1. LA FUENTE: LOS CUADERNOS DE VELINTONIA
Pese a que algunos críticos literarios han encasillado Los Cuadernos de Velintonia como un diario (), lo cierto es que el material presentado va más allá de unos párrafos fechados. Si bien en estas páginas se recogen sucesos de la vida del autor bajo fechas concretas, al igual que en los diarios, lo cierto es que el protagonista no es él, sino su amigo Vicente Aleixandre. Por ello, Los Cuadernos de Velintonia no se pueden concebir como unas simples notas autobiográficas, ya que son escasas las ocasiones en las que José Luis Cano escribe directamente sobre él o su vida. Tampoco se trata de una biografía de Vicente Aleixandre, ya que el autor no reconstruye la vida del premio nobel al nivel que cabría esperar de tal trabajo, sino que presenta algunas conversaciones con él, no en vano el subtítulo del libro es Conversaciones con Vicente Aleixandre . En este sentido, y especialmente en aquellas entradas que son más extensas, se aproxima a la entrevista, ya que aunque no figura una pregunta destacada, Cano expone qué ha preguntado al autor para motivar sus palabras, que con creciente frecuencia recoge entrecomilladas.
No obstante, el propio José Luis Cano presenta los cuadernos como unas anotaciones desde el momento en el que su amistad con Vicente Aleixandre es más íntima. En esta línea, no debe obviarse la «Nota previa» al volumen, donde expone cómo concibe él mismo su publicación:
Debo advertir al posible lector de estos Cuadernos de Velintonia que no he pretendido con ellos escribir un diario ni unas memorias. Se trata tan sólo de unas apuntaciones tomadas la mayoría de ellas de mis charlas con Vicente Aleixandre en su casa de Velintonia 3, a lo largo de más de treinta años, casi toda una vida de amistad ().
En el presente artículo se ha tomado como fuente de información Los Cuadernos de Velintonia, como ya se ha hecho en otros estudios que recurren al libro como documento o testimonio que permite explicar y contextualizar sucesos sociales e incluso personales en lo que se refiere a las figuras literarias del momento. Algunos de los detalles relatados por Cano son necesarios para poder comprender mejor la historia literaria de la España franquista porque en estas páginas se encuentran datos que no figuran, por ejemplo, en las historias de la Literatura, lo que no es motivo para que deban permanecer ignorados u ocultos. Su importancia en este aspecto fue destacada por : «One very much hopes that this book will not be dismissed as just another critic’s diary. Its portrayals of and insights into the Spanish literary world provide indispensable information to the critic, the teacher, and the student of contemporary Hispanic letters»; no obstante, no debe pasarse por alto que Los Cuadernos de Velintonia contienen también información muy valiosa de ámbitos que trascienden lo literario.
2. APROXIMACIÓN A LA RELACIÓN DE JOSÉ ÁNGEL VALENTE CON JOSÉ LUIS CANO Y CON VICENTE ALEIXANDRE
La relación de José Ángel Valente y José Luis Cano puede comprenderse mejor al leer el epistolario entre los autores que se conserva en la Cátedra José Ángel Valente de Poesía y Estética de la Universidad de Santiago de Compostela y en la biblioteca del Centro Cultural Generación del 27. En él predominan los temas literarios y laborales por las abundantes colaboraciones de Valente en la revista Ínsula, de la que Cano fue secretario desde 1946 hasta 1973, año en el que pasó a ocupar el puesto de director. Pese a la preponderancia de este tipo de cuestiones, en las misivas entre los autores también aflora una relación que puede calificarse como una buena amistad. Sin embargo, en Los Cuadernos de Velintonia José Luis Cano no llega a exponer directamente su opinión sobre José Ángel Valente, sino que en los casos en los que el poeta o su poesía aparecen valorados lo son en palabras de Vicente Aleixandre.
Por lo que respecta a la relación del premio Nobel con José Ángel Valente, esta ha sido estudiada en profundidad a través de la edición de su epistolario, conservado en la Cátedra José Ángel Valente de Poesía y Estética. Las cartas entre los autores son, pues, la mejor forma de conocer su vínculo y la evolución del mismo: desde un Vicente Aleixandre que en un primer momento se postula como mentor y un José Ángel Valente joven y aprendiz hasta uno que adquiere, ya adulto y en una etapa madura, una voz propia y con fuerza.
Como ya se señaló, el terreno personal y el profesional se mezclan en las cartas entre Aleixandre y Valente, desde los años cincuenta hasta los ochenta, siendo este corpus que aquí se presenta testimonio de su periplo vital. De la mano de Vicente Aleixandre conocemos muchos acontecimientos de la vida familiar de Valente, y también los avances literarios de los dos autores. A través de esas palabras que le envía asistimos al progreso vital de José Ángel Valente, que va cumpliendo años y madurando como persona y como escritor a ojos de Vicente Aleixandre, quien recuerda a menudo la evolución del ourensano en el epistolario. Con su lectura sabemos cómo era Valente para el autor del 27, llamándolo «pequeño monstruo del silencio» (por las pocas cartas que le envía) [...] ().
3. LA PRESENCIA DE JOSÉ ÁNGEL VALENTE EN LOS CUADERNOS DE VELINTONIA
José Ángel Valente es mencionado en catorce ocasiones en Los Cuadernos de Velintonia. La primera, en el año 1954, el mismo en el que reaparece en tres momentos más tarde. Luego, es mencionado en 1955 y 1956, una vez por año. En 1960 su identidad aflora en dos ocasiones. En los años 1963, 1968 y 1969, de forma más continuada, así como en 1976 y en 1977 su nombre aparece en una ocasión por año. La última vez que es mencionado es ya al final del libro, en el año 1983, en términos que distan bastante de todos los anteriores, como se podrá leer.
El 24 de marzo de 1954, José Luis Cano cita por primera vez al poeta gallego en Los Cuadernos de Velintonia. Su mención se debe a un proyecto literario del poeta colombiano Eduardo Cote Lamus:
Me cuenta Aleixandre que ha recibido la visita de Alfonso Costafreda y el joven poeta colombiano Eduardo Cote, para hablarle de un proyecto de antología de la joven poesía española, que prepararía Cote, con vistas a ser publicada en la colección Ínsula. La antología incluiría a pocos poetas: Otero, Hierro, Bousoño, Valverde, Nora, Claudio Rodríguez, Costafreda, Jaime Ferrán, López Pacheco y Valente. Costafreda cree que el libro se vendería, tanto al menos como la famosa Antología consultada, de Francisco Ribes, que se agotó en pocos años. Le prometo a Vicente hablarle del proyecto a Canito, pero dudo que éste acepte publicar la antología ().
Si bien esta antología no llegó a materializarse tal y como el propio Cano anticipaba en ese mismo instante, Eduardo Cote Lamus participó durante su estancia en el Colegio Mayor Nuestra Señora de Guadalupe, donde conoció a José Ángel Valente (), en la antología 5 poetas hispanoamericanos en España (1953), que tanto el colombiano como Antonio Fernández Spencer, Ernesto Mejía Sánchez, Miguel Arteche y Eduardo Carranza le dedicaron a Valente de forma conjunta. Con el resto de los autores mencionados como poetas susceptibles de encajar en la antología planeada por Cote Lamus, José Ángel Valente mantuvo también distintos tipos de vínculos como prueban los epistolarios y los materiales en torno a ellos conservados en la Cátedra Valente por el propio poeta.
En la segunda ocasión, el 28 de abril del mismo año, Valente es citado ya en calidad de amigo de Vicente Aleixandre.
Reunión en Velintonia en homenaje al poeta italiano Eugenio Montale, que acaba de llegar a Madrid. Vicente ha invitado a un grupo de jóvenes poetas amigos suyos: Rafael Morales, Leopoldo de Luis, Carlos Bousoño, José Ángel Valente, Jaime Ferrán, Alfonso Costafreda, Jesús López Pacheco, el colombiano Eduardo Cote, y yo mismo ().
Con esta alusión no solo se testimonia la presencia de Valente en eventos culturales y literarios del círculo aleixandrino durante su etapa universitaria en Madrid, sino que también se deja constancia de un encuentro simultáneo entre los tres autores protagonistas de este artículo, así como con otros compañeros con los que José Ángel Valente mantendría algún tipo de vínculo pese a su ausencia geográfica. En cuanto al homenaje al poeta italiano en el que participa Valente en calidad de asistente, este mismo deja constancia de él en «Versión y glosa de Eugenio Montale» de la siguiente forma:
Eugenio Montale ha visitado no hace muchos días Madrid. Hemos tenido oportunidad de oírle en el Instituto Italiano de Cultura, donde, anticipándose a posibles entrevistas, habló sobre los dos temas acerca de los cuales podía ser objeto de nuestras preguntas: la literatura italiana actual y su propia poesía ().
Cabe destacar que Valente tradujo ocho de sus poemas al español: «Encuentro», «La forma del mundo», «Salto e inmersión (Il tuffatore)», «El arte pobre», «El Rey pescador», «El lago de Annecy», «Carta a Bobi» y «El olor de la herejía». Asimismo, el poeta le inspiró su poema «Il tuffatore» de Mandorla (1982) como ya ha apuntado en su estudio sobre José Ángel Valente como traductor del italiano.
Con todo, la verdadera razón por la que Valente es reiteradamente mencionado en el año 1954 se debe al premio Adonáis que ganaría por A modo de esperanza . Así, el 25 de octubre, Cano escribe: «Se perfila el premio Adonais [sic] de este año: José Ángel Valente. Es el candidato de Vicente y el mío. Su libro, A modo de esperanza, es sin duda el mejor de los 110 presentados» (). Sobre este asunto Aleixandre ya había advertido a Valente en su carta del 27 de septiembre de las posibilidades de su primer poemario de ganar el premio literario:
[...] te doy los detalles sobre lo de Adonais [sic]. Estate tranquilo, que si yo no soy jurado tu libro no figurará en el concurso. Acabo de ponerme en contacto con José Luis y he convenido con él lo siguiente. Tú mandas tu libro en los ejemplares debidos, pero se lo mandas a él, a su casa y su nombre [...]. Si yo soy jurado, tu libro funciona en el concurso. Si yo no soy jurado, tu libro no funciona en el concurso, es retirado. Por eso se lo mandas a él, que lo recibe y lo entrega o no al jurado, según cuál sea éste. Por eso, también, lo recibirá José Luis fuera de plazo y no importa, porque no va a la oficina de recepción de los Editores.
Creo que con eso te quedas tranquilo y se cumple tu deseo, y hay la certeza de que si en el último momento yo no soy nombrado jurado tu libro no contará en el concurso.
[...]
[...] De Ínsula no he hablado con José Luis. Todo ha sido por teléfono para concretar y convenir lo de Adonais [sic], al llegar ayer. De Canito, a los efectos crematísticos, me fío poco, por no decir poquísimo ().
En adición, el día 25 José Luis Cano escribe: «Hablo con Vicente de Valente, y le digo mi intención de incorporar su firma a Ínsula. Le parece buena idea» (). Si bien la idea inicial de Cano fue que Valente tuviese una sección fija en la revista, como puede leerse en la carta del 22 de mayo de 1962 que le envía al gallego, lo cierto es que el poeta acabó colaborando sin restricciones temporales fijas más allá de los plazos de envío de los originales establecidos para cada número. Así, José Ángel Valente participó en Ínsula en más de cuarenta ocasiones con ensayos, reseñas, cartas al director, respuestas a encuestas, poemas, etc. desde 1955 hasta 1996. Esta asidua participación de Valente en la revista propició una mayor complicidad entre secretario y escritor, que entre los años 1955 y 1988 mantuvieron un intercambio epistolar que, como ya se ha indicado anteriormente, trasciende el ámbito literario y revela su buena relación, ciertamente ligada a la figura del premio Nobel al menos de manera notable en las misivas de los primeros años de su relación.
Una vez más, el 10 de diciembre, Valente y el premio Adonáis reaparecen en las páginas de Los Cuadernos de Velintonia: «Día de visitas. Vienen a verme José Ángel Valente, muy contento con su premio Adonais [sic] [...]» (), entre otros escritores y escritoras.
Al año siguiente, el 5 de abril, reaparecerán Valente y el premio Adonáis vinculados al poeta Alfonso Costafreda:
Me visita en Campsa Alfonso Costafreda, quien me trae un artículo para Ínsula sobre la poesía de José Ángel Valente, concretamente sobre su primer libro, A modo de esperanza, que ha ganado el premio Adonais [sic]. Hablamos ―cosa rara en él y en mí― de temas trascendentales: Dios, la muerte, la nada... Se confiesa absolutamente indiferente en materia religiosa y me dice que piensa casarse por lo civil con su amiga sueca, y vivir con ella en Ginebra donde ha obtenido un puesto en la ONU. No piensa volver a España mientras dure la dictadura franquista ().
Alfonso Costafreda y José Ángel Valente mantuvieron una muy buena relación. Se conocieron en la etapa universitaria en Madrid y pronto empezaron a escribir el uno sobre el otro (). Así, Valente le dedicó el poema «El otro reino», incluido en Poemas a Lázaro (1960); el artículo «Once poetas: Alfonso Costafreda», publicado en el número 80 de Índice de artes y letras en junio de 1955; y el poema «Portrait of the Artist as a Young Corpse», publicado en la antología Poesía última (1963) de Francisco Ribes y, de forma póstuma, como parte de la poesía dispersa del autor en sus Obras completas. Tras el suicidio del catalán, en 1974, Valente le dedicó el poema «Compañera de hoy» en Interior con figuras (1976): «Para Alfonso Costafreda, en memoria» () y el artículo «Alfonso Costafreda: elegía», reescrito como «Ahora cuando la escayola de los eminentes se llena de lagartos» (). Además, Valente creó un dosier en memoria del amigo muerto, cuyo contenido fue descrito por . Por su parte, Alfonso Costafreda le dedicó a Valente el poema «Las palabras», publicado en Papeles de Son Armadans en el año 1959; y «La poesía de José Ángel Valente», que es el artículo al que alude José Luis Cano, ya que apareció en el número 112 de la revista Ínsula, precisamente en abril de 1955.
El 8 de enero de 1956 José Ángel Valente es valorado por Vicente Aleixandre como uno de los poetas más prometedores de su generación, la del 50. En este caso cobra especial relevancia el epistolario entre los autores, ya que, pese a que no se tiene acceso a las cartas enviadas por Valente a Aleixandre a excepción de las escasas copias que el propio poeta hizo de las misivas enviadas al premio nobel, Cano reproduce unos fragmentos de una epístola de Valente a Aleixandre:
En Velintonia. Me lee Vicente cartas que ha recibido de Claudio Rodríguez y José Ángel Valente, el primero desde Zamora, el segundo desde Oxford. Según Vicente, son los dos poetas más interesantes y prometedores de la generación. Valente con más talento quizá, más espíritu crítico y de humor, y Claudio más serio e inspirado, y más joven también. Leo un divertido párrafo de la carta de Valente: «Toda la prensa inglesa se ha hecho eco de una juerga navideña en Riscal, en que rodaron bajo las mesas la actriz Carmen Sevilla y el poeta y académico Vicente Aleixandre.» «Cada vez medito más en los grandes pecados del hombre», termina la carta, irónicamente. Por supuesto, todo arranca de un error. Un Vicente Aleixandre que no tiene nada que ver con la poesía ―quizá un primo suyo, ingeniero, del mismo nombre― debió de cenar aquella noche en Riscal ().
Pese a no disponer de la carta de Valente citada por Cano, en la Cátedra Valente se conserva una tarjeta postal manuscrita de Aleixandre del día seis de enero en la que responde a la del poeta gallego: «[...] siento hervir mi sangre en cólera contra el doble que en la imaginación de un periodista tomaría mi nombre en la “bacanal” de Riscal. ¿Qué habrá dicho el senado académico?» (Aleixandre en ).
El 22 de abril de 1960 se da noticia de un reencuentro entre José Luis Cano, Vicente Aleixandre y José Ángel Valente a través de otro evento: la «Llegada a Madrid del hispanista inglés J. M. Cohen, que viene en representación del PEN internacional para el asunto de la detención de Luis Goytisolo. Vicente da una reunión en su honor, y asisten Valente, Bousoño, Pepe Hierro y José Agustín Goytisolo» (). El traductor inglés John Michael Cohen fue el principal traductor de la obra valentiana al inglés en un primer momento. Por ejemplo, tradujo su poema «El moribundo» como «The Dying Man» para el número 3224, del 12 de diciembre de 1963, de The Times, Literary Supplement . Por su parte, José Luis Cano y el traductor mantuvieron una relación epistolar de la que se conocen dos cartas (). En la primera, Cohen le pide al crítico literario que resucite el PEN Club español, algo de lo que Cano también deja constancia en Los Cuadernos de Velintonia el 8 de junio de 1960 (), aunque finalmente no pudo llevar a cabo tal encargo. En la segunda, Cano le pide a Cohen el apoyo contra las detenciones de escritores como Gabriel Celaya y José Manuel Caballero Bonald. Esto no debe extrañar si se tiene en cuenta que precisamente para lo que llega Cohen a Madrid el día 22 de abril es para colaborar en la liberación de Luis Goytisolo, algo que le promete el coronel Eymar ().
Tan solo dos días después, y en una línea totalmente distinta, Cano le confiesa a Vicente Aleixandre los celos que Dámaso Alonso puede sentir por él, en lo que aparece implicado Valente.
Hablamos de Dámaso, que al parecer se muestra muy celoso de Vicente. Estuvo reprochándonos a Valente y a mí que escribiéramos muchos más artículos sobre Vicente que sobre él. Esos celos de Dámaso le parecen a Vicente infantiles y los achaca a los mimos de hijo único a que siempre ha estado acostumbrado ().
Los escritos aludidos por Dámaso Alonso por parte de José Ángel Valente serían el poema «La salida», incluido en Poemas a Lázaro (1960), y «Vicente Aleixandre», publicado en el homenaje de Papeles de Son Armadans al premio Nobel y a Dámaso Alonso en el número 32‑33 en 1955; así como los ensayos «Trayectoria ejemplar de Vicente Aleixandre», publicado en el número 68‑69 de Índice de artes y letras en noviembre-diciembre de 1953; «Vicente Aleixandre en “La raya de la esperanza”», en la misma revista en el n.º 88‑89 en mayo-junio de 1956; «El ciclo de la realidad imaginada. Notas sobre la poesía de Vicente Aleixandre en un aniversario», en el n.º 123 en marzo de 1959. Por su parte, José Luis Cano había escrito sobre el premio Nobel en «Pasión de la tierra, de Vicente Aleixandre», publicado en el número dos de Sur. Revista de orientación intelectual en enero-febrero de 1936; «El amor en la poesía de Vicente Aleixandre», en el n.º 5‑6 de Corcel: pliegos de poesía en 1944; «Recuerdos de Vicente Aleixandre», en el número 164 de la Revista de Occidente en 1955; «Vicente Aleixandre y su Ciudad del Paraíso», en El Nacional en julio de 1958; «Málaga en Vicente», en el n.º 32‑33 con motivo del homenaje de Papeles de Son Armadans anteriormente referido en el caso de Valente, y «Tres poetas frente al misterio: Darío, Machado, Aleixandre», publicado en el n.º 81 de Poesía española en septiembre de 1959. Pese a los reproches que Dámaso Alonso le pudiera haber hecho a Valente, lo cierto es que su relación a esas alturas se hallaba ya bastante deteriorada debido al enfado del filólogo a raíz de la publicación por parte de Valente y del profesor Nigel Glendinning en enero de 1959 de un manuscrito desconocido de las Soledades de Góngora, publicación que Dámaso Alonso trató de evitar sin éxito. Con todo, lo cierto es que José Ángel Valente había escrito sobre Dámaso Alonso en «Seis calas en la expresión literaria española, vistas, por José Ángel Valente», publicado en el n.º 26 de Cuadernos Hispanoamericanos en febrero de 1952; “Hombre y Dios de Dámaso Alonso”, en el n.º 82 de Índice de artes y letras en agosto-septiembre de 1955, y, de forma posterior al desencuentro contado por Cano, el poema «Dámaso Alonso: imagen sucesiva», publicado en Homenaje universitario a Dámaso Alonso en 1970. Esta última composición poética contiene una alta carga crítica hacia el profesor a la vista de sus rencillas. Por su parte, José Luis Cano le había dedicado al filólogo «Figuras literarias: Dámaso Alonso», publicado en el n.º 26 de Ínsula en febrero de 1948, «Dámaso Alonso: Hombre y Dios», en el n.º 21 de Poesía española el 15 de junio de 1955, y «Poesía y crítica de Dámaso Alonso», en El Nacional el 30 de mayo de 1957. Al igual que Valente, el crítico literario siguió escribiendo sobre el filólogo, como prueban «Alonso, Dámaso y Galvarriato de Alonso, Eulalia: Para la biografía de Góngora. Documentos desconocidos», publicado en el n.º 193 de Ínsula en diciembre de 1962; «La autonominación en la poesía (Cienfuegos, Unamuno, Dámaso Alonso, Luis Rosales)», en el n.º 257‑258 en Cuadernos Hispanoamericanos en mayo-junio de 1971; «Dámaso Alonso a través de José Luis Cano», publicado en el número 306-7 de El ciervo: revista mensual de pensamiento y cultura en 1977; «Su poesía del desamparo», publicado en número 243 de ABC. Sábado cultural el 28 de septiembre de 1985; y «Versos de emocionada solidaridad: Dámaso Alonso» en el mismo medio que en el caso anterior, pero el 26 de enero de 1990. Por lo que respecta a Vicente Aleixandre y su vínculo con Dámaso Alonso hay que tener en cuenta que el premio nobel le confesará a José Luis Cano, hacia los años 80, que se ha dado cuenta de que existen determinados temas de los que sabe que no puede hablar con Dámaso Alonso si quiere evitar discutir, como son los relativos a la Academia ().
Tres años más tarde, el 7 de julio de 1963, Valente reaparece en dos ocasiones. La primera como recomendado de Vicente Aleixandre:
La tarde en Velintonia. Me cuenta Vicente que ha recibido la visita de Paulino Garagorri, secretario de la Revista de Occidente, quien le ha pedido consejo sobre posibles colaboradores jóvenes de poesía. Vicente le ha sugerido los nombres de Claudio Rodríguez, Francisco Brines, José Ángel Valente, Carlos Sahagún y María Elvira Lacaci. [...] ().
La recomendación de Valente por parte de Aleixandre al secretario de la revista tuvo efecto case inmediato, ya que en mayo del año siguiente se publica en el citado medio su «Constantino Cavafis. (Noticia y selección)». Tras esta primera colaboración del poeta en la Revista de Occidente se tiene constancia de otros cuatro ensayos sobre temas diversos y una colaboración poética como adelanto de su poemario Interior con figuras.
La segunda mención se produce por un poema de Valente que es objeto de análisis literario por parte de Aleixandre:
Me muestra un poema de Valente en la revista Índice, titulado «Poeta en tiempo de miseria», que es un retrato de la situación de Pepe Hierro, aunque no lo nombra. El poema es duro para Hierro, y le ha parecido mal a Vicente, quien siente por Hierro una gran simpatía y admiración ().
La crítica literaria que ejerce sobre el poema «Poeta en tiempo de miseria» no hierra en la identificación que los autores hacen y que, en 1969, Félix Grande se atreve a reprocharle públicamente a José Ángel Valente en «Poeta, crítico y fiscal. Carta abierta a José Ángel Valente». Con todo, Valente afirma en su respuesta a este texto que se trata de «[...] un poema de situación y tiempo» () y que «Su carácter situacional resulta todavía más evidente cuando se lee junto con los textos de muy próxima naturaleza que lo acompañan en la Parte VI de dicho libro [La memoria y los signos]» ().
La situación anteriormente referida encaja perfectamente con la que propicia la reaparición del autor de A modo de esperanza en Los Cuadernos de Velintonia, el 11 de febrero de 1968:
Leo a Vicente el poema que me envía Valente para Ínsula, «Fábula de un viejo payaso», que alguien podría interpretar como un retrato cruel de Celaya y Amparito. Me pide que no lo publique en Ínsula, pues Celaya podría interpretarlo como una complicidad suya en el ataque de Valente ().
El poema, cuyo título completo es «Fábula de payaso en la ancianidad y su pareja», se publicó finalmente en Índice de artes y letras tras haber sido rechazado por la directiva de Ínsula. Esta decisión se la comunica Cano en su carta a Valente del 5 de marzo y el autor la acepta en su carta-respuesta al crítico literario el día 11 de ese mismo mes.
El 10 de octubre de 1969 José Ángel Valente es mencionado con motivo de un encuentro entre Cano y uno de los reseñadores del poeta, Florentino Martino:
Llevo a Max al Lyon, a la tertulia de Moñino, quien está ahora en Berkeley. Le fastidia que no haya más hispanistas: Norton, Olson, Dowling, Alfieri. Al final llegan Tesa Ortega Costa (nieta de Costa) y Florentino Martino, amigo de Pepe Valente, sobre cuya poesía ha escrito varios ensayos ().
Florentino Martino había escrito sobre Valente «La poesía de José Ángel Valente», publicado en el número 152 de Papeles de Son Armadans de 1968, y, meses más tarde del encuentro referido por Cano, «Nota a Breve son, de José Ángel Valente», publicado en el n.º 278 de Ínsula en 1970. La relación entre Valente y Florentino Martino ha sido recientemente estudiada por . Allí, se presenta el epistolario de ambos, en el que salen a relucir estos ensayos de Florentino Martino.
El 3 de septiembre de 1976 podría fijarse como el momento en el que se manifiesta la separación de Vicente Aleixandre y José Ángel Valente, que ha dejado de ser su discípulo por haber emprendido un vuelo en el que ya no necesita la aprobación del maestro. Pese a ello, la intención de Aleixandre es la de reconciliación con Valente en símbolo de la amistad que verdaderamente los unió durante tanto tiempo y con tan sincero afecto. Así, Cano recoge sus palabras acerca del poeta en ese momento:
Viaje a Miraflores, donde paso la tarde en «Vistalegre», la casa de Vicente. Le encuentro en el jardín, leyendo. [...] «[...]. Aquí me aíslo como en un castillo roquero y me defiendo bien de los visitantes molestos. Sólo recibo a muy pocos amigos: a ti, [...], y a Pepe Valente, que vendrá con sus hijos: Lucila, Antonio, y Patricia, mi ahijada. A Pepe hace años que no le veo, y me parece que no es ya el gran amigo mío que fue. Quizá el verle de nuevo, después de tanto tiempo, rebrote la gran amistad que teníamos. Su última poesía me parece algo fría, demasiado intelectual. Sigue gustándome más la poesía de Claudio. [...]. Pienso que la poesía debe emocionar, para mí sigue siendo una comunicación con el lector. No me arrepiento de mi definición de 1947: Poesía es comunicación. Si no es eso no es nada.» ().
Lo inicialmente expresado entra en sintonía con la carta que Aleixandre le envía a Valente el 17 de agosto, donde espera con ansias el reencuentro, ya que en los años anteriores tan solo había podido ver a Emilia y a las hijas y el hijo del matrimonio:
[...]. Una alegría, al cabo de los años, verte aparecer por Miraflores. Solo que no comeremos juntos porque yo, por prescripción facultativa, estoy obligado desde hace años a dormir siesta. Pero pasaremos la tarde juntos; contigo y los miembros de la tribu que suban a la Miraflores de su niñez. Si traes coche, como supongo, podemos irnos, vosotros y yo, a Soto de Real (hace muchos años «Chozas») donde hemos estado más de una tarde, y allí merendar en el jardincillo si no hace frío (mal mes es setiembre) o dentro si sopla fresco. O en lugar de eso irnos a la Cahera, también cerca y también sitio grato para tomar algo reunidos, como in illo tempore.
De modo que si no me dices nada en contra os espero el día 7 de setiembre, martes, alrededor de las 5 ½ de la tarde. Si yo aún durmiera en mi tumbona, en el jardín, me despertáis y será despertar a un sueño que sea una realidad. A mí me parece que habéis estado aquí el año pasado, pero el testimonio de los chicos me dará la medida, en estatura, de los años pasados.
[...].
Trae jersey, ropa, pues en setiembre aquí hace frío ().
El 28 de enero de 1977 es otro momento clave en la separación ideológico-literaria de Aleixandre y Valente. Aunque Cano simplemente escribe:
Le cuento la visita que me ha hecho Antonio Hernández para hablarme de una antología que prepara sobre la generación poética de los años 50. Está fastidiado porque Pepe Valente no le autoriza a incluir poemas suyos. Recordemos la antología de Gerardo, y la actitud de Juan Ramón y de Prados, que no quisieron figurar en ella. Me cuenta Vicente que Cernuda se negó también a ser incluido en la antología de Gerardo, y solo ante la amenaza de éste de incluirle a pesar de todo, y con su nombre completo Luis Cernuda Bidón, cedió al ruego de Gerardo. Al parecer, Gerardo hizo un viaje a Sevilla y allí logró enterarse del segundo apellido de Cernuda, Bidón, que Luis ocultaba siempre cuidadosamente. Desde entonces le tomó a Gerardo un odio africano, y le ignoró por completo ().
Estas palabras deben leerse en dos niveles distintos.
El primero, la concepción de las generaciones. Vicente Aleixandre defendía su utilidad:
«[...] Eso de “grupo” son ganas de hablar y de rechazar la realidad, lo ya establecido históricamente. Es lo mismo que la manía de Baroja de negar la generación del 98. El 98 y el 27 han pasado ya a la historia de la literatura como generaciones. Llamarlo grupos es muy vago y no obedece a la realidad. Nosotros no éramos sólo un grupo de amigos, como decía Guillén, aunque ciertamente éramos amigos, sino algo más: una generación literaria, aunque ahora esté de moda negar las generaciones» ();
Valente, en cambio, las rechazó abiertamente, «[...] esa cohesión xeracional existía nese momento, que era o momento de partida e que despois se converte no que teño chamado “a carreira do corredor de fondo”, onde ti corres só [...]» (Valente en ), motivo por el que no quiso ser incluido en la antología de Antonio Hernández. Efectivamente, la antología editada y publicada bajo el título Una promoción desheredada: la poética del 50 (1978) incluye poemas de Ángel González, J. Mariscal, José Manuel Caballero Bonald, Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma, José Agustín Goytisolo, Eladio Cabañero, M. Mantero, Fernando Quiñones, Francisco Brines, Mariano Roldán, Claudio Rodríguez, Carlos Sahagún y Rafael Soto Vergés, pero no de José Ángel Valente.
El segundo, por la comparación implícita que se establece entre la actitud de Valente y de Cernuda, a quien Aleixandre y Cano critican en otras ocasiones y por múltiples motivos ().
Finalmente, Cano reproduce las últimas palabras que Aleixandre dedicará a Valente en Los Cuadernos de Velintonia, el 15 de noviembre de 1983:
Comentamos un artículo de Juan Goytisolo en El País en el que el famoso novelista afirma que Valente y Gil de Biedma son poetas muy superiores a Miguel Hernández y a Blas de Otero. «Es una opinión que me parece errónea. La típica opinión parcial para justificar tesis personales partidistas. Ahora está de moda en los jóvenes desdeñar a Antonio Machado, a Miguel Hernández y a Blas de Otero. Estoy convencido de que ellos quedarán en la historia de la poesía española con bulto más vivo y fértil que Valente y no digamos Biedma, que es un poeta muy menor, que no ha hecho más que imitar a Cernuda.» ().
Sin embargo, esta visión del premio Nobel dista mucho de la que presenta en 1956, cuando le escribe en una carta del 5 de enero a Valente que:
Me da gusto verte subir y extenderte, cumpliendo y cumpliéndote. De la novísima promoción, tú y Claudio Rodríguez (me acaba de enviar de Zamora un intenso poema) sois los poetas cuya existencia me llena de confianza y me produce alegría (prescindo de tu existencia de amigo). La poesía española está visto que se niega a decaer (Aleixandre en ).
4. CONCLUSIONES
En conclusión, Los Cuadernos de Velintonia son un valioso testimonio de la España franquista que contienen datos reveladores en muchos aspectos. En este caso se ha prestado atención al ámbito literario y, más concretamente, a la presencia del poeta José Ángel Valente en ellos para poder ampliar la visión de las relaciones que mantuvo con José Luis Cano y Vicente Aleixandre. En el caso de este último se puede apreciar una evolución desde sus opiniones iniciales sobre el joven poeta al que apoya en sus comienzos literarios por considerarlo una de las grandes promesas de su generación hasta los años finales de su relación, en los que la distancia y el tiempo han debido de desempeñar un papel clave, así como el libre vuelo de un José Ángel Valente que ha desarrollado una voz propia. En algunos de los casos analizados el epistolario entre los autores cobra relevancia, por lo que este estudio puede interpretarse en términos de complemento necesario para poder comprenderlo mejor. Sin embargo, en la mayoría de ellos la literatura, las creaciones de Valente e incluso los proyectos literarios de otros autores en torno a él y a su obra son los protagonistas y, por lo tanto, los extractos presentados permiten enriquecer el conocimiento que sobre todos ellos se tiene.
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Notas
[1] Aunque las hay. Sirva como ejemplo la entrada del 10 de junio de 1955. En realidad, en la inmensa mayoría de casos en los que José Luis Cano relata algún suceso de su vida este es esencialmente de índole profesional o literario y aparece como pretexto para el inicio de una conversación con Vicente Aleixandre sobre determinado asunto.
[2] Si J. L. Cano hubiese querido escribir la biografía de Vicente Aleixandre lo hubiese hecho sin necesidad de presentarlo de esta forma; recuérdense sus biografías sobre poetas como Federico García Lorca o Antonio Machado. Así, en Los Cuadernos de Velintonia el premio nobel aparece siempre en relación con él o con él de fondo. Además, pese a que el pasado de Vicente Aleixandre es frecuentemente aludido, el libro parte del año 1951, en el que ambos escritores comenzaron a ser amigos íntimos y a tener un trato mucho más frecuente.
[3] Como reseñadores de la publicación que han respetado y apoyado la concepción que presenta el autor de Los Cuadernos de Velintonia podrían citarse Quiroga Clérigo, que habla de «apuntes» (); Villena, «Notas breves, concisas, incisivas, lapidarias (...)» (); o Crispin, «notes» ().
[6] El libro se conserva en la biblioteca personal del poeta, custodiada en la Cátedra Valente tras la donación del gallego.
[7] Especialmente en los casos de Carlos Bousoño, del que fue alumno, y de Alfonso Costafreda, sobre el que se volverá más adelante.
[8] Por supuesto que también su presencia en la capital propició un ambiente idóneo para poder ser mencionado con mayor frecuencia que en años posteriores, tras su marcha primero a Oxford y más tarde a Ginebra.
[11] Valente le comunicó a José Manuel Caballero Bonald la situación del poema al decirle que «Los de Ínsula se me espantaron» (Valente en ). Que Valente mantuviese al escritor informado de esta composición se debe a que el origen de la misma fue compartido por ambos, tal y como el propio Caballero Bonald explicó posteriormente en sus memorias ().