La Universidad de Córdoba pone en marcha, con la publicación de este libro, una serie de manuales dedicados a las distintas materias que se imparten en sus centros. Le ha correspondido al profesor Moreno Cuadro, de esta forma, principiar un camino y ser, en cierta medida, modelo de otras aventuras docentes que se ocupen de este tipo de menester.
Quizás al enfrentarse a un volumen de 1000 páginas, escritas con el propósito de ser valoradas como un manual, quepa preguntarse si no estaremos ante un trabajo demasiado extenso para ser estudiado como materia en un determinado curso académico. Y la respuesta a ese interrogante bien pudiera ser que lo que el libro aporta es mucho más de lo que un estudiante cualquiera pueda abordar en ese tiempo de formación. Pero si la valoración de lo que se enseña se hace desde otra perspectiva distinta y se entiende el manual como un libro de apoyo desde el que aproximarse a un campo del saber, en el que un profesor cualquiera asume la docencia de lo que aquí se contiene, lo aportado adquiere todo su sentido ya que facilita las herramientas precisas para contextualizar y profundizar, de una forma adecuada, sobre cualquier cuestión abordada en las clases teóricasm supuestamente recibidas.
La obra que comentamos, en cualquier caso, asume, en su plenitud, una de las acepciones de la palabra manual: “Libro en que se compendia lo más sustancial de una materia”. Y el profesor Moreno Cuadro lo hace a través de una estructuración de su texto que cumple con otra de las acepciones de dicha palabra: “Fácil de manejar”.
Así los seis primeros de sus catorce capítulos los ocupa en cuestiones que tienen que ver con la terminología y principios metodológicos, el estudio de la imagen, la iconografía y la iconología, la influencia de Aby Warburg, la aplicación del método iconológico a la arquitectura y, finalmente, alude a Gombrich y la visión renovadora de la iconología. Desde los epígrafes que estos contenidos suponen se desciende a cuestiones tan relevantes como el análisis de los testimonios del artista o de quienes estuvieron en contacto con él; a la comparación de imágenes; a la relevancia de estudiosos, como Erwin Panofsky; o al simbolismo arquitectónico, por citar algunos de los asuntos abordados.
La materia contenida en los capítulos siete y ocho se ocupan de la Biblia en relación con la iconografía y de otras fuentes religiosas y configuran la parte central del manual, abarcando doscientas ochenta y tres páginas del mismo, El autor nos aproxima, en primer lugar, a la Biblia abordando los cánones bíblicos, el simbolismo tipológico, los apócrifos, los oráculos sibilinos, así como el Apocalipsis y los Beatos; en definitiva se aportan, de este modo, los instrumentos pertinentes para adentrarnos, desde diferentes fuentes, al estudio iconográfico.
Al abordar la iconografía bíblica se asocia su análisis al de determinados programas visuales de la monarquía hispana, en lo que concierne al Antiguo Testamento, al que se nos aproxima en un discurso que nos lleva desde la creación a los reyes y la espera mesiánica, incidiendo en temáticas como el Infierno, Limbo y Paraíso, los reyes y héroes veterotestamentarios o los profetas. El engarce que aquí se hace con la monarquía sacra hispánica se acomete al entenderla como continuadora del reino de Israel abordándose temas tan atractivos como su papel en la defensa de la religión, el imperialismo de Carlos V o lo que aquí se denominan los “Salomones” españoles.
Por lo que se refiere al Nuevo Testamento se abordan, especialmente, tres cuestiones: El Apocalipsis y el Juicio Final; Déesis; y María protectora y la Escala de la Salvación; María Mediadora en la obra de la Salvación. Un tratamiento diferenciado tiene, con un epígrafe especifico, la Encarnación del Verbo, a partir del cual se desglosan una serie de cuestiones tales como la Segunda Persona de la Trinidad, la familia nuclear y las dos Trinidades, la Santa Parentela y María mujer perfecta, Inmaculada, Theotokos y Christotokos. Y, como no podía ser de otro modo lo concerniente a la iconografía de Cristo se estructura partiendo de un primer ciclo – el de la infancia-; uno segundo – la vida pública-; para concluir con uno tercero en que se reúnen, en este caso, la Pasión, muerte y Resurrección de Jesús.
El octavo capítulo contiene lo que el autor denomina “Otras fuentes religiosas”; es este el lugar en el que se alude a los libros de devoción, el drama litúrgico, la danza macabra, la homilética, la mística y las hagiografías.
La materia que se reparte entre los capítulos nueve y catorce puede decirse que se atienen a presentar lo que pudiera calificarse como iconografía profana o, como el propio autor denomina en su guía docente de la asignatura, en la Universidad de Córdoba, Iconografía cívica/política; al menos así cabe entenderla, en líneas generales ya que se nos aproxima, tema a tema, a los bestiarios y antropología monstruosa; la mitología, los jeroglíficos y emblemas; el saber enciclopédico y arte hermético; las artes liberales. Astronomía y Astrología; la estampa.
Dice el profesor Moreno Cuadro, en la presentación de esta obra, que “se presenta como guía a los alumnos que cursan “Iconografía e Iconología” en la Universidad de Córdoba. El hecho de que se parta de catorce capítulos bien pudiera relacionarse, traducidas a semanas de clases, con el tiempo con el que se cuenta para impartir la asignatura. Y, aunque el libro lo ha escrito pensando en sus alumnos se trata de una obra que bien debieran de conocer, y manejar, no solo los discentes de cualquier otro lugar que pretenda aprender sobre la materia sino también los profesores que la imparten, dada la solvencia desde la que está concebida tal aportación y la calidad que contiene.
El autor incluye, de manera sistemática, innumerables citas bibliográficas abreviadas, en el propio texto y, también, menciona, de similar modo, las figuras que, en cada caso, han de tenerse en cuenta. Se opta, además, por aportar, al final del texto, únicamente la bibliografía citada que es, por otra parte, sumamente extensa. Un dato al respecto: se enumeran en ella hasta treinta y siete trabajos del profesor Moreno Cuadro, lo que manifiesta la íntima relación intelectual entre el autor y la materia que explica y, en este caso, trata desde un manual, un tipo de escrito que debiera de ser más habitual de lo que es entre los docentes, en el ámbito universitario, de nuestra área de conocimiento.
Y, en lo que concierne a la aportación gráfica, ha de tenerse en cuenta que abarca las últimas 387 páginas del libro y que comprende 830 figuras, algunas de las cuales incluyen más de una imagen, de tal modo que la suma total de representaciones conlleva la muestra de 1321, algo ciertamente reseñable por la riqueza visual que esta obra contiene.
Para finalizar, sin dejar de restar a lo que se aporta el valor de ser un manual –tanto para alumnos como para profesores–, es, al tiempo, un tratado, sumamente actualizado del modo en que hoy cabe ver la materia a explicar, un mundo siempre abierto a otros posibles ejemplos, por supuesto, pero que contiene una visión global muy aleccionadora y, también, oportuna para quienes pretendan abordar la investigación en cualquiera de sus campos del saber.