Memoria triste fue el primer libro publicado por el profesor Javier Serrano Alonso. Narración ganadora del primer Premio de Novela Joven Arturo Barea de la Comunidad de Madrid, vio la luz en la editorial Cátedra en 1985. No puedo encontrar un título más adecuado para este artículo que el de su primera obra editada, ya que, por un lado, intentaré realizar una semblanza de Javier Serrano desde la profunda tristeza que siento por una pérdida reciente y por una muerte prematura, y, por otro, me propongo repasar de forma objetiva la trayectoria profesional e investigadora de un filólogo cuyos trabajos han sido muy influyentes en su campo de estudio. No es tarea fácil para mí, ya que conocí a Javier en 1990 y desde entonces hasta su fallecimiento, en abril de 2024, trabajamos juntos de forma ininterrumpida. Haber podido mantener con él una estrecha amistad, en una relación que superó dificultades y distintas situaciones vitales, y haber formado durante tanto tiempo un equipo tan productivo y tan satisfactorio es quizá una de las cosas de las que más me enorgullezco en mi vida personal y laboral. Consciente como soy del profundo dolor que sufro por su ausencia, dolor íntimo que comparto con su familia y con otras muchas personas que conocieron a Javier Serrano, y a pesar de que solo puedo presentar su semblanza desde mi personal y subjetivo punto de vista, evitaré un acercamiento emotivo a su figura, ya que si Javier pudiera leer su obituario, sin lugar a duda hubiera preferido recibir el reconocimiento a su trabajo constante para ampliar el conocimiento en el ámbito de la literatura española de la Edad de Plata a cualquier expresión sentimental por muy sincera que esta fuese. Y no porque no tuviera una excelente consideración académica. Javier Serrano era una persona apreciada, su investigación tenía visibilidad en su campo de estudio y el reconocimiento de su profesión. Como investigador es uno de los más reconocidos especialistas en la figura y en la obra de Ramón del Valle-Inclán y de Ramón Pérez de Ayala, autores en los que centró su atención sin descuidar asimismo otros ámbitos más generales de la historia de la literatura española de comienzos del siglo xx. Sus estudios son de referencia ineludible y han dejado una indudable huella. Por eso, este artículo se dirige en especial a aquellos destinatarios que no conocieron a Javier Serrano en persona o que no son expertos en su área de trabajo, porque pretende informar y compartir su legado personal y académico para que este sea difundido, como un sentido y obligado homenaje que la revista Moenia, portavoz de los docentes del área de Lengua y Literatura Españolas de la Facultad de Humanidades de Lugo, quiere rendir a un compañero querido en su memoria (triste).
LOS INICIOS
Javier Serrano nació en Madrid el 13 de mayo de 1962. Tras su licenciatura en Filología Hispánica, en la Universidad Autónoma de Madrid, en 1985 y la defensa de su Memoria de Licenciatura al año siguiente, decidió dedicarse a la docencia en la enseñanza media. Comenzó a trabajar como Profesor Agregado de Bachillerato en 1988 en Arganda del Rey. Dos años después, en 1990, consiguió una plaza como Profesor Asociado a tiempo completo con docencia en la Facultad de Filología de la Universidad de Santiago de Compostela y se trasladó a Galicia. Y finalmente en 1997 obtuvo su plaza de profesor titular de Literatura Española en la Facultad de Humanidades del campus de Lugo, centro en el que impartió sus clases hasta su fallecimiento.
Si el carácter del hombre y su método de trabajo se relacionan y la personalidad se forja en la infancia, creo que quizá convendría dedicar unas líneas a esa etapa biográfica inicial, como se hace en los novelones del siglo xix que a Javier Serrano tanto le gustaba leer. Como acabo de recordar, Javier era madrileño de nacimiento y gallego de adopción. Se mostraba muy orgulloso de ser «gato» o madrileño por todos sus antepasados. Con el paso del tiempo y la lejanía de su ciudad de origen suavizó ciertos dejes característicos del habla de Madrid, como la aspiración de la /s/ implosiva, pero siempre mantuvo la forma de expresión directa y sin circunloquios propia de su ciudad natal, que para oídos gallegos puede resultar a veces un poco brusca. Se crio en Madrid en el seno de una familia de clase trabajadora, ajena a los ambientes intelectuales. Su madre, Matilde, como era bastante frecuente en las mujeres de su generación, no recibió más que una incompleta educación primaria, una carencia formativa que compensaba con su simpatía y que se propuso solventar ya de adulta. Javier Serrano no tuvo, pues, en principio ese entorno propicio para las carreras académicas que otras personas disfrutamos en nuestra infancia, esas familias en las que se da por descontado que todos sus miembros tendrán una educación universitaria. Los cuatro hermanos, Carlos, Pilar, Javier y Rafael recibieron educación secundaria en los institutos públicos de su barrio. Sus dos hermanos mayores, observando el talento de Javier para las Letras, fueron su apoyo económico en la etapa universitaria, que cursó becado. Javier nunca se olvidó de sus orígenes ni de su historia familiar. Ambos influyeron de forma decisiva en su ideología, de una izquierda moderada y republicana, alérgica a los extremismos y a los nacionalismos, con ciertos toques anticlericales. Javier Serrano siempre tuvo muy presente que venía de una familia de represaliados tras la Guerra Civil por su compromiso republicano y socialista. En el despacho de su domicilio lucense, en una esquina, había una bandera republicana. Uno de sus tíos, Ángel, murió en el Puente de los Franceses en la defensa de Madrid. Su padre, Francisco Serrano Menoyo, socialista histórico, afiliado a Juventudes Socialistas de Madrid desde 1928, estuvo confinado en el campo de concentración del Grupo Escolar Miguel de Unamuno de Madrid y realizó trabajos forzados en los llamados «Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores», igual que otro de sus tíos, Lorenzo, en varias obras públicas y aeropuertos. Cuando la panadería familiar fue requisada, la terrible experiencia, sin embargo, proporcionó la maestría necesaria para que los hermanos se dedicaran a la construcción. En el año 1962 edificaron la vivienda familiar en la calle Virgen del Lluc, en el barrio de Pueblo Nuevo, vivienda en la que nació Javier, en un momento en el que la calle de Alcalá, que en la actualidad vertebra el distrito, era denominada todavía «la carretera de Aragón».
Javier Serrano fue muy aficionado a la lectura desde niño. Salvo contadas excepciones, la literatura contemporánea le provocaba cierta insatisfacción y si durante su mocedad se sintió atraído por algunas obras de escritores de los Siglos de Oro, como atestigua su novela Memoria triste, pronto la narrativa de finales del xix y comienzos del siglo xx fue su predilecta. En un piso pequeño en el que no tenía habitación propia, el niño Javier se acostumbró a estudiar con música en un volumen alto para aplacar el ruido ambiental, un hábito que no abandonó en toda su vida. Con el paso del tiempo esta costumbre le llevó a ser amante de la música clásica, en especial de la ópera. Se convirtió en un auténtico experto, evolucionando en sus gustos desde su preferencia por el romanticismo de Verdi en su juventud hasta la ópera barroca en su madurez. Tan fuerte como la pasión por la música y por la literatura fue su entusiasmo por Italia, país al que viajó en innumerables ocasiones, como enamorado fiel de su cultura y de su arte. En un ejemplo más que destruye ese tópico del melómano elitista o del intelectual ajeno a los gustos considerados más populares, conviene destacar como parte ineludible de su semblanza su lealtad al equipo de fútbol del Real Madrid, lealtad forjada asimismo en la infancia y en la adolescencia, que compartía con su familia en días de partido. También en su juventud comenzó a fumar y se dejó barba. Y no puede haber retrato de Javier Serrano que no incluya esos dos atributos.
Javier Serrano fue un investigador precoz. Según relata su hermana Pilar, que conserva una fotografía como testimonio, cuando Javier tenía solo catorce años, viajaron a Santiago de Compostela, invitados por una amiga que residía en la ciudad. Y el adolescente Javier se empeñó en visitar la tumba de Valle-Inclán en el cementerio de Boisaca. Leer la obra del escritor gallego a esa edad y que la lectura provoque tal entusiasmo resulta inaudito. Cuando nos conocimos, yo comenzaba mi andadura como becaria predoctoral. Él era un nuevo profesor que acababa de llegar de Madrid. Coincidimos en un pasillo de la Facultad de Filología en su antigua sede de Mazarelos y se presentó diciendo: «Soy Javier Serrano y me han dicho que vas a hacer una tesis sobre Valle-Inclán». Con mi despiste característico y la dificultad que siempre he tenido para retener los nombres de las personas y de los escritores, grave problema que todos mis alumnos y alumnas por desgracia conocen, tardé más de un mes en darme cuenta de que ese joven afable, alto y corpulento, que se interesaba por mi proyecto de Tesis, era el Javier Serrano Alonso autor del libro que recogía los artículos completos de Valle-Inclán, que yo ya había leído y anotado entre mis primeras lecturas de la bibliografía valleinclaniana, libro que entonces se citaba por doquier. Porque yo me imaginaba que aquel estudio tenía que haber sido escrito por un filólogo maduro de extensa andadura académica, un profesor como mi docto director de Tesis, y no por un jovencito doctorando que por mucha barba que luciera y aunque fumara en pipa como hacía en aquel entonces, solo tenía tres años más que yo. Ya que quisiera destacar que Javier hizo la investigación que dio pie a la edición de Valle-Inclán citada mientras estaba cursando la carrera de Filología, antes pues de cumplir los 23 años. Tuvo que esperar a la defensa de la Memoria de Licenciatura para dar a conocer su trabajo, para lo que contó con el apoyo de su profesor Antonio Rey Hazas. Llamó tanto la atención esta tesina que, gracias a la intervención de Mario Hernández, se publicó como libro en la editorial Istmo en 1987. Con esta carta de presentación, Domingo Ynduráin comenzó a dirigirle la Tesis Doctoral, en la que partiendo de la edición crítica de Jardín Umbrío / Jardín Novelesco, colecciones de cuentos de Valle-Inclán que contienen relatos con innumerables versiones y miles de variantes, un auténtico laberinto textual, Javier se proponía estudiar la estrategia de la escritura de un autor obsesionado por la perfección de su obra literaria. Cualquier investigador que conociera la magnitud de la tarea hubiera evitado a toda costa esta Tesis, y más en un momento en el que los derechos de autor estaban vigentes y Espasa Calpe tenía el contrato en exclusiva para su edición. Ambas circunstancias hacían improbable la publicación de la Tesis, como así fue. La edición crítica de Jardín Umbrío se quedó en su cajón y ni siquiera está disponible en un repositorio digital, y Javier Serrano, un poco a regañadientes y por la presión que algunos valleinclanistas ejercimos sobre él, publicó el largo y documentado estudio que la acompañaba en el libro titulado Los cuentos de Valle-Inclán. Estrategia de la escritura y genética textual (1996a). Por fortuna Javier Serrano pudo publicar otras ediciones de Valle-Inclán, no críticas, aunque muy cuidadas, como la Sonata de estío en la Biblioteca Valle-Inclán del Círculo de Lectores en 1991, su colaboración en los volúmenes de la Biblioteca Castro, Obras Completas, I (Narrativa), Obras Completas, III (Narrativa y Ensayo), Obras Completas IV (Teatro), todos de 2017, y del 2018 Obras Completas, V (Teatro y poesía), o las cuatro Sonatas en la colección de la Biblioteca de Autor Valle-Inclán de Alianza Editorial, en 2017. Asimismo, transmitió su visión de la crítica textual a sus discípulos, como Xaquín Núñez Sabarís que hizo el estudio y edición crítica de Femeninas o Alba Alonso Morais que realizó lo propio con las novelas de La Guerra Carlista.
EL INVESTIGADOR
Javier Serrano fue un hombre tranquilo, entregado a su pasión por la investigación literaria, de la que disfrutaba enormemente. Fiel en toda su carrera académica a una concepción de los estudios literarios de esencia filológica, sus publicaciones desde la primera a la última, como espero poner de relieve, demuestran una extraordinaria coherencia en sus planteamientos y en su desarrollo. Su carácter ilumina de forma reveladora su idiosincrasia como investigador, explica su método y la predilección por su objeto de estudio. A Javier le gustaba el trabajo minucioso, de amplio aliento y de largo proceso. Le atraía el ir encontrando y recogiendo pacientemente numerosas piezas dispersas a través de una investigación constante y mantenida en el tiempo, para llegar a formar un gran edificio, de la misma manera que se crea con ilusión una gran colección poquito a poco durante años. El fundamento de su trabajo tiene como fuente la constatación de una laguna en el conocimiento de una parcela concreta de la historia de la literatura española que se propone paliar y después se afirma en el disfrute de la búsqueda y en la felicidad del hallazgo. Subyace en muchas de sus publicaciones la continua pesquisa y la pasión algo irracional del coleccionista. Javier Serrano, a pesar de tener una memoria prodigiosa, era de esas personas que apuntan miles de notas en múltiples libretas, hacen cientos de listas y catálogos y van tachando elementos del listado según los van consiguiendo. Le movía la inclinación por tenerlo y por abarcarlo todo, sea el repertorio más completo de la bibliografía y la iconografía de Valle-Inclán, todos los artículos de Pérez de Ayala olvidados en la prensa, todos los estudios publicados sobre la literatura de la Edad de Plata, etc., así como en otras esferas de su vida más cotidiana, compraba todos los CDs y DVDs de las óperas de sus compositores favoritos, archivaba todos los programas de mano de las obras de teatro a las que asistía, guardaba todos los marcapáginas. Por este rasgo de carácter Javier Serrano se embarcó en proyectos muy ambiciosos que implicaban años de duración. Paso a paso, en un trabajo constante, muy discreto y sin alardes de erudición, pero atareado en una labor necesaria que sabía que faltaba por hacer en su disciplina. En el ámbito de la psicología, desde un estudio de Mihály Csíkszentmihályi, a veces se habla del «estado de flow», de flujo o de fluir. Algunas personas entran en ese estado cuando se dedican a una labor absorbente que requiere alta concentración y mucha duración. Si se tienen los objetivos claros y el talento necesario para realizar esa actividad, las horas se pasan volando, sin sentir. Un trabajo que podría resultar pesado es así gratificante. Este estado de bienestar que algunos, demasiado ansiosos o estresados por los plazos o las labores del día a día, solo alcanzamos muy de vez en cuando, era el estado habitual de Javier Serrano y explica su intensa motivación, su extraordinaria dedicación, su perseverancia y sus logros, con independencia de su inteligencia. Afortunadamente encontró en Concepción Burgo, su mujer, la horma de su zapato. Porque Javier, dotado en extremo para la multitarea, realizaba búsquedas bibliográficas o limpiaba con editores de imagen los PDFs de prensa histórica incluso cuando veía películas en el salón de su casa y tal aplicación solo puede comprenderse si se comparte ese entusiasmo por el trabajo.
El resultado de esta labor perseverante y tenaz se observa en las publicaciones de Javier Serrano y es uno de sus rasgos más distintivos: su extraordinaria documentación histórica, hemerográfica y bibliográfica. La búsqueda, la revisión exhaustiva de las fuentes primarias y secundarias y su iluminadora interrelación se observan en toda su trayectoria hasta su último artículo, dedicado a documentar histórica y literariamente al desconocido personaje de El Ruedo Ibérico el Conde Blanc ().
La consecuencia de tales ambiciosos proyectos de investigación, que algunos colegas veíamos como desmesurados, y de su rigor histórico, es que Javier Serrano se encontraba con lógicas dificultades para la publicación de los resultados de su trabajo en un mundo académico que ha ido valorando cada vez más el paper breve en detrimento del estudio extenso en forma de monografía, del repertorio o de la edición crítica, y en el que solo se cita lo que está disponible online. Por otro lado, era totalmente alérgico a la burocracia y se mostraba algo desinteresado por los criterios de valoración que puntúan para el reconocimiento de los sexenios y las convocatorias de promoción y proyectos. Lo primordial para Javier Serrano era la calidad y el contenido del estudio y si se publicaba en una revista del primer cuartil o en una revista no indexada, era para él secundario. Javier Serrano, que llevó su enfermedad con gran serenidad y entereza, siguió trabajando en los manuscritos de Valle-Inclán hasta días antes de su fallecimiento. Su constancia, los objetivos muy amplios y los problemas para la publicación de estudios académicos extensos explican que Javier Serrano haya dejado en su ordenador tantos libros terminados e inéditos, entre ellos algún original de mil páginas, que su mujer, con animoso y buen criterio, se propone difundir.
La generosidad de Javier Serrano con sus colegas y sus discípulos fue quizá la cualidad de su carácter más visible y que más aprecio generó entre los integrantes de su profesión. Regalaba sus hallazgos, el texto inédito, el dato desconocido, la información sobre las fuentes, a aquellos investigadores que se lo pedían o que él sabía que les podía interesar. Por otra parte, si bien era un hombre muy afable y bienhumorado que rehuía a toda costa las discusiones y los conflictos, no tenía reparo en formular sus opiniones de manera directa y sin cortapisas. Y no existía ninguna contradicción entre ambos rasgos de carácter. Le disgustaban en especial los trabajos hechos sin rigor documental, con pocas lecturas y con bases filológicas endebles, y lo expresaba sin medias tintas, apoyándose en argumentos siempre objetivos y comprobables. Podría decirse que ese espíritu crítico y esa carencia de hipocresía, unida a la cordialidad, amabilidad y generosidad en su trato personal, eran su sello distintivo como compañero de trabajo y como profesor. Puedo revelar que en numerosas ocasiones en las que trabajamos en publicaciones conjuntas tuvimos diferentes enfoques sobre los mismos asuntos, diferencias que promovían intensos debates, pero siempre llegábamos a acuerdos en un sentido o en otro o en una postura intermedia, porque Javier Serrano era capaz de aceptar las sugerencias y las revisiones de los colegas, si estas eran razonadas, no como una crítica a su labor, sino como una forma de mejorar la investigación y el resultado final. Es muy difícil en nuestra profesión encontrar personas con este talante.
TRAYECTORIA DE INVESTIGACIÓN
Si se examinan las primeras publicaciones de Javier Serrano de finales de los ochenta y principios de los noventa y se observan a continuación sus estudios posteriores hasta llegar a su obra póstuma, se advierte la extraordinaria coherencia de su trayectoria investigadora. Como he indicado, parte de la constatación de que en el estudio de la obra de algunos autores geniales de la literatura española de la Edad de Plata falta la imprescindible base filológica que sostiene todo el edificio hermenéutico: la edición crítica, la bibliografía fiable, la recuperación de los textos olvidados en la prensa periódica y en los archivos de los escritores, la biografía rigurosa. ¿Cómo es posible que un autor como Valle-Inclán, considerado uno de los más importantes escritores de la literatura española, no disponga de estos necesarios soportes para su estudio? ¿Cómo se explica que no se pueda consultar una bibliografía completa de su obra, que muchos de sus textos se hayan perdido, que no existan ediciones fiables, que las biografías sean una ristra de anécdotas falsas? Exactamente el mismo planteamiento subyace en sus trabajos sobre Pérez de Ayala. Las dos primeras páginas de la introducción de su Tesis Doctoral se dedican a explicar por qué es imprescindible contar con ediciones críticas de la obra de Valle-Inclán si se quiere estudiar con propiedad su literatura sin incurrir en errores metodológicos. ¿Serían necesarias tales justificaciones? Lo siguen siendo porque hoy en día todavía hay obras de Valle-Inclán sin edición crítica, como es el caso de las novelas de El Ruedo Ibérico. Con este planteamiento es lógico que Javier Serrano dedicara toda su vida a mitigar con su perseverante trabajo tales escandalosas lagunas. Y también explica que se integrara a la perfección en el área de Literatura Española de la Universidad de Santiago de Compostela, la cual se caracteriza precisamente por su rigor filológico. En 1991 el Ministerio de Educación concedió financiación para el proyecto de investigación La obra de Valle-Inclán: ediciones y estudios críticos, dirigido por Luis Iglesias Feijoo, en el que Javier Serrano participará, y del que formaremos parte Margarita Santos Zas y yo misma, como su primera becaria predoctoral. Este pequeño equipo será el germen del Grupo Valle-Inclán, que a partir de 1994 será coordinado por Margarita Santos Zas y desde 2021 hasta 2024 por Javier Serrano. El grupo se verá apoyado por la creación de la Cátedra institucional Valle-Inclán de la USC, que dirige desde su fundación Margarita Santos. Se trata probablemente de uno de los grupos de trabajo con mayor continuidad en el seno de nuestra Universidad en el ámbito de las Humanidades. En este equipo la aportación de Javier Serrano ha sido fundamental, ya que los objetivos del investigador y los objetivos del grupo coincidían a la perfección. Los proyectos sobre Valle-Inclán recibirán financiación en 14 convocatorias competitivas, en dos de las cuales Javier Serrano será su director.
Algunos de los primeros estudios de Javier Serrano de finales de los años ochenta y principios de los noventa ya señalan en su título su propósito: el rescate, la recuperación y la salvaguarda del patrimonio literario olvidado de la Edad de Plata: «otras páginas olvidadas», «dos artículos políticos olvidados», «su obra oculta», «textos críticos recuperados», «una entrevista desconocida», etc. Se centró en especial en dos figuras relevantes, las de los ya citados Ramón del Valle-Inclán y Ramón Pérez de Ayala. Pues bien desde su primera publicación, la mencionada monografía Ramón del Valle-Inclán, Artículos completos y otras páginas olvidadas (), hasta sus últimos libros, que ya serán póstumos, dedicados a los manuscritos desconocidos de Ramón del Valle-Inclán y a la obra ensayística de Pérez de Ayala cuyo tema es la Primera Guerra Mundial, Javier Serrano ha venido dando cuenta en sus publicaciones de numerosos hallazgos de textos de creación y de otros documentos escritos, como los epistolares, o bien de materiales orales como conferencias o entrevistas, que después ha editado y analizado. La investigación hemerográfica y archivística que efectúa completa así la bibliografía y la biografía de los autores y proporciona los testimonios necesarios para el cotejo de la edición crítica o la base de los estudios sobre la obra literaria. De esta forma todas las esferas se retroalimentan y se enriquecen.
Si se comienza por los textos rescatados de la prensa periódica y sin la intención de realizar un recuento exhaustivo, podría mencionar la recuperación de obras de creación de Valle-Inclán en decenas de versiones desconocidas de sus obras, como en «La Corte Isabelina (1926), primera edición de La corte de los milagros, de Ramón del Valle-Inclán» () o la publicación por entregas de «El coto de los Carvajales», en el Heraldo de Madrid (, con presentación de Leda Schiavo), por poner un par de ejemplos relevantes, y en la esfera de su rara obra ensayística el libro mencionado de artículos (), «Dos artículos políticos olvidados de Valle-Inclán» (), «Entre la escena y el público: Algunas ideas de Valle-Inclán sobre teatro. A propósito de un artículo olvidado (1903)» (), o la edición de sus cartas abiertas publicadas en la prensa («Solo, altivo y pobre. La polémica modernista de Valle-Inclán con Francisco Navarro Ledesma (1903)» en , «Retazos de la vida de Valle-Inclán. Cartas olvidadas en la prensa (1906-1932)» en ). Estos hallazgos permiten acometer estudios sobre la evolución de los textos. Ejemplo temprano de este proceder es el artículo «Las tres versiones de La hija del capitán (1927-1930)» (), cuya introducción recorre el proceso seguido por Javier Serrano siguiendo las pequeñas pistas dejadas por dos periodistas en una entrevista y en una noticia de prensa, hasta llegar a la localización en La Nación de Buenos Aires de la primera edición de la obra teatral, cuyo cotejo con las dos versiones ya conocidas cambia por completo la visión de la génesis y evolución de la obra. El mismo procedimiento y práctica, por poner solo otro ejemplo, se encuentra en «La génesis de Águila de blasón» (), trabajo en el cual profundiza en las líneas de investigación abiertas por Eliane Lavaud en su influyente Valle-Inclán. Du journal au roman (1888-1915), como hizo después en el examen de los cuentos.
En cuanto a la obra de Pérez de Ayala, Javier Serrano se propuso publicar las obras completas del escritor en la Biblioteca Castro, labor titánica y desmedida, puesto que incluía no solo la edición de su obra narrativa que ya contaba con algunas publicaciones recientes, sino también la recuperación de los cientos de artículos que el escritor asturiano difundió en la prensa. El propio Pérez de Ayala había recogido en vida una selección en antologías y algunos ensayos habían sido editados por García Mercadal de forma poco rigurosa, con transcripciones defectuosas y nula información bibliográfica. Pero quedaban decenas y decenas de textos perdidos del escritor asturiano en las páginas de la prensa histórica, pese al meritorio esfuerzo de otros investigadores, en especial del riguroso historiador Florencio Friera. En esa búsqueda de la obra olvidada también se propuso revisar el archivo manuscrito procedente del legado familiar. Así recuperó numerosas obras literarias del autor de todos los géneros, de los que da cuenta por ejemplo en Obras Completas, III. Novelas cortas y cuentos () y en Obras Completas, IV. Obra poética. Traducciones poéticas. Teatro. Prólogos (), además de en los artículos publicados en el volumen colectivo titulado Ayaliana (, número monográfico de la revista Moenia y publicado como volumen impreso en la editorial Axac, que incluye «Poemario olvidado de juventud» () o «Tres cuentos desconocidos de Ramón Pérez de Ayala (y una ordenación bibliográfica de su prosa narrativa breve)» (). En cuanto a los textos ensayísticos vio la luz el volumen Obras Completas, V, (Ensayos 1). «Las máscaras» (), que no solo comprende la edición del libro del mismo título sino otros estudios y reseñas de tema teatral, sobre cine y otros espectáculos. Por decisión editorial, la Biblioteca Castro no publicó los restantes tomos a partir del V de las Obras Completas del autor asturiano, que en su plan inicial llegarían hasta un total de once volúmenes, con libros de ensayos organizados por temas (sobre literatura, artes plásticas, viajes, tauromaquia, política, guerra, mundo clásico). Dos de estos tomos ya preparados, con numerosos artículos rescatados de la prensa y manuscritos, vegetan por este motivo en el disco duro del ordenador de Javier Serrano. El libro Ramón Pérez de Ayala, Auto de fe con Galdós. Ensayos galdosianos, con el epistolario entre los autores (), engloba artículos y cartas, pues edita toda la obra ensayística del autor asturiano acerca de la obra galdosiana y recoge todo el epistolario conocido entre los escritores. La labor de recuperación de la correspondencia de grandes creadores del siglo xx es un campo de especial desarrollo en la actualidad, por el que Javier Serrano sentía una especial atracción. En esta esfera he de destacar también, entre otros estudios que podría recordar, el libro Valle-Inclán: Epistolario recuperado ().
La literatura oral de Valle-Inclán fue una parte importante de su labor creativa. Javier Serrano dedicó numerosos años de trabajo a la búsqueda y reconstrucción de sus conferencias y a la edición de sus entrevistas perdidas, ya que debido a la escasa inclinación del autor gallego a trasladar al papel su pensamiento estético y sus opiniones sobre temas diversos, sus originales reflexiones se iban a perder de forma irremediable. En el ámbito de las entrevistas de Valle-Inclán, entre sus artículos, en los que manifiesta su admiración por la senda emprendida por su amigo y maestro Dru Dougherty, podría citar: «De las Academias, ¡líbranos, Señor! Valle-Inclán frente a la Real Academia: una entrevista desconocida (1917)» (), «Un retrato de Valle-Inclán a través de dos entrevistas olvidadas (1921-1925)» (), «Galicia en una visión poliédrica de don Ramón. Las manifestaciones de Valle-Inclán sobre asuntos gallegos» (); «Valle-Inclán en la industria editorial. Primera aproximación, a propósito de un texto desconocido» () o «Más Valle-Inclán olvidado. A propósito de una entrevista desconocida (1926)» ().
En el campo de las conferencias, además de la difusión de artículos diversos, como «Valle-Inclán ante el espejo. La autocrítica valleinclaniana a través de cinco conferencias» () o «Tres modos estéticos. Una conferencia olvidada de Valle-Inclán en Valladolid (1917)» (), el fruto más acabado de la extensa investigación de Javier Serrano se encuentra en el importante libro Conferencias completas de Ramón del Valle-Inclán. Edición (), en el que se reconstruyen cincuenta conferencias del escritor. Las disertaciones son obras orales de las que no se conservan originales escritos. El estudio parte de la reunión de centenares de reseñas y de la recuperación de miles de documentos indirectos (como noticias, comentarios, anuncios, artículos de fondo, entrevistas, etc.). El autor gallego no redactaba sus discursos, sino que a partir de una serie de breves notas improvisaba toda su intervención. Por esa causa Valle-Inclán no difundió sus trabajos oratorios en forma impresa como hicieron otros escritores de la época. Si bien es cierto que las reseñas periodísticas reproducen en ocasiones las supuestas palabras literales que pronunció el orador, no se puede tener la seguridad de que dicha transcripción sea fiel. En otros casos se encuentra un resumen o una paráfrasis, o juicios críticos y subjetivos sobre el evento. Enfrentado a esta peculiar y compleja situación y a falta de precedentes sobre cómo editar tales discursos, Javier Serrano ideó su propio método para recuperar su contenido y realizar una edición con solidez. Hizo el cotejo de centenares de reseñas, determinó la estructura de cada disertación, extrajo toda la información, comparó el desarrollo de los conceptos y a partir de los resultados de esta labor, realizó una especie de «reseña hipotética» mediante un procedimiento de collage. Para ello, empleó como texto base la reseña más completa que constituye el eje sobre el que vertebra su edición. A este texto base le fue añadiendo los fragmentos que, procedentes de otras recensiones, amplían y completan los contenidos. De esta manera, generó un texto más amplio que es más completo que cualquiera de las reseñas conocidas. Así, el texto que proporciona en la edición de las conferencias es un texto hipotético porque el oral se ha perdido de manera irreparable, pero en él recoge las ideas y su distribución, a partir de la recopilación y ensamblaje de la información de varios periodistas. La suma de todas estas fuentes permite una aproximación a esa exposición oral perdida.
La firma de un convenio con los herederos Valle-Inclán-Alsina dio acceso al grupo Valle-Inclán de la Universidad de Santiago de Compostela a los desconocidos fondos manuscritos del escritor para su estudio y su posterior publicación. En este notabilísimo legado se encuentran borradores ignorados de obras literarias de Valle-Inclán editadas y de textos que no llegaron a publicarse, así como esquemas, borradores, cuadernos de viaje, notas documentales, etc. En las últimas etapas de su trayectoria investigadora Javier Serrano se centró en estos materiales y publicó estudios como los siguientes, en los que analiza parte de los testimonios manuscritos que se conservan: «Valle-Inclán explica el Esperpento: Un manuscrito inédito» (), «El Marqués de Bradomín: es inmortal. Bradomín en el corpus manuscrito de El Ruedo Ibérico» () o «El corpus manuscrito de Baza de Espadas en el Legado Valle- Inclán Alsina/USC» (). Y además dejó inéditos dos libros en los que realizaba el análisis y transcripción de los borradores de El Trueno Dorado (en prensa y de próxima publicación) y de los esbozos conservados de las conferencias, volumen que completa su monografía citada Conferencias completas.
En su libro de 1987 Artículos completos Javier Serrano presentaba ya un cuadro sinóptico de publicaciones de Valle-Inclán, en el que complementaba, gracias a sus hallazgos, las bibliografías de Robert Lima y de Eliane Lavaud, pero quedaba mucho por hacer en este campo, muy descuidado entonces en la investigación valleinclaniana. Contar con un repertorio fiable de ediciones era especialmente relevante y útil en el caso de un escritor que modificaba continuamente sus textos y la bibliografía crítica crecía de forma notabilísima a partir de la celebración del cincuentenario de su muerte en 1986. Es esperable y coherente con la metodología y las líneas de investigación de Javier Serrano que se decidiera a trabajar de forma sistemática en la compilación o catálogo de la bibliografía valleinclaniana. Se trataba de un trabajo paciente y muy poco lucido, que comenzó en fechas en las que en las bibliotecas todavía existían los catálogos de fichas de papel y no había digitalización de la prensa histórica. En 1992 Javier Serrano me propuso colaborar con él en este ámbito, ocupándose él siempre por entero de la bibliografía primaria. Por un encargo de Leda Schiavo presentamos en 1993 la «Bibliografía General sobre Ramón del Valle-Inclán (1986-1991)», nuestro primer trabajo bibliográfico, en el que recogimos las publicaciones que vieron la luz solo en los seis años que habían transcurrido desde el aniversario y estas pasaban del medio millar. Ya en 1995 publicamos el libro Bibliografía General de Ramón del Valle-Inclán, que reunía la bibliografía primaria de Valle-Inclán (ediciones, publicaciones periodísticas y traducciones) y la bibliografía secundaria o crítica, clasificada por secciones. En este volumen se recopilaban numerosos textos olvidados en la prensa periódica que después han sido objeto de estudio. A partir del año 2001 fuimos actualizando la bibliografía valleinclaniana con una entrega anual en la revista Anales de la Literatura Española Contemporánea, prestigiosa y veterana revista norteamericana, cuya tercera entrega se dedica al Anuario Valle-Inclán, del que Javier Serrano era editor.
La indagación bibliográfica y el rescate de textos publicados en la prensa realizado por Javier Serrano constituyó la base del archivo Valle-Inclán, completado con las aportaciones de otros miembros del grupo y las adquisiciones que la biblioteca de la Universidad de Santiago de Compostela y los sucesivos proyectos de investigación realizaron durante muchos años. En el proyecto Ramón del Valle-Inclán: La prensa y el sistema editorial (2009 - 2012), dirigido por Javier Serrano, se pusieron las bases para la creación de un archivo digital, en un momento en el que este tipo de actividades, cuyo fin es preservar y difundir legados culturales, artísticos o literarios y proporcionar herramientas para su estudio, eran poco frecuentes y la necesaria colaboración entre informáticos y filólogos no era nada sencilla. La experiencia sirvió para perfilar las necesidades y problemas de este tipo de proyectos y para realizar posteriormente el Archivo Digital Valle-Inclán, bajo la dirección de Margarita Santos Zas, con la colaboración precisa de los integrantes del grupo Valle-Inclán y de expertos en Humanidades digitales, que formaron un equipo multidisciplinar. El archivo es una herramienta digital gratuita que permite acceder al fondo bibliográfico, documental, gráfico e iconográfico del escritor gallego (https://www.archivodigitalvalleinclan.es/publica/principal.htm). Muchas personas han trabajado intensamente durante un periodo prolongado en este archivo en su parte técnica de diseño, almacenamiento y herramientas de búsqueda, y en todas sus complejas y pesadas fases de estructuración, clasificación, digitalización y OCR. Es sin duda una labor que solo puede efectuar un grupo, pero me gustaría señalar que Javier Serrano generosamente donó a la comunidad internacional de interesados e interesadas en la obra de Valle-Inclán su archivo personal y el trabajo propio que llevaba realizando desde los veinte años.
El Archivo Digital incluye las ilustraciones y las caricaturas de Valle-Inclán, un tipo de materiales plásticos por los que Javier Serrano sentía una especial inclinación y en los que se hace visible su veta de apasionado coleccionista. Partiendo de su investigación previa y sistemática, Javier Serrano y yo comisariamos la exposición de caricaturas «Valle-Inclán dibujado. Caricaturas y retratos del escritor (1888-1936)» (), cuyo catálogo de imágenes ampliamos notablemente en la exposición «Valle-Inclán Genio y figura (1866-1936)» ().
Aunque evidentemente los trabajos de Javier Serrano se incluyen en la disciplina de la historia de la literatura y en una tradición filológica muy asentada, me gustaría destacar al hilo de este repaso por su trayectoria académica, su libertad de criterio a la hora de enfocar el análisis. La edición de las conferencias de Valle-Inclán es un ejemplo en el que se observa que la metodología peculiar que Javier Serrano aplica se crea para la ocasión y se deriva de la complejidad y de las particularidades del objeto de estudio, y no a la inversa. Similar proceder se observa en la edición crítica de los relatos, en la que decidió utilizar como texto base la primera versión de los cuentos y adoptar sus propias convenciones formales. A la hora de editar los manuscritos de Valle-Inclán también mostró su independencia en ocasiones con respecto a los postulados de la crítica genética. Javier Serrano no era de los investigadores que siguen una línea teórica determinada y aplican su metodología de análisis de forma estricta. Su desinterés por las corrientes de la moderna Teoría de la Literatura, a veces expresado de forma epatante, procedía de su malestar por la infiltración en la disciplina de los estudios culturales y el creciente número de investigaciones cuyo enfoque sociológico se plasmaba en aproximaciones al hecho literario que prescindían por completo en su análisis de la obra literaria. Y también se originaba en su disgusto por el uso de una terminología abstrusa, que convertía el discurso teórico en una lengua para iniciados. Este desagrado partía de su defensa de la literatura como campo de conocimiento, pero no ha de ocultar que una parcela significativa de la producción académica de Javier Serrano se enfoca precisamente hacia algunos de los centros de interés de las corrientes teóricas contemporáneas. El libro de conferencias que he citado lleva, por ejemplo, un prólogo en el que Dru Dougherty examina el Valle-Inclán orador y los materiales del volumen en clave performativa (). Desde el origen de la trayectoria de Javier Serrano hay un interés constante por asuntos relacionados con la serie de factores implicados en la existencia de la literatura como institución. Sus estudios sobre la recepción de las obras de Valle-Inclán son de referencia inexcusable, como «La recepción del teatro de Valle-Inclán: los estrenos de 1931» (), «Valle-Inclán y sus primeros críticos. La recepción de la obra de Valle-Inclán anterior a la Sonata de otoño» (), «Valle-Inclán y sus críticos. La recepción de las Sonatas (1902-1905)» (), «De Valle a don Ramón. La recepción crítica de Sonata de Otoño» (), «Historia y recepción del modernista Valle-Inclán» (), y en especial su libro El arte del elogio. Eduardo Gómez de Baquero, «Andrenio», lector ideal de Ramón del Valle-Inclán (). En el ámbito teatral estaba especialmente interesado por el estudio del texto espectacular y buena prueba de ello es la dirección de la Tesis doctoral de Antonio Gago Rodó Los estrenos teatrales de Ramón del Valle-Inclán (1899-1936). Lo mismo se puede decir de aquellos trabajos que enfocan su análisis desde la óptica de la traducción («Valle-Inclán por Europa. Aspectos da internacionalización da súa obra» ), desde la industria del libro («Valle-Inclán en la industria editorial. Primera aproximación, a propósito de un texto desconocido» ), desde las instituciones como la Real Academia («De las Academias, ¡líbranos, Señor! Valle-Inclán frente a la Real Academia: una entrevista desconocida (1917)» ), o desde las luchas por el dominio del campo literario en la polémica que enfrentó a los modernistas y antimodernistas («La poética modernista de Valle-Inclán» , «Autosemblanzas modernistas: el «número lírico» de Renacimiento (1907)» ), «Eclesiásticos a la batalla. El antimodernismo desarrollado desde el púlpito» (), «Valle-Inclán enjuiciado por el clero» (). Puedo atestiguar que Javier Serrano se divirtió enormemente estudiando los elementos más desternillantes de la parodia antimodernista («La parodia del modernismo: El Tenorio modernista, de Pablo Parellada (1906)» (); «De Puccini a Salvador María Granés: Un juego paródico como recepción de la ópera italiana en España» (); «Los liróforos glaucos. La imagen del poeta en la sátira antimodernista» (); «La sátira antimodernista y su incidencia en el discurso historiográfico» ).
Este repaso por la trayectoria investigadora de Javier Serrano podría completarse citando otras esferas de su trabajo, como por ejemplo los estudios locales lucenses (, ), pero no sería ni necesario ni aconsejable por la extensión que está ya adquiriendo este panorama. A la vista está que Javier Serrano realizó una tarea ingente que sobresale por su solidez filológica y por su evidente utilidad. Su fallecimiento no ha hecho más que confirmar el respeto por la calidad de su obra. Su muerte antes de tiempo ha truncado una trayectoria en la que el filólogo podría habernos ofrecido sus mejores frutos.
Si, recordando un famoso soneto de Quevedo, el alma de los sabios perdura gracias a la imprenta y la letra impresa les proporciona la inmortalidad, esa «conversación» con el difunto a través de la lectura de todos los estudios que he recapitulado es pobre e insuficiente consuelo para los que compartimos con Javier Serrano nuestros días. Pese a ello, conociendo la alegría que le proporcionaba en vida el proceso de su investigación, creo que tras su fallecimiento no hay mejor homenaje que podamos hacerle sus amigos y compañeros en una revista académica como Moenia que valorar y honrar su legado de forma objetiva y desapasionada.
Y si otra cosa vuesas señorías no me mandan, no me alargo más, que la vida ya se me demora. Acabe, pues, esta memoria aquí, y si algo dejeme por contar, hágalo otro, que yo ni ganas ni fuerzas tengo, y si creéis que estos recuerdos han de censurarse, cúmplase, y si perderse, piérdanse, que yo en la otra vida no lo he de lamentar.
PUBLICACIONES DE JAVIER SERRANO ALONSO
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(1992b): “La recepción del teatro de Valle-Inclán: los estrenos de 1931”. En Dru Dougherty & María Francisca Vilches de Frutos (eds.): El teatro en España. Entre la tradición y la vanguardia (1918-1939). Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas - Fundación Federico García Lorca - Tabapress, 345‑60.
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(1995b): “Valle-Inclán y sus críticos. La recepción de las Sonatas (1902-1905)”. En Manuel Aznar Soler & Juan Rodríguez Rodríguez (eds.): Valle-Inclán y su obra. Actas del Primer Congreso Internacional sobre Valle-Inclán (Bellaterra, del 16 al 20 de noviembre de 1992). Barcelona: Cop d’Idees - T.I.V., 285‑94.
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(1996e): “De Puccini a Salvador María Granés: Un juego paródico como recepción de la ópera italiana en España”. En Darío Villanueva & Fernando Cabo (eds.): Paisaje, juego y multilingüismo. Actas del X Simposio de la Sociedad Española de Literatura General y Comparada. Vol. 2, Santiago de Compostela: Universidade de Santiago de Compostela, 257‑68.
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(1998b): Edición de Ramón Pérez de Ayala, Obras Completas, II. Novelas. Belarmino y Apolonio. Luna de miel, luna de hiel. Los trabajos de Urbano y Simona. Tigre Juan. El curandero de su honra. Pilares (Novela inacabada). Dos fragmentos de novela. Madrid: Fundación José Antonio de Castro, Biblioteca Castro.
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(1999): “Autosemblanzas modernistas: el «número lírico» de Renacimiento (1907)”. En José Luis Couceiro Pérez, Teresa García-Sabell Tormo, Manuel Míguez Ben, Emilio Montero Cartelle, Manuel Enrique Vázquez Buján & José María Viña Liste (eds.): Homenaxe ó profesor Camilo Flores. Vol. 2 (Literaturas específicas), Santiago de Compostela: Universidade de Santiago de Compostela, 655-69. Príncipe de Viana. 61/18, 2000, 381‑92.
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(2000a): “Los liróforos glaucos. La imagen del poeta en la sátira antimodernista”. En Javier Serrano Alonso, Ana Chouciño Fernández, Luis Miguel Fernández, Amparo de Juan Bolufer, Cristina Patiño Eirín & Claudio Rodríguez Fer (eds.): Literatura modernista y tiempo del 98. Santiago de Compostela: Universidade de Santiago de Compostela, 145‑69.
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(2000d): Edición de Ramón Pérez de Ayala, Obras Completas, III. Novelas cortas y cuentos: Trece dioses. Bajo el signo de Artemisa. El último vástago. Sonreía. La araña. Novelas poemáticas de la vida española. Pandorga. El ombligo del mundo. Justicia. Cuentos. Madrid: Fundación José Antonio de Castro, Biblioteca Castro.
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(2000e): “La conciencia artística en Valle-Inclán. Unas declaraciones olvidadas de 1904”. El pasajero. Revista de Estudios sobre Ramón del Valle-Inclán. https://www.elpasajero.com/serrano.htm
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(2004c): “Historia y recepción del «modernista» Valle-Inclán”. En Manuel Aznar Soler & María Fernanda Sánchez-Colomer (eds.): Valle-Inclán en el siglo xxi. Actas del Segundo Congreso Internacional, celebrado los días 20, 21 y 22 de noviembre de 2002 en la Universitat Autónoma de Barcelona. Sada (A Coruña): Ediciós do Castro, 253‑71.
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(2011e): “Tirano Banderas. Bibliografía secundaria”. En Dru Dougherty, Iconos de la tiranía: La recepción crítica de Tirano Banderas (1926-2000). Santiago de Compostela: Universidade de Santiago de Compostela, Biblioteca de la Cátedra Valle-Inclán, 421‑48. (En colaboración con Amparo de Juan Bolufer).
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(2012e): “Tres cuentos desconocidos de Ramón Pérez de Ayala (y una ordenación bibliográfica de su prosa narrativa breve)”. Moenia. Revista Lucense de Lengua & Literatura 18, 269-306. En Javier Serrano Alonso & Amparo de Juan Bolufer (eds.): Ayaliana. Ensayos sobre la vida y la obra de Ramón Pérez de Ayala en el cincuentenario de su muerte. Lugo: Axac, Páginas finiseculares, 269-306.
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(2012f): “Ramón Pérez de Ayala, Poemario olvidado de juventud”. Moenia. Revista Lucense de Lengua & Literatura 18, 321-49. En Javier Serrano Alonso & Amparo de Juan Bolufer (eds.): Ayaliana. Ensayos sobre la vida y la obra de Ramón Pérez de Ayala en el cincuentenario de su muerte. Lugo: Axac, Páginas finiseculares, 327‑49.
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