1 INTRODUCCIÓN
La interpretación del valor de los adjetivos cuantitativamente subsectivos (esto es, de los adjetivos que atribuyen a las entidades propiedades que pueden darse en un mayor o menor grado) implica, en principio, dos procesos inferenciales básicos: 1) determinar cuál es la clase de cosas respecto a la que se debe poner en relación la entidad de la que se predica algo y 2) localizar el prototipo de dicha clase para que actúe como referencia.
La clase de comparación es aquella categoría concreta respecto a la que debe ponerse en relación una entidad para poder relativizar el valor del adjetivo subsectivo con que se relaciona: el enunciado Pablo es alto puede, entre infinitas otras posibilidades, hacer referencia a que Pablo es alto como jugador de baloncesto, como jugador de baloncesto centroamericano, como persona (en general), como joven cubano... Dependiendo de los factores contextuales en los que se emite el enunciado, deberá inferirse cuál es la clase concreta (de entre las infinitas categorías a las que pertenece Pablo) que debe emplearse como clase de comparación respecto a la que relativizar el valor del adjetivo.
Cuando los adjetivos subsectivos se relacionan, en posición predicativa, con el verbo estar (Pablito está muy alto) la clase de comparación está constituida por las distintas manifestaciones a lo largo del tiempo de la entidad a la que se atribuye una propiedad. En estos casos nos encontramos, pues, con una clase de comparación interna (una entidad se contrasta consigo misma) y dinámica (una entidad se contrasta con sus distintos estados —reales o proyectados, como veremos— a lo largo del tiempo). Así, en Pablito está muy alto la clase de comparación la constituyen distintas ‘manifestaciones’ del propio Pablito en distintos momentos de su vida.
Para la correcta interpretación de un enunciado en el que aparezca un adjetivo cuantitativamente relativo (o subsectivo) debe existir también un criterio que permita establecer, dentro de una clase de comparación ya inferida, qué elementos se consideran, por ejemplo, altos, bajos o medianos: ¿es ser alto lo mismo que ser más alto que la media?, ¿que ser más alto que la mayoría? Desde nuestra perspectiva, como veremos más adelante, en casos como Pablo es alto es el concepto de prototipo lo que permite establecer una referencia respecto a la que subdividir las clases de comparación según presenten un grado mayor o menor de una determinada propiedad.
Cuando este tipo de expresiones vienen precedidas del verbo estar, sin embargo, pueden darse dos situaciones:
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1) El elemento que actúa como referente puede ser una proyección basada en cómo suele evolucionar a lo largo del tiempo una propiedad específica en determinada clase de entidades. En casos como Pablito está muy alto se entiende que, si Pablito es un niño, el hablante tiene en cuenta que el crecimiento de los niños suele seguir una progresión determinada: tal vez al hablante le sorprenda que dicha progresión se esté dando con una velocidad superior a lo que él considera normal y que la altura de Pablito sea mayor que la del Pablito que él proyectaba (intuitivamente) para el momento en que emite el enunciado.
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2) Cuando la propiedad con que se relaciona el adjetivo no presenta ningún tipo de progresión típica, el referente pasa a ser una abstracción que cuenta con las características medias que subyacen a los distintos cambios de estado de una entidad. En Pablito está muy guapo el hablante compara la belleza de Pablito con la de una suerte de ‘Pablito medio’. La belleza de esta entidad viene determinada por los diferentes Pablitos (más o menos guapos, según el día) que el hablante ha conocido a lo largo del tiempo.
A lo largo de este artículo ahondaremos en las características de los adjetivos cuantitativamente subsectivos y trataremos de arrojar luz sobre cómo su relación con el verbo estar determina una activación especial de los conceptos de clase de comparación y prototipo/valor medio a la hora de interpretar los enunciados en los que aparecen.
2 PREDICADOS DE NIVEL INDIVIDUAL Y PREDICADOS EPISÓDICOS: UN ASPECTO DE SER Y ESTAR
El estudio de los verbos ser y estar es uno de los temas clásicos dentro de la lingüística hispánica, especialmente cuando estas palabras se relacionan con adjetivos que admiten ambas cópulas:
Uno de los problemas clásicos que toda teoría sobre ser y estar debe abordar es el de los factores que determinan la elección de uno u otro verbo en los contextos en los que ambos pueden aparecer: en particular, cuando van seguidos de sintagmas adjetivos. (Leonetti : 182)
Aunque no nos detendremos a analizar las múltiples perspectivas desde las que se ha abordado esta cuestión ni las numerosas teorías al respecto que dichas aproximaciones han generado, sí creemos importante para nuestro estudio presentar en este apartado una aportación teórica desarrollada (involuntariamente, en lo que respecta a su conexión con ser y estar ) por Carlson () sobre los tipos de propiedades que es posible atribuir (mediante adjetivos o verbos) a las entidades. Carlson (: 77) distingue entre predicados de nivel individual (individual-level predicates) y predicados episódicos (stage-level predicates):
That I am sitting on this chair is a very transitory property of mine. That I have brown hair is not. The first property is a stage-level property in the terminology of Carlson (). The second property is an individual level property. Stage-level properties are expressed by stage-level predicates. And individual-level properties correspond to individual-level predicates. (Kratzer : 1)
Esta distinción entre tipos de predicados lleva consigo una distinción ontológica entre las clases de entidades de las que se puede predicar uno u otro tipo de propiedades. Siguiendo a Leonetti (: 184), podemos mostrar esta distinción a partir de los enunciados Ernesto escribe cuentos y Ernesto está escribiendo cuentos. En el primero se hace referencia al individuo (Ernesto) “globalmente”, lo que permite atribuirle una propiedad de nivel individual. En el segundo, en cambio, “se menciona una propiedad que se aplica solo a un fragmento o a una ‘rodaja espaciotemporal’ de dicho individuo” (Leonetti : 184); es decir, en Ernesto está escribiendo cuentos se predica algo exclusivamente de una manifestación concreta de Ernesto en un espacio y tiempo determinados.
A stage is conceived of as being, roughly, a spatially and temporally bounded manifestation of something [...]. An individual then, is (at least) that whatever-it-is that ties a series of stages together to make them stages of the same thing. So we are looking at the name Dale as naming whatever it is ‘behind’ all those appearances, or stages, that we witness that make them all appearances OF Dale. (Carlson : 68)
Esta distinción entre tipos de predicados y tipos de entidades supone “una de las propuestas más extendidas” (Marín Gálvez : 15) a la hora de explicar fenómenos gramaticales (interlingüísticos) de diverso tipo. En el caso concreto de las cópulas del español, contribuye a explicar algunos usos ‘forzosos’ de ser (que se relacionaría típicamente con predicados de nivel individual: X es/*está biodegradable, X es/*está gallego) y estar (que se relacionaría típicamente con predicados episódicos: X está/*es perplejo, X está/*es contento): “by using estar speakers restrict their claims to a particular topic situation they have in mind; by using ser speakers remain neutral as to the specificity of the topic situation” (Maienborn : 168).
En lo que respecta a nuestra propuesta, la distinción de Carlson (: 77) nos resultará de gran ayuda para explicar el modo de significar de los adjetivos cuantitativamente subsectivos, pues estos presentan siempre la posibilidad de combinarse tanto con el verbo ser como con estar. Podemos observar, de hecho, que alegre, alto, amplio, (a)normal, bajo, estrecho, feliz, feo, flaco, gordo, grande, hermoso, inquieto, joven, libre, nervioso, pequeño, orgulloso, tranquilo, viejo y vivo, ejemplos que Marín Gálvez (: 16) señala como ambivalentes (Luján ) o subespecificados respecto a la distinción Individual-level predicate y Stage-level predicate (Fernández Leborans ), son todos ellos adjetivos que se relacionan con propiedades que pueden darse en un mayor o menor grado en una entidad; característica definitoria de los adjetivos cuantitativamente subsectivos.
Consideramos, por lo tanto, que la subsectividad y la capacidad para comportarse como uno u otro de los tipos de predicados a los que hemos hecho referencia son dos propiedades interconectadas que se manifiestan en un mismo subgénero de la clase adjetival.
Como trataremos de detallar en el resto del artículo, el hecho de que los adjetivos subsectivos se comporten como individual-level predicates (acompañando mediante ser a nombres que hacen referencia a individuos) o como stage-level predicates (acompañando mediante estar a nombres que se refieren a las manifestaciones espaciotemporales concretas de los individuos) resultará determinante a la hora de activar (de un modo u otro) el proceso inferencial-relevantista que permite calcular con qué grado de presencia de la propiedad que evocan dichos adjetivos deben relacionarse en un contexto dado.
3 LA SUBSECTIVIDAD (Y LA CLASE DE COMPARACIÓN)
El concepto de subsectividad se opone al de intersectividad. Los adjetivos intersectivos (o absolutos) son aquellos que, a través de un compuesto adjetivo-nombre, hacen referencia a un elemento que se sitúa en la intersección entre el conjunto denotado por el nombre y el conjunto denotado por el adjetivo:
An adjective like carnivorous is intersective, in that (5) holds for any noun N:
(5) ||carnivorous N|| = ||carnivorous|| ||N|| (Kamp y Partee : 137)
Es decir, del enunciado X es un vehículo eléctrico es posible extraer las siguientes dos inferencias: 1) X es un vehículo y 2) X es eléctrico. Por lo tanto, tal y como puede apreciarse en la figura 1, la entidad en cuestión pertenece a ambas categorías simultáneamente.
La idea de intersección entre el adjetivo y el sustantivo puede expresarse también del siguiente modo: X es un vehículo eléctrico si (y solo si) X es un vehículo y X es eléctrico. Sobre los adjetivos que no pertenecen a la clase de los intersectivos no se puede aplicar este mecanismo inferencial:
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(3) and (4) are by no means equivalent:
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(3) Dumbo is a small elephant
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(4) Dumbo is small and Dumbo is an elephant. (Paoli : 67)
Los adjetivos subsectivos (o relativos), como small, adaptan su valor al contexto en que se emplean: el adjetivo pequeño puede evocar tamaños muy distintos. No existe una categoría absoluta de [lo pequeño] que pueda formar intersección con la categoría denotada por un sustantivo: ser pequeño es una propiedad relativa cuyo valor es contextualmente moldeable.
Del enunciado X e Y son cuadrúpedos es posible inferir que X e Y tienen el mismo número de patas, porque cuadrúpedo es un adjetivo intersectivo; de X e Y son pequeños, sin embargo, no podemos extraer que ambas entidades sean de tamaños similares:
Plato [...] was puzzled by the apparent possibility of opposite qualities [...] co-existing in the same object: if we can say X is taller than Y and shorter than Z we appear to be ascribing both tallness and shortness to X. More recently, logicians and linguists have discussed such obviously fallacious deductions as “This is a small elephant, therefore it is a small animal” (in contrast with “this is a red book, therefore it is a red object”). (Lyons : 274)
La subsectividad cuantitativa se da en aquellos adjetivos en cuyo significado subyace una comparación inherente entre el grado en que se presenta la propiedad vinculada al adjetivo en la entidad calificada y el grado en que dicha propiedad se da en otras entidades.
Cuando la comparación no pone en relación una serie de elementos de forma explícita (X es más grande que Y), esta se establece entre el elemento calificado (Z es grande) y una determinada categoría de cosas de la que este forma parte; en concreto, respecto al prototipo de dicha categoría de cosas (Ynduráin Pardo de Santayana : 9) o, como veremos para el caso de estar, respecto a una suerte de ‘entidad media’ o de proyección temporal. La clase concreta respecto a la que se debe relativizar el valor del adjetivo es lo que tradicionalmente se ha denominado comparison class: “a comparison class is a subset of the universe of discourse which is picked out relative to a context of use” (Klein : 13).
Las entidades forman parte de infinitas categorías simultáneamente; sin embargo, en los intercambios comunicativos, el oyente (confiando en la competencia pragmática del hablante) inferirá la categoría que debe actuar como clase de comparación de un adjetivo subsectivo en un contexto determinado tratando de discernir cuál es aquella que aporta al enunciado del que forma parte el mayor grado de relevancia. Tal y como señala Grice (: 218), la mayor parte de la comunicación humana se basa en la expresión y el reconocimiento de intenciones. Las emisiones generan en el oyente de manera automática una serie de expectativas de relevancia que lo dirigen hacia el significado (Sperber y Wilson : 238). Cada emisión lingüística pone en funcionamiento procesos inferenciales destinados a conseguir interpretar los enunciados de modo tal que su relevancia sea la máxima que se pueda obtener. También al valor cuantitativo de los adjetivos que nos ocupan se llega a través de procesos inferenciales basados en la búsqueda de la máxima relevancia de las emisiones (Ynduráin Pardo de Santayana : 4).
Así, si en un contexto dado se habla, por ejemplo, de ratones grandes y de ballenas grandes, es posible interpretar que las entidades calificadas lo son respecto a la clase de los [ratones] y a la de las [ballenas], respectivamente. Lo mismo ocurre si se dice que Los ratones son grandes o que Las ballenas son grandes. Cada categoría presentará, en estos casos, su propio subconjunto de elementos grandes.
Tomar el nombre que aparece relacionado con el adjetivo como representante de la clase de comparación (tal y como recogemos en la figura 2) es, sin embargo, solo una de las infinitas posibilidades interpretativas: en ballena grande (o en La ballena es grande) es posible entender también, por ejemplo, que el animal en cuestión es grande respecto a la categoría de los [mamíferos] (figura 3) o respecto a la de los [animales] en general.
La interpretación correcta (es decir, la elección de la clase de comparación adecuada de entre las infinitas potencialmente activables) será aquella que, como decíamos, aporte la mayor relevancia a un enunciado dentro de un contexto dado.
3.1 Ser y la búsqueda de la clase de comparación
Como señalábamos más arriba, nuestra perspectiva sobre cómo se debe interpretar un enunciado considera que comprender los criterios por los que Bill es alto consiste en establecer una única clase que actúe como clase de comparación. El proceso de acotación que permite al oyente seleccionar cuál es esa clase, está guiado, repetimos, por la búsqueda de la mayor relevancia posible.
La relevancia es una relación entre informatividad (o efectos cognitivos) y esfuerzo cognitivo (o de procesamiento):
Relevancia de un input para un sujeto: a) Si no intervienen otros factores, cuanto mayores sean los efectos cognitivos positivos conseguidos al procesar un input, mayor será la relevancia del input para el sujeto en una ocasión determinada. b) Si no intervienen otros factores, cuanto mayor sea el esfuerzo del procesamiento realizado, menor será la relevancia del input para ese sujeto en esa ocasión concreta. (Sperber y Wilson : 241)
Un enunciado como Estos chihuahuas son muy pequeños, emitido en la presencia de unos cachorros de chihuahua, permitiría, al menos, tres interpretaciones: 1) que esos animales son más pequeños que otros [cachorros de chihuahua], 2) que son más pequeños que los [chihuahuas] en general o 3) que son más pequeños que un [perro] ‘normal’. Cada una de estas interpretaciones relativas al uso del adjetivo dimensional constituiría una explicatura del enunciado. En el proceso interpretativo, basado en la búsqueda de la mayor relevancia posible, habría dos cuestiones fundamentales que entrarían en conflicto: el grado de informatividad y la facilidad de procesamiento cognitivo.
El criterio del mínimo esfuerzo cognitivo favorecería la interpretación de que los chihuahuas en cuestión son más pequeños que el conjunto de los [chihuahuas]: no solo porque esta sea la categoría que aparece de manera explícita, también, porque “la selección de una clase que no pertenezca al nivel de base no suele realizarse de manera ‘gratuita’” (Ynduráin Pardo de Santayana : 5).
Aunque la elección de [chihuahua] como clase no fuera gratuita, interpretar que el hablante quiere decir que estos perros son más pequeños que el resto de la clase de los [chihuahuas] no resultaría nada informativo: es algo que damos por hecho si estamos ante cachorros.
La relación entre el grado de informatividad y el esfuerzo cognitivo favorecería, finalmente, la interpretación de que esos animales son especialmente pequeños como [cachorros de chihuahua]: aunque no sería la interpretación más intuitiva, sí sería la única con valor informativo.
En los enunciados en los que el adjetivo aparece precedido del verbo ser (o en posición atributiva), es la búsqueda de la mayor relevancia posible aquello que guía a los oyentes a la hora de seleccionar una clase que actúe como fondo de contraste: una vez seleccionada esta, el valor de los adjetivos cuantitativamente subsectivos irá tomando forma y la explicatura de los enunciados en que aparecen podrá comenzar a ser inferida.
3.2 Una clase de comparación interna y dinámica: el caso de estar
Como indica Zamparelli (: 174), “individuals do not appear directly in everyday life. Rather, they manifest themselves as ‘stages’, spatiotemporal ‘slices’ of individuals”: cuando los adjetivos subsectivos se relacionan con el verbo estar, como en Pablito está muy alto , la clase de comparación suele estar constituida por estos distintos desdoblamientos espaciotemporales de la entidad de la que se predica una propiedad; Pablito, en el caso que nos ocupa. La vinculación de estar con la persistencia temporal de las entidades se recoge en la siguiente cita:
The different kind of elements that comprise the class of comparison of the adjective in <ser + A> sentences vs. <estar + A> sentences, namely individuals vs. counterparts of individuals, gives rise to the inference of temporal persistence only in the former case. (Gumiel-Molina, Moreno-Quibén y Pérez Jiménez : 123)
Ante el enunciado Pablito está muy alto se infiere, automáticamente, que no se está hablando de un adulto, pues es, fundamentalmente, en niños y adolescentes donde la altura se presenta como una propiedad cambiante a lo largo del tiempo: en estos casos los adjetivos son, tal y como señalábamos en el primer apartado, predicados episódicos (stage-level predicates).
Podemos decir, pues, que la comparación que se establece con estar es ‘interna’ (de una instanciación concreta de una entidad respecto otras manifestaciones de esta) y ‘dinámica’ (se contrasta la variación en el grado con que se presenta —o puede presentarse— determinada propiedad en una entidad a lo largo del tiempo). La base de la distinción está, pues, en la clase de comparación necesaria como fondo de contraste:
[T]he differences between ser (individual-level) and estar (stage-level) predications with adjectival complements (expressing gradable properties) are ultimately linked to the different comparison class needed to evaluate the truthful applicability of the adjective in each case. (Gumiel-Molina, Moreno-Quibén y Pérez Jiménez : 123)
La intención del hablante en este tipo de enunciados es “clasificar una entidad en relación con un criterio individual, exclusivamente aplicable a tal entidad” (Marín Gálvez : 42).
Desde nuestra perspectiva entendemos, además, que en el uso de un adjetivo subsectivo siempre subyace cierto compromiso con una clase de comparación más general: ante un árbol que hubiera crecido mucho, pero que siguiera sin ser tan alto como otros (figura 4) con los que pudiera compararse (¿otros de su misma especie que se plantaron en el mismo momento?) resultaría algo extraño afirmar que está muy alto. La categoría interna y la externa entrarían, al menos en lo que respecta a una primera interpretación intuitiva, en conflicto.
El uso pertinente de este tipo de construcciones se da cuando aquello que se afirma mediante el verbo estar y un adjetivo cuantitativamente subsectivo resulta cierto tanto al activarse una categoría temporal e interna, como al activarse una categoría externa que pudiera resultar relevante en un contexto dado... o, al menos, si el contraste respecto las dos categorías no provocara una contradicción: si el árbol hubiera crecido hasta ser de la misma altura que el resto (como ocurre en la figura 5), sería suficiente para que la afirmación Está muy alto (respecto a la categoría temporal-interna) no resultase problemática.
En el siguiente apartado explicaremos cómo se establece la referencia que permite decir de una entidad que es grande, que es alta o que es divertida respecto a una clase de cosas ya fijada. Después, nos centraremos en los enunciados que nos ocupan: aquellos en los que la propiedad relativa viene introducida por el verbo estar.
4 LA SUBSECTIVIDAD (Y EL PROTOTIPO DE LA CLASE DE COMPARACIÓN)
Cuando en determinados contextos se emplean percentiles, estos se utilizan para hacer ver dónde está situada exactamente una entidad respecto a otras noventa y nueve que actúan (a través de una proyección matemática) como clase de comparación: se indica cuántas quedarían por ‘encima’ y cuantas por ‘debajo’ de ella en una escala relativa a determinada propiedad. Lo que subyace al uso de un adjetivo como alto, sin embargo, no es una cuestión que resulte tan clara e intuitivamente accesible: ¿cuántos elementos (de su clase de comparación) quedan por encima y por debajo de una persona si decimos, sencillamente, que dicha persona es alta? Esta cuestión aparece planteada por distintos autores en las siguientes dos citas:
How [...] can we express a positive adjective in terms of comparative? There are several alternatives: a is tall can be rendered as either a is taller than most (Langford) or a is taller than one would expect (Wierzbicka) or else a is tall to a degree d and d is towards the top of the scale for tallness (Creswell). (Paoli : 71)
A number of linguists have suggested that the form of the positive degree of relative adjectives signifies a greater than average, or greater than norm (or smaller than average norm) value on the dimensional-scale relevant to the adjective in question. (Rusiecki : 28)
Una vez asumido que, como explicábamos en apartados anteriores, para interpretar un adjetivo cuantitativamente subsectivo siempre debe ser seleccionada una clase de comparación que actúe como fondo de contraste, el nuevo problema con que debemos enfrentarnos reside en determinar qué supone ubicar una entidad perteneciente a dicha categoría dentro de un subgrupo concreto: el subgrupo de las entidades altas, el de las bajas, el de las guapas, el de las grandes...
4.1 Ser y el prototipo de la clase de comparación
Como se indica en Ynduráin Pardo de Santayana (: 9), el prototipo de una categoría es el elemento respecto al cual se suele establecer si los demás elementos de dicha categoría son, por ejemplo, grandes, pequeños o medianos: los miembros de una categoría son ubicados en un subconjunto determinado de la clase de comparación conforme al prototipo de esta.
Este prototipo presenta, en torno a sí, una zona neutr (Ynduráin Pardo de Santayana : 9-10): queda dentro de esa zona neutra todo elemento dotado de la propiedad que se esté evocando en un grado igual o irrelevantemente distinto al grado en que esta propiedad se presente en ese prototipo. Las entidades que presenten una diferencia relevante (en un contexto dado) respecto al prototipo sí podrán ser calificadas con un adjetivo cuantitativamente subsectivo.
En la figura 6 se ilustra esta idea a través de una escala (relativa al tamaño) en la que aparece el prototipo de una categoría, la zona neutra y las partes de la escala que se relacionan con cada uno de los antónimos polares (grande y pequeño, en este caso) para una clase de comparación determinada.
Así, en Su casa era bastante grande debemos considerar que la casa en cuestión lo es respecto al prototipo de casa de la categoría que se esté activando como clase de comparación. Evidentemente, el prototipo será muy distinto si el contexto lleva a activar, por ejemplo, la clase de los [apartamentos unipersonales de un barrio obrero de Hong Kong en el año 2021] o la clase de las [casas de veraneo en la Costa Azul en 1920].
Para los distintos tipos de adjetivos cuantitativamente subsectivos resultará necesario establecer en cada caso cuándo los hablantes perciben que una diferencia respecto al prototipo es lo suficientemente relevante como para que en un enunciado la entidad ‘merezca’ ser ubicada en un subgrupo distinto al de la zona neutra, ya sea con una intención puramente descriptiva (contextos no marcados) o por su relación cuantitativa con un determinado fin (contextos marcados).
En los contextos no marcados, del mismo modo que, como señala González Escribano (: 6 y 7), resultaría absurdo especificar que tenemos un coche con cuatro ruedas, resultaría absurdo también hablar de gatos de tamaño normal: cuando las entidades presentan sus propiedades prototípicas no resulta necesaria, en principio, su descripción mediante “predicados típicos” (González Escribano : 6). Si la entidad se aleja lo suficiente del prototipo compartido por una comunidad lingüística, entonces, es probable, que el hablante vea la necesidad de señalar dicha desviación.
En otros contextos marcados, sin embargo, aquello que actúa como referencia puede basarse en cuestiones prácticas, y el uso de adjetivos dimensionales (o de otros adjetivos cuantitativamente subsectivos, como veremos más adelante) tendrá en dichos casos un valor que irá más allá de lo perceptivo y del mero enriquecimiento descriptivo (Ynduráin Pardo de Santayana : 309-310): respecto al uso de los adjetivos big y small, Ebeling y Gelman (: 1179) señalan que, en una de sus posibles interpretaciones, “the object is judged with regard to its intended use”. Así, un enunciado como The hat is big puede tener, entre otras, una interpretación de carácter funcional: “e.g. too big for a tiny doll”. En ocasiones, pues, una entidad es grande (o intensa, débil, aburrida...) porque lo es para un determinado fin y cualquier diferencia (independientemente de cómo esta sea percibida) respecto al prototipo puede resultar, en dichos contextos, relevante.
4.2 El recuerdo y la expectativa: el caso de estar
En el caso de los adjetivos cuantitativamente subsectivos que se combinan con el verbo estar, los hablantes tratan de mostrar que una entidad presenta una propiedad en un grado relevantemente distinto a sus expectativas. Estas expectativas se basan en la información (directa o indirecta) previa de la que el emisor del enunciado dispone:
La visión de norma general, expresada por medio de ser, indica una comparación entre una entidad y otras de su misma clase; en este caso, se refleja la intención del hablante de clasificar el ente referido de acuerdo con unos criterios generales, válidos en una determinada cultura o sociedad.
En cambio, la visión de norma individual, referida mediante estar, describe una comparación entre el estado actual de una entidad y el estado que podría esperarse como normal o habitual en ella. (Marín Gálvez : 41 y 42)
Tal y como señalábamos al describir las categorías dinámicas, en los casos en los que se recurre a una norma individual subyace siempre la idea de cambio de estado :
[...] la oración El muchacho es alto no describe exactamente un estado permanente del muchacho, sino, más bien, una propiedad que se le atribuye como característica suya, mientras que El muchacho está alto pone de manifiesto más bien que el que habla percibe en el citado muchacho un cambio en relación a su recuerdo o con sus expectativas, es decir, un estado diferente del que conocía o esperaba. [...] Los atributos introducidos por estar [...] se interpretan con un sentido resultativo, es decir, como resultado de un cambio de estado. (: 712)
Los cambios respecto a lo que el hablante “conocía” o “esperaba” entendemos que pueden explicarse de las siguientes formas:
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1) En casos como Pablito está muy alto se entiende que, si Pablito es un niño, el hablante tiene en cuenta que el crecimiento de los niños suele seguir una determinada progresión: tal vez al hablante le sorprenda que dicha progresión se esté dando con una velocidad superior a lo que él considera normal. En esos casos el enunciado expresa que la altura de Pablito es mayor que la que él proyectaba (intuitivamente) para el momento en que se emite el enunciado. Esta es la situación que se recoge en la figura 7.
Como es evidente, en ocasiones este tipo de enunciados señalan lo opuesto al caso que acabamos de analizar: señalan que todavía no se ha alcanzado el grado esperado de una propiedad. Así, en Pablito está muy bajo se indica que el individuo en cuestión no ha alcanzado la altura esperada. Lo mismo ocurre en Este plátano está muy verde : el nivel de verdor de dicha fruta no ha disminuido todo lo que cabría esperar. Este ejemplo nos sirve, además, para indicar que, en ocasiones (como apuntábamos en el apartado 3.1), es un fin práctico determinado lo que nos lleva a señalar la ausencia o la presencia de una propiedad: una entidad puede ser o estar grande para un determinado propósito. En el ejemplo del plátano que empleábamos más arriba, entendemos que este no ha perdido todavía el grado de inmadurez que lo hace susceptible de ser comido.
Podemos diferenciar, pues, usos puramente descriptivos en “contextos no marcados” y usos en lo que se indica una diferencia cuantitativa que choca con un determinado fin en “contextos marcados” (Ynduráin Pardo de Santayana : 309-310).
-
2) Si se dice que Pablito está muy guapo, no nos encontramos con un tipo de propiedad que, en principio, deba seguir ningún tipo de progresión: el hablante compara la belleza de Pablito en el momento en que se emite el enunciado con su recuerdo de este.
La referencia no puede ser entendida, en estos casos, como un prototipo, pues no hay una aparición concreta de la entidad a lo largo del tiempo que pueda identificarse como el máximo exponente de la categoría. Sería más bien una entidad virtual (Langacker : 78) cuyas propiedades presentarían los valores cuantitativos que los hablantes entenderían como representativos de esta; ya fueran estos los valores medios o los más frecuentes: en el caso del ejemplo, la belleza de este ‘Pablito virtual’ sería aquella con la que el hablante identificaría de modo general a los ‘Pablitos’ (más o menos guapos, según el día) que el hablante habría conocido en distintas instanciaciones espaciotemporales. Como señala Leonetti (:199), esto mismo ocurriría al señalar de una carretera que está ancha: “con estar se presenta a la entidad de acuerdo con la norma que se supone que le corresponde habitualmente”.
La diferencia fundamental que presentan estos casos respecto a aquellos en que se emplea el verbo ser (Pablo es alto) es, pues, que la “norma individual” (Marín Gálvez : 41) se basa en una apreciación intuitiva del valor medio o más habitual de determinada propiedad en una entidad a lo largo del tiempo. La “norma general” (Marín Gálvez : 41), sin embargo, como señalábamos más arriba, se establece a partir del prototipo de la categoría que actúa como referencia.
5 CONCLUSIONES
Los conceptos clase de comparación y prototipo resultan fundamentales a la hora de explicar los procesos inferenciales que subyacen a la interpretación de los enunciados en que aparecen adjetivos cuantitativamente subsectivos.
Si se dice de una entidad que es grande (con el adjetivo en posición predicativa) o se habla de una entidad grande (con el adjetivo en posición atributiva), siempre debemos determinar respecto a qué categoría de cosas es grande dicha entidad (esto es, establecer cuál es la clase de comparación) y localizar el prototipo de dicha categoría (para poder entender qué supone que la entidad en cuestión pertenezca al subconjunto de las que se pueden describir como grandes).
En los casos en los que el adjetivo cuantitativamente subsectivo se relaciona (en posición predicativa) con el verbo estar (está grande), la clase de comparación y la referencia que actúa como baremo cuentan con unas características muy particulares. Estas vienen marcadas por el carácter transitorio que presentan las propiedades cuando, codificadas mediante un adjetivo, se relacionan con dicho verbo.
En estos casos nos encontramos, en primer lugar, con una clase de comparación interna y dinámica: está constituida por las distintas manifestaciones espaciotemporales de la entidad a la que se atribuye una propiedad. Tanto en Pablito está alto como en Pablito está guapo, la categoría de cosas respecto a la que se deben relativizar las características de Pablito está constituida por los distintos ‘Pablitos’ (categoría interna...) conocidos por el hablante a lo largo del tiempo (...y dinámica).
El referente dentro de estas categorías internas y dinámicas, es decir, aquello que nos permite establecer si el Pablito de los enunciados está alto, bajo, guapo o feo, puede ser de dos tipos: 1) si la propiedad con que se relaciona el adjetivo suele seguir una determinada progresión, la valoración de la entidad se llevará a cabo respecto a una proyección de esta en momento al que haga referencia el enunciado. En Pablito está alto, este lo estará respecto a lo que se esperase en el momento en que se emite el enunciado según lo que se sabe del crecimiento de los niños a lo largo del tiempo. 2) Si la propiedad con que se vincula el adjetivo no suele seguir una progresión determinada (Pablito está guapo), entonces la comparación se establece respecto al valor medio o más habitual que ha presentado dicha propiedad a lo largo del tiempo en la entidad de la que se predica algo. En estos casos no podríamos hablar estrictamente de un prototipo, pues ninguna ‘aparición’ concreta de una entidad a lo largo del tiempo puede entenderse como el máximo exponente de dicha categoría dinámica: el referente sería, más bien, una suerte de realidad virtual que presentase los valores medios de una entidad tras sus distintos cambios de estado.
Los adjetivos cuantitativamente subsectivos activan, pues, unos procesos inferenciales muy particulares para su interpretación. Las características del ya de por sí peculiar verbo estar y su relación con los estados transitorios provocan que, como hemos tratado de demostrar a lo largo del artículo, el modelo de interpretación de estos adjetivos (basado, habitualmente, en adjetivos en posición atributiva o en construcciones copulativas con el verbo ser) merezca un tratamiento diferenciado para adecuarlo al tipo de enunciados concreto en que hemos centrado nuestra investigación.
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Notas
[1] Son cuantitativamente subsectivos la mayor parte de los adjetivos calificativos: una entidad puede ser grande, divertida, rápida, vieja, absurda, inteligente o fea en un grado determinado... y otra serlo en otro grado diferente. Esto no ocurre, sin embargo, con los elativos: no puede decirse de algo, por ejemplo, que sea más eterno que otra cosa. Los elativos léxicos son, de por sí, “expresiones que significan grado extremo” (Sánchez López : 25). Bosque (: 185), por otro lado, hace notar que adjetivos como lleno, seco o despierto “representan estados alcanzados por las entidades de las que se predican”, por lo que, al menos en determinados contextos, su gradación puede resultar también problemática. Más claramente alejados de la subsectividad se encuentran los adjetivos relacionales, pues estos, que constituyen una categoría al margen de los calificativos, tienen como función ubicar una entidad dentro de una determinada taxonomía científica o cultural (Demonte : 134), sin admitir, en principio, ningún tipo de gradación: *una ballena muy patagónica. Las ideas de escala y gradación con las que relacionamos el concepto de subsectividad las tomamos de Kennedy ( y ): “Semantically, gradable adjectives can be informally defined as predicative expressions whose domains can be partially ordered according to some property that permits grading. For example, the domain of the adjective tall can be ordered according to a measure of height” (Kennedy : 13).
[2] En el ámbito anglosajón se denomina attributive position a la posición del adjetivo cuando este es un modificador directo, es decir, cuando aparece ‘pegado’ al nombre ( big fish); y predicative position, a la aparición del adjetivo como predicado nominal (the fish is big ). Nosotros, tal y como hacen también otros lingüistas del ámbito hispano, mantendremos esta terminología y diremos que los adjetivos están en posición atributiva (adjuntos) cuando aparezcan como modificadores (pez grande, gran pez) y en posición predicativa (disjuntos) cuando aparezcan ‘tras la mediación’ de un verbo (El pez es/está grande).
[3] Puede decirse que la distinción entre los verbos copulativos ser y estar, considerada por Leonetti (: 182) un rasgo “idiosincrático y característico del español”, supone uno de los aspectos más problemáticos de la gramática de dicha lengua (Marín Gálvez : 11).
[4] Como señala Marín Gálvez (: 14), “entre los elementos que pueden acompañar a ser y estar, los sustantivos y los gerundios son los más fáciles de analizar”. Los adverbios y los sintagmas preposicionales, en cambio, presentan “un comportamiento hasta cierto punto similar al de los adjetivos” (Marín Gálvez : 14).
[5] Como señala Leonetti (: 183), “la investigación de Carlson no tenía, aparentemente, nada que ver con los verbos copulativos del español: pretendía estudiar las interpretaciones de los bare plurals ingleses [...] y los mecanismos de referencia genérica en esta misma lengua, en el marco de la Gramática de Montague”.
[6] Carlson (: 69) distingue, dentro de los individuos, objects (aquella persona concreta a la que hace referencia el nombre Ernesto, por ejemplo) y kinds (aquella clase de cosas a la que harían referencia nombres como ardilla): “A stage is a stage of some object if and only if it realizes (or exemplifies) that object, a stage is a stage of a kind iff it realizes (or exemplifies) that kind” (Carlson : 70). Langacker (: 97) establece una distinción ontológica similar a la de Carlson (): en Jenny is a cat lover el nombre cat hace referencia a una entidad virtual (virtual entity) en el nivel de las clases (types); en My cat stalks that bird every morning se describe una instanciación múltiple (multiple instantiation) de individuos específicos (specific individuals).
[7] Tal y como señala (Escandell : 9), “the ‘individual-level predicates’/’stage-level predicate’ distinction, though not uncontroversial, is a well-established one in the literature and is independently needed to account for a large number of grammatical facts [.]”. En español, esta distinción subyace, por ejemplo, en la incompatibilidad entre los verbos y los adjetivos de los siguientes enunciados: *se ha quedado gallega, *continúa mortal, *llegó a casa inteligente...
[8] En el caso del adjetivo vivo, los sentidos que pueden relacionarse tanto con ser como con estar sin alterar su valor semántico (y que admiten de forma natural la posibilidad de gradación) son aquellos que se relacionan con la viveza o la intensidad, no con el fenómeno biológico de la vida.
[9] En la subsectividad cualitativa, en cambio, es el modo de darse una propiedad lo que presenta un valor contextualmente relativo: el adjetivo buen(o) presenta características muy diferentes en buen pianista y en buen abogado (Ynduráin Pardo de Santayana : 472-474).
[10] Sperber y Wilson (: 10) señalan, precisamente, que ante enunciados del tipo Bill is tall resulta fundamental comprender “by which criteria Bill is tall (since, for instance, a tall dwarf is not a tall person”.
[11] En los procesos inferenciales de búsqueda de la mayor relevancia, el oyente debe interpretar siempre lo que escucha de forma que el enunciado pueda ser analizado como una forma lógica completa; es decir, como la descripción de un estado de cosas (o proposición) que pueda ser falseado o verificado. A esta descripción del estado de cosas se llega por medio de procesos inferenciales, es la explicatura del enunciado: “La primera tarea del destinatario para interpretar un enunciado es [...] recuperar las explicaturas de dicho enunciado y asignarle una forma proposicional única” (Escandell : 126).
[12] Este concepto, al que hacíamos referencia más arriba a través de Leonetti (: 184) mediante la expresión “rodaja espaciotemporal”, fue originalmente introducido por Quine ().
[13] Este enunciado podría hacer referencia también a la ubicación de Pablito. El verbo estar procede del latino stare, que significaba ‘estar de pie’ o ‘estar situado’ y “en la lengua actual se construyen con estar los atributos de las oraciones en las que se especifica el lugar que ocupa alguien o algo” (: 713). Nosotros dejaremos al margen de nuestro estudio la posibilidad de que estar exprese la ubicación de un elemento y nos centraremos en construcciones típicamente copulativas: “los verbos ser y estar no parecen copulativos cuando se construyen con complementos de tiempo [El accidente fue ayer] o de lugar [Juan está en Madrid], aunque algunos gramáticos sí los consideran así” (Gómez Torrego : 191).
[15] Debemos advertir que, en la mayor parte de los casos, la idea de prototipo que manejemos no es la de un prototipo particular para cada hablante, sino la relativa al concepto de prototipo compartido. Esto puede acercarnos a lo que Putnam (1975) denominó estereotipo, aunque, a nuestro parecer resulta más adecuado hablar de prototipos compartidos que de estereotipos, para evitar así el sentido social que, generalmente, se aplica al estereotipo: al estar asociado con el concepto de comunidad lingüística completa, el estereotipo no resultará tan adecuado en situaciones comunicativas que presenten determinadas particularidades contextuales.
[17] Los conceptos norma individual y norma general los tomamos de Falk () a través de Marín Gálvez (: 18).
[18] Esta idea aparece ya en obras clásicas que tratan el tema. Así, por ejemplo, Hansen (: 179) habla de “frases perfectivas” (con estar) e “imperfectivas” (con ser), Cuervo (, s. v. ser) señala que “con estar la característica atribuida se ve como algo accidental, transitorio, alcanzado o mudable” y Navas Ruiz (: 163) indica que mediante estar se expresa “lo que se concibe como susceptible [de cambio]”.
[19] A pesar de que los adjetivos de color se presentan frecuentemente como ejemplo de la clase de los adjetivos intersectivos, el hecho de que aparezcan introducidos por el verbo estar los convierte, tal y como indica Romero Morales (: 203) en subsectivos. En casos como El plátano está verde es evidente que se presupone una progresión cromática esperada. Pero incluso en casos como La casa está blanca (en los que los cambios de color, suponemos, no siguen ningún patrón prestablecido) parece presuponerse “otro estado de la casa en el que esta no era blanca” (Romero Morales : 203). La interpretación del enunciado será, pues, subsectiva, “ya que se establece sobre el conjunto de referencia formado por los distintos estados (el actual y otro estado real o potencial) de x con respecto al color” (Romero Morales : 203). Dicho de otro modo: la propiedad ser blanca deja de entenderse como algo absoluto y ajeno a la casa en sí y pasa a convertirse en una propiedad relativa a las particularidades cromáticas propias de la casa en cuestión.
[20] También en este tipo de enunciados podríamos diferenciar usos del adjetivo subsectivo puramente descriptivos y usos marcados por un fin práctico determinado en un contexto dado. Además, el compromiso con una clase externa, como señalábamos en el apartado 2.2, estaría igualmente vigente.
[21] Los dos casos que hemos señalado como posible base para las expectativas de los hablantes los recogen sutil y elegantemente Alonso y Henríquez Ureña al hacer referencia a un “estado alcanzado” (Pablito está alto) y a “lo que estimamos normal en el sujeto” (Pablito está guapo): “El adjetivo con ser significa la cualidad inherente al sujeto, con estar, o bien significa un estado alcanzado, o bien se compara implícitamente la cualidad con lo que estimamos normal en el sujeto” (Alonso y Henríquez Ureña 1964: 124).