Pasiones ocultas, amores fatales. Imágenes del deseo en la cultura contemporánea, editado por Esperanza Guillén, recoge distintas aportaciones de investigadoras e investigadores de la Universidad de Granada y de otros centros nacionales e internacionales. Las aportaciones configuran una visión panorámica de la interrelación entre los afectos y las emociones, especialmente el deseo y las relaciones interpersonales, en las manifestaciones culturales desde el siglo XIX hasta la actualidad. El conjunto genera una multiplicidad de historias que no solo nos aproximan a cómo los sujetos creadores canalizaron sus propias pasiones, sino también a cómo son percibidas esas pasiones por la mirada espectadora, una mirada necesariamente situada hoy en otro tiempo y otro lugar.
El libro arranca con una aproximación de Esperanza Guillén a un fetiche habitual en la el arte y la literatura desde el siglo XVIII hasta las primeras vanguardias. Las medias constituyeron en el imaginario colectivo una suerte símbolo de dominación que tomaba forma en la violencia ejercida hacia cuerpos prostituidos, infantiles o cosificados. Algunos de los artistas abordados, como Francisco de Goya o Hanna Höch, parecen denunciar dicha violencia, aunque la mayoría de obras que configuran el estudio la reproducen. Tal y como afirma la autora, todas estas manifestaciones fueron exponentes y, al mismo tiempo, el motor de un cambio “en la percepción social del erotismo y la sexualidad”. La sexualidad perdía parte de sus estigmas, pero a costa de potenciar el poder de unos cuerpos sobre otros. Las medias, el capítulo así lo muestra, son un buen reflejo.
Al primer capítulo le sigue un segundo titulado “Morir de Amor” y firmado por Teresa Sauret, que aborda la expresión del amor y, quizá en mayor medida, del desamor en las manifestaciones culturales románticas. El capítulo se articula a través de distintos temas que calaron de manera transversal, como la ausencia, el abandono, la soledad o la locura. Dichos temas aparecen en los grandes lienzos neoclasicistas de temática mitológica, pero también en recuperaciones de la literatura de Shakespeare y de Dante o en las obras del círculo Prerrafaelista. Vinculado a los reversos del amor está también el tercer capítulo, en el que Gerd Hammer reflexiona en torno a la pasión y la escritura. Se centra en la figura de la femme fatale a través de las obras literarias de HenrichVon Kleist, Malcolm Lowry y Philippe Djian.
A continuación, Rocío Sola Jiménez aborda la obra de Emmy Haesele, a partir de su relación sentimental con el también artista Alfred Kubin. El capítulo no solo recupera la obra de una artista todavía poco estudiada, sino que también analiza las dinámicas de género que se producían en una pareja artística heterosexual, en la cual la mujer quedaba normalmente relegada a un segundo plano eclipsada por su pareja, percibida en el imaginario colectivo bajo el mito del genio creador asentado en el Romanticismo. La pasión entre Haesele y Kubin se transforma en el siguiente capítulo en una pasión parricida que cautivó al movimiento surrealista. En este estudio, Carmen Sousa Pardo aborda, casi a modo de micro-historia, el caso de Violette Nozière, una joven parisina que asesinó a su padre. La autora analiza cómo el Surrealismo se interesó por el impulso asesino de Nozière, en sintonía con su interés general por las mujeres asesinas, que subvertían el orden social burgués. Su fascinación por la joven llevó a los surrealistas incluso a la realización de una publicación dedicada exclusivamente al caso, aunque, como matiza Sousa Pardo en el capítulo, Nozière quedó relegada a la categoría de imagen, de musa, desdibujando así su agencia.
En el siguiente capítulo, Irene Valle Corpas nos introduce en la “pasión encendida por la verdad” que movió al cine europeo de los años sesenta y setenta. Las películas de Michelangelo Antonioni, Ingmar Bergman o Jean-Luc Godard utilizan recurrentemente la violencia y la sexualidad como pretexto para canalizar el descontento social sesentayochista. La autora apunta acertadamente que, en las películas, “todo ocurre en un lugar constreñido y todo pasa por la sexualidad”, metáfora de un mundo que necesitaba (y anhelaba) reconfigurarse a sí mismo. El libro salta del amor en el cine moderno al amor líquido en el arte contemporáneo. Vicente Barón Llinares y Cristian Gil Gil utilizan el concepto de Zygmunt Bauman para explorar cómo la idea de un amor frágil y efímero —propio de la generación nacida en 2000 y denominada por Bauman “generación líquida”— está presente en distintos artistas de la escena actual como son Maider López, Daniel Canogar, Elmgreen & Dragset, Carmelo Gabaldón, Petra Collins o Neïl Beloufa, entre otros.
En el siguiente capítulo, Elisa Cabrera García aborda la escasa asimilación del concepto “feminicidio” —bien arraigado en el contexto latinoamericano— en la realidad legislativa, académica, expositiva e incluso dentro del feminismo militante en España. A partir de la exposición Cárcel de Amor: relatos cultuales sobre violencia de género que acogió en 2005 el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía —contextualizada en la Ley Orgánica 1/2004— se cuestiona su sesgada visión de la violencia de género, que queda reducida, tal y como apunta la autora, a violencia sexoafectiva, pero excluye el resto de violencias, tanto físicas como simbólicas, que ejerce de manera estructural el sistema patriarcal. En esta misma línea abiertamente feminista, Teresa Cháfer Bixquert y Natividad Abaroa de Soto Navalón realizan un recorrido a través de las obras de distintas artistas —como Monica Cook, Sarah Best, Esther Ferrer, Orlan, Alfa Leiva, Ana Mendieta o las propias autoras— para denunciar la cosificación y sexualización de los cuerpos feminizados en la cultura contemporánea.
Seguidamente, Emmanuela Soria Ruiz nos presenta el proyecto de investigación, “Ya los brazos crecían”, configurado por una serie de performances que dialogan (y subvierten) en un sentido crítico con las Metamorfosis de Ovidio, especialmente con aquellos mitos directamente vinculados a asaltos sexuales. Por su parte, Daniel Tejero y Javi Moreno reflexionan, a partir de su propio proceso de creación-investigación, en torno al BDSM en el arte, concretamente en torno al uso de máscaras como “tecnología humana” o herramienta de despersonalización y libertad. Los autores entienden y defienden el BDSM como práctica que permite tambalear el sistema sexo-género heteronormativo.
El siguiente capítulo está dedicado a la prosa de Ben Lerner. Carlos Garrido Castellano analiza la conexión existente entre los procesos creativos y la inviabilidad de las emociones y los afectos tradicionales en la primera novela del escritor: Leaving Atocha Station (2011). La novela es, según el acertado análisis de Garrido Castellano, una aproximación al carácter mediado de la experiencia, la neoliberalización de la cultura y los afectos y el potencial de la incomprensión en el ámbito creativo. El libro vuelve de la literatura al cine con el capítulo de Luísa Afonso Soares, “Antomy of a passion in Jessica Hausner’s Amour Four”. La autora analiza la película no como una mera comedia romántica, sino como un producto cultural que, a través de la ironía y la ambigüedad, permite reflexionar sobre nuestras emociones, valores y elecciones afectivas.
En el penúltimo capítulo Jésica Domínguez Muñoz aborda el teatro de Angélica Liddell como “perímetro ritual de las pasiones” y nos acerca a las emociones y sentimientos con los que la artista trabaja y que configuran su propia teoría sobre el arte y la vida. De manera transversal, la obra de Liddell nace del dolor, hace hincapié en el amor y plasma el conflicto entre lo natural y lo construido socialmente. Cierra el libro la aportación de Natividad Navalón Blesa y Alejandro Mañas García sobre el voyeurismo, la representación del éxtasis y el orgasmo en el arte. Se traza un recorrido que viaja desde la pintura Susana y los viejos (1555) de Tintoretto hasta las numerosas recuperaciones del éxtasis de Santa Teresa por parte de artistas contemporáneos. Todos ellos nos convierten en voyeurs de su acto íntimo, dando la vuelta así al propio concepto de voyeur tal y como nos lo planteaba el arte hasta la contemporaneidad.
El libro es, en definitiva y tal y como apunta su editora en la presentación, un mosaico cuyas teselas recorren, en un sentido casi cronológico, las diferentes pasiones que han atravesado la cultura contemporánea. El enfoque del estudio se inscribe en el denominado “giro afectivo”, todavía poco extendido en el campo específico de la Historia del Arte, lo cual suma valor a la publicación. A pesar de la importante presencia de la Historia del Arte, no obstante, es especialmente destacable la interdisciplinariedad del volumen, que entrelaza distintos campos de estudio para ofrecer una visión compleja y plural de la contemporaneidad desde un punto de vista cultural.