El célebre e ignorado acróstico de Odoario, mostrado a las miradas del público en la entrada SE de la Catedral de Lugo, ha sido objeto reciente de minuciosas y exigentes revisiones, sin que probablemente se haya llegado todavía a un reconocimiento unánime de su significado, y de su cronología temprana, más tardolatina que altomedieval.
Recordamos aquí su tenor, con traducción que utiliza el uso semántico propuesto a continuación para ádsidus:
+¡Oh luz, resplandor de Hiberia, tú solo, Potencio, nuestra sagrada honra, célebre también por los nobles linajes de tu reducto natal! por tu proceder y por tu vida, también por tu palabra resplandeces; con tu ansia aquí en el trabajo, las cumbres del templo trazado confirmadas y renovadas destellan, y ¡que vibren eternas para ti, sacerdote!
+oh lux iubar hiberiae! sole Potenci sacr(um
decus, celebris et nobilibus gentebus alm(i
oppidi. e uictu uitaque et eloquio clares.
adseduos hic opere templi culumina com(ti
rata nouata micant sacerdoti aeternaque uibr(ent
(ODOAR ... misit) (ÓDOAR… despidió).
La nueva observación del acróstico final MISIT ―además del inicial ODOAR, reconocido desde hace años― hace casi indudable que el epigrama, de cinco versos quasihexámetros, está conservado completo y que contiene la firma del autor, no la dedicatoria a su nombre, y sería la despedida, el elogio fúnebre, de POTENTI v. 1 SACERDOTI v. 5, nativo del entorno lucense, pues se conoce la noble familia del elogiado, en su «reducto natal» (ALMI OPPIDI que no puede ser la urbs lucense, sino alguna plaza fuerte próxima). Esta referencia lleva aparejada la consideración del autor como lucense de origen, o de prolongada vecindad, y su creación, marcada por líneas de tradición tardolatina, es también un espécimen de lenguaje, reflejo de la sociedad, la escuela y la latinidad lucense de comienzos del siglo viii.
Al menos dos elementos léxicos de ese latín, no exclusivamente hispanos o galaicos, como corresponde al amplio sistema y paradójica unidad en la variedad latino-romance, tienen continuidad expresa, sin embargo, entre nosotros, en el área hispana de la Gallaecia Lucensis amplia.
El término aseo que he señalado en Berceo como resultado postverbal de latín assiduus ‑are ―en la acepción de ‘asedio’ (de los demonios: en el «turbio aseo»), distinta de la de ‘práctica habitual, ejercicio cotidiano (de higiene)’ que entendemos hoy― aparece en el adjetivo adsiduos, en nominativo, ocupando el primer dáctilo del penúltimo verso: ‘asiduo, constante (en el trabajo)’, referido a la obra material del laudado en la construcción del templo lucense. La forma en que aparece escrito: adsiduos (o adseduos la i/e resulta dudosa) por adsiduus, con o por la u breve, abierta, de nominativo, es grafía natural, bastante representada en textos de los siglos v o vi, y justificada además porque es la grafía conservadora que emplea el latín clásico, y Virgilio en la Eneida, como gran modelo poético, para distinguir la u semiconsonante de la u vocal sucesiva; la métrica de nuestro pentástico exige además, leer la sílaba -uos en sinicesis (‑dwos, como swa‑uis siempre en el hexámetro clásico) o más bien contracción uos: os, que responde a la fonética real en ejemplos similares, como p. ej. antiquus: *antiqus antigo tanto en gallego como en castellano, frente al renovado antiguo, o continuus: *continus: co(n)tino’, cotío, o fatuus *fatus: fato . Incluso el ritmo del verso parece exigir ―a diferencia de los otros ejemplos comunes recién aducidos― la pronunciación desplazada correspondiente a la cantidad breve de la nueva penúltima (la i, no ya la u primera de adsíduus): *ádsidos, lo que supondría una contracción temprana y ya consolidada a tiempo de adaptarse a la «ley de la penúltima» que rige en latín. Y no queremos dejar de aventurarnos en asociar esta forma con la palabra ansia que en gallego y castellano de Galicia ―«o que ten ansia non durme», «tés boa ansia!» para acusar de despreocupación― significa ‘cuidado’, ‘dedicación’, ‘afán’, más que ‘inquietud’, ‘angustia’, y parece por tanto semánticamente más próxima a *ásidos: ‘afanoso’ que a anxius ‘ansioso’. El recorrido semántico del término sería, por tanto, adsiduus: adsiduare: asear: postverbal aseo (= asedio / = aseo en el sentido moderno), y por otra parte: *ásido: *ásio *asiar: ansiar, y postverbal ansia, con influencia de anxius.
Tampoco se ha de ignorar la presencia literal en el texto del adjetivo almus (almi oppidi), usado por Lucrecio (alma Venus), por Virgilio (lux alma: ‘la luz que da vida’); en fin, poético. Está asimismo, en sentido metafórico, en el contemporáneo epigrama de Cangas de Onís: alme Crucis, y además en otros cantos, litúrgicos, en honor de la Madre que da el pecho al Redentor: Alma Redemptoris Mater, como la Virgen patrona de Lugo; así como también se dice de la escuela: alma mater de los alumnos. Explica por cierto el latín vulgar hispano amma ‘nodriza’, que introduce el diccionario académico bajo el lema amo ‑a; en el sentido inmaterial, en los diccionarios gallegos, pero no en el de la española, se ve recogido ama como título de las costureras aprendices para su maestra, y de las señoras educadoras en casas nobles. Incluso el correspondiente ―hoy solo cultismo técnico― alumnus: ‘quien recibe el alimento’ tuvo una viveza que llega hasta su uso actual como nombre de mujer, localizado en Vascongadas: Aloña, y con el postverbal *aluminare, cuyo resultado gallego aloumiñar, alomiñar nos induce a proponer, con síncopa de u breve y asimilación ocasional de las nasales, *ammimare como base semántica y fonética del «expresivo» mimar, del mismo sentido.
Aunque es novedosa lectura de un pasaje con dificultades, el texto parece incluir, en dativo, sacerdos: un término clásico latino, también poético, ajeno al género incluso, pues Virgilio lo refiere a Rea Silvia, la madre de Rómulo y Remo: regina sacerdos (Aen. I 273); hoy es un cultismo totalmente vulgarizado, pero mantuvo mucho tiempo cierto sabor tradicional precristiano ―frente a términos griegos, como clericus, presbyter, episcopos, archediaconos, monachos (en Mondoñedo, 1321, testamento de Tereia Peres su diminutivo *monachinos > moosiños, de donde retroderivará ―en paralelo con la forma berceana mon(a)çiellos― el actual mozo), más propios de la iglesia temprana, y con abundantes resultados populares.
Lo que no es dudoso es la continuidad del término columen: columina, que aparece en el mismo verso cuarto, en su segunda parte; *colúmene ―además de en el gallego cume, que se explica mejor desde esta forma que del sinónimo culmen― resulta en *columbre, fijado en topónimos: Colombres, en Asturias, Columbretes (Islas, en Castellón) y derivado en el postnominal: columbrar: *columinare: ‘contemplar desde una cumbre’. La forma plural, columina, está con corrección métrica donde precedentes lecturas lumina o culmina dejaban corto el verso quasihexámetro, lo que nos hacía buscar el tetrasílabo que ahora el calco debido a Colmenero-Ferrer deja aún más palpable, escrito en realidad, casi sin duda, culumina, con grafía fonética hipercorrecta analógica de culmina.
A su vez, este término columen, de tradición clásica, tendría relevancia para la historia de las relaciones culturales lucenses y europeas, pues se suma a otros del poema: decus, Hibericus, usados en breve sucesión por Sidonio Apolinar en carta laudatoria, en prosa, al «ibérico» Fortunal: VIII 5: Ibis et tu in paginas nostras, amicitiae columen, Fortunalis, Hibericarum decus inlustre regionum. El autor lugdunense, del siglo v, e integrado ya en el feudo visigótico, fue modelo conocido para versos de Martín de Braga y de Isidoro de Sevilla (uersus in bibliotheca), con lo que se confirma o no se puede ignorar la vinculación original temprana de nuestro texto con otras áreas hispanas y galoromanas.
Frente a la tendencia a ver con cierta suspicacia y desdén los textos lucenses como producciones tardías, incluso falsarias, dependientes de posteriores, el texto del acróstico aparece como esmerado producto local de sabor popular en un espacio que mantiene las tradiciones romanas de la poesía, de fuerte impronta virgiliana, pero recibe además textos e influencias varios, más recientes, que conserva tenazmente en su tradición y que en su momento compartirá, como refleja la difusión europea de las Etimologías de San Isidoro o de los textos poéticos (en códice Paris BNF lat. 8093) de impreciso origen que llamamos Anthologia Hispana, con ecos o vinculaciones en nuestro poema.
No se recogió el nuestro sino en los espacios del templo primitivo, y sería repuesto en su ubicación actual con ocasión de alguna remodelación, quizás no tanto porque se recordase todavía a Odoario, cuyo nombre se ocultó en el acróstico a lo largo de siglos, sino como una prueba de continuidad con las viejas piedras y los viejos latines.
Quedó también el nombre de Odoario en la onomástica galaico-lucense, en los multiples Odoario, Aduario, Odoáriz… y lo podemos reconocer en primer lugar en el poblado de su nombre: Proba d’Adae (hoy Paradai, amplio suburbano lucense, y en el próximo municipio de Adai (Aduarii, en genitivo); también el apellido (orensano) Adán parece una adaptación, con influencia del bíblico primer padre, del mismo Adai. Otros topónimos que podrían investigarse, descartando homonimias, son: Rao, Rego de Rao y O Rodao, como derivación adjetiva: odoarianum: *odorao, con recorte del pseudo-artículo y metátesis. Pero sobre todo, el abundante (en Lugo y Coruña) Ares, topónimo y apellido, parece resultado directo de la frecuente forma documental Odoáriz: *Ooares, que también pudo consonantizar en *Uares: Vares / Bares, extremo de una de las viejas lindes de comitatus lucenses. Atendemos los restos toponomásticos como una parte un tanto fragmentada del sistema lingüístico que estimula nuestro interés y consolida nuestro conocimiento.
Notas
[1] Expuesta primero en la docencia lucense; en el VII Congreso internacional de Latín medieval hispánico, Salamanca, octubre de 2019 (18, 13:00 h: M.ª Concepción Fernández López, Univ. de Santiago de Compostela), «Quasihexámetros lucenses: el acróstico ―arqueteléstico― de Odoario», y ahora más resueltamente en «El Doble Acróstico de Odoario. Un pentástico arqueteléstico ―en quasi-hexámetros, dedicado a Potencio de Lugo», LVCENSIA 61, Lugo, 2020, 33-44.
[2] En palabras de José María Anguita ―p. 68 de su metódica revisión del texto, dataciones, precedentes y anteriores estudios: Anguita Jaén, J. M. «El acróstico de Odoario de Lugo» (Estudios de filología e historia en honor del profesor Vitalino Valcárcel / Íñigo Ruiz Arzalluz (coord.), Alejandro Martínez Sobrino eta. edd. Vitoria: Universidad del País Vasco 2014, vol. 1, 65-89―, «es mérito de Risco (1796, 105)» en el vol. de Lugo (XL) de la España Sagrada de Flórez.
[3] En Berceo, en la Vida de San Millán II 171 y ss.: «Una dueña Proseria era demonïada / de fuertes dos demonios era mal embargada… 172 Habié el homne bueno, nomne Nepocïano / … al uno e al otro prendienlos cutïano /… 174: Fueron al confesor natural de Berceo / el que a Belcebub venció en el torneo; / entendiolos él luego en el turbio aseo / vío que de salud vivién en grant deseo. 175 Entendió como eran los demonios doblados / como se semejaban los sucios enconados; / rogó al Rey del Cielo que suelta los pecados / que valiese estos homnes atan mal demenados»…v. p. 1327: María Concepción Fernández López «¿Campo cosechado? “aturar” “empalagar”: dos casos en un gran sistema» vol. 2, 1325-33, Actas del VIII Congreso Internacional de Historia de la Lengua Española: Santiago de Compostela, 14-18 de septiembre de 2009, edd. Emilio Montero Cartelle, sec. Carmen Manzano Rovira. Santiago de Compostela, 2012.
[4] En inscripciones en verso: Carm. epigr. 1002, 2 (ad- siduom, saec. I), en el ThLL, que también recoge grafías: atsiduam, Corp. VIII 10523; atsidua, Corp. IX 729 (aet. Sever.); adsedua.
[5] Por ejemplo, c. 1280 Alfonso X General Estoria. Cuarta parte XV De tierra de yrcania ...e que fue grand aquella tierra en el tiempo antigo (en Real Academia Española: Banco de datos (CORDE) [en línea]. Corpus diacrónico del español. <http://www.rae.es> [10/11/2020]).
[7] DLE: fato 3, ta 1. adj. Ast., Hues. y Rioja. fatuo. En gallego ‘fato –a’ =tonto ‑a, en DdD mixto con substantivo (participial o postverbal de la 4.ª decl.): farctum: ‘relleno’: abundancia, puñado, caterva’.
[8] «ansia (s. f.) de Ribadavia. Empeño grande y tesón con que se hace alguna cosa. Cast. Ahinco». Papeletas: Juan Sobreira Salgado (1792-1797): Papeletas de un diccionario gallego, ed. de J. L. Pensado Tomé (Instituto de Estudios Orensanos, Ourense, 1979). «ansia (s. f.) Preocupación, deseo, empeño. Fondo de Vila, Our. Así: Non ten ansia ningunha das cousas, non teño ansia do leite (no me apetece), non ten ansia da facenda». (Frampas III) Eligio Rivas Quintas (2001): Frampas, contribución al diccionario gallego (inédito ata a 1ª ed electrónica neste diccionario): http://sli.uvigo.es/DdD/.
[9] También el de la sabiduría: alumne llama Filosofía a Boecio en la Consolatio (prosa tercera) ‘hijo’; Sidonio Apolinar, en Cármina IX 230: Corduba... alumnis alude a los Sénecas ‘hijos de Córdoba’; ib. XXIII 240: Aticos alumnos: los atenienses con los que compite Consencio hablando en griego; especialmente en femenino: ‘ahijada, protegida, criada en casa’: Cartas V 17: las Musas de Apolo: suas alumnas VIII 11: Phoebus... Thaliae: alumna (cfr. V 16, de su hija, criada con mimo y severidad por abuela y tías).
[10] Y no en una especie de paralelo prefijado ―semánticamente bastante extraño― de illuminare: alumbrar: **coilluminare, según se viene interpretando.
[11] Rodríguez Colmenero, Antonio: Lucus Augusti. A cidade romano-xermánica da fisterra ibérica. Xénese e evolución histórica (14 a. C- 711 d. C): «Epílogo: O Acróstico de Odoario», 253-64, Lugo, 2011.
[12] Es decir, de territorios que hoy se integran en Francia, pero no tienen más nombre propio en la antigüedad romana que el inexacto y plural de «las Galias»; para su zona de dominio visigótico se podría usar el término «Septimania» y, para el resto, el posterior de «Francia», con los adjetivos: «francisco», «francés» o «franco». No estamos acostumbrados a tener presente esta relativa falta de claridad de la delimitación, frente a la más neta de Hispania y de su cuenca del Ebro (Hiberia), desde los tiempos greco-romanos.