Sesenta años después del fallecimiento de Ramón Pérez de Ayala (Oviedo, 1880 - Madrid, 1962) y de la conmemoración del ciento dos aniversario de la muerte de Benito Pérez Galdós (Las Palmas de Gran Canaria, 1843 - Madrid, 1920), el profesor Javier Serrano nos obsequia con la publicación de un libro en el que da rendida cuenta de la relación de Ayala con Galdós. Presenta su trabajo en tres partes: la primera es una minuciosa explicación de las otras dos, los artículos del escritor asturiano sobre Galdós y la correspondencia cruzada entre ambos autores.
Auto de fe con Galdós es una ingeniosa forma de repetir el título de un ensayo de Ayala escrito a propósito de la quema inquisitorial, dirigida por el alcalde y el cura de un pueblo de Zamora, de una colección de los Episodios Nacionales tal como explica el editor de este libro en su presentación.
La extensa introducción (157 pp.), subtitulada «La fe galdosiana de Pérez de Ayala», está dividida en cinco capítulos. En el primero, después de reivindicar al gran ensayista ―«una de las mentes más privilegiadas del siglo xx español” (p. xv) en la línea de lo que había escrito : «[Pérez de Ayala] el crítico más sagaz de los veinte primeros años del siglo xx»―, el profesor Serrano Alonso informa minuciosamente sobre conferencias, intervenciones públicas, artículos recogidos en periódicos y manuscritos inéditos del escritor asturiano. La complejidad de los datos proporcionados por el editor del libro exige una lectura muy atenta. A modo de ejemplos: la conferencia «El liberalismo y La loca de la casa», dictada por Ayala el 2 de mayo de 1916 en la sociedad «El Sitio» de Bilbao, noticia y extracto en El Liberal de dicha ciudad al día siguiente, y publicada íntegramente en El Imparcial de Madrid los días 22, 23, 24 y 25 de mayo, con variantes respecto a su reproducción por J. García Mercadal (1962: 47-68) y de nuevo en La Prensa de Buenos Aires 26, 28 y 30 de junio de dicho año; la lectura de unas cuartillas con motivo de la lápida en homenaje a Galdós en Toledo, abril de 1923, texto que no ha podido recuperar, o los dos ensayos titulados «La estatua de Galdós» en el otoño de 1930 con motivo de la inauguración de un monumento a él dedicado en Las Palmas de Gran Canaria.
El capítulo ii relata los datos biográficos de la relación entre Galdós y Ayala, iniciada cuando «el canario era un sesentón, más que consagrado como la primera figura de la literatura española, y Ayala un veinteañero que estaba empezando a despegar en su carrera literaria» (p. xxxiii). Discípulo y maestro coincidieron en los banquetes-homenajes, celebrados en Madrid, al cronista Gómez Carrillo en 1903 y al propio don Benito en 1904 (). Hubo un contacto directo en abril de 1905, y continuó por comunicación epistolar a partir de noviembre de ese año, en el cual el escritor ovetense se dirige a su «venerable y admirado maestro». Destaquemos que Ayala le envía su novela Tinieblas en las cumbres, solicitando reiteradamente que Galdós escribiera a su padre, a fin de evitar el disgusto que en Oviedo pudiera ocasionar a Cirilo, respuesta que tardaría en producirse según advierte el profesor Serrano en la nota 2 y en la ilustración que cierra este capítulo. Dos años después una amplia dedicatoria a su «venerado maestro» abre la novela AMDG. En 1914 Pérez de Ayala y Enrique de Mesa, bajo el apoyo financiero de Miguel Rodríguez Acosta, fundaron la editorial «Biblioteca Corona»; aunque llegaron a publicar varios libros, su proyecto de editar el censo de los personajes creados por Galdós y parte de su epistolario, y algunas de sus obras, no llegó a cumplirse. El editor de este libro muestra la participación de Ayala y Galdós en la política nacional como el manifiesto contra el gobierno de Montero Ríos (El País, Madrid, 25/7/1905) o el mitin de Melquiades Álvarez del Bloque de Izquierdas o Alianza Liberal con la presencia de Galdós en Santander. Podemos leer el texto firmado por jóvenes asturianos ―algunos de ellos adquirirían importante notabilidad― adhiriéndose a la actitud de Galdós tras el fusilamiento de Ferrer Guardia con motivo de la Semana Trágica (El País, Madrid, 19/10/1910) o el «Manifiesto de los intelectuales españoles» a favor de la causa aliada en la Gran Guerra (El Imparcial, 5/7/1915). Particular interés tuvo en la vida de Pérez de Ayala su viaje a Bilbao, junto a Emilio Menéndez Pallarés y Benito Pérez Galdós en el homenaje que la sociedad El Sitio rindió al gran escritor canario, asunto al que ya nos hemos referido. De nuevo encontramos entre las numerosas firma las de Galdós y Ayala en «Manifiesto a los españoles» en el acto de presentación de la Liga Antigermanófila (España, 18/1/1917). Pérez de Ayala tuvo destacada intervención en presentar la candidatura de Galdós al premio Nobel, en gestión que le encomendó don Benito, sin éxito durante los años 1913 y 1917. Algo parecido le sucedió a don Ramón en 1934 (). Galdós falleció en Madrid durante la noche del 4 de enero de 1920. Ese mismo día la portada de El Sol publicaba noticias sobre su vida y obra ―probablemente debidas a Gómez de Baquero―, así como breves textos que habían escrito Clarín, Menéndez Pelayo y Pérez de Ayala (un fragmento de Las Máscaras ―1917― que reproduce párrafos iniciales del mencionado ensayo «El liberalismo…» bajo el título «Cervantes y Galdós») cuando el escritor novecentista se encontraba en Estados Unidos ().
El capítulo iii consiste en presentar la figura humana de Galdós, antes y sobre todo después de su muerte. En el carácter de su maestro destaca el mutismo, la modestia y la admiración a otros escritores, sin atisbos de envidia ni egoísmo ―incluso en su vejez―, la bondad ―«un santo»―, la incontrolada generosidad que le llevaba a contraer deudas causadas por su «altruismo enfermizo» y su «afición erótica», una ilimitada capacidad de trabajo ejercido de manera metódica y disciplinada, su perspicacia para observar la realidad en sus paseos, sobre todo por Madrid, o el recorrido por la geografía española y algunas ciudades europeas, lector sobre todo de sus autores predilectos (Shakespeare, Dickens, Eurípides, Cervantes y Lope). Recordemos a Sixto Díaz Torcaz, identificado como don Benito en Troteras y danzaderas según ha visto . Destaquemos de nuevo las similitudes que Ayala observa entre Galdós y Cervantes (p. lxxxiv y n. 11) o con Costa y Giner de los Ríos. El profesor Serrano califica de hiperbólicos los elogios a Galdós ―«el arte del elogio», decía ―, fruto del cariño y la admiración que hacia él sentía Ayala: «Muerto Tolstoy, yo no conozco hombre más eminente entre los vivos».
El capítulo iv aborda la valoración que Ayala hace de la obra de Galdós oponiéndose a buena parte de la crítica literaria cuando más adversa le era en un determinado tiempo. La mayoría de los ensayos tratan sobre las obras teatrales de su maestro, donde lo más destacado es el contraste respecto a Jacinto Benavente, autor recepcionista de elogios que obtendría el premio Nobel en 1922; también sorprende su valoración positiva de los sainetes de los hermanos Quintero y de Carlos Arniches. Ayala dice que un problema fundamental es «el de la falta de criterio estético por parte del público y de la crítica, que entorpece, e incluso impedía, la evolución del arte dramático» (p. cxii). Y en esa evolución observa que la obra escénica de Valle-Inclán estaba destinada al futuro. Respecto a la creación narrativa galdosiana el editor menciona, aparte de los textos completos reproducidos en la segunda parte del libro, los comentarios del escritor ovetense a novelas como La desheredada, Fortunata y Jacinta, Tormento, La razón de la sinrazón, Realidad, El abuelo o Casandra; y sobre los Episodios Nacionales, pedagogía de una conciencia nacional. Contrasta a Juan Valera ―«el humanista no quiere ver en cada hombre sino la razón genérica»― con Pérez Galdós ―«el humano, se pone en contacto con la razón individual, o sea, la razón de la sinrazón en cada hombre íntimo (de donde surgió el Quijote, la primera novela moderna cronológicamente y en jerarquía»―; llega incluso a establecer un paralelismo entre Cervantes y Galdós, como hizo en la tantas veces citada conferencia de 1916 en Bilbao.
El capítulo v aborda la interpretación que Ayala hace de la perspectiva político-religiosa de Galdós, compleja cuestión que el editor de estos ensayos explica basándose en abundantes textos. Ante todo no debe confundirse el liberalismo con el partido político liberal de su tiempo, ni el carácter religioso que impregna la obra de Galdós incluido su anticlericalismo. Entre esos textos destaca una vez más «El liberalismo y La loca de la casa» de 1916 (simplificando su parte final: la atracción de los opuestos encarnada en la unión de Pepet o el capitalismo, con Victoria ―la loca de la casa― o el socialismo), y un artículo de 1922 donde asocia el liberalismo con la tolerancia, sin que el profesor Serrano olvide explicar otros ensayos que omitimos para no prolongar este comentario. Tengo para mí que la personalidad de Galdós era la de un espíritu liberal, a la manera de sus admiradores y amigos Gregorio Marañón y Ramón Pérez de Ayala, quienes mantuvieron ese espíritu hasta el final de sus días, pese a los avatares que padecieron desde el comienzo de la guerra civil. Eran idealistas, carecían de vocación política y ejercían la función del intelectual, tal como escribe Marañón a Ayala en 1932: «estamos hechos para la oposición y no sabemos hacer el otro papel» (Biblioteca de Asturias, signatura Ast mss P.A.C. 103‑20).
Se cierra la introducción con un listado bibliográfico, separando la «bibliografía primaria de Pérez de Ayala» de la «bibliografía citada», y una nota a la edición de los ensayos.
La segunda parte de Auto de fe con Galdós recoge todo lo que escribió Ramón Pérez de Ayala a propósito de Galdós. Son cuarenta ensayos ordenados cronológicamente, y siguiendo el buen criterio de presentar la versión más temprana salvo un par de textos. Numerosas notas dan cuenta de «las versiones más estimables por sus variantes con el escrito que se reproduce», cotejando los respectivos textos y utilizando determinados signos y las abreviaturas seguidas para las versiones. Hay notas contextuales de referencias bibliográficas, históricas y biográficas para una mejor comprensión del lector. De esta manera, Javier Serrano contribuye a avanzar en el conocimiento de la enorme y compleja producción ensayística de Ayala. ¿Habrá un futuro para continuar la edición de sus Obras Completas?
Me permitiré recordar ―y pido disculpas― el trabajo que hicimos Tomás Cañas y yo hace más de treinta años presentando los índices de las 2416 colaboraciones periodísticas que localizamos en hemerotecas, aunando nuestros respectivas investigaciones y dando cuenta de su edición por el benemérito José García Mercadal u otros autores, y que habían aparecido en los muchos periódicos y revistas donde colaboró Ayala sin entrar en presentar variantes respecto a los artículos base (). Y debo destacar que entre los cuarenta ensayos de este Auto de fe con Galdós hay nueve textos que desconocíamos. Quizá convenga enumerarlos: «De un literato joven a un literato viejo. Carta a Galdós» (1909, pp. 3-6), «El premio Nobel y Galdós» (1910, pp. 27‑9), dos manuscritos procedentes de la Biblioteca Asturias que Serrano Alonso titula «Los temas de las obras de Galdós» (1914, pp. 31‑2) y «Notas para un estudio de Galdós» (1914, pp. 33‑45), el texto de la lápida en Toledo en homenaje a Pérez Galdós en su casa de Toledo, calle de Santa Isabel, (1923, p. 167) y «En memoria del insigne maestro canario. Los amigos de Galdós» (1923, pp. 169‑70), los dos artículos de 1930 titulados «La Estatua de Galdós» (I. «El siglo xx frente al xix, pp. 229 y 231, y II «Viriatismo y senequismo», pp. 233‑6) y, finalmente, «Galdós y Giner. San Benito y san Francisco» (1943, pp. 263‑74).
La tercera parte reproduce el epistolario conservado entre Ayala y Galdós: treinta y siete cartas del escritor asturiano entre noviembre de 1905 y diciembre de 1918, y las diecinueve que le dirigió Galdós desde el 23 de enero de1907 hasta el 6 de julio de 1918; añade la relación de nueve cartas entre ambos, no conservadas, pero que deduce basándose en las referencias de las transcritas. Por lo tanto el profesor Serrano da un paso adelante respecto a las dieciocho que había publicado y las veintisiete ―de las treinta y siete de Ayala a Galdós― que recogieron tres años después Sebastián de la Nuez y José Schraibman (). En notas a pie de página se precisan datos a fin de aclarar el significado de determinados textos.
Deseo finalizar esta reseña o resumen felicitando a Javier Serrano Alonso por una edición tan cuidada, pese a reiteraciones inevitables, dada la concepción de un libro realizado con inteligencia y sin escatimar tiempo. Y no soy capaz de omitir el recuerdo de Juan Pérez de Ayala, que falleció (25/2/2022) cuando trabajaba con tesón en continuar recopilando artículos y noticias diversas publicadas en la prensa española y extranjera sobre su abuelo, así como en la casi inabarcable tarea de reconstruir el epistolario de «nuestro» don Ramón.
Notas
[1] Durante la llamada Dictablanda, Pérez de Ayala incrementa su activismo a favor de la causa republicana. Recuérdese «El error Berenguer», de Ortega, que termina con la famosa frase Delenda est Monarchia (El Sol, 15/11/1930). Los dos ensayos que publica Ayala un mes antes del artículo de Ortega son «La estatua de Galdós. El siglo xx frente al siglo xix I”, La Prensa, Gijón, 4 de octubre de 1930 y otros periódicos de provincias, y «La estatua de Galdós. Viriatismo y senequismo. II», El Eco de Santiago, 14 de octubre de 1930 y La Voz de Aragón, Zaragoza, de la misma fecha. (vid. la nota 9 de este capítulo y la reproducción de los dos artículos en pp. 229 a 236).
[2] Información sobre el mitin El Liberal, Madrid (29/11/1908). Artículo de Pérez de Ayala, «Las izquierdas en Santander. Concisos apuntes de un testigo ocular y auricular». El Liberal, Madrid. 4/12/1908.
[3] Redactado por Ayala y publicado unos días después, el 9 de julio en España y el 10 en Iberia, bajo el título «Manifiesto de adhesión a las naciones aliadas» (Friera Suárez 1997: 145).
[4] En realidad son 19 cartas de Galdós a Ayala puesto que Soledad Ortega, buena amiga de la nuera de Ayala, Carmen Giménez que conservaba las cartas y se las entregó, no vio la del 10/4/1915 que está en el Archivo Ramón Pérez de Ayala de Oviedo. Casi la totalidad del epistolario Galdós - Pérez de Ayala se encuentra en la Casa-Museo de Las Palmas de Gran Canaria.