Resumen

En español, son numerosas las formas verbales imperativas sujetas a procesos de gramaticalización por subjetivización (o intersubjetivización). Con frecuencia, los antiguos imperativos se convierten en interjecciones (¡Oye!, ¡Mira!, ¡No veas!...), las cuales ―se usen o no como marcadores discursivos― pueden emplearse autónomamente o con complementos. En ocasiones, estos complementos respetan la estructura argumental del verbo original (¡Tócate las narices!, ¡Chúpate esa!...), pero otras veces pueden aparecer complementos de otros tipos (cfr. ¡Fíjate en Ana! y ¡Fíjate Ana!, ¡Imagínate a los vecinos! e ¡Imagínate los vecinos!). Además, muy a menudo los antiguos imperativos pueden introducir construcciones interjectivas con elementos libres (Anda que no...). Estas construcciones, cuya estructura sintáctica no puede analizarse sin tener en cuenta su carácter enfático, implican cierto grado de idiomaticidad. Por lo demás, los antiguos imperativos muchas veces pasan a formar parte de locuciones interjectivas (sean o no idiomáticas) y de fórmulas oracionales interjectivas.