keywords: motion; reflexive construction; perspective; constructional meaning .
1. PLANTEAMIENTO
Esta contribución se centra en el perfil particular que, en español, las construcciones reflexivas de tipo ‘medio’ dan a la expresión de movimiento en comparación con las intransitivas no pronominales1. Las hipótesis existentes apelan primordialmente a diferencias aspectuales. En Sánchez López (2002: 115 ss.) se pasa revista a las hipótesis propuestas desde marcos teóricos diversos. Más allá de diferencias terminológicas, en particular entre aproximaciones generativas, la mayor parte de los análisis consideran la reflexivización no argumental fundamentalmente como una marca de perfectividad. Si bien es cierto que en muchos contextos se pueden observar efectos de sentido parecidos a la superación de un límite, no es siempre el caso que se demarque un punto clave en un determinado desarrollo espaciotemporal. No es raro, además, que para hacer referencia a un determinado cruce de umbral se pueda acudir alternativamente a un predicado no reflexivo. ¿Cuál será entonces la aportación de la marca reflexiva?
La necesidad de buscar una aclaración alternativa se plantea sobre todo cuando con la construcción reflexiva no se expresa un movimiento fáctico, sino uno que se puede llamar metafórico, abstracto o ficticio, carente de proyección espaciotemporal y, por ende, de fases. Para que haya perfectividad en el sentido clásico, debe ser posible distinguir entre un punto inicial y un punto final, cada uno con un antes y un después, que a su vez pueden dar paso a interpretaciones ingresivas o resultativas. Resulta difícil ver cómo se puede aplicar el concepto de realización o de transición puntual a entidades abstractas o a entidades estacionarias, a menos de disociar la noción de perfectividad del vector temporal.
La hipótesis parte de la idea de que no yerra la intuición de que la reflexivización de alguna manera influye en la interpretación ‘aspectual’. Esta, sin embargo, no se traduce a nivel de la estructuración interna del evento o proceso tal como corresponde al significado léxico del verbo, sino que afecta a la representación ‘imagística’ de la participación de la entidad sujeto. Dicho de otro modo, la modificación afecta a la estructuración gestáltica de la involucración de la entidad sujeto. Por eso, tal vez sea más acertado definir la diferencia entre la construcción intransitiva no reflexiva y la reflexiva en términos de perspectiva(ción), y la diferencia entre movimientos fácticos y ficticios en términos de subjetivización. Así se puede hacer justicia a la opción entre dos tipos de representaciones imagísticas, a saber, una escenificación global, establecida desde un punto de vista distante, sin enfoque particular en la vinculación del sujeto al predicado, o, al contrario, una captación desde cerca que invita, para así decirlo, a aplicar un deslizador de zoom, descubriendo cómo en la entidad sujeto ‘se encarna’ un movimiento o cambio, sea este fáctico o ficticio.
Epistemológicamente, la presente propuesta se apoya en el punto de partida siguiente. En la codificación de la escena se otorga la primacía al conceptualizador, es decir, a la persona que determina el significado de un enunciado. Al procesar las experiencias perceptivas convirtiéndolas en representaciones mentales, el conceptualizador interpreta las sensaciones que lo conectan con el entorno añadiendo un significado a los estímulos sensoriales. Por el sesgo cognitivo hacia el dinamismo (“cognitive bias towards dynamism”, Talmy 2000a: 171), el conceptualizador tiende a proyectar su propia movilidad física y mental en su visión del entorno, privilegiando la dinamicidad y la activación sobre la estatividad y la inacción. De ahí que sea práctica común utilizar expresiones de movimiento y cambio para describir escenas estáticas y situaciones estables.
La información proveniente del exterior se amolda a la subjetividad del conceptualizador, o sea, a la posición particular que es la suya en un determinado momento. La perspectivación procede de su receptividad o permeabilidad al impacto de una entidad sobre su propio ‘espacio mental’. Los espacios mentales se definen como las estructuras representacionales que los hablantes constituyen al reflexionar y hablar. Aunque de naturaleza inestable y local, se estructuran según dominios cognitivos (cf. Fauconnier 1985). En la conceptualización de movimiento y de cambio se entrelazan las dimensiones del espacio y del tiempo; en el dominio del movimiento predomina el espacio y en el dominio del cambio prevalece el tiempo. Mientras que con ir/salir se da una descripción desde fuera, irse/salirse reflejan una conceptualización desde la dinámica atribuida a la propia entidad sujeto.
Además de las capacidades cognitivas e imaginativas, interviene en el proceso interpretativo el saber enciclopédico adquirido, en particular el conocimiento relativo a la función o rol que puede desempeñar la entidad descrita, sea cual sea su naturaleza, y la manera en que puede destacar en el contexto. En la línea de la lingüística cognitiva se parte de la idea de que las formas lingüísticas explotan y representan las diferencias de acceso a la información en términos de procesamiento mental, conectando la información con el punto de vista subjetivo de un conceptualizador. Se reconoce que el hablante puede acceder a informaciones similares o idénticas procesándolas de forma diferente según la perspectiva que adopte y la visión del mundo que maneje en un determinado momento.
De acuerdo con el lema langackeriano “semantics is conceptualization”, consideramos que el uso del lenguaje (y su significado) no está determinado por la realidad objetiva y externa sino que está relacionado con la manera de percibir esa realidad, es decir, con la conceptualización que proyectamos sobre ella. De ahí que cualquier expresión lingüística siempre implique una relación entre la situación conceptualizada (objeto de conceptualización) y algún conceptualizador (sujeto de conceptualización). En el caso que nos interesa aquí, el objeto de conceptualización es la representación de un evento de movimiento o cambio. El sujeto de conceptualización, es decir, el conceptualizador, la persona que determina o resuelve el significado atribuido a una expresión, está situado en la base de la construcción; con el término ‘base’ se hace referencia a la situación comunicativa, los participantes y sus circunstancias. Langacker (1987: 128) califica esta relación como relación de “construal”:
I will say that the speaker (or hearer), by choosing appropriate focal ‘settings’ and structuring a scene in a specific manner, establishes a construal relationship between himself and the scene so structured. The construal relationship therefore holds between the conceptualizer of a linguistic predication and the conceptualization that constitutes this predication.
Por “construal” se entiende que el significado corresponde a la ‘estructuración conceptual’ (cf. Verhagen 2007: 48; Langacker 2008: 4), es decir, la manera en que una situación está representada: además de las propiedades objetivas de lo denotado, es crucial la forma en que el conceptualizador opta por (re)presentarla.
Ahora bien, toda codificación lingüística viene impregnada de una cierta dosis de subjetividad. La selección que se opera entre diversas formulaciones posibles para denotar un movimiento o un cambio de estado será reveladora del perfilamiento que el conceptualizador proyecta en la entidad móvil o cambiante. No es el mero reflejo de lo directa e inmediatamente accesible sensorialmente, sino que procede también de su particular marco de referencia, su mundo e imaginación. Significa que es una interpretación de la relación entre el predicado y la entidad sujeto. En la subjetivización del movimiento o cambio puede verse un proceso regular de perspectivación conceptual. Por perspectiva(ción) se entiende la relación entre la posición del conceptualizador —papel asumible no solo por el hablante-autor sino también por el interlocutor-lector— y el contenido de una expresión. Al abordar este concepto relacional general suelen entrar en consideración varios conceptos, entre otros: subjetividad, subjetivización, punto de vista, posicionamiento, orientación, horizonte, aspecto, (puesta de) relieve, primer vs segundo plano… son algunos de los conceptos que se emplean en estudios interesados en la interfaz entre gramática y discurso.
La presente propuesta, de corte cognitivo-funcional, converge con el planteamiento expuesto en Maldonado (1993, 1997, 1999, 2008) sobre el clítico se en español al tomar en consideración el punto de vista del hablante y abordar su uso como marcador de la voz media con verbos de movimiento en términos de dinamicidad, realzando un considerable nivel de involucramiento de la entidad sujeto (Maldonado 1999: 401 y ss.). Sin embargo, también hay diferencias cruciales entre los dos enfoques2.
Maldonado sostiene que por su función focal el clítico entraña una conceptualización a la vez energética y restringida del evento, en que “sólo el cambio de estado está puesto en perfil” (Maldonado 1999: 359, 362). Asimila la noción de focalización a la compresión de la dinamicidad: “El flujo de energía queda pues comprimido en una conceptualización restringida” (ib., 433), “La focalización restringe la conceptualización del evento al punto crucial en que se efectúa el cambio de estado” (ib., 434). Así, “lecturas inceptivas e incoativas” (o sea, aspectuales) aparecen como “consecuencia de la función focal del clítico medio se, y “tienden a ocurrir con verbos que designan un alto grado de energía” (ib., 433), como es el caso de los verbos de movimiento traslativo.
Otra dimensión de la noción de energía que explota el análisis de Maldonado es la “manifestación de energía”, es decir, lo que percibe el observador externo. Bajo este ángulo, no sitúa el movimiento traslativo energéticamente encima del posicional, sino al revés: le asigna el penúltimo rango de “manifestación de energía”, precedido por el cambio posicional y seguido por el cambio de estado (ib., 433). Siguiendo esta lógica, distingue dos tipos de efectos pragmáticos: por un lado, “rapidez, brusquedad y velocidad” serían extensiones gramaticalizadas de la “compresión” (ib., 398); por otro lado, la dinámica de fuerzas justificaría la incorporación de “las expectativas, deseos y enfoques canónicos del mundo en la organización gramatical de la construcción media” (ib., 398). Asume que la construcción “absoluta”, es decir, sin se, “expresa eventos esperables y normales”, mientras que la construcción con se denota sucesos “que van en contra de lo normalmente esperable” (ib., 434), o sea, que “vencen” las expectativas, definidas como “fuerzas abstractas” (ib., 435).
La noción de “expectativa” puede ser neutra, como atestigua la segunda entrada del DRAE:
-
f. Esperanza de realizar o conseguir algo.
-
f. Posibilidad razonable de que algo suceda.
En el uso, sin embargo, tiende a conllevar una connotación positiva y/o normativa. En CREA (España), los adjetivos prenominales con expectativas son mayoritariamente de orientación positiva: grandes (44 ocurrencias), buenas (33), nuevas (23), falsas (20), muchas (18), tantas (13), mayores (12). En cambio, la combinación escasas expectativas solo ocurre 7 veces y malas expectativas 6 veces. Ante esta discrepancia, conviene evitar el sesgo hacia la positivización. Al razonar en términos de expectativas, se trata de atender a lo realísticamente más probable, recordando que lo esperable3, o sea, lo previsible, no es automáticamente lo más deseable.
Es cierto que a expresiones de movimiento y de cambio se asocian fácilmente inferencias sobre el ejercicio de fuerza o resistencia, facilitación o bloqueo. Pero la marca clítica no es el único parámetro: también entran en consideración otros componentes de la morfología verbal (tiempo, perífrasis), así como la presencia de adjuntos y de modificadores adverbiales de manera y de tiempo. Estos factores también influyen en la percepción y pueden codeterminar, tanto con ir/salir como con irse/salirse, la interpretación más o menos “energética” del evento, la impresión de “rapidez, brusquedad y velocidad”, así como la relación con “las expectativas del hablante” (Maldonado 1999: 385).
Si la entidad sujeto puede ser considerada como el Agonista que interactúa con un Antagonista (cf. Talmy 2000a: Capítulo 7)4, en la práctica, la dinámica de fuerzas en que participa no es siempre tan transparente ni tan unívoca como ejemplos aislados pueden dejar suponer. La dinámica puede rebasar los límites de una relación bilateral y resultar de la interacción entre varias fuerzas. Así, por ejemplo, la entidad sujeto puede tener un empuje a la vez superior al de una segunda entidad e inferior al de una tercera.
Además, según quien mire y el cristal con que mire, la interpretación puede variar, y no se puede garantizar que la lectura de un enunciado corresponda en un cien por cien a la visión e intencionalidad del enunciador5. A un mismo enunciado pueden corresponder varios marcos interpretativos, es decir, modelos cognitivos idealizados6 o frames7, con sus guiones o scripts. Significa que (secuencias de) eventos juzgados canónicos por unos, pueden ser vistos como no canónicos, especiales o inhabituales por otros. Incluso a eventos en apariencia sencillos pueden aplicarse modelos mentales de comprensión que varían en consistencia y elaboración. Además, un mismo hablante puede cambiar de marco interpretativo en función de los elementos contextuales8 que tome en cuenta en un momento dado. La explicación (intuitiva) que viene en mente puede corresponder al sentido común, pero también puede resultar idiosincrásica y puramente individual. Salvo para la descodificación de fenómenos regulares pertenecientes al ámbito de la naturaleza, es difícil determinar cuándo la comprensión es plenamente intersubjetiva, o sea, colectivamente compartida.
La posición defendida aquí es que la marca clítica señala icónicamente que, en vez de concebir la escena desde una posición de observación exterior, corresponde adoptar la perspectiva interna a la entidad sujeto. El concepto de perspectiva forma parte integrante del significado esquemático de la construcción verbal. La perspectiva elegida –interna versus externa– se modula acorde con las propiedades semánticas del sujeto: con sujetos de persona, la perspectiva interna puede entenderse miméticamente en términos de predisposición, conciencia e intencionalidad; en cambio, con entidades inanimadas, concretas o abstractas, concebir el despliegue de energía, fáctico o ficticio, desde una perspectiva interna pasa por un procesamiento analógico y extensiones metonímicas y metafóricas, o sea, que es cognitivamente más complejo. De manera general, la representación global de la escena también dependerá, además, de cuáles sean las coordenadas espaciales, explícitas e implícitas, así como de la relación con el discurso previo y siguiente.
A partir de estas consideraciones generales, se procura mostrar a continuación que la marca reflexiva añade una dimensión que, por un lado, no es asimilable a una cuestión de aspecto y, por otro, tiene primacía sobre posibles procesos inferenciales derivables de la combinatoria léxica y del contexto. Manteniendo la distinción entre significado construccional (nivel i), información léxica reunida en la oración (nivel ii) e inferencias posibles (nivel iii), la atención se centra primero en lo que tiene de distintivo la conceptualización esquemática del movimiento cuando la construcción lleva la marca reflexiva (apartado 2). Después se amplía el panorama para mostrar cómo la perspectiva interviene en la expresión de movimiento fáctico, así como en la representación de otros eventos o estados de cosa. Se dedica un apartado al repertorio cubierto por los verbos irse y salirse (3.1), antes de inventariar los usos de ir y salir (apartado 3.2).
2. LA EXPRESIÓN REFLEXIVA DE MOVIMIENTO
Como objeto de conceptualización, los movimientos fácticos se definen esencialmente por la extensión y orientación de una trayectoria combinadas con el vector del tiempo concebido. La distancia recorrida por unidad de tiempo define la velocidad de ejecución del movimiento. La noción de avance se compone del acercamiento a una nueva posición o ubicación combinado con su correlato, el movimiento de alejamiento o abandono: la toma de conciencia de la nueva posición o estado es una proyección fuera del instante indivisible, insecable, en que se sitúa la materialización del proceso expresado por el verbo. No hay relación unívoca entre los lexemas verbales y el perfilamiento de parámetros adicionales, como son la intencionalidad, el control, la brusquedad. Su interpretación tampoco depende de cómo se construya el verbo, reflexivamente o no (ir(se), marchar(se), salir(se), venir(se), etc.), sino que se infiere del contexto.
Sin más contexto, puede decirse que en las dos variantes presentadas en (1) se dan por identificados el participante humano y el espacio-origen, y se toma como punto de referencia el espacio-meta. En términos de dinámica de fuerzas, más precisamente de psicodinámica, la acción muestra que en el Agente la tendencia al movimiento lo gana de la tendencia a la inercia (cf. Talmy 2000a: 430 y ss.). La realidad extralingüística puede ser la misma. Tanto en la construcción reflexiva como en la no reflexiva el verbo de movimiento direccional invita a trazar mentalmente una trayectoria, cuya extensión va necesariamente delimitada por ambos lados, es decir, que además del punto de origen incluye el punto en que se detiene el movimiento, independientemente de que este se conciba como meta final del recorrido o no.
(1) [Va / Se va] a la cocina
Entre la forma no marcada y la marcada mediante el clítico reflexivo media, según la hipótesis de trabajo, una diferencia de perspectiva. La variante no reflexiva describe un tipo de desplazamiento desde una posición de observación externa, es decir, sin adoptar el punto de vista interno al participante, haciendo abstracción de la dinámica que lo anima. La construcción reflexiva, en cambio, simula la percepción endógena de la acción motriz: despierta la empatía con el participante, incita a ponerse en el lugar del que se mueve, a proyectarse en su mente, o sea, estimula nuestras neuronas espejo9. La idea de que el clítico se simboliza el acceso mental al progresivo despliegue de energía en el participante implica que el movimiento se concibe como una acción particular, no rutinaria. La atención prestada a la fuerza motriz que anima al participante realza al mismo tiempo el interés por las modalidades y circunstancias en que ocurre.
Todo movimiento es descomponible en tres fases constitutivas: la transición inicial de un estado a la activación orientada a un nuevo estado, el desarrollo del movimiento, y la transición final que desemboca en el nuevo estado. Como el punto de arranque es la condición sine qua non para que haya movimiento, será lógicamente el primer punto de interés. De ahí que la marca reflexiva tienda a interpretarse como una invitación a fijar la atención en la transición de inmovilidad a movilidad. Esto probablemente explica que varios autores hayan insistido en que con irse la meta es “irrelevante” y que se destaque que el participante “abandona un sitio para dirigirse a otro” (cf. Maldonado 1997: 167 ss.). Por atractivo que sea el planteamiento de que el clítico se “comprime el perfil del proceso al punto crítico de la transición” (Maldonado 1999: 363), es difícil no interpretarlo en términos aspectuales, puesto que parece implicar que se recorta el componente puntual ‘logro’ que representa la transición inicial, es decir, el momento del abandono del estado que corresponde al punto de origen, relegando a un segundo plano el subevento central de la realización así como el estado resultante una vez alcanzada la meta.
Ahora bien, incluso si se puede hacer abstracción de la finalización, parece difícil, tratándose de un verbo direccional, prescindir de una representación, sea mínima, de la orientación. Desde el punto de vista del ente que se mueve, el movimiento va necesariamente de su aquí a un allí. La integración de anterioridad, interioridad y posterioridad opera en la entidad sujeto, trascendiendo la distinción aspectual entre fase ingresiva, cursiva y resultativa, que se expresa por otros medios, en particular, por auxiliares aspectuales.
Independientemente de la cuestión de saber si, lexicalmente, la transición expresada por el verbo se clasifica por defecto como puntual o no, es decir, como logro o más bien como realización en términos vendlerianos, la media reflexiva centra la atención en la dinamización de la estructuración conceptual del movimiento tal como se encarna en la entidad sujeto. Su movilidad adaptativa induce una visión desmultiplicada de su relación cambiante con el entorno. Funciona, pues, como un recurso para combinar espacio y tiempo: la idea de que cada fracción del movimiento es disociable de las demás es traducible en la representación mental de sendas réplicas o imágenes duplicadas que, concatenadas, dejan un rastro a lo largo del recorrido.
Esta conceptualización no equivale a una repartición en fases, sea una subdivisión bifásica, trifásica o polifásica. En términos de visualización, la construcción reflexiva de interpretación media produce un efecto óptico que recuerda al fenómeno de la diplopía: la imagen de la posición hacia la cual la entidad sujeto hace el movimiento no se mantiene constante sino que se dobla instantáneamente de una nueva imagen, la de la posición que el mismo movimiento le hace abandonar para alcanzar o ir alcanzando otra posición. Al mismo tiempo, la memoria activa mantiene vivo el rastro del estado previo al inicio del cambio de lugar. El morfema se incita pues a enlazar iterativamente retrospección y prospección, y esto hasta la total recreación imaginaria del movimiento. Guardar en mente, a cada paso actualizador, tanto la mirada retrospectiva como la prospectiva proporciona una conceptualización conjunta de fases contiguas del movimiento que es comparable, mutatis mutandis, a la representación pictórica con que los pintores futuristas captaban la sensación de movimiento: descomponían el movimiento para superponer posiciones sucesivas reuniéndolas en un solo plano para que resaltara la trayectoria de los gestos. Este procedimiento permite dar una visión fluida y a la vez secuenciada por combinar fracciones temporales concatenadas, o sea, no separadas entre ellas.
Esta visión sinóptica de sujeto y predicado no parte simplemente de la posición ocupada en el instante inicial t0, sino que puede incluir fracciones anteriores (t-n) de la misma manera que comprende la proyección ulterior (t+n), entendida como progresión hacia una nueva ubicación o, si procede, una meta: …t-5-t-4-t-3-t-2-t-1-t0-t1-t2-t3-t4-t5-t6-t7… La extensión del ámbito espacial abarcado varía en función del predicado, de la entidad sujeto y del contexto más amplio. El efecto de fraccionamiento y desmultiplicación así obtenido da la impresión de asistir desde cerca al movimiento, viviéndolo desde dentro, reconstruyendo su progresivo desenvolvimiento.
En muchos contextos se puede optar por una forma u otra. Sin embargo, la escenificación que las dos variantes contribuyen a construir es de índole diferente. Compárese, por ejemplo, (2) y (3)10. En (2), la cercanía subjetiva marcada por el clítico reflexivo particulariza la actuación de Paco como parte de una escena más compleja (nivel i). El contacto mental con su situación se extiende más allá del momento de partida: el movimiento orientado se vincula con la interlocución con Javi, por un lado, y la interacción con Tere, por otro (nivel ii). El enfoque específico se apoya tanto en el discurso directo que precede, como en la construcción de gerundio que sigue. Así se percibe la reacción de Paco desde la posición que él adopta en la dinámica grupal (nivel iii). No se habría obtenido la misma cohesión contextual mediante la construcción no marcada. En cambio, esta última encaja mejor en (3): del contexto se desprende que el indicativo presente recibe una interpretación habitual (nivel ii). Se infiere, además, que entre las secuencias descritas en la subordinada temporal y la principal hay una relación de causa a efecto: una vez acabado su trabajo, a la mujer le espera indefectiblemente la preparación de la cena. Parafraseando, se puede decir que Renato espera, para acudir a ver al viejo, a que su esposa deje su trabajo y vaya a la cocina. En la observación de lo que hace ella se refleja pues la perspectiva externa de Renato. En la imagen global, los respectivos quehaceres de los esposos se asimilan fácilmente a un principio de reparto de las tareas domésticas (nivel iii). Para saber si esto corresponde a un acuerdo libremente asumido o revela, al contrario, un distanciamiento entre ellos, se necesita más contexto. Con la forma alternativa, se va a la cocina, al contrario, se habría adoptado la perspectiva experiencial de la mujer, movida por una dinámica interna; su desplazamiento habría resaltado como una iniciativa personal, no como la simple prolongación de las actividades diarias, en continuidad con su actividad laboral. La forma no reflexiva solo perfila un tipo de desplazamiento (nivel i), sin detener la atención en la figura en movimiento ni en su experiencia personal.
(2) Paco No, deja que ya te conozco. ¿Algo más?
Tere Tostadas con mantequilla, mermelada y una buena fuente de patatas fritas.
Paco ¿Pero no querías adelgazar? Si empiezas así lo de quitarte kilos...
Tere (Cayendo con cierta delectación en el sofá) ¡Que se vayan al carajo los kilos!
Paco (A Javi y a punto de soltar la carcajada) ¡Has dicho carajo! ¿He oído bien?
Javi ¡Pues claro, tío, perfectamente! ¡Y que sea doble la ración!
(Paco se va a la cocina y empieza a trajinar. Dando a Tere unas palmaditas amistosas en la espalda) (CREA, C. Resino, Pop y patatas fritas, 1991)
(3) Andrea se retira a su mesa, […]
Cuando ella deja su trabajo y va a la cocina, Renato acude a ver al viejo. Se lo encuentra tumbado, siempre con la luz apagada. (CREA, J.L. Sampedro, La sonrisa etrusca, (1985) 1995)
Tanto el origen como la meta pueden quedar sobreentendidos al ser contextualmente recuperables, o sea, que siguen presentes en la ‘base’11. Se puede prescindir de complementación locativa tanto con ir (4) como con irse (5). Además del carácter autocausativo, compartido con las demás personas, la primera persona destaca en ambos casos la autoconciencia del yo que se proyecta en un movimiento direccional. La diferente extensión cronológica y cronométrica no es atribuible al tipo de construcción verbal, sino a conocimientos experienciales compartidos: en (4) la inminencia se calcula en segundos, en (5) más bien en horas o días; en (4) se evoca un trayecto corto que se recorre en nada de tiempo; en (5), en cambio, se sobreentiende una distancia significativa cuyo recorrido toma su tiempo. Estos ejemplos van en contra de la idea, sostenida en Maldonado (1993: 543-4; 1999: 372-3), de que “velocidad” y supresión de “los pasos evolutivos” irían sistemáticamente asociadas a la escena representada por la construcción con se.
(4) [Ramón] - Y ahora, mi amor, ven aquí.
[Sofía] - Voy.
[Ramón] - Vamos a encender la luna en la terraza, que ya es hora. (CREA, L. Beccaria, La luna en Jorge, 2001)
(5) En realidad, huía desde aquel día que vio la mortaja de su hermano. Primero se escapó del pueblo. […] En el pueblo no le quedaba más que su tío El Tísico, al que no llevaban a la cárcel aunque era rojo, dejaban que se muriera, […]. Carlos por consejo del tuberculoso se iba a ir a la ciudad. Hablaron él y Amparito, con las caras muy juntas para que no se oyera la charla.
[Carlos] - Me voy.
[Amparito] - Dónde.
[Carlos] - A la capital.
[Amparito] - ¿Con quién? (CREA, R. del Pozo, La novia, 1995)
En reacción a una llamada, voy (4) se interpreta convencionalmente como acto de habla con valor de compromiso de realización inmediata (nivel iii). La respuesta es rutinaria: ante la facilidad de ejecución del desplazamiento requerido, no se hace hincapié en la dinámica de fuerzas en que el enunciador pudiera verse envuelto (nivel ii). Se trata simplemente de registrar y aceptar una meta preestablecida que se puede dar automáticamente por alcanzada, ya que pertenece al mismo espacio de interlocución (nivel i). Decir me voy produciría el efecto contrario, a saber, la prefiguración experiencial de una separación en lugar de un reencuentro. Además, se percibiría desde la movilización mental e intencionalidad de la enunciadora Sofía (como Carlos en (5)), y no desde la posición del interlocutor Ramón (como Amparito en (5)).
Así, en (5), sería incongruente que el personaje anunciara su decisión de marcharse a la capital por un simple voy. No es un desplazamiento dentro del espacio compartido con la interlocutora, sino un viaje que representa un cambio de vida, una ruptura con lo familiar, un salto hacia lo desconocido. Al marcar el impacto que el yo puede experimentar anticipativamente, la reflexivización invita a una simulación mental de la dinámica de fuerzas que puede operar en él, tanto retrospectiva como prospectivamente. Pero lo hace solo al nivel esquemático de la construcción: cuántos impulsos y frenos, tanto psíquicos como físicos, le puedan afectar se deja a la imaginación. También queda sin especificar la distancia temporal entre el anuncio y la realización del viaje. Se entiende, sin embargo, que en su mente ya se proyecta el desplazamiento.
La transición puntual denotada por el verbo de logro salir(se) se orienta de dentro a fuera. El espacio de origen se concibe como una interioridad asimilable a un contenedor, o sea, a un espacio cerrado, mientras que la meta, la exterioridad, aparece como un espacio abierto, no delimitado. Tanto salir como salirse operan una bipartición del espacio. Por la adyacencia entre espacio interior y exterior, la transición se concibe como puntual, o sea, sin trayectoria. Se ofrece una instantánea del paso que lleva la figura de un lado de la línea de demarcación al otro lado, donde Orientación y Meta fusionan. Cuando no se precisa el origen, se induce por defecto que se trata de su espacio-universo propio –la casa o el lugar donde está habitualmente– y adonde volverá.
En expresiones como salir a la calle (6) o salir de paseo se suele sobreentender salir de casa. El uso absoluto, sin ninguna complementación locativa, tampoco concede importancia al recorrido, señala simplemente una ausencia (7) (nivel ii). Mientras que en (6) y (7) se da por sentado que es provisional, en (8) la sucesión de eventos sugiere que no habrá vuelta al punto de origen (nivel iii). Los tres ejemplos tienen en común, sin embargo, que no invitan a enfocar la disposición de ánimo del agente, ni la modalidad de su acceso al espacio abierto, ni el contraste con su previa estancia, sea su hábitat ((6)-(7)) o un lugar de tránsito improvisado (8). La representación solo señala el acceso a un espacio externo (nivel i). En (6) (Me pregunto …) y (7) (¿Ha salido?) se formula desde la perspectiva de un personaje que desconoce las circunstancias, mientras que en (8), se integra en un fragmento que describe, desde el punto de vista omnisciente del narrador, cómo el personaje (Chalán) tiende una emboscada a Jane.
(6) Lupe (Vuelve de nuevo su mirada a la calle, esa mirada de envidia y de impotencia de los que se sienten siempre fuera de las grandes emociones de la vida.) Me pregunto qué sentirá toda esa gente que sale a la calle un viernes por la noche. (CREA, E. Lindo, La ley de la selva, 1996)
(7) - La señorita Beatriz no está...
- ¿Ha salido?
Cecilia, que apenas era un susto perpetuamente cosido a un delantal, asintió.
- ¿Sabes cuándo volverá?
La doncella se encogió de hombros.
- Marchó con los señores al médico hará unas dos horas.
- ¿Al médico? ¿Está enferma?
- No lo sé, señorito. (CREA, C. Ruiz Zafón, La sombra del viento, (2001) 2003)
(8) Cruza el Range Rover en la carretera, diez metros más allá de la salida de una curva cerrada, […]. Baja del vehículo para asegurarse de que no queda espacio material para evitar el bloqueo. Tranquilizado, enciende un Bisonte, apaga las luces del Rover, y se esconde en la cuneta.
El Opel Omega intenta una maniobra desesperada, frenazo, giro de volante, todo a la vez, y, como consecuencia, derrapa de lado sobre la nieve hasta dar contra el Range Rover. El golpe no es demasiado fuerte, aunque sí lo suficiente […]. Chalán sale de su escondite, corre hasta el Opel y abre de un tirón la puerta delantera.
- Bueno, vamos a seguir discutiendo el asunto -le dice a una Jane Faraday que todavía no se ha repuesto de la sorpresa. (CREA, J. Ribera, La sangre de mi hermano, 1988)
En el contexto de (3), (4) y (8) el presente de indicativo admite una lectura inceptiva, en (6) una lectura continua; al pretérito compuesto de (7) le corresponde una lectura resultativa. La dimensión aspectual no sería distinta con irse/salirse en vez de ir ((3)-(4)) y salir ((6)-(8)). Si no se acude a la forma reflexiva, es porque la escena se describe desde una perspectiva externa y no denota sino un evento auxiliar en el desarrollo narrativo. Esto no impide asumir que son desplazamientos voluntarios, controlados por el agente. Por contraste, al agente de irse en (2) y (5) se le ve todo enfocado en la trayectoria que está por recorrer en lo inmediato (2) o en el futuro próximo (5). No por eso el evento se concibe necesariamente como más dinámico, ni se vuelven automáticamente más prominentes la incoación y la volición del agente12.
Según el presente análisis, la reflexivización hace adoptar la perspectiva de la dinámica que anima al participante. La “ventana de atención” (Talmy 2000a: 257 ss.) se amplifica para seguir su evolución desde dentro. Al incluir la representación de su previa relación con el entorno, se puede ver cómo esta lo predispone al cambio. La recreación imaginaria, que enlaza la orientación retrospectiva con la prospectiva, da la sensación de comprender de manera más cabal, precisa y pormenorizada, la dinámica experimentada por la entidad sujeto. En este sentido, el clítico reflexivo opera como un sensor que capta la predicación con una lente convergente, fundiendo verbo y sujeto en una sola imagen. Esta se ve ampliada por el principio del aumento angular. El grado de magnificación de la lupa no está predeterminado, sin embargo. Por eso, la captación perceptual o simbólica hacia atrás y hacia delante puede variar en resolución y extensión. El principio general puede articularse como sigue: el punto t0 de la transición aparece como el ‘pasado’ inmediato respecto del instante postcedente t+1, al igual que en el punto t0 se ve el ‘futuro’ del instante precedente t-1, y en t-1 el de t-2, etc.; en la proyección futura, t+1 será a su vez el antecedente de t+2, etc.
Esto no significa que el procesamiento siga la trayectoria en sentido literal, sino que se calibran empáticamente el cambio y el desenvolvimiento postransicional del participante en vista de su situación en el espacio pre-transicional. Desde esta perspectiva interna, la localización del participante en los instantes de t-n a t-1 arroja luz sobre su paso, en t0, a la nueva relación con el entorno en el instante t0+1. Más allá del abandono del espacio original, perfilado como traspaso puntual con salir(se) y como alejamiento con ir(se), la marca reflexiva agudiza la percepción diagnóstica e invita a restituir la ‘lógica’ interna que mueve a la entidad sujeto, sin por eso prefigurar su suerte posterior.
Al vincular estrechamente el evento a la identidad e historia de la entidad sujeto, la construcción con clítico reflexivo favorece lecturas connotadas. Así, el contraste que se percibe respecto de la ubicación inicial conlleva fácilmente dimensiones evaluativas. Para Maldonado (1993: 531; 1999: 354), construcciones con el adverbio ya, “designan una conceptualización del evento en que ocurre un cambio instantáneo, repentino o rápido” y
El “incremento de dinamicidad por concentración de energía explica en forma natural por qué el uso del adverbio puntual ya se combina mejor con la construcción dinámica media irse que con la imperfectiva ir” (Maldonado1999: 367).
En realidad, el cometido de ya no se reduce a segmentar la línea temporal. En efecto, ya instaura una progresión dinámica sobre una base programática: introduce un valor proyectivo, enmarcando la escena en un guion preestablecido (Delbecque 2006: 46-47, Delbecque y Maldonado 2011: 83-84)13. Si “Valeria ya se fue” admite la inferencia de que “se fue de repente/de golpe” (Maldonado 1993: 531), no se debe a la presencia de ya, sino que depende del contexto.
En (9), los holandeses han dejado claro que, de no cumplirse sus condiciones, abandonan la mesa de negociaciones: se van refleja su perspectiva (nivel i). Nada indica que tal retirada suceda rápida, brusca o precipitadamente. Si procede, la vuelta al país se hará con calma en el momento oportuno (tranquilamente) (nivel ii). Este ejemplo contrarresta la idea de que con el se “energético” “lo prominente es sólo el momento pivote del cambio” (Maldonado 1999: 362), que se “comprime el ejercicio de energía y elimina de la escena consideraciones sobre el conjunto de circunstancias implicadas en la evolución de un evento” (Maldonado 1997: 172). Inferencias sobre el ritmo y la manera varían en función de la imagen que se tiene de las propiedades de la entidad sujeto y de la escena en que participa (nivel iii). Esto también se verifica para fenómenos pasajeros, como la luz o la niebla: del solo verbo irse no se puede deducir si se van de repente o poco a poco.
(9) Pero los holandeses de Gist Brocades, la primera potencia europea en los llamados bulk antibiotics o antibióticos básicos, con cerca del 15% del mercado continental, descubren pronto sus cartas: no están interesados en un proyecto de joint-venture al 50% con Antibióticos; lo que quieren es dominar, y si no hay una relación de dominio se van tranquilamente a la sombra de los tulipanes. [CREA, J. Cacho Cortés, Asalto al poder. La revolución de Mario Conde, (1988) 1993)
Al patrón que relaciona velocidad a brusquedad, Maldonado (1997: 173 y ss., 1999: 372-373, 2008: 175 y ss.) añade otra extensión interpretativa: la “contraexpectativa”, relacionada con la “accidentalidad”. Esta noción, tomada en el sentido de lo que altera el orden normal y regular de las cosas, se aplica a sucesos no planeados y no deseados, generalmente adversos14. En términos de dinámica de fuerzas, “las expectativas naturales respecto de distintos eventos del mundo constituyen la fuerza inicial con la que un suceso específico se enfrenta” (Maldonado 1999: 375). Este procesamiento inferencial reposa sobre una doble asunción: que el concepto de “accidentalidad” es unívoco y que hay unanimidad sobre lo que cabe o no esperar. El razonamiento funciona para enunciados aislados que hacen referencia a situaciones particularmente sorprendentes, como “hojas que se caen en primavera” (ib., 374) o con efectos desastrosas, como “la tinta que se corre sobre el papel” (ib., 382).
El fragmento (10) forma parte de un cuestionario semanal sometido a una celebridad del mundo cultural sobre sus gustos cinematográficos. Las preguntas a la vez directas y abiertas le permiten dar a conocer algunos aspectos reveladores de su personalidad. Salirse del cine 15 no es un gesto anodino (nivel ii). Responde a un impulso que surge desde dentro (nivel i). No implica, sin embargo, que el acto se realice de forma instantánea, repentina, rápida o brusca, ni de algún otro modo llamativo16. De por sí, la construcción reflexiva solo dice esto: es una manifestación que se concibe desde la perspectiva interna del experimentante-agente. En función del contexto, puede prevalecer la dimensión agentiva, voluntaria y decidida, o más bien la parte experiencial, impulsiva e irreflexiva.
(10) - ¿Qué película célebre detesta?
- Quizá, Casablanca.
- ¿Se sale del cine? ¿De qué película se salió la última vez?
- Sí, me salgo. Generalmente de películas francesas.
- Algo especial que le sucedió en un cine.
- Son sitios muy aburridos. (CREA, El Mundo, 13/04/1996: El cuestionario / Baltasar Porcel, escritor)
Este ejemplo da pie a inferencias que encajan en el modelo de interpretación en términos de dinámica de fuerzas, preconizado por Maldonado (1999: 373-390). En una selección de contextos, parece fácil identificar la fuerza Antagonista que choca con el participante Agonista e interpretar su interacción. Por válida que sea la conceptualización propuesta, no por eso es siempre la única posible. Parece determinante la mirada del analista. Cuando una persona se cae, es cierto que interviene accidentalmente algún obstáculo de modo que no resiste la fuerza de la gravedad (ib., 376); con igual razón, sin embargo, se podría invocar una contrafuerza interior, un simple instante de inatención, por ejemplo. Cuando una persona se muere, pueden verse aniquiladas expectativas situadas fuera de ella; entonces “la muerte llega cuando algún otro participante no esperaba su aparición” (ib., 386); pero la contrafuerza también puede ser la enfermedad que acaba con su vida y a la que resiste durante un cierto tiempo17. Conviene tener en cuenta que los procesos inferenciales son el producto de una negociación entre contenido informativo y abstracción. Esto implica que la manera de interpretar un evento viene condicionada por nuestros conocimientos, experiencias previas, asunciones y creencias. De ahí que los hábitos inferenciales puedan diferir y que en la interpretación de un suceso puedan concurrir varios procesos inferenciales.
En (10), el entrevistado (Agonista) motiva su conducta (Sí, me salgo) por el desagrado que le producen ciertas películas (generalmente… francesas). Este enunciador-conceptualizador parece adoptar una posición de fuerza: no acepta invertir tiempo en películas que no cumplen con sus expectativas18. Al mismo tiempo se puede considerar que el impacto de ciertas películas (Antagonista) es tal que le fuerzan a reaccionar y salirse, o sea, que él no lo puede resistir: “las expectativas del hablante” “constituyen las fuerzas agonistas suprimidas por un suceso no deseado” (1999: 385); convertidas en frustración, sus expectativas llevan las de perder19. Como al enunciador esto le sucede generalmente con películas francesas, no resulta totalmente imprevisible para él (nivel iii).
En la medida que la representación de un evento puede corresponder a marcos interpretativos diferentes, es normal que suscite opiniones divergentes. Salirse del cine es un acto poco común que puede verse tanto como una manifestación de fuerza como de debilidad de carácter, según cómo se conciba la función del séptimo arte. Si prevalece la exigencia de diversión y satisfacción inmediata, el espectador que se siente insatisfecho o defraudado, es consecuente al salirse: su ‘fuerza’ supera la del filme. Si prevalecen otros criterios, o sea, otras ‘fuerzas’, como la idea de que hay que ver una película en su totalidad para juzgarla, apreciarla o criticarla, una salida intempestiva se percibirá más bien como caprichosa e impulsiva, o sea, una inconsecuencia. También pueden aducirse otras posibles fuerzas antagónicas, por ejemplo, de orden sociocultural: molestar a otros espectadores infringe las reglas de cortesía20.
Los procesos inferenciales pueden explorarse fructuosamente a la luz de la dinámica de fuerzas. Este marco dirige la atención hacia la fuerza asociada a los diferentes elementos que componen un evento. La representación de la escena deriva de la manera de concebir la interacción o el choque entre las diversas fuerzas. En la construcción mental de una escena se suele dar la prominencia a un contraste antagónico central, con un influjo energético predominante en uno de los dos sentidos. No es raro, sin embargo, que el contexto discursivo permita una cierta laxitud interpretativa. Por un lado, variando el ángulo de visión, la relación entre fuerzas opuestas puede aparecer como ambivalente; y, por otro lado, puede que la dinámica no se limite a una oposición binaria, sino que intervengan más fuerzas, unas más aparentes o determinantes que otras. De un conceptualizador a otro, e incluso con el mismo conceptualizador en momentos diferentes, puede variar el número de fuerzas que se consideren operativas en la constitución de una escena.
De hecho, la dinámica de fuerzas es un dominio complejo, da cabida a interacciones multipolares, unas más notables y marcadas que otras, y más o menos perceptibles según la posición del conceptualizador y su prisma conceptual e ideológico. El modelo de la dinámica de fuerzas es un instrumento de análisis que da acceso al vasto campo de los procesos cognitivos susceptibles de ser activados por las combinaciones léxicas y las construcciones sintácticas en que aparecen. Complementa útilmente el análisis del significado gramatical, pero no puede sustituirlo. En efecto, las interpretaciones inferenciales van, por definición, más allá de lo que, a nivel esquemático, ‘dice’ la construcción verbal y, a veces, más allá de lo que permite el enunciado en que figura, sobre todo cuando hay poco contexto. Es modulable y graduable la apreciación de la accidentalidad y de las (contra)expectativas.
Procediendo por nivel de interpretación, se puede decir que en el nivel (i), de la semántica gramatical, salirse no hace sino situar en la experiencia del participante el proceso que lo lleva de dentro a fuera. El nivel (ii) lo constituye la información léxica en el enunciado: da cuerpo al significado esquemático de la construcción, activando conocimientos experienciales y enciclopédicos que pueden remitir a uno o varios marcos (frames). Este nivel intermedio da paso a posibles procesos inferenciales, altamente dependientes del contexto discursivo (nivel iii).
Incluso respecto de un accidente de coche, evento accidental por antonomasia, caben expectativas variadas respecto del descontrol que supone. Es lo que muestra el fragmento (11). La información de que un turismo se salió de la carretera va, por defecto, en contra de las expectativas generales. Las reglas vigentes y el deseo común de que los coches se mantengan en el carril (fuerza Agonista) se ven contrarrestados por la pérdida de control (fuerza Antagonista) por parte del conductor: borracho, pisa inadvertidamente el acelerador. Por un lado, la violencia del choque resultante (acabó empotrándose contra un árbol) hace pensar en víctimas gravemente lesionadas y traumatizadas21. Por otro lado, se sabe que la bebida aumenta la accidentabilidad, es decir, el índice de accidentes, por lo cual el percance era en cierto modo previsible, incluso para los accidentados. En el mundo narrado, el médico de guardia (el doctor Olmedo) es el conceptualizador que menos razones tiene para sorprenderse: por su oficio, está preparado para lo peor; desde su perspectiva, no es sino un accidente más, y a la luz de las circunstancias, no tiene nada de sorprendente que haya ocurrido. De este ejemplo se puede sacar una doble enseñanza: por un lado, no queda excluida la mención de factores externos que, sin ser la causa directa del evento, facilitan su ocurrencia y permiten explicarlo; por otro lado, la presencia de un observador interno al relato recuerda que puede haber varias maneras de ver las cosas22.
(11) El 24 de abril de 1999, sábado, el doctor Olmedo entró de guardia en el servicio de Traumatología de la clínica Puerta de Hierro de Madrid a las ocho de la tarde. Todavía no eran las nueve cuando ingresó la primera víctima de un accidente de tráfico, un chaval de diecinueve años que […]. El de las once y media, en cambio, no llevaba casco y nadie pudo hacer nada por él, pero Juan Olmedo ni siquiera lo vio, porque estaba ocupándose de una anciana recién operada de la cadera que se había caído en el cuarto de baño de su casa. A las dos de la mañana, un turismo se salió de la carretera en una de las cuestas de la Dehesa de la Villa y acabó empotrándose contra un árbol. El conductor, que estaba borracho, se había hecho un lío con los pies y había pisado el acelerador en vez del freno. Tanto él como su novia llegaron a Urgencias como si se hubieran bañado en su propia sangre, pero ninguno de los dos tenía lesiones mortales. […] A las cuatro y media de la mañana, […], preguntó si había alguien más esperando, se sentó en la sala y se fumó un cigarrillo, […]. Odiaba tanto las guardias de los fines de semana que a veces pensaba hasta en cambiar de especialidad, abandonar aquella desoladora disciplina de cuerpos destrozados […] (CREA, A. Grandes, Los aires difíciles, 2002)
Si salirse se inclina hacia una lectura de contraexpectativa, accidentalidad, descontrol para el agente-experimentante, es por la frecuencia de combinatorias léxicas del tipo salirse de la carretera, la calzada, la pista, la vía. Sin embargo, también se dan combinatorias que apuntan en sentido contrario: para quien consigue salirse de un embroque, una trampa, un escándalo, un pacto, la podredumbre, presiones, problemas, monja, etc., el cambio cumple con sus expectativas y no es accidental, sino controlado. Según el caso y quién sea el conceptualizador, salirse de los esquemas al uso, de los caminos trillados puede, o no, corresponder a un trámite natural y esperado, y resultar beneficioso o perjudicial. Esto no lo codifica la marca reflexiva. O sea, que no se puede generalizar la afirmación de que
“El acto resultante contraviene el curso natural de los eventos y se codifica gramaticalmente en español mediante la forma media se” (Maldonado 1999: 381).
En cambio, sí es cierto que con irse/salirse se señala que “el impulso es más fuerte que la inhibición” (ib.). En cambio, la noción pragmática de contraexpectativa solo tiene un alcance explicativo relativo, esencialmente porque en un mismo contexto pueden coexistir expectativas divergentes según el nivel intra o extradiscursivo considerado. Además, esta variabilidad se observa tanto para las construcciones no reflexivas como para las reflexivas. En (7), por ejemplo, la ausencia de Beatriz le puede resultar sorpresiva al lector como al visitante; en (8), en cambio, el lector se espera la aparición de Chalán, así como el susto que le pega a Jane. Al revés, el irse de Paco (2) y de Carlos (5) no deja de cumplir las expectativas creadas en el discurso previo.
3. LA CONEXIÓN ENTRE PERSPECTIVA Y REFLEXIVIDAD
En el apartado 2 la atención se ha centrado en eventos que denotan el desplazamiento de personas o vehículos con conductor humano. Ahora bien, es muy variada la gama de entidades de las que ir(se) y salir(se) pueden predicar un movimiento, cambio o estado, fáctico o ficticio. Por eso conviene pasar revista a la diversidad de usos para comprobar que la alternancia entre ir/salir e irse/salirse es siempre significativa. Hasta en combinaciones léxicas semánticamente restringidas, sean locuciones o colocaciones preferentes, permanece constante la diferencia de perspectiva según que la construcción sea reflexiva o no. A continuación se establece primero una tipología global de los usos reflexivos (3.1), antes de contrastarlos con los usos no reflexivos (3.2).
3.1 Irse / salirse: perspectiva interna
La perspectiva interna impuesta por la marca reflexiva hace que la conceptualización de la relación predicativa se amolde al perfil de la entidad sujeto, más específicamente a sus disposiciones inherentes y aptitudes potenciales. Aunque entidades inanimadas carecen de motricidad y agentividad, la reflexividad las dota de un aura de mutabilidad. Activa un efecto de zoom en su dinamización interna, trátese de un objeto material, una sustancia líquida o sólida, o un concepto abstracto. La atención se detiene en la fuerza que se manifiesta en la entidad que abandona o deja atrás su sitio, posición, forma, vinculación, dependencia, identidad, relación, etc. de origen. Al perfilarse la dinámica cinética de la entidad-en-movimiento, transición o transformación, los factores generadores o inductivos quedan en la base23.
Emblemático al respecto es el cambio de ubicación que afecta ciertos líquidos y substancias volátiles: en determinadas condiciones producen una reacción física incontenible e incontrolable. Es bien sabido que, como resultado del desarrollo de energía interna en la leche, la ebullición más allá del punto de cocción puede llevar a la situación descrita en (12). Desde la perspectiva interna a la entidad sujeto, el proceso es previsible, natural y sistemático, explicado por la composición química de la leche24. Sin más contexto, se hace abstracción de las fases previas, de modo que es como si se tratara de una emergencia espontánea, fortuita, no provocada por una causa externa25.
(12) [Se ha ido / Se ha salido] la leche26.
Percibido como accidental, el suceso (Antagonista) frustra “las expectativas del hablante”, consideradas “las fuerzas agonistas” (Maldonado 1999: 385). Aquí es posible invocar la figura genérica “del hablante” y afirmar que “hay una relación estrecha entre accidentalidad y eventos que van en contra de lo esperado” (Maldonado 1999: 388), porque se apela a conocimientos experienciales amplia si no universalmente compartidos. En muchas situaciones, sin embargo, no se puede asumir tal convergencia entre actitudes y opiniones (apartado 2, (10)-(11)). Por eso, conviene distinguir entre tres niveles de interpretación: (i) el perfil que la construcción da al suceso, (ii) la comprensión de los mecanismos que lo explican, y (iii) la (posible o probable) reacción de molestia y descontento.
Más allá del consenso intersubjetivo sobre la contraexpectativa (nivel iii), la comprensión del fenómeno físico (nivel ii) incluye las relaciones de dinámica de fuerzas entre los elementos que llevan al estado denotado en (12). Se sabe que no puede ser un proceso autoinducido, porque la leche (Agonista) no es autoenergética y carece de toda capacidad de control. Se conoce la cadena causal subyacente: la leche que alguien pone a hervir se calienta y, al entrar en ebullición por la inducción del calor, acaba rebosando y derramándose si nadie detiene el proceso de calentamiento. Varias fuerzas Antagonistas, entre otras, la estufa encendida y la desatención del responsable, causan la alteración del Agonista que lo aparta parcialmente de su ubicación habitual.
Al no explicitarse ninguno de los coeventos, la relación predicativa entre el sujeto y el predicado reflexivo (nivel i) se centra en la ruptura del confinamiento: en el contenido (Agonista) se desarrolla una fuerza que supera la resistencia del contenedor, el Antagonista inmediato sobreentendido. La erupción energética se concibe desde la perspectiva interna del contenido: aunque su “zona activa” (Langacker 1987: 271 y ss.) quede limitada a la cantidad que cruza el límite superior del contenedor, el artículo definido (la leche) lo identifica como un conjunto cuantificado homogéneamente, señalando que el proceso lo afecta en su totalidad. Al enfocar la ruptura del confinamiento, se privilegia la oposición entre dos fuerzas adyacentes, relegando la fuerza impulsora a un segundo plano y desresponsabilizando a la persona que omitió interrumpir la cocción.
A nivel gramatical esquemático, la construcción media con se solo declara el involucramiento de la entidad sujeto favorecido por una particular predisposición suya. Dicho de otro modo, la rutina de interpretación aportada por la estructura sintáctica reflexiva consiste en ajustar el potencial semántico del predicado verbal al perfil del participante sujeto, a propiedades que le son inherentes. Para los dos verbos considerados, la conexión entre perspectiva interna y reflexividad consiste, más precisamente, en que la orientación adlativa (ir) o elativa (salir) supone una relación de parte-todo que deja de existir.
Con salirse se denota desunión, desvinculación y pérdida de cohesión al romperse el confinamiento de un contenido líquido en un contenedor. La reflexividad perfila la dinámica de ‘liberación’ asociada al flujo que, a falta de conducto, se derrama sin dirección ni meta. Puesto que materias fluidas tienen prototípicamente la interioridad como espacio de referencia, su acceso al espacio exterior tiende a evaluarse pragmáticamente como accidental y catastrófico (nivel iii). Así, en (13), el enunciador (Agonista) suena la alerta (Venga arriba …) en reacción al desbordamiento (Antagonista) del río.
(13) A las tres de la mañana te levantas, ¡venga la guardia civil!: “¡Venga arriba arriba que se sale el río” [...] “arriba todo el mundo!” (CREA, Conversación 11, Alcalá de Henares)
Al mismo tiempo, es comúnmente sabido (nivel ii) que una corriente de agua continua y caudalosa conoce crecidas periódicas u ocasionales susceptibles de provocar inundaciones locales cuando el caudal, o sea, el volumen por unidad de tiempo, supera la capacidad de contención de su cauce. El fenómeno es meteorológica y topográficamente previsible y solo suele anegar durante poco tiempo una corta y angosta faja de tierra en las orillas. Aunque mientras tanto el río prosigue su movimiento de traslación permanente, es la figura central (Agonista) de la escena fluvial. Para denotar su comportamiento particular desde la dinámica espacio-temporal inherente a su naturaleza solo se puede acudir a salirse (no a salir) (nivel i).
Irse se combina fácilmente con entidades materiales no fluidas. Con objetos móviles, el traspaso de una delimitación espacial viene codificado por las reglas del conjunto del que son un componente. En (14), se entiende que no es anodino que el balón ruede fuera de la cancha. En la transmisión televisiva las circunstancias de la fase del juego se viven en directo27: se ve si la sacó fuera un defensor o un delantero, si perdió el control o lo hizo adrede, si actuó o no bajo la presión adversa, etc. Independientemente de que la jugada sea percibida como accidental o no, la reacción de los aficionados será una de alivio o de descontento según que la evalúen como favorable o desfavorable a su equipo (nivel iii).
(14) La pelota se ha ido fuera. Recupera el equipo madrileño. (CREA, Domingo Deporte, TVE 2, 02/04/89)
Los conocedores podrán comentar los pormenores tácticos de la acción (nivel ii). El predicado irse se limita a captar la cinética y la orientación deíctica de la pelota a partir del último empuje que recibió antes de tomar la dirección de la línea de demarcación, cruzándola total o parcialmente (nivel i).
Decir de entidades tridimensionales inamovibles que ‘no se quedan en su sitio’ impone otra imagen del despliegue de energía. Ahora, el ‘movimiento’ no puede operar sino en su interior y su direccionalidad va regida por la ley de gravedad: irse denota una transformación que afecta la cohesión de sus moléculas, garante de la constancia de su forma y volumen (nivel i). Con la pérdida de magnitud y solidez, la descomposición y/o desintegración puede ser parcial o total, previsible por ser debida a la vetustez, por ejemplo, o accidental (nivel ii). Del contexto (15) se desprende que el desmoronamiento del piso ha tomado a sus habitantes por sorpresa (nivel iii).
(15) […] yo había tenido que salir a hacer una gestión y me he salvado, porque el piso se ha ido completamente abajo. (CREA, ABC, 03/06/1986)
Locuciones que denotan desgaste, desvanecimiento o disgregación, como irse abajo, irse a pique e irse al traste no se asocian solo a entidades materiales. Por analogía, el simbolismo del derrumbe puede aplicarse a sensaciones y ambientes, es decir, condiciones o circunstancias físicas, sociales, económicas, etc., de lugares, colectividades, épocas. Por proyección metafórica, el cambio se concibe entonces como ‘movimiento en el tiempo’: la entidad sujeto se consume, se desvanece, se disipa, se extingue, o sea, que pasa y desaparece (la modernidad (16), el frío (17), la infancia (18)). La perspectiva interna que impone la marca reflexiva (nivel i) hace que la manera de concebir la dinámica del cambio se module conforme con la naturaleza y las propiedades particulares inherentes a la entidad afectada y su marco de referencia (nivel ii). Lo que pierde fatalmente consistencia con el tiempo hasta no dejar sino un recuerdo cada vez más lejano, puede infundir reacciones opuestas, de añoranza o alivio, por ejemplo, según que la experiencia de lo vivido haya sido positiva o negativa (nivel iii).
(16) [Su generación] ve que la modernidad se va al traste con la I Guerra Mundial. (CREA, ABC Electrónico, 20/11/1997)
(17) En cuanto se va el frío, parece que entra una bocanada de fuego que ni deja respirar. Ya dicen: nueve meses de invierno y tres de infierno... (CREA, J. López Rubio, La puerta del ángel, 1986)
(18) Como se va la infancia de la vida del hombre, así decaen las ciudades: la que ayer fue gran moda, hoy es triste ruina. (CREA, T. Moix, El arpista ciego. Una fantasía del reinado de Tutankamón, 2002)
Irse también invita a ‘vivir’ desde dentro las tribulaciones humanas. De la información léxica y contextual se desprende una curva ora valorizadora ora desvalorizadora de un recorrido. Así irse puede servir de eufemismo para “morir”, al igual que las locuciones de inspiración religiosa irse al otro mundo / de este mundo (19) que presentan el destino natural como un tránsito. Otras locuciones encaran al participante con la perspectiva desapacible de incapacitación o fracaso: irse al cuerno, al carajo28, al diablo, a la porra. En (20), nos vamos al cuerno predice la desgracia que espera a la humanidad (a cien años vista) si no cambia su modo de vida. Las mismas locuciones se usan coloquialmente para soltar maldiciones (¡Vete al diablo!). Sin complementación, el imperativo guarda la marca reflexiva: acto de rechazo o simple despedida (21), Vete tiene como marco de referencia el espacio común a los interlocutores.
(19) Nadie se va de este mundo sin pagar sus deudas: deudas emocionales, deudas de honor, deudas de pudor, deudas de egoísmo, de mezquindad, de rencor, de odio, de maldad. (CREA, B. Ameztoy, Escuela de mujeres, 2001)
(20) Si le soy sincero, la energía nuclear me intimida como a cualquiera, pero no veo otro camino. No la que tenemos ahora, porque lo de los residuos es un berenjenal. O inventan reactores limpios o nos vamos al cuerno. Han enseñado a la gente a necesitar demasiadas fruslerías. Me temo que el noventa y cinco por ciento de la población de Europa occidental aceptaría la destrucción del planeta a cien años vista si ése fuera el precio de poder seguir teniendo lavadora. (CREA, L. Silva, El alquimista impaciente, 2000)
(21) […] la guardiana golpea la alambrada con su palma izquierda, a la altura del rostro de Elvira.
- La visita ha terminado para usted. Retírese a su galería y espéreme allí.
Y añade, sin gritar, dirigiéndose al abuelo de Elvira:
- Márchese.
El anciano mira a la mujer […]
- Váyase, abuelo, la visita ha terminado para su nieta y para usted. (CREA, D. Chacón, La voz dormida, 2002)
En la misma línea, irse implica la personalidad del agente en apartamientos ocupacionales (22-23). Tanto el entrenador depuesto (22) como el músico retirado (23) se van por su lado, es decir, siguen su camino dejando su sitio, como lo confirma su reemplazo por otro. Esperadas (22) o no (23), tales sustituciones forman parte de la vida de clubs y de bandas. En (24), la relación metonímica entre la ciudad como entorno ciudadano (cierra por vacaciones) y los ciudadanos veraneantes (se ha ido) simboliza la perspectiva interna al alejamiento, a la vez que muestra en el fingimiento de presencia una compensación por la ausencia temporal, o sea, un tipo particular de sustitución.
(22) Lo que más le preocupa es el partido del sábado, en Valencia, que calificó de "muy difícil" por la situación del equipo de Mestalla -"han perdido los tres partidos de Liga"- y por el cambio de entrenador -"los jugadores tendrán que demostrar que el problema era del entrenador que se ha ido, no de ellos"-, aunque añadió que "nosotros somos el Real Madrid y eso crea un respeto". (CREA, ABC Electrónico, 25/09/1997)
(23) Lo que este cuarteto hace es dulcificar la cultura musical irlandesa, hacerla más universal o, tal vez, más aséptica, utilizando referencias propias de la música culta y otras. Pero algo ha cambiado en la formación que ha celtificado un poco más, y para bien, su discurso. Y es que el gringo cofundador de la banda, Billy Oskay, se ha ido por su lado. En su lugar está ese bebedor de cerveza escocés que ponía el violín ardiente a Silly Wizard, un espléndido y jovial instrumentista que se llama John Cunningham. Ahora sí que parece que hay sensibilidades compartidas, y se percibe. (El Mundo, 16/03/1994)
(24) Cuando la ciudad cierra por vacaciones todo peatón se convierte en sospechoso, todo acercamiento en amenaza, todo ruido en sobresalto, y la soledad, en miedo. Y para el miedo, todo son ruidos. Y contra el ruido, también: la ciudad cierra por vacaciones, pero finge que no se ha ido y deja el televisor encendido en la casa deshabitada y megafonías programadas que se disparan periódicamente y llenan el espacio de ladridos de perro, traqueteos de lavadora, discusiones conyugales y llantos de recién nacido. (CREA, El Mundo, 02/08/1994)
La diferencia de conceptualización entre ir e irse se observa en expresiones que admiten la alternancia, como ir(se) de compras, de paseo, de pinchos, de vacaciones, de viaje, de vinos. En (25), voy de viaje solo predica un tipo de actividad, sin ajustar el desplazamiento a la personalidad, identidad o domicilio del agente. Me voy de viaje, en cambio, ofrece una vista del interior. En (26), las inquietudes que la enunciadora declara tener sobre cómo dejó la casa corroboran que vive una experiencia de separación respecto de su ámbito personal propio.
(25) ¿Por qué debo renunciar siempre a parte de las dietas que me corresponden (o cobrar medias dietas) cuando voy de viaje y los titulares de mi Dpto no? ¿Por qué debo ir siempre a hoteles de mala muerte mientras los titulares van a buenos hoteles? (CREA, EFÍMERO, 98204095. Correo electrónico, 1998)
(26) Cuando me voy de viaje siempre temo haberme dejado el grifo abierto, o una ventana mal cerrada, o una luz encendida. (CREA, S. Moncada, Cena para dos, 1993)
La autoinducción se extiende metafóricamente a la dinámica anticausativa que determina la realización de acciones o actividades que no implican necesariamente un desplazamiento en el espacio pero que de manera análoga se enfocan en el impulso interno que anima y ‘mueve’ a la figura (nivel i). Ahora esta no tiene como fondo su propia ubicación o posición anterior, sino que se sitúa respecto de hitos cuyas coordenadas pertenecen al acervo de conocimientos culturalmente compartidos y constituyen un marco de referencia relativamente estable. Así, la singularidad de un determinado evento se define por comparación con pautas que le corresponden en principio, y de las que se aparta por contraposición. La comprensión del tipo de desviación o desajuste pasa por la inversión de la polaridad del complemento elativo. Así, en (), lo habitual forma un telón de fondo general sobre el que la noticia se destaca como ‘inhabitual’, como una ruptura de la rutina (nivel ii). El contexto discursivo da paso a valoraciones inferenciales sobre su carácter excepcional y sorprendente (nivel iii).
(27) A finales de diciembre de 1988 los teletipos de todo el mundo facilitaron una noticia que se salía de lo habitual. Informaba de los resultados de una insólita expedición en la costa de Namibia, en el sur del continente africano, que perseguía encontrar alguna explicación a las historias de los indígenas sobre unos animales gigantescos totalmente desconocidos. Criaturas tales como grandes saurios vivos, serpientes de un tamaño colosal, hasta unos dieciocho metros, y unos extraños pájaros del tamaño de una avioneta. (CREA, M. Seguí, Los últimos dinosaurios vivos, 2002)
A menudo, sin embargo, el contraste se establece respecto a un sistema de valores y normas de contornos a priori más precisos. Por analogía con el abandono de un trayecto en el espacio, salirse señala que una conducta o actuación se aparta de la pauta simbólica que le corresponde, como la legalidad (28) o la ortodoxia (29). Esquemáticamente, la ruptura denotada por salirse ubica la Administración en la ilegalidad y la Gaceta de Arte en la heterodoxia (nivel i). En ambos casos, sin embargo, se cuestiona la efectividad del supuesto extravío. En (28), demostrar que hay infracción va a cargo del afectado negativamente, y el enunciador se limita a comentar que será más difícil (nivel ii). Los indicios contextuales (conceptos jurídicos indeterminados, más margen de actuación, ninguna discrecionalidad) inducen al escepticismo ante las posibilidades de éxito del denunciante (nivel iii). En (29), la negación cristaliza la superioridad del punto de vista opuesto, de polaridad positiva, que rechaza el de polaridad negativa (nivel ii). En combinación con el contexto discursivo se matizan, pues, las posibles valoraciones inferenciales (nivel iii).
(28) Pues bien, cuando el Convenio de Ginebra de 1951, que España ha ratificado, emplea conceptos jurídicos indeterminados, eso significa que la Administración española tendrá más margen de actuación, y que será más difícil, en su caso, al afectado negativamente por la medida demostrar que la Administración se salió de la legalidad. Pero no hay aquí ninguna discrecionalidad. Simplemente, aplicación de conceptos jurídicos indeterminados, que son "determinables". (CREA, D. López Garrido, El derecho de asilo, 1991)
(29) Gaceta de Arte completó su treceavo Manifiesto, en línea con París. El último número, el 38, salió en julio y era magnífico. El de agosto estaba preparado e iba dedicado a Hans Arp. Con ello demostraba que no se salía de la ortodoxia, aunque también comprendía la necesidad de evolución del surrealismo hacia una pintura y escultura de bases menos literarias, más nutridas de lo que vino a llamarse "sus elementos específicos". (CREA, F. Aranda, El surrealismo español, 1981)
En (30), el planteamiento de transgresión (nivel i) es más insinuativo. La imagen fluvial (de sus cauces naturales (cf. ejemplo (13)) presenta el fútbol como un sector expansivo, pero sin precisar a qué terrenos ‘antinaturales’ ha ampliado su radio de acción (nivel ii). De la formulación de la pregunta (¿No le parece…?) puede desprenderse una crítica encubierta del desarrollo del mundo del fútbol y del impacto que ha adquirido más allá de lo recreativo (nivel iii). La respuesta del presidente muestra que se da por aludido.
(30) - ¿No le parece que el fútbol se ha salido de sus cauces naturales?
- Lo han sacado. La clase media y la humilde se han refugiado aquí.
A Bernabéu le dolió tanto la negativa al proyecto del nuevo estadio, que hasta su muerte llevó clavada esa espina que, en ocasiones, le impulsaba a pronunciar frases que estaban en contra de sus conceptos políticos.
(CREA, J. García Candau, Madrid-Barça. Historia de un desamor, 1996)
La construcción reflexiva también marca el carácter endógeno de ciertos comportamientos individuales (nivel i). Los perfila como sui géneris con respecto a un fondo cuya interpretación suele apoyarse en una acumulación de indicios convergentes. A menudo el contexto se caracteriza, en efecto, por una densa isotopía semántica29. Lo ilustran los ejemplos (31)-(34).
Las expresiones con que, en (31), se tipifica una manera de hablar se basan en una concepción lineal del desarrollo discursivo canónico, por lo que perderse en detalles (te vas por las ramas) y digresiones (te sales de tema) aparece como desviante (nivel ii). Para el enunciador es dar muestra de inhabilidad e ineficiencia (nivel iii). Así lo recalca en una paráfrasis (anécdotas que no …) y notando la disfuncionalidad resultante (te olvidas de…)30. Por su parte, la locución irse de la boca / lengua (32) enfoca parte del órgano articulatorio como la “zona activa” del acto enunciativo (nivel i). Da la imagen de un enunciador que tiene una información en la punta de la lengua y, voluntariamente o no, la suelta (nivel ii). Se propasa, faltando a la discreción y/o la prudencia y, para asuntos graves, puede ser incriminado por romper la confidencialidad (nivel iii).
(31) - Siempre te vas por las ramas, te sales de tema, cuentas anécdotas que no vienen al caso y te olvidas de que hay que matar al duque. (CREA, J. Giménez-Arnau, Las Islas Transparentes, 1977)
(32) No me fío nada de él. Claro que, si se va de la lengua, lo tiene claro. (CREA, J.L. Tomás García, La otra orilla de la droga, 1985)
En las locuciones salirse de sus casillas (33) y salirse con la suya (34) las formas posesivas vinculan el proceso de exteriorización al ámbito del individuo (nivel i). En (33), la metáfora espacial perfila una reacción impulsiva que surge de su fuero interior (casillas) (nivel ii). En continuidad con las expresiones que preceden (Te cabreas en seguida, no tengo paciencia), el cambio de humor se interpreta como una alteración anímica instantánea, contraria a las normas generales de conducta social (nivel iii). Salirse con la suya (34), en cambio, denota la consecución de un propósito personal por un agente proactivo; la superación de restricciones o contratiempos se concibe desde su persistencia y obstinación, al igual que con salirse de compromisos / problemas / presiones (nivel ii). Manteniendo la prosodia semántica positiva de lo que precede (acostumbrado a triunfar), la atención se vuelca entera en su voluntariedad exitosa; halagándola (como es usted), el entrevistador prepara el contraste con el fracaso (nivel iii).
(33) -¿Ves? Te cabreas en seguida. Luego dices de mí, que no tengo paciencia y que me salgo de mis casillas rápido. (CREA, C. Rico Godoy, Cómo ser una mujer y no morir en el intento, 1995)
(34) Una persona acostumbrada a triunfar, a salirse con la suya, como es usted, ¿cómo enfrenta el fracaso con la imposibilidad de curar a un esquizofrénico? (El País, 22.09.91)
Para desresponsabilizar a la persona potencialmente agentiva se acude a la construcción reflexiva con sujeto y dativo posesivo: el componente inalienable en que se produce o manifiesta el evento funciona como sujeto y el dativo denota al agente potencial cuya responsabilidad se deniega (Delbecque / Lamiroy 1996: 102-107). Se designa a la persona involuntariamente implicada y afectada por el movimiento, físico o abstracto (nivel i). Este no solo puede referirse a una parte del cuerpo (la mano (35)), a veces interpretada metonímicamente (los ojos (36)) o metafóricamente (la lengua (37)), sino también a una facultad sensitiva o habilidad del referente del dativo ((37)-(38)). Por extensión, puede tratarse de algo inmaterial que le pertenece o está situado en su dominio ((39)-(40)) pero parece actuar independientemente, fuera de su control y hasta contra su voluntad (nivel ii). Dependiendo del contexto más amplio, podrán derivarse inferencias (nivel iii) relativas al carácter súbito, repentino o precipitado del evento, y de ahí el posible efecto inesperado que es susceptible de producir o la valoración (crítica) que puede implicar el incumplimiento de expectativas (cf. Maldonado 1999: 251-6, 373).
(35) Creo que se le fue la mano, pero estoy seguro de que no tenía intención de lesionarme. (CREA, El País, 24/09/2002)
(36) Despojada de la capa, Micaela exhibe con picardía y soltura su escultural cuerpo enfundado en el ceñidísimo vestido. […]. Los lanceros observan con expresiones de infinita estupidez; al señorito Aníbal se le salen los ojos, el abuelo se acerca para contemplar bien aquel prodigio, […] (CREA, M. Á. Rellán, Crónica indecente de la muerte del cantor, 1985)
(37) La Mary hablaba así todo el tiempo. Ella decía que aquella casa la estaba poniendo mal de los nervios y que con los nervios desatados se le iba la lengua, […] (CREA, E. Mendicutti, El palomo cojo, 1995)
(38) Parece que se le fue la razón. (CREA, J. Martín Recuerda, El engañao, 1981)
(39) En tiempo tan corto se ha desgastado el poder de Joe Clark y […] el balance de las nuevas elecciones -anticipadas porque el poder se le fue a Clark dentro de “su” Cámara de los Comunes- muestra unos resultados prácticamente inversos. Vuelve el jovial Trudeau, el Partido Liberal, […] (CREA, El País, 20/02/1980)
(40) Al relatar la emotiva ceremonia, a Gervasio se le fue la pluma: “En ese grandioso momento, tío, se me vino a las mientes la estampa de los viejos conquistadores tomando posesión de tierras de infieles en nombre de Su Majestad, el Rey de las Españas”. (CREA, M. Delibes, Madera de héroe, 1994)
Cuando entre sujeto y dativo posesivo no existe una relación de parte-todo en sentido estricto, sino que la entidad sujeto se encuentra al alcance del ‘poseedor’, en una relación metonímica de sujeción simbólica (el poder, la pluma (40), el país (42)) o extensión protética en forma de instrumento (el tenedor (41), balón, espada) o producto (el texto (43)), la construcción admite el complemento de origen de la(s) mano(s) (nivel i). En (41)-(43) se ve que esta parte del cuerpo se concibe prototípicamente como el instrumento por donde pasa la activación del flujo de energía que pone la entidad referida por el sujeto fuera del control, físico u otro, de quien la tiene (nivel ii). Entre las inferencias posibles figuran: súbita incapacidad (41), incapacitación progresiva y previsible (42), postura irónica de falsa modestia (43).
(41) Néstor apenas llegó a probar bocado. El tenedor se le iba de la mano y su cabeza se hundía desgobernada. (CREA, L.M. Díez Rodríguez, El expediente del náufrago, 1992)
(42) A Luis XVI se le iba el país de las manos […] (CREA, J.M. Fajardo, La epopeya de los locos, 1990)
(43) […] la autora confiesa que el texto se le fue de las manos, “como siempre”, y se convirtió también en la historia de una estirpe familiar, anticipo de “Los grandes de España” un libro sobre su familia que algún día escribirá. (CREA, La Vanguardia, 14/04/1994)
En la variedad de sucesos representados mediante irse y salirse se perfila un fenómeno de desvinculación, desprendimiento, abandono, separación u alteración generalmente concebido como imparable y/o autoiniciado. Al igual que con los desplazamientos de personas (Apartado 2), la reflexividad centra la atención en la fuerza disruptiva o eruptiva que se despliega en la entidad involucrada en un movimiento o proceso de desunión o cambio-de-estado. La interpretación ‘media’ pone en primer plano la entidad en la que arranca, se desarrolla y manifiesta la activación física o dinamización metafórica de una fuerza interior, vista a menudo como superior a posibles contrafuerzas. Esta conceptualización requiere la adopción de la perspectiva interna al vínculo que ata la entidad sujeto al suceso.
3.2 Ir / salir: perspectiva externa
Con ir y salir prevalece la idea de atribución de un proceso o estado a una entidad nominal desde un puesto de observación exterior. Sin afán de exhaustividad, se reseñan a continuación las tendencias más llamativas. Van de las combinatorias léxicas más variadas a usos (semi-)gramaticalizados. De manera general, es cierto que la construcción absoluta no pone energía en perfil (cf. Maldonado 19993: 535, 1999: 360). En muchos casos se difumina, además, la noción de movimiento.
Al hacer referencia al movimiento físico de una persona, la construcción no reflexiva no pone en el primer plano su activación motriz, sino que suele contener alguna caracterización circunstancial, por ejemplo, la especificación del medio de transporte (ir en bici, en tren, etc.). A menudo se recalca algún aspecto funcional que sitúa el desplazamiento en un marco de referencia más amplio; así, ir se combina fácilmente con una meta que representa metonímicamente un tipo de actividad rutinario (ir al colegio, al trabajo, etc.). Asimismo, salir evoca meramente la traslación de la casa a la calle (cf. (6)-(7)); con complemento de compañía evoca un tipo de guion asociado a la diversión (por ejemplo, salir con amigos) sin invitar a visualizar mentalmente ningún trayecto.
Tratándose de objetos materiales, se ofrece una concepción global de su desplazamiento excluyendo del foco de atención los agentes humanos y otros factores causantes responsables del trayecto que recorren (44) o de la red de distribución que les corresponde desde el lugar de procedencia (45)31. A diferencia de irse, ir puede ponderar el alcance simbólico, por ejemplo, de un objeto semiótico (46). A diferencia de salirse, salir puede captar un flujo controlado desde el exterior (47). Es difícil sostener que en salir, al igual que con ir, “lo que se perfila es el recorrido entero de movimiento de dentro hacia afuera de la locación” (Maldonado 1999: 367). En (45) la distribución de los productos es posterior a la salida; en (47) fluye agua nada más abrir el grifo.
(44) El café comenta el suceso y uno o dos periódicos con las fotos van de mesa en mesa. (CREA, F. Umbral, Leyenda del César visionario, 1995)
(45) El proceso que siguen los productos desde que salen de fábrica es largo. (CREA, La Vanguardia, 02/11/1995)
(46) Y es que esta novela apuesta por una reconstrucción de la historia que va mucho más allá de la narración lineal, a la que se suma la vocación del autor de llenar sus páginas de pequeños regalos literarios. (CREA, ABC Cultural, 30/08/1996)
(47) […] es como si yo me maravillara del buen funcionamiento de una cañería cada vez que abro un grifo y -oh!- de éste sale agua a una presión aceptable. (CREA, EFÍMERO, 03206004. Weblog, 2003)
Respecto del recorrido mental por una escala, ir denota la distancia que media entre un mínimo y un máximo (48) y salir el valor alcanzado (49). La misma lógica, de comparación con un punto de referencia, subyace a la constatación de un parecido de familia mediante salir (50).
(48) […] en la carta figuran vinos que van de 19 a 277 dólares. (CREA, El País, 01/11/1997)
(49) El equivalente en euros que han colocado al lado indica que el litro sale a 0,766 euros, lo que supondría 127,45 pesetas. (CREA, La Razón, 11/12/2001)
(50) En eso ha salido a su padre, su récord fue de siete cogorzas en un día. (CREA, R. Mendizábal, ¡Viva el cuponazo!, 1994)
Muchos de los usos no reflexivos de ir se explican por la proyección metafórica del espacio al tiempo. La representación vectorial no solo se aplica a intervalos temporales (lo que va de año, mes, temporada) y períodos (51), sino que la imagen del avance también permite describir el acceso mental a la evolución de entidades de segundo y de tercer orden (por ejemplo, la situación designada por esto en (52) y el concepto abstracto significado por la economía en (53)). Se neutraliza la dimensión motriz y los complementos expresan una valoración actual y prospectiva de su funcionamiento, tanto para mal (ir de mal en peor, no ir a ninguna parte) como para bien (ir adelante, a más, de veras, en la dirección correcta (52), en serio, por buen camino, viento en popa, como un cañón, como un tiro (53)). Ir puede situar a una persona en su trayectoria vital (ir por la vida de/como actor, triunfador, etc.) o respecto de un proyecto ocupacional (ir para alcalde, médico, etc.). Salir, en cambio, perfila el comienzo de una nueva fase de progreso (salir a flote, adelante, del paso, de un apuro, de un atolladero) o entendimiento (salir de dudas (54), incertidumbre).
(51) El período que va de 1868 a 1874 es uno de los más agitados que se recuerdan en nuestro país […] (CREA, P. Voltes, Historia de la peseta, 2001)
(52) “Esto va en la dirección correcta”, reafirmó con satisfacción su homólogo belga, ante lo que Italia ha calificado de “un desarrollo positivo”. (CREA, Diario de Sevilla, 03/08/2002)
(53) […] abandonar ese pacto de Gobierno cuando las cosas van bien, cuando la economía va como un tiro no lo entendería nadie, empezando por la clase empresarial catalana. (CREA, ABC Electrónico, 09/05/1997)
(54) En el hangar me ayudó a ponerme un paracaídas, le pregunté, ¿y tú?, y me contestó: "Uno solo. Yo mucho gordo". Al punto no le entendí. Creí que pretendía que pilotase yo el avión, como si se lo hubiéramos alquilado sin piloto. Pero salí de dudas en seguida. Él lo pilotaría, pero sin paracaídas. (CREA, J.P. Aparicio, Retratos de ambigú, 1989)
La esquematización de la noción de movimiento da paso al uso presentativo-ingresivo de salir: introduce el sujeto-Tema en el dominio visual o conceptual del observador canónico, es decir, el que ocupa supuestamente el punto de vista que le garantiza convencionalmente la mejor accesibilidad a la escena. La ‘ingresividad’ consiste en que se enfoca la transición entre invisibilidad y visibilidad, literal o figurada. Se dice típicamente de la aparición del sol (55) y de la parte visible de plantas. La conexión causal con la fase previa, explícita en (56), queda generalmente implícita. Este uso no se limita al nacimiento natural de brotes, sino también a la manifestación y mostración al público de información que antes estaba oculta o secreta (salir en la prensa, a la luz (57), (58)). Un dativo identifica a la persona en cuyo ámbito aparece un nuevo elemento, persona o cosa (59).
(55) Los objetos proyectan sombras en sentido opuesto al de la posición del sol. Teniendo en cuenta que el sol sale por el Este sobre las seis de la mañana y llega al Oeste sobre las seis de la tarde, las sombras indicarán: El Oeste, a las seis de la mañana. El Norte, a las doce del día. El Este, a las seis de la tarde. (CREA, A. Ruiz, Acampar. Manual práctico, 1993)
(56) La semilla de esta planta se siembra en primavera, y de ella sale una planta cuya raíz contiene abundantes sustancias de reserva. (CREA, J.L. Fuentes Yagüe, Iniciación a la botánica, 2001)
(57) Hablo del acuerdo entre los progresistas y la Unión Liberal, que acaba de salir a la luz. (CREA, A. Pérez-Reverte, El maestro de esgrima, 1995)
(58) Plazos de admisión: Todas las plazas saldrán a libre solicitud en el mes de junio. (CREA, EFÍMERO, 99206004, Página web 1999)
(59) A Pérez, mientras, le ha salido otro rival electoral. (El Periódico de Aragón, 14/05/2004)
Complementos adverbiales con función atributiva especifican, generalmente de forma polarizada, como se percibe y aprecia el nivel de adecuación (bien, mal, fatal, de maravilla, etc.) (cf. Delbecque 1994). Con ir, se evalúa esencialmente si es satisfactorio el funcionamiento (60) o el curso que toman las cosas en un determinado dominio (61); con salir, se enfoca más bien el éxito que se (ob)tiene en alguna actividad o el efecto que surte una operación, por suerte o competencia (62).32 Cuando por el contexto no resulta claro a quiénes les conviene, gusta, beneficia o perjudica lo observado, la construcción se completa con un dativo de interés ((61), (63)-(64)).
(60) No me tiembla la mano desde que dejé el chinchón. Esto va bien. (J.J. Alonso Millán, Sólo para parejas. Comedia dividida en dos partes, 1993)
(61) Cuentan que este año no le va bien el negocio. (El Mundo, 09/02/2003)
(62) Si ese programa de ajuste rápido sale bien, habrá ganado la partida y podrá consolidar su situación en el banco a despecho de sus enemigos. (CREA, J. Cacho Cortés, Asalto al poder. La revolución de Mario Conde, 1988)
(63) - Prefiero bailar otra cosa. El vals no me sale bien. (CREA, B. Gopegui, Lo real, 2001)
(64) Todo le sale bien al Atlético de Madrid. (El Mundo, 15/10/1995)
Los ejemplos (65)-(71) ilustran el continuo entre el uso como verbo léxico y como pseudocópula. Cuando el complemento locativo sigue inmediatamente al verbo salir, prevalece el significado de desplazamiento; el predicado secundario (asqueada en (65)) no es exigido por el verbo. Ciertos complementos predicativos pueden seguir inmediatamente al verbo sin que este deje de usarse como verbo de movimiento físico; es el caso de «acompañado, despedido, desterrado, encantado, lanzado» (RAE/ASALE 2009: 2850). Sin embargo, ocurre que el predicado interpolado funciona a la vez como modificador del predicado de movimiento y como complemento predicativo orientado al sujeto, sin relación directa con el cambio de ubicación: en (66), humillado se interpreta como el estado de ánimo en que se encuentra el referente del sujeto al salir de la comisaría. Con ir se obtiene una visión continuativa: en (67), se ve en qué estado de ánimo la figura del ingenioso hidalgo va de retorno a su lar. Tales casos híbridos forman la transición con el uso gramaticalizado de ir y salir como semicopulativo. La hibridez desaparece en cuanto el complemento preposicional deja de denotar un espacio físico: el estado denotado por el atributo es resultado o consecuencia de un evento en que el sujeto está involucrado (cf. estar). En (68) se entiende que uno no puede salir literalmente de una relación, es decir, ‘pasar de dentro a fuera’ en el sentido espacial: salir ha perdido (parte de) su significado léxico (de desplazamiento en el espacio), funcionando como semicopulativo que exige la presencia del atributo (herido en su amor propio). Aunque este uso se categoriza como «semicopulativo de cambio de estado» (RAE/ASALE 2009: 2847), no perfila el proceso de (potencial) deformación en sí, sino el estado de «daño o perjuicio […] beneficio, mejora o ausencia de daño» en que se encuentra el sujeto, generalmente animado, al haber atravesado en el tiempo una experiencia, concebida metafóricamente como una interioridad (salir beneficiado, derrotado, famoso, favorecido, indemne, vivo, etc.). Por su significado polarizado, este uso se sitúa en la prolongación de las construcciones con modalidad negativa/positiva incorporada (salir mal/bien (62)-(63)).
(65) Salí de aquel edificio asqueada. (CREA, J. Leguina, Tu nombre envenena mis sueños, 1992)
(66) El policía hizo un gesto de desprecio y dio por terminada la declaración ordenándome (ordenándome, ésa es la palabra) firmar en varios sitios. Salí humillado de la comisaría, pero con alivio también, […]. (CREA, J.J. Millás, Dos mujeres en Praga, 2002)
(67) […] la aventura del ingenioso hidalgo, que va cargado de amargura de retorno a su lar. (CREA, ABC Cultural, 22/11/1996)
(68) […] en todo caso Goya salió herido en su amor propio de esta relación. (CREA, M.Á. Zalama, La pintura en España: de Velázquez a Dalí, 2002)
Con salir se distingue un segundo uso semicopulativo, a saber, el «de constatación, manifestación o experimentación» (RAE/ASALE 2009: 2846), en el que los atributos «se refieren a la forma en que se valora lo que se experimenta o lo que se descubre» (RAE/ASALE 2009: 2847). No se hace referencia a un cambio de estado en la entidad sujeto, sino que se expresa la conclusión a la que llega un conceptualizador basando su juicio en evidencia experiencial o factual (los precios en (69), la casa llena de libros en (70)). En la medida que el verbo denota el efecto producido por ‘pruebas’ o indicios reveladores, la interpretación de la relación atributiva entre el sujeto y el atributo no es puramente estática. Se trata, sin embargo, de una visión resultativa subjetiva que se puede calificar de evidencial-conclusiva, puesto que refleja el procesamiento inferencial del conceptualizador a partir de una base empírica, de modo que el verbo, fuertemente desemantizado, puede ser parafraseado por una expresión evidencial (‘es evidentemente/obviamente’ caro (69), un poquito intelectual (70)). El dativo de interés identifica a los testigos presenciales (nos (70)) o al beneficiario (le (71)).
(69) Y por supuesto, todos los cursos que ofrecen de introducción a la Cábala no son gratis: desde 22 a 150 dólares por una clase, hasta 500 ó 1000 dólares algunos congresos, según el centro que se elija. Como se ve, sale caro pertenecer a la Cábala. (CREA, La Razón, 01/12/2004)
(70) También la [= la casa] llenó de libros, porque encima la chica nos salió un poquito intelectual, ¿verdad? O eso dicen. (CREA, A. Pérez-Reverte, La Reina del Sur, 2002)
(71) En el minuto 25 Markovic estaba en el sitio adecuado para recoger un rechace tras tiro de Poyatos. El Logroñés cambió de imagen. Aimar pasó de un 4-4-2 a un 3-5-2, con la intención de buscar más el juego por las bandas y esta estrategia le salió redonda. (CREA, El Mundo, 25/04/1994)
Ir admite atributos que describen el aspecto externo de una persona (ir (vestido) de negro, de gala, de luto (72), arreglado, descalzo) o la impresión que da por su actuación (de torpes (73)), estado de ánimo (ir preocupado) o pretensión actitudinal (ir de demócrata, de chica bien (74)). En muchos de sus usos como semicopulativo persiste parte de su significado primario: la relación percibida puede definirse en términos de direccionalidad (ir destinado, encaminado, enfocado), concomitancia (ir acompañado (75), apoyado, asociado, solo) o contigüidad (ir precedido, seguido (76)). La forma participial no es inequívocamente atributiva, sin embargo. En función del resto de la construcción y del contexto, también puede funcionar como auxiliar de la pasiva perifrástica (77); por lo general, el verbo auxiliado denota una acción télica, de la que se da entonces una visión continuativa-acumulativa (escribir (78), firmar, vender, etc.).
(72) Entonces descubrieron los campesinos que la famosa embarcación iba de luto. Negras eran las velas, negra la cubierta, enteramente negros los mascarones y hasta los regios estandartes. (CREA, T. Moix, No digas que fue un sueño, 1993)
(73) - Seguro. Es lo que pretende. Pero creo que él y los que le secundan van de torpes. Toda esa patraña que se han inventado se volverá contra ellos. (CREA, ABC, 20/11/1983)
(74) Me gusta Regina cuando va de antigua, de chica bien. Me gusta porque no lo es. Y encuentro que tienen mucho morbo las mujeres que se visten clásicas pero que son de su tiempo, avanzadas. (CREA, M. Hidalgo, Azucena, que juega al tenis, 1988)
(75) En la tradicional paella valenciana el cereal va acompañado de verduras y carne de conejo y pollo. (CREA, A tu Salud. Suplemento Salud de La Razón digital, 12-18/02/2004)
(76) Como se interpreta como adverbio relativo cuando va seguido de la conjunción condicional si. (RAE/ASALE 2009: 1622)
(77) Visiblemente más delgado, el ex presidente caminaba por su propio pie e iba acompañado por dos guardaespaldas. (CREA, El Mundo, 07/02/1996)
(78) Al poner un punto detrás de la palabra “condicional”, he levantado los ojos y he respirado hondo, con delicia, el olor del mar que se extiende inmenso ante mi vista. Y, como remate a lo que va escrito, me apetece poner un ejemplo de oración condicional, que viene bastante a cuento: […] (CREA, C. Martín Gaite, Nubosidad variable, 1994)
Con un gerundio o con un infinitivo introducido por la preposición a también se presentan varios grados de gramaticalización. Con ir, el componente ‘trayectoria’ facilita la proyección temporal de la direccionalidad espacial y su reanálisis en términos de finalidad. La oscilación entre lectura léxica de movimiento o lectura (semi)auxiliar depende de varios factores que no es posible detallar aquí. Al estar totalmente esquematizado33, el auxiliar ir solo indica el recorrido mental de una situación a otra. Consta que la perífrasis de futuro intencional o prospectivo [ir a + infinitivo] presenta una amplia gama de explotaciones discursivas que incluyen dimensiones modales y retóricas (RAE/ASALE 2009: 2116, 2154-2160); (79), por ejemplo, se interpreta como una predicción subjetiva por parte del conceptualizador-enunciador. Con salir, la ausencia de ‘trayectoria’ impide que esta construcción llegue a constituir una perífrasis. A diferencia de ir, salir no admite sujetos inanimados ni otros infinitivos que los de verbos que denotan una acción o actividad localizada ‘fuera de casa’ (comprar, divertirse, pescar, etc.). En combinaciones frecuentes como salir a caminar, a dar un paseo (80) o a pasear se comprueba que el desplazamiento del interior al exterior da acceso a un espacio donde moverse libremente, como es previsible a partir del significado primario de salir.
(79) El modelo de financiación autonómica va a ser el aspecto más relevante de la propuesta socialista y el último en ser redactado. (CREA, El País, 28/01/1998)
(80) Flora Ruiz, viuda de Fernando Jadraque, cuenta que su marido salió a dar un paseo el día 18 y no ha vuelto. A veces, esos lentos paseos de los viejos llegan mucho más lejos que el apresurado trote de los ejecutivos. (CREA, El País, 01/05/1980)
También con gerundio es limitado el uso de salir. La combinación con un verbo de manera-de-movimiento (salir andando, corriendo (81), dando saltos, volando, etc.) representa un macroevento de movimiento en el que el gerundio visualiza cómo se realiza el desplazamiento.34 Por analogía y extensión metonímica, la combinación con el gerundio de un verbo de comunicación que funciona como complemento predicativo orientado al sujeto puede interpretarse como la expresión de un macroevento de comunicación (salir diciendo, proclamando, protestando). Asimismo, las expresiones lexicalizadas salir ganando y salir perdiendo recuerdan a la construcción atributiva evidencial-conclusiva (cf. salir redonda (71)). Ir, en cambio, no presenta restricciones combinatorias al funcionar como auxiliar en la perífrasis aspectual [ir + gerundio]. La esquematización del significado de direccionalidad, progresión y avance lineal, propio de ir, permite enfocar prospectivamente el desarrollo gradual de un evento, actividad o proceso en curso, asimilando sus distintas fases a un movimiento ‘abstracto’. En función del contexto, es posible que sean observables el punto inicial y/o final de la acción o proceso denotado por el verbo auxiliado, así como la duración y el ritmo (82).
(81) Al amanecer oímos un golpe fuerte en su cuarto. Saltamos de la cama y salimos corriendo para encontrarla en el suelo inconsciente y blanquísima (CREA, J.R. Aldecoa, Mujeres de negro, 1995).
(82) Es una forma inteligente de construir una historia que va adquiriendo coherencia poco a poco y que parte de un hecho trágico, […] (CREA, Suplemento del diario Información, 20-27/06/2003)
Finalmente, también se puede acudir a ir y salir para describir entidades estacionarias. Se trata entonces de movimiento ‘ficticio’: conocimientos procedimentales basados en experiencias de movimiento y cambio-de-estado sirven para expresar conocimientos estructurales. El interés por la ubicación, disposición, configuración y extensión de algo estático suele ser utilitario. Así, la geometría y funcionalidad de espacios caminables se relaciona con sus usuarios. La relación metonímica con caminantes explica la típica asociación de superficies lineales alargadas (camino (83), carretera, pista, vía) con el verbo ir. La representación dinámica es imaginaria: revela la perspectiva del observador que recorre mentalmente el trayecto de manera secuencial, como si sus tramos se desplegaran uno tras otro ante sus ojos (cf. Langacker 1987: 263). Indicaciones relativas, entre otras, al tiempo y el ritmo de progresión no solo completan la información espacial, sino que realzan la perspectiva subjetiva del conceptualizador (ahora (83), enseguida (86)) (cf. Delbecque 2015). La descripción de otras entidades cuya posición forma parte de un determinado orden o sucesión también puede hacerse mediante ir, porque suponen el escaneo secuencial de un texto, por ejemplo. Salir, por su parte, pone de relieve el punto de transición a otro espacio, en particular, la desembocadura de una calle (85); es particularmente apropiado cuando se observa el paso de un espacio estrecho a uno más amplio y abierto (86). Para describir la disposición de un objeto (armario, nevera, etc.) que destaca respecto a un plano horizontal o vertical se usa a veces salir en vez de sobresalir y destacar (87).
(83) El camino va ahora entre vallas que delimitan prados a ambos lados y en cinco o seis minutos más se llega al puente sobre el arroyo del Pradillo (1 h. 51 min.), […] (CREA, D. Pliego, 100 Excursiones por la Sierra de Madrid. Tomo I, 1995)
(84) El texto en general es bastante inteligible. Las expresiones que van entre comillas hacen que el texto tenga cierto tono irónico, y son las expresiones que el autor ha tomado de la calle. (CREA, EFÍMERO, 92205047. Examen escrito, 1992)
(85) Esta calle sale enseguida a otra transversal asfaltada, donde ya hay abundantes chalets adosados. Continuar por la calle de enfrente, bajando una corta cuesta. (CREA, D. Pliego, 100 Excursiones por la Sierra de Madrid. Tomo I, 1995)
(86) La Cristina: Allí veo a un grupo de gente parada. Dolores Torres: ¿Dónde? La Cristina: En la bocacalle que sale a la plaza. (CREA, J. Martín Recuerda, Caballos desbocaos, 1981)
(87) El balcón sale de la casa y se corresponde con la calle, dominándola, pero no priva de la seguridad del hogar. (CREA, A. Carranza, Comprender los sueños de los niños, 2003)
Queda por mencionar, por último, el uso pragmaticalizado de varias formas de ir (¡Vaya!, Vamos, Qué va). Aportan la máxima corroboración de la transposición del significado de movimiento al ámbito del procesamiento por el enunciador, ahora en el ámbito del discurso interactivo.
La diversidad de dominios cognitivos que admite el uso no reflexivo de los verbos ir y salir dice mucho sobre nuestra tendencia a comprender el mundo en términos cinéticos y de hacerlo a partir de nuestra experiencia física, en particular, a partir de la posición de observación que ocupamos en el espacio y el tiempo. Proyectamos una orientación a las entidades más diversas, incluso las estacionarias. Así, la red conceptual de los dos verbos presenta una ramificación en que la metáfora espacial del tiempo y la esquematización del significado de movimiento ocupan un lugar importante. Ir cubre todo el espectro entre los usos léxicos y los usos gramaticalizados, seguido a una cierta distancia por salir.
4. REFLEXIÓN FINAL
La hipótesis presentada en estas páginas aborda la reflexivización como una operación de estructuración conceptual cuyo significado gramatical no es asimilable al de una marca aspectual. Como aclaración alternativa se postula que la noción de perspectiva interna, por oposición a la perspectiva externa de la construcción no reflexiva, realza la interconexión entre el perfil dinámico de la entidad sujeto y la experiencia espaciotemporal denotada por el predicado (apartado 1). La construcción no reflexiva no destaca particularmente esta interrelación, sino que simplemente categoriza el tipo de movimiento que se atribuye a la entidad sujeto. La construcción reflexiva, en cambio, refuerza su implicación: se enfoca en la interfaz y convergencia entre la dinámica del proceso y la del participante que lo encarna. La marca reflexiva estimula el acceso perceptual a la relación cambiante del participante con el entorno mientras que, por simulación mental, se construye al mismo tiempo la visión de conjunto a través de una imagen desmultiplicada del perfil de la entidad sujeto. La aportación conceptual de la marca reflexiva consiste, pues, en ajustar el movimiento a la medida de la entidad sujeto. El tipo de empatía que suscita depende de las especificaciones léxicas a nivel oracional en combinación con las isotopías semánticas a nivel discursivo.
El alcance de esta propuesta se ha podido comprobar en una serie de ejemplos contrastados de ir e irse, por un lado, y salir y salirse, por otro. No se niega que, a partir de indicaciones contextuales y de conocimientos del mundo, la implicación de la entidad sujeto puede a veces interpretarse adicionalmente como intencional o no, veloz o no, brusco o no, sorprendente o no, accidental o no, etc. Pero es información que se deriva del contexto y cuya validez puede variar en función del punto de vista del conceptualizador. Además, la ocasional activación de tales efectos de sentido discursivo-pragmáticos no es exclusiva de la construcción reflexiva, sino que se da también en la no reflexiva. Dicho de otro modo, no pertenece como tal al significado esquemático de la construcción reflexiva.
La atención se ha detenido primero en la manera diferente de concebir el movimiento de personas según que se emplea la forma reflexiva o no reflexiva. Diferenciando entre la rutina de interpretación vinculada a la reflexividad (nivel i), su integración conceptual en la escenificación del evento (nivel ii) y los procesos inferenciales que puede desencadenar (nivel iii), se ha procurado mostrar la complementariedad entre el presente análisis, enfocado en el significado gramatical esquemático (el nivel i), y el de Maldonado (1993, 1997, 1999, 2008), centrado en extensiones pragmáticas determinadas contextualmente y sujetas a la evaluación del hablante (nivel iii) (apartado 2).
Para mostrar que la diferencia de perspectiva entre las dos construcciones es sistemática, se ha propuesto un breve repaso de la variedad de usos por un lado y por otro (apartado 3). A través de la diversidad de tipos de sujeto y su relación con otros elementos de la oración, se ha podido comprobar que en su uso no reflexivo ir y salir denotan, respectivamente, una dirección y transición vista desde la perspectiva de un observador externo (apartado 3.2). Se obtiene una visión sinóptica de la escena, que no requiere proximidad, tampoco supone desplazamiento y no requiere siquiera dinamicidad, salvo en el procesamiento mental del conceptualizador. Esto se corrobora de la manera más patente en los usos gramaticalizados. En cambio, de los usos más representativos de la construcción reflexiva (apartado 3.1) se desprende la dinamización de la estructuración conceptual del movimiento encarnado en la entidad sujeto. Por la vinculación inextricable entre entidad, espacio y tiempo, se obtiene una perspectiva experiencial interna en la que imagen retrospectiva y prospectiva de la entidad sujeto van íntimamente entrelazadas, lo cual crea una impresión de interiorización empática en el propio movimiento.
En un trabajo futuro queda por ampliar el análisis. Primero, conviene cotejar las construcciones reflexiva y no reflexiva de un mayor número de verbos. Luego, hay que extender la comparación a verbos de raíz léxica diferente (por ejemplo, ir / dirigirse). También se impone la extensión del dominio del movimiento al de cambios de estado (por ejemplo, crecer / incrementarse). Finalmente, conviene estudiar más a fondo la expresión de movimientos y cambios ficticios (por ejemplo, serpentear / deslizarse).
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Notas
1
El término “construcción reflexiva” designa el verbo que lleva la marca reflexiva; tratándose de verbos intransitivos, es una reflexiva de voz media. El término “construcción sintáctica” se reserva para su articulación en una unidad oracional.
2
Esta versión se ha beneficiado sustancialmente de las sugerencias de los evaluadores. Agradezco particularmente la recomendación de contextualizar mejor los ejemplos, y de articular con mayor profundidad la complementariedad entre la presente propuesta y el análisis de orientación pragmática de R. Maldonado.
3
En “lo esperable”, “lo que se puede esperar”, resuena la misma prosodia semántica valorativa que en “expectativas”.
4
Talmy (2000a: 413) señala que, de las dos entidades que entran en una relación de dinámica de fuerzas, una recibe atención focal: se trata de ver si en la interacción su fuerza es capaz de desplegarse y superar la de la otra entidad; esta se considera, correlativamente, por el efecto que tiene sobre la primera, venciéndola o no. La entidad focalizada es el “Agonista”, su oponente el “Antagonista”. “Agonista” y “Antagonista” son “roles semánticos a la par con, por ejemplo, Agente” (Talmy 2000a: 468, nota 2).
5
El término ‘enunciador’ se refiere al ser cuya perspectiva, posición o actitud se expresa a través de la enunciación (cf. Ducrot 1984: 204). En discurso indirecto sus palabras no se reproducen en el sentido material.
6
Lakoff (1987: 68 y ss.) muestra que acudimos a modelos cognitivos idealizados para comprender el mundo. Los define como conceptos, o conglomerados de conceptos relacionados, que representan el conocimiento que tenemos de una determinada categoría.
7
Desde la perspectiva de la “semántica de marcos” (Fillmore 1982 (2006); Fillmore / Baker 2009), se aborda el significado de unidades léxicas en relación con conocimientos de fondo, cuya estructura se puede analizar en términos de marcos semánticos. Fillmore (1982: 111) define el concepto en estos términos: “Any system of concepts related in such a way that to understand any of them you have to understand the whole structure in which it fits; when one of the things in such a structure is introduced into a text, or into a conversation, all of the others are automatically made available”.
8
Por ‘contexto’ se entiende el conjunto de representaciones y asunciones mentalmente presentes que interactúan con la información explícitamente articulada.
9
Huelga decir que para una verificación científica de este postulado harían falta experimentos neuropsicológicos.
10
Salvo indicación contraria, los ejemplos provienen del Corpus de Referencia del Español Actual (CREA) y quedan limitados a España.
11
El español, lengua enmarcada en el verbo (Talmy 2000b: 49 y ss., 130 y ss., 222-224), tiende a incorporar la trayectoria en el verbo y relega la expresión de la manera a adjuntos (p.ej., entrar/salir corriendo).
12
Para Maldonado (1999: 366-367), “La prominencia de la volición se liga justamente con el aumento de dinamicidad del evento, factor que está íntimamente relacionado con el carácter inceptivo de la acción”.
13
Con ya se focaliza el evento no solo por lo que puede valer de por sí. En (i), la acción (ya ha ido) se concibe como un episodio esperable, desde el punto de vista de la Justicia, en la tramitación del asunto en cuestión. En (ii), se aborda la dinámica interna del progresivo desgaste de la luz (se iba) proyectándola (ya) sobre la base programática universal que es el transcurso del tiempo.
(i) Más adelante, el confidente explica que ya ha ido con el soplo a la policía, pero que prácticamente se han reído de él y no le ha hecho ningún caso. (CREA, El Mundo, 10/11/2004)
(ii) La Higuerona se estaba llenando de raitanes, escribanas, alandrinas, gorriones y papamoscas.
Ya se iba el brillo de la tarde, fugaz como un golpe de viento.
Se apagaba el cielo de Peñafonte. (CREA, F. Argüelles, Letanías de lluvia, 1993)
14
Aunque raros, también hay accidentes juzgados positivos:
(i) La extinción de los dinosaurios fue un verdadero accidente feliz. Esas enormes bestias, dice Crick, difícilmente habrían llegado a producir inteligencias capaces de crear una ciencia y una tecnología: […] (CREA, México, O. Paz, Sombras de obras. Arte y literatura, (1983) 1996)
15
Con salir del cine solo se haría referencia al simple abandono de la sala. Con salirse, se entiende por cine una sesión en curso, o sea, un evento al que se asiste como espectador.
16
Debido al carácter puntual del evento tipo logro, el traspaso del límite entre interioridad y exterioridad en sentido estricto puede concebirse como veloz, abrupto e instantáneo, independientemente de que la construcción sea reflexiva o no. Al mismo tiempo, sin embargo, la ejecución del desplazamiento en su totalidad depende de varios parámetros más, entre otros, la distancia por recorrer antes de alcanzar la salida y la agilidad del agente.
17
El contexto de (i) sugiere la capacidad de aplazar el momento de la muerte.
(i) Vamos deprisa. Tu madre te espera para morirse. (J.J. Millás, Letra muerta. 1984, Madrid: Alfaguara, p. 98)
18
Esta lectura es compatible con una cláusula genuinamente final.
19
Una escueta respuesta negativa es opaca al respecto. En (i), el enunciador no deja transparentar si simplemente no se le ocurre o si es una línea de conducta que sigue por principio. Al mismo tiempo, la perífrasis habitual con soler indica que reconoce que puede ser un tipo de conducta.
(i) - ¿Qué película ha visto más veces? ¿Cuántas? - La saga de El padrino. - ¿Qué película célebre detesta? - Gremlins. - ¿Se sale del cine? ¿De qué película se salió la última vez? - No suelo salirme. (CREA, 30/09/1995: El cuestionario / Diego Vasallo, músico)
20
La mayoría de las personas entrevistadas contestan que no se salen; una ironiza considerándose “algo masoquista”, otra aduce que salirse “es de mala educación”. Las respuestas positivas suelen precisar “muy rara vez”, dando violencias insoportables como motivo más recurrente.
21
Aquí, una cláusula introducida por para (para empotrarse contra un árbol) no establecería una relación de finalidad, sino de consecuencia.
22
O sea, la afirmación siguiente puede aplicarse a ciertas construcciones energéticas, no a “todas”:
“Todas las construcciones energéticas comparten la propiedad de enfocarse en el punto crítico del cambio y dejan de lado el resto de la información contextual. Es esta falta de conocimiento en relación con las circunstancias que provocan el evento lo que determina la visión de un hecho inesperado” (Maldonado 1999: 379)
23
Una expresión evoca una gama de contenidos, es su “base” conceptual. Dentro de esa gama la expresión designa una subestructura particular: se refiere a su “perfil”. La expresión sirve para singularizar el perfil y centrar la atención en él (Langacker 2007: 435).
24
Donde cabría decir sale leche y la leche sale, es en una fábrica de productos lácteos, por ejemplo, para describir el trasvase de un recipiente a otro durante un proceso de transformación, o para comentar que, una vez depurada, tratada térmicamente y embotellada, sale para ser distribuida en los supermercados. Véase el ejemplo (45).
25
Al calificar este uso de ‘inacusativo’ se maneja una definición amplia de este término, centrada en el descontrol.
26
“Se ha ido la leche” figura como ejemplo en el DUE (Moliner 2007: s.v. ir, subentrada 2).
27
Salir, en cambio, corresponde a la perspectiva externa de la reseña a posteriori en que se comentan las fases significativas de un partido, por ejemplo, que la pelota salió a córner:
(i) A todo ello hay que reseñar un despiste, el único, de la zaga españolista, cuando Pochettino quiso ceder de cabeza un balón a Toni cuando éste iniciaba la salida y la pelota salió a córner por escasos centímetros. (CREA, La Vanguardia, 24/10/1994)
28
Cf. en (2): “Tere (Cayendo con cierta delectación en el sofá) ¡Que se vayan al carajo los kilos!”
29
Por isotopía se entiende la recurrencia sintagmática de formas semánticamente afines. La redundancia da homogeneidad y coherencia a la lectura (cf. Rastier 1987).
30
Olvidarse de algo sugiere un proceso involuntario de desatención y desconsideración.
31
Compárese con (12).
32
Al ser fácilmente interpretable el efecto de la entidad sujeto sobre la persona implicada, se puede prescindir del adverbio: a un futbolista profesional, por ejemplo, le suelen gustar los desafíos:
(i) El croata, un tipo de carácter al que le van los desafíos, responde: “Ronaldo es un gran jugador, eso es innegable, pero estoy dispuesto a luchar por ser el máximo goleador”. (CREA, El Mundo, 03/12/1996)
33
Parece preferible hablar de ‘esquematización’ que de ‘desemantización’, puesto que al perder el sentido de movimiento físico, se gana el de predicción futura o intención. El cambio de dominio cognitivo, del espacio al tiempo, representa una esquematización que permite pasar a imágenes aún más abstractas, en las que a menudo se manifiesta la subjetividad del conceptualizador.
34
Cf. nota 11.
ISSN: 0210-377X
Vol. 48
Num.
Año. 2021
Expresión reflexiva versus no reflexiva del movimiento en español: una cuestión de perspectiva
NICOLE DELBECQUE
KU Leuven,Reino Unido
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Nicole Delbecque
Nicole Delbecque es profesora catedrática de lingüística española en la Universidad de Lovaina (K.U.Leuven, http://wwwling.arts.kuleuven.be/spanling). Sus estudios se centran en el español y adoptan una perspectiva cognoscitiva y funcional. Entre sus contribuciones recientes a revistas y volúmenes temáticos figuran: Las cópulas ser y estar. Categorización frente a deixis (2000), A construction grammar approach to transitivity in Spanish (2002), La variable expresión del agente en las construcciones pasivas (2003), Verbos de respuesta: análisis léxico-construccional (2004), Ya: Aclaración cognitiva de su uso y función (2006), Spanish (de)queísmo: part/whole alternation and viewing arrangement (2008), La alternancia Ø/como en complementos predicativos con verbos de proceso mental: una cuestión de ajuste focal (2010).