1. INTRODUCCIÓN
Como se sabe, el estudio de la neología y de los neologismos es relativamente reciente. Si hacemos un poco de historia, podremos comprobar que, como hemos dicho en otras ocasiones (Guerrero Ramos , , , , ), aunque el interés por la neología en las lenguas románicas data de la segunda mitad del siglo pasado, es en la actualidad cuando su investigación está sufriendo un proceso de evolución muy acelerado.
En el mundo francófono el primer coloquio de neología fue organizado en París en 1971 por el Conseil International de la Langue Française. Allí fue donde Quemada, maestro de Alvar Ezquerra, señaló la necesidad de asentar la neología de manera institucional. Conocido es por todos el famoso número publicado en 1974, el 36, de la revista Langages, dedicado a la neología (), donde participaron figuras como Guilbert, Gardin, Mortureux, Lefèvre, etc. En el ámbito teórico destacan los trabajos publicados en 1976 por Rey, y en seguida nacen las redes en neología, redes que se han extendido por todo el mundo y, con especial cultivo y éxito, por el hispánico. Concretamente, en España el estudio y recogida de neologismos no se inicia hasta 1989, fecha en la que Cabré crea el Observatorio de neología en Barcelona, cuya sede desde 1994 está en el Institut Universitari de Lingüística Aplicada (IULA), en la Universidad Pompeu Fabra. A partir de ese momento, y gracias a la labor coordinada del Observatorio, se avanza mucho en la investigación en neología tanto en el ámbito teórico como en el aplicado. En esta línea se enmarca el proyecto coordinado por Alvar Ezquerra, del que formamos parte desde su inicio y que concluyó con la publicación del Diccionario de voces de uso actual en 1994. Un año después apareció nuestra contribución Neologismos en el español actual, también publicada por Arco Libros. Se podría decir que es a partir de entonces cuando los lingüistas se interesan de manera especial por el estudio de la neología y los neologismos.
Sin embargo, el neologismo como producto no siempre ha sido objeto de aceptación, sino más bien de cierto menosprecio por parte, sobre todo, de los considerados puristas. Como palabra, precisamente, no se registra en el diccionario académico hasta la edición de 1843 () como un neologismo procedente del francés y en su definición se percibe una actitud despectiva: «vicio que consiste en introducir voces nuevas en un idioma».
Ahora bien, ¿qué se entiende por neologismo? No es fácil definir un neologismo, aunque en principio pueda parecerlo: una palabra nueva. Pero, ¿qué es una palabra nueva? Hay muchas definiciones al respecto. Lo normal es acudir, como hemos hecho en otras ocasiones, al diccionario de la Academia para ver qué se registra en las entradas neologismo y neología, donde podemos leer:
Ambos términos se ubican en un ámbito temático especializado, el de la lingüística. El primero se refiere tanto al uso como al propio vocablo y el segundo tanto al proceso de formación como al estudio de neologismos. Ahora bien, ¿cuándo estamos ante un vocablo realmente nuevo y cuándo ante un uso neológico? Lo cierto es, como acabamos de decir, que, aunque, como señala el propio Alvar Ezquerra, la pregunta ¿Qué es un neologismo? a primera vista tiene «una fácil respuesta: es neologismo toda aquella voz que no ha sido empleada antes en la lengua» (prólogo del DVUA, V), no es sencillo delimitar tales voces. Es evidente que el concepto de neologismo, inmerso siempre en el ámbito de la lingüística general, implica determinados problemas y se hace indispensable una clara catalogación. La definición que proporciona del neologismo como una «unidad nueva, de naturaleza léxica, en un código lingüístico definido», tampoco da respuestas a las preguntas que él mismo formula y que son las que nos venimos haciendo:
- 1)
¿Qué tipo de unidad lingüística puede ser llamada neologismo?
- 2)
¿En qué es nueva tal unidad?
- 3)
¿Cuáles son las relaciones entre la unidad neológica y el sistema en el cual se manifiesta?
Según este investigador, un neologismo debe ser necesariamente una palabra, simple (palabra o morfema) o compleja (grupo sintagmático o sintagma lexicalizado).
La palabra-morfema (formada por una base y un sufijo, o un prefijo y una base o dos bases), o el grupo sintagmático nuevo ―que debe constituir una unidad designativa y conceptual―, puede o no entrar en el léxico. Virtualmente son aceptables todas las combinaciones posibles, pero el efectivo funcionamiento del neologismo en el sistema depende no solo de factores puramente lingüísticos, sino que también intervienen factores de naturaleza psicológica y sociocultural.
Al respecto, Cabré (, ) ha afirmado que la definición tradicional, que cubre solo los procesos lingüísticos de formación de palabras nuevas, resulta actualmente pobre para describir el amplio movimiento que ha surgido en torno a las novedades lingüísticas. Compartimos con ella la idea de que la vertiente lingüística de la neología es solo una de las aproximaciones posibles al tema, entre toda una serie de enfoques que sitúan la neología en un triple nivel: lingüístico, cultural y político. También compartimos con ella (), la idea, propuesta por , de que, hoy día, con el término neología se cubren cinco actividades diferentes:
- 1)
El estudio teórico y la descripción de las innovaciones léxicas
- 2)
El proceso de creación de unidades léxicas
- 3)
La actividad institucional organizada y planificada de vela, recopilación, análisis, normalización, difusión e implantación de los neologismos en el marco de la política de una lengua
- 4)
La actividad de identificación de los sectores especializados nuevos o sin denominaciones para los que habrá que encontrar recursos expresivos
- 5)
El seguimiento del uso de neologismos para actualizar adecuadamente los diccionarios generales o especializados.
De estas cinco actividades únicamente la quinta permite no solo actualizar adecuadamente los diccionarios generales o especializados, sino comprobar el estado, la situación en la que se encuentra una lengua, que es lo que se ha pretendido con la realización del Diccionario de voces de uso actual (DVUA). Y decimos pretendido porque, en realidad, todavía hoy no disponemos de los medios necesarios para acotarlas y que nos permitan dicho seguimiento.
2. NEOLOGISMO Y USO NEOLÓGICO
Partimos de la idea de que no es lo mismo neologismo que uso neológico y debemos diferenciarlos. Hablamos de neologismo cuando se trata de una voz de reciente incorporación a una lengua concreta en un momento dado de su historia y de uso neológico cuando la voz, de alguna manera, lo que sufre es un proceso de reactualización también en un momento dado de la historia de una lengua concreta. Sin embargo, como ya venimos diciendo no es fácil llevar a cabo dicha delimitación, ya que una definición general, simple y precisa no existe y la ofrecida por la Academia mayoritariamente aceptada no es suficiente, como estamos viendo, para abarcar todo lo que se puede enmarcar bajo la etiqueta de neologismo.
Tradicionalmente se ha venido defendiendo que una voz es nueva si los hablantes la perciben como tal, es decir, si se constata en los hablantes un sentimiento neológico, criterio este defendido ya en 1974 por Gardin et al. Pero, evidentemente, no es suficiente, porque no deja de ser un criterio subjetivo y de ahí que además de este se hayan aportado otros. Son los siguientes:
- A)
La diacronía: una unidad es neológica si ha aparecido en un período reciente.
- B)
la lexicografía: una unidad es neológica si no aparece en los diccionarios.
- C)
La inestabilidad: una unidad es neológica si presenta signos de inestabilidad formal (morfológicos, gráficos, fonéticos) o semántica.
- D)
La psicología: una unidad es neológica si los hablantes la percibimos como una unidad nueva.
De ellos se ha priorizado el criterio lexicográfico, quizá por ser el más objetivo. En realidad, tales criterios no son excluyentes entre sí. De hecho, pensamos que una combinación de todos sería la mejor opción para detectar un neologismo. En los últimos tiempos, y gracias, sobre todo, a los avances científico-técnicos, se han introducido muchos neologismos o neónimos procedentes de dichos avances. Pero también es verdad que gracias a las nuevas tecnologías se ha cambiado la manera de detectar los neologismos y se ha conseguido con los programas de extracción automática un mayor número de voces que con los vaciados manuales. Sin embargo, desde nuestro punto de vista es necesario priorizar los estudios cualitativos que nos permitan formular una teoría general del neologismo. No se trata de recoger muchos neologismos que, en la mayoría de los casos, acabarán desapareciendo muy rápidamente, ocasionalismos tal vez, sino de evaluar el comportamiento de estos de una manera eficaz y saber cuál es su aportación a la lengua. Para ello las nuevas orientaciones en neología se deben basar en una serie de principios que consideramos imprescindibles, teniendo en cuenta que el punto de partida debe ser siempre el sentimiento neológico, ya que sin dicho sentimiento por parte del hablante no podríamos hablar de neologismos. Son los siguientes ():
- 1)
El diccionario sigue siendo un medio eficaz para medir la neología.
- 2)
Hay que diferenciar entre neologismo strictu sensu y uso neológico.
- 3)
La prensa y los medios de comunicación en general son una importante puerta de entrada no solo para los neologismos comunes, sino también, e incluso más, para los neologismos especializados.
- 4)
La especialidad deber ser considerada una variable más que permita establecer el grado de neologicidad de las palabras, es decir, las palabras especializadas suponen la principal aportación en la creación y uso de neologismos.
- 5)
Hay que distinguir entre neologismos de emisor y receptor, por una parte, y neologismos de receptor, por otra.
Para la realización del DVUA, que analizamos, se siguió el criterio lexicográfico. Evidentemente, el diccionario no pretende recoger todas las palabras nuevas del momento, sino que hace una selección atendiendo al corpus de exclusión lexicográfico, criterio que, como hemos dicho, es el unánimemente establecido por los investigadores con el que se garantiza cierta objetividad. Así pues, dada la dificultad en la identificación de tales palabras, el DVUA se propone, tal como se indica en el prólogo (VI), recoger «todo lo que no figura en el repertorio académico, aún a sabiendas de que los hay que no son neologismos, que de ninguna manera pueden serlo; [...] y tantos otros, entre los que hay no pocos tecnicismos (como eritropoyetina, escleroctomía, espondilitis, etc.). No es este el caso de los deslizamientos semánticos gracias a los cuales aparecen con significados nuevos palabras viejas». Pero lo cierto es que muchos de esos tecnicismos o unidades procedentes de ámbitos especializados o de otros lugares acaban formando parte del sistema de la lengua cuando designan categorías generales u objetos. Y es que los hablantes pueden no conocer un vocablo, aunque este exista desde hace décadas en un circuito que no es el suyo, sea por motivos generacionales o culturales, lo que nos permite hablar de grados de neologicidad. Se trata de usos neológicos en el nuevo ámbito, aunque no neologismos propiamente dichos. En la actualidad el trasvase de las lenguas de especialidad a la lengua general o común es continuo. De la misma manera se da el trasvase entre los distintos dominios temáticos. Incluso de la lengua general a las especializadas, si bien este se produce en menor medida. Todas las palabras han tenido un primer momento neológico, una primera documentación, las especializadas también. La neologicidad de una misma unidad puede variar según los usuarios del texto en que aparece. Ya advierte que una unidad léxica que no es nueva en un texto entre especialistas puede ser considerada por el receptor como una nueva unidad en un texto de aprendizaje o en un texto de divulgación, dirigido al público en general. Habrá que distinguir, por tanto, entre neologismos de emisor y de receptor, por un lado, y neologismos solo de receptor, por otro. No serán neologismos desde el punto de vista de un determinado emisor, pero sí lo serán desde el de un determinado receptor.
3. NEOLOGISMO Y USOS NEOLÓGICOS EN EL DVUA
Tal como como hemos dicho, el propio Alvar Ezquerra es consciente de que no todas las palabras recogidas en el DVUA son neologismos. Tampoco podemos saber si son realmente necesarias o simplemente que en un momento determinado los hablantes las usan. En ese sentido conviene recordar que, como puso de manifiesto , adquirir términos es «una necesidad sentida de muchos modos, y esa necesidad puede cambiarse al actuar en el nuevo ámbito en el que se inserta», pero es lo que él considera la participación del hablante como masa y no como creador lo que realmente hará que prosperen tales palabras (). Se trata de la circulación de los neologismos, tal como ha puesto de manifiesto .
En un estudio publicado en la revista Terminalia (), comprobamos que los procedimientos de formación más productivos en la creación neológica son los préstamos en primer lugar, la derivación: sufijación y prefijación en segundo lugar, en tercer lugar, la composición culta y en cuarto la composición. Partiendo de dicho estudio hemos querido comprobar si estos son los procedimientos más usados también en el DVUA y qué cambios ha habido en la segunda edición del diccionario respecto de la primera.
Las formaciones que más hallamos tanto en la primera como en la segunda edición del diccionario de neologismos son los préstamos o calcos procedentes del inglés y, en menor medida, del francés, seguidas de las construidas con los prefijos, los sufijos y las unidades poliléxicas. Nos detendremos, en esta ocasión, en los prefijos, si bien debemos advertir que no queremos entrar en la tradicional polémica en torno a la consideración de lo que es un prefijo. Ya en la Nueva gramática de la lengua española () se dice que consideran prefijos muchos que antes eran vistos como elementos compositivos y se reconoce la diferente actuación lexicográfica, ya que los criterios no atienden tanto a la etimología de la voz o al parentesco histórico, sino a la combinación de los segmentos y la relaciones con la base morfológica:
Sin embargo, se suelen analizar hoy como prefijos otras unidades que tradicionalmente se consideraban elementos compositivos, por tanto, el primer segmento de una palabra compuesta: ante‑, vice‑, mono‑, semi‑, sobre-, etc. Debe tenerse en cuenta que los criterios aplicados en este ámbito de la gramática no siempre coinciden con los que se usan en lexicografía. En esta última disciplina suele otorgarse mayor peso a la etimología de la voz, así como a las palabras, a menudo independientes, con las que puede emparentarse históricamente. En los estudios de gramática sincrónica se presta más atención, en cambio, a las propiedades combinatorias de cada segmento y a la relación que cabe establecer con su base morfológica. Del distinto valor concedido a cada uno de estos criterios surgen, en ocasiones, discrepancias en la clasificación que desde cada una de estas disciplinas se hace de los prefijos del español ().
En el nuevo protocolo de vaciado de textos en español del Observatori de Neologia también se han cambiado algunos criterios y en concreto en el marco de Neoroc, red de neología del español a la que pertenecemos. Se ha estimado que, como algunas preposiciones y adverbios funcionan como prefijos (ante‑, contra‑, no-, etc.), las palabras formadas con estas se considerarán formadas por prefijación y no por composición.
Ofrecemos a continuación la lista de prefijos que en el protocolo de vaciado de la red Neoroc se consideran más frecuentes:
Teniendo en cuenta esta lista, en el presente estudio hemos querido observar la pervivencia y vitalidad de neologismos o usos neológicos en el DVUA () y en el Nuevo diccionario de voces de uso actual (, en adelante Nuevo DVUA) formados con algunos de esos prefijos.
Así, ordenados de mayor a menor productividad en el Nuevo DVUA, hemos considerado los siguientes elementos: anti‑, super‑, auto‑, des‑, mini‑, semi‑, bi‑, ciber‑, micro‑, pre‑, multi‑, hiper‑, macro‑, pos‑ (post‑), inter‑, neo‑, sub‑, sobre‑, re‑, pseudo‑, contra‑, pro‑, extra‑, mono‑, mega‑, in‑, poli‑, tri‑, trans‑, pan‑. Los demás tienen una representación muy baja. De ellos en el Diccionario de la lengua española de la Academia (en adelante DLE) vienen marcados como elementos compositivos: ante‑, archi‑, auto‑, bi‑, ciber‑, circum‑, di‑ (cuando procede del gr. y significa dos), endo‑, exo‑, hemi‑, hiper‑, hipo‑, infra‑, macro‑, mega‑, meta‑, micro‑, mono‑, multi‑, mini‑, neo‑, pan‑, pseudo‑, pluri‑, poli‑, semi‑, sobre‑, super‑, supra‑, tetra‑, tri‑, ultra‑, uni‑, vice‑. Por otro lado, an‑, cis‑, con‑, contra‑, cuasi‑, des‑, di‑, dis‑, en‑, entre‑, ex, extra‑, in‑, inter‑, intra‑, para‑, peri‑, pro‑, pre‑, pos‑ (post‑), re‑, sub‑, trans‑, tras‑, vienen registrados claramente como prefijos. Epi‑y yuxta‑no se recogen en el DLE.
Mientras que en el DVUA hay 215 neologismos con anti‑, en el Nuevo DVUA se han recogido 490, más del doble. Ateniéndose al corpus de exclusión, de los 215 registrados en el primer diccionario, 26 ya no constan nuevo () por estar en el . Algunos ejemplos son: antiabortista, antiadherente, antibacteriano, anticorrupción, antidemocrático, anticanceroso, antidroga, antihistamínico, antiterrorista, antivirus, etc., palabras que ya forman parte de nuestro patrimonio léxico y, por tanto, han dejado de ser neológicas. Sin embargo, como ha dicho , en la práctica «se puede considerar que existe un neologismo mientras no desaparezca, para el conjunto de usuarios a quienes concierne la utilización de dicha palabra, el efecto de asombro causado por la innovación léxica». Así se siguen recogiendo en el Nuevo DVUA voces que estaban en el DVUA, como antialbanés, ‑nesa, antiamericanismo, antiamericano, ‑na, anti‑árabe, de las cuales el DLE ya registra antiamericanismo y antiamericano, ‑na. Otras, en cambio, se han incorporado ya en el Nuevo DVUA, como antianguitista, antifelipismo, antifelipista, antiGil, antigilismo, antiguerrismo, antiguerrista, etc., porque reflejaban la situación política y social del momento, y que, como es lógico no ha recogido el DLE.
Si bien es verdad que no todas las palabras pueden ser admitidas por los diccionarios, tampoco hemos de pensar que por el hecho de ser recogidas en ellos dejan de ser neologismos. dice que «Songeons également que la durée du néologisme n’est pas uniforme et que certaines unités peuvent garder longtemps “un parfum de nouveauté”, bien après leur première apparition, alors que d’autres perdent quasi instantanément ce caractère». Siguen siendo novedades, pero no nos resultan ilícitas, especialmente cuando es el diccionario de la Academia el que las recoge. Al respecto, dice: «Le Dictionnaire des mots nouveaux de P. Gilbert recense les néologismes sur une période d’un peu plus de dix ans. L’auteur a donc estimé que la permanence du sentiment néologique pouvait atteindre cette durée». Así pues, aunque no todos los neologismos perduran el mismo tiempo, se viene aceptando que la media de vida de estos es de diez años; transcurrido dicho periodo, serán completamente integrados en el léxico o caídos en el olvido.
Del prefijo super-, en el DVUA se recogían 168 términos, mientras que en el Nuevo DVUA encontramos 342. De las 168 del DVUA solo nueve voces han sido descartadas para el Nuevo DVUA porque ya habían sido recogidas en el . Ejemplos de ello son: superpoblación, superpotencia, superproducción, supervivir. Se siguen recogiendo en el Nuevo DVUA voces que estaban en el DVUA como superabuelo, ‑la, superancho, ‑cha, superboda, superbote, etc. Ninguna de estas se registra en el DLE y siguen siendo de uso actual. Voces que se han incorporado en el Nuevo DVUA son, por ejemplo, superactivo, ‑va, superagresivo, ‑va, superalcalde, superantioxidante, superbonito, superconservante, etc., voces que aún no aparecen en el DLE.
De auto- en el DVUA había 144 palabras nuevas, que han pasado a ser 327 en el Nuevo DVUA. De los 144 neologismos del DVUA no han pasado al Nuevo DVUA 18 voces que ya se recogían en el , como autocensura, autoestima, autoestop, autoliquidación, de plena actualidad. Ejemplos de las recogidas en el Nuevo DVUA que ya estaban en el DVUA son autoabastecimiento, autoanalizarse, autoaprendizaje, autoayuda, autocaravana, etc, de las cuales el DLE registra autoabastecimiento, autoaprendizaje, autoayuda y autocaravana, lo que demuestra que son voces muy arraigadas ya en nuestra lengua, con un uso muy actual que reafirma la vitalidad del español. Nuevas voces incorporadas en el Nuevo DVUA son, por ejemplo, autocensurarse, autoconfianza, autoconocimiento, autoconsumo, autoconvencido, etc., de las cuales solo autocensurar, autoconfianza, y autoconsumo ya son admitidas por el DLE.
Con el prefijo des- tenemos 122 voces nuevas en el DVUA y 207 en el Nuevo DVUA. De las 122 del DVUA, 41 no se han incorporado al Nuevo DVUA por estar presentes en el , como desaparcar, desbloquear, desinversión, deslegitimar. Registrados en el DVUA y vueltos a tomar en el Nuevo DVUA encontramos neologismos como desbordar, desburocratizar, descafeinar, descontextualizar, desdoble, etc., de los cuales el DLE registra desbordar, descafeinar, descontextualizar y desdoble. Entre las nuevas voces registradas en el Nuevo DVUA como, por ejemplo, desahorrar, desbalcanización, descargar, descriminalizar, etc., el DLE registra descargar (neologismo semántico con la marca temática inform.), lo que supone que lengua y sociedad están indisolublemente unidas, y a lo que la Academia no puede permanecer ajena.
Con mini- encontramos en DVUA 66 palabras nuevas frente a 178 en el Nuevo DVUA. De las 66 del DVUA solo 6 no han pasado al Nuevo DVUA, que ya registraba el , como minifaldero, minigolf, etc. Encontramos voces recogidas en los dos diccionarios como minibar, minicadena, minicámara, etc., todas ellas registradas en el DLE excepto minicámara. Solo en el Nuevo DVUA podemos ver voces como miniabrigo, miniapartamento, miniautomóvil, minibásquet, etc., no admitidas todavía por el DLE.
Con el elemento semi- en el DVUA encontramos 56 neologismos y 174 en el Nuevo DVUA. Seis de los 56 del DVUA se han eliminado del Nuevo DVUA por estar ya en el , como semiautomático, semiconductor, semisalvaje, etc. Ejemplos existentes en los dos diccionarios con esta forma prefijal son semiactivo, semiartesanal, semiayuno, semicientífico, etc.; ninguno de ellos se recoge en el DLE. Nuevas apariciones en el Nuevo DVUA son semiabandono, semicongelado, semicurado, semipermanente, etc., palabras muy habituales en la actualidad y que, sin embargo, el DLE aún no registra.
Con bi-, en el DVUA encontramos 63 voces nuevas y 141 en el Nuevo DVUA. De las 63 del DVUA, cinco ya no aparecen en 2003 por figurar en el , como bicampeón, bipartidista o bipolaridad. Ejemplos comunes a ambos diccionarios son bicentenario, bidimensional, bipolarización, los tres recogidos ya en el DLE. Ejemplos existentes solo en el Nuevo DVUA son bidireccional, billonario, biministro, bipartito, ‑ta, recogidos todos en el DLE si bien en bipartito no se alude explícitamente a dos partidos políticos, sino que se define genéricamente como «que consta de dos partes».
Ciber- tiene una representación muy baja en el DVUA, donde solo hallamos seis voces, mientras que en el Nuevo DVUA es muy productivo, con 140 voces nuevas. De las seis del DVUA, dos no se han incorporado al Nuevo DVUA por estar ya en el . Algún ejemplo común es ciberartista o ciberespacial, presentes en el DLE. Ejemplos del Nuevo DVUA son ciberataque, cibercafé, ciberconsumidor, ‑dora, cibercrimen, ciberdelincuencia, ciberespacio, etc., de los cuales ya recoge el DLE cibercafé, ciberdelincuencia y ciberespacio. Tales ejemplos demuestran el auge que han supuesto la informática y todas las redes en tan solo nueve años que dista una edición de otra.
Con micro- hallamos 41 neologismos en el DVUA y, en cambio, en el Nuevo DVUA se registran 137. No han pasado al Nuevo DVUA solo tres por estar ya en el . Ejemplos comunes a ambas obras son: microalga, microautomóvil, microcasete, microcomputador, ‑dora o micrograbador, de los cuales, excepto microalga ―recogido en el DLE―, los demás hoy prácticamente están ya en desuso, pues han sido sustituidos por nuevas tecnologías y con ellas los préstamos que las nombran. Ejemplos de voces solo presentes en el Nuevo DVUA son microclima, microcrisis, micromasaje, microquirúrgico, ‑ca, microtraumatismo, de los cuales está en el DLE microclima.
Con el prefijo pre‑ encontramos 73 voces en el DVUA y 111 en el Nuevo DVUA. Diecisiete no han pasado al Nuevo DVUA, por encontrarse ya en , como preacuerdo, preindustrial, prejubilación, etc. Comunes a ambos diccionarios son, por ejemplo, prebronceador, precampaña, precanceroso, ‑sa, precandidato, ‑ta, etc., de las cuales ya se recogen en el DLE precanceroso y precandidato. Recogidas solo en el Nuevo DVUA tenemos preadolescente, preaval, precalentado, ‑da, prefeminista, etc., de las que no se halla ninguna en el DLE, quizá por no ser demasiado usuales.
De multi- hemos computado 43 palabras en el DVUA y en el Nuevo DVUA se registran 108. No han pasado diez voces de la primera a la segunda obra por haberse registrado ye en el , como multicultural, multidisciplinar, multiuso, etc. Algunos ejemplos comunes a ambas obras son multidisciplinario, ‑ria, multiempresarial, multifamiliar, multipartidismo, etc., de los que el DLE acepta ya multidisciplinario y multifamiliar (aunque dicho de un edificio).
Con hiper‑ encontramos 33 voces en el DVUA y 95 en el Nuevo DVUA. Nueve no han pasado de la primera a la segunda obra por estar ya presentes en el , como hiperactividad, hipersensible, etc. Comunes a ambos diccionarios tenemos hiperajustado, ‑da, hiperchollo, hiperinsomnio, hipernegocio, etc., de los que en el DLE no se recoge ninguno. Existentes solo en el Nuevo DVUA son algunos ejemplos hiperagresivo, ‑va, hiperclase, hipercontemporáneo, hiperenergético, ‑ca, hipergigante, etc., de los cuales tampoco se recoge ninguno en el DLE.
Formadas con macro‑ hallamos 28 palabras en el DVUA y 95 en el Nuevo DVUA. Por estar registradas en el no han pasado macroeconómico, ‑ca ni macromolecular del primer diccionario al segundo. Comunes a ambas obras encontramos ejemplos como macroacuerdo, macrobaile, macroconcierto, macrocárcel, macroencuesta, etc., de los que el DLE solo registra macroconcierto. Recogidas únicamente en el Nuevo DVUA hallamos voces como macroacontecimiento, macroalianza, macrocrédito, macroeconomista, etc., no registradas ninguna en el DLE (que curiosamente sí recoge microcrédito, no presente en los diccionarios que estudiamos).
Con pos- (post-) encontramos 19 palabras nuevas en el DVUA y 92 en el Nuevo DVUA. No han pasado cinco voces de la primera a la segunda obra, como posmodernidad, posponer, postgrado, etc. Comunes a los dos diccionarios son poscomunismo, posgraduado, ‑da, postfranquismo, postcolonial, postmatrimonial, etc., de las cuales el DLE registra poscomunismo, posgraduado, y postfranquismo. Ejemplos de neologismos recogidos solo en el Nuevo DVUA tenemos poscongresual, posparto, postparto, postcoital, postvacacional, de los que el DLE registra posparto (postparto).
Con inter- en el DVUA hay 57 neologismos, mientras que en el Nuevo DVUA se registran 86. No han pasado 18 voces de la primera a la segunda obra por haber sido admitidas en el , como interconectar, interdependiente, intergubernamental, interprovincial, etc. Comunes a ambos diccionarios son: interárabe, intercambiador, interclasista, intergrupal, etc., de los cuales el DLE registra intercambiador e interclasista. Novedades en el Nuevo DVUA son interbanco, interculturalidad, intermarital, interuniversitario, ‑ria, etc., de las que el DLE recoge interculturalidad.
Las restantes formas prefijadas de la lista que consideramos aparecen poco representadas en ambos diccionarios, por lo que repasamos los datos sin aportar ejemplos. Así, con neo‑ encontramos 37 voces en el DVUA y 92 en el Nuevo DVUA. Formados con sub‑ encontramos 47 voces en el DVUA y 75 en el Nuevo DVUA. Con sobre‑ hallamos 38 neologismos en el DVUA y 74 en el Nuevo DVUA. Re‑ está representado con 49 voces en el primer diccionario y 71 en el segundo. De contra‑ encontramos 36 neologismos en la obra de 1994 y 77 en la de 2003. Pseudo- está representado con siete voces en el DVUA y con 62 en el Nuevo DVUA. Pro‑ está presente con cuatro voces en el DVUA y 61 en el Nuevo DVUA. Con extra- hallamos 33 voces en el DVUA y 52 en el Nuevo DVUA. Mono- aparece con 18 voces en el diccionario del 1994 y 47 en el de 2003. Mega‑ cuenta con 14 voces en la primera obra y con 45 en la segunda. Con in- se registran 25 neologismos en el DVUA y 44 en el Nuevo DVUA. De poli‑ , se recogen 19 neologismos en 1994 y 30 en 2003. Con tri‑ se registran 12 voces en el DVUA y 25 en el Nuevo DVUA. Trans- aparece representado con 10 neologismos en el 1994 y 24 en el 2003. De pan- hay 12 voces en el DVUA y 20 en el Nuevo DVUA.
En la tabla 1 se ofrece un resumen cuantitativo del aumento de la productividad neológica entre los dos diccionarios que venimos comentando.
Tras nuestro vaciado hemos podido comprobar que el procedimiento analizado es uno de los más productivos en la creación neológica en el DVUA y, por supuesto, en el Nuevo DVUA. Muchos de los neologismos recogidos en el primero han sido descartados del segundo porque en 2001 la Academia los había consignado ya en su diccionario. Muchos de los admitidos en la primera obra probablemente ya nunca se registren en el diccionario académico porque hayan caído en desuso al tratarse de derivados procedentes de personajes de moda en el momento en que se acuñaron, o de instrumentos propios de la época sustituidos por las nuevas tecnologías, como hemos visto. No todos los recogidos en el Nuevo DVUA, en el que se registran también los del DVUA no aceptados en el , han sido admitidos en el DLE. La razón es obvia: un diccionario general, como dijimos, no puede dar cabida absolutamente a todo por mucho que suponga, sobre todo si se trata del académico, una señal de garantía y de prestigio.
4. CONSIDERACIONES FINALES
Las dos obras coordinadas por Manuel Alvar Ezquerra han supuesto una gran contribución a un mayor conocimiento de la lengua española. Nosotros, en esta ocasión, solo hemos explorado un recurso, el de la prefijación, pero hemos observado que, efectivamente, a pesar de la constante amenaza de los préstamos, en especial de los anglicismos, nuestra lengua goza de plena salud y cuenta con procedimientos muy efectivos, derivación y composición culta, fundamentalmente, para seguir enriqueciendo nuestro léxico, sin necesidad de desechar el patrimonial. Recuérdese que, como decía , al arcaísmo sirve de compensador el neologismo. Tras nuestro recorrido por las dos obras hemos podido observar que, pese a las reticencias de Alvar Ezquerra expresadas en el prólogo, como hemos indicado más arriba, acerca de la inclusión de tecnicismos, son muchos los que se han incorporado. Suponen la principal fuente de enriquecimiento léxico de una lengua, ya que son necesarios para denominar las nuevas realidades. Además, como ya expresamos en Guerrero Ramos ( y ), la especialidad debe ser considerada una variable más que permita establecer el grado de neologicidad de los nuevos vocablos. Probablemente no estemos, en muchas ocasiones, ante neologismos propiamente dichos sino ante usos neológicos en el nuevo circuito comunicativo en el que se han introducido. Ciertamente la mayoría de los neologismos recogidos en ambas obras son formales o semánticos y pertenecen a la llamada lengua común. Se trata de neologismos espontáneos, no planificados, denominativos o referenciales unas veces y estilísticos o expresivos otras. En definitiva, reflejan las innovaciones y los acontecimientos acaecidos en la sociedad del momento, mostrando una vez más que la lengua evoluciona a medida que evoluciona la sociedad, y al revés.
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NGLE = Real Academia de la Lengua Española & Asociación de Academias de la Lengua Española (2009): Nueva gramática de la lengua española. Madrid: Espasa Libros. En línea, https://www.rae.es/gramática/.
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Notas
[3] Para un estudio reciente de los ocasionalismos vid. el trabajo de Bueno & Freixa (2021), donde se hace un buen análisis y se aporta la bibliografía pertinente al respecto.
[4] Para medir el grado de neologicidad de una voz, además de la definición teórica de neologismo generalmente aceptada, se suelen utilizar los distintos parámetros que venimos mencionando y que permiten identificarlo como tal, aunque a veces no son totalmente efectivos. En realidad, lo que se impone es el asombro que causa el uso de una nueva palabra, el sentimiento neológico del que ya hablaron , como hemos dicho, y que en la actualidad está siendo objeto de análisis. Puede verse el trabajo de , donde se cita gran parte de la bibliografía en la que se aborda esta cuestión.
[5] Red de neología del castellano peninsular (https://www.upf.edu/web/neoroc).