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Santiago Alcoba
Universidade de Santiago de Compostela
España
Vol 21 (2015), Artigos
DOI https://doi.org/10.15304/m.v21i0.3137
Recibido: 10-02-2016 Aceptado: 01-04-2016 Publicado: 01-06-2016
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Resumo

En este artículo, con datos de las versiones argentinas de El cazador oculto, por el contraste, precisamente, con las correspondientes paráfrasis de las versiones españolas de El guardián entre el centeno, se confirma, de otro modo, la conocida distinción de las dos variedades de lengua, argentina (B1) y peninsular (A1), según Veiga (2014), por el uso de los pretéritos canté / he cantado. Y, en particular, la variedad argentina, que usa preferentemente canté en toda clase de eventos de sentido pretérito, según las condiciones de la variante (B1) de la lengua, por contraste con los usos de canté / he cantado en la variante (A1). Colateralmente, en la revisión previa de la historia argentina de canté se confirma, con datos de Donni de Mirande (2004), el supuesto que denomino de Lope Blanch por su enunciado en (1961) y (1989): «el empleo mexicano actual no debe interpretarse como una confusión
del uso español “correcto”, sino como un resultado de la evolución natural de la lengua, evolución que parte del uso castellano preclásico y que sigue derroteros distintos a los del idioma peninsular». Este supuesto se corrobora (1) con la sustitución en varios casos del PPC («uno de los peores colegios que he frecuentado») por el presente («uno de los peores colegios que conozco»), en una versión argentina de El cazador oculto, como en el México de J. M. Lope Blanch (1961), y (2) también por la distinción por evolución paralela en la sustitución del PPC («el mejor silbador que he oído en mi vida») por el pretérito pluscuamperfecto del subjuntivo («el mejor silbador que hubiera oído en mi vida»), en una versión argentina de El cazador oculto, como en el México de J. M. Lope Blanch (1961).

 

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