1. INTRODUCCIÓN
Los procedimientos de estilo directo han sido ampliamente estudiados en el español contemporáneo; sin embargo, la perspectiva de análisis adoptada en ellos acota su caracterización a contextos, variedades o manifestaciones lingüísticas específicas y muy concretas. De este modo, y como se verá en el apartado dedicado al estado de la cuestión, existen trabajos que analizan determinados aspectos del estilo directo en el discurso oral, en el discurso periodístico y en el discurso narrativo, pero no contrastan sus resultados entre sí para establecer las principales similitudes o diferencias que puedan existir entre ellos. Así, el estilo directo se retrata desde múltiples perspectivas aisladas, sin llegar a generalizaciones sobre el comportamiento de la construcción según el tipo de discurso.
Por ello, se propone, en este trabajo, un análisis contrastivo de cuatro géneros discursivos en los que se detecta la presencia del estilo directo, a saber: oral, teatral, periodístico y narrativo, que son las cuatro manifestaciones lingüísticas recogidas en el Archivo de Textos Hispánicos de la Universidad de Santiago (ARTHUS), un corpus que, por su variedad y amplitud, constituye un soporte empírico muy adecuado al tipo de investigación. Sin embargo, para la sección de narrativa, como se especificará más adelante, se incluyen ocho novelas más, cuyos enunciados de estilo directo están recogidos en el Corpus de Estilo Directo Atípico en Español (CEDAE). De este modo, los resultados del estudio ofrecen una panorámica bastante completa de cómo se comportan las construcciones de estilo directo según el tipo de discurso, y permiten extraer algunas hipótesis apriorísticas sobre su modo de adecuación al contexto. De hecho, como se verá durante el desarrollo del trabajo, cada contexto discursivo parece estar especializado en un tipo de configuración de las construcciones de estilo directo, donde la cita se emplea con unos fines concretos y su adecuación al discurso marco se efectúa por medio de determinados procedimientos que, aunque se asemejan entre sí, suelen ser característicos de cada uno de ellos.
Partiendo de la definición de ,
se conciben como estilo directo aquellas construcciones en las que confluye un enunciado de un hablante que retoma las palabras de otro y las reproduce en su propio discurso. Formalmente, la construcción prototípica de estilo directo está conformada por una expresión introductora (un verbo declarativo en forma personal, principalmente decir, con un sujeto antepuesto u omitido) y la reproducción de un discurso destacado tipográficamente entre comillas y separado de la expresión introductora, normalmente, por dos puntos. Lo más habitual, atendiendo a la posición de los dos miembros que conforman la construcción, es que la cita se posponga a la expresión introductora (),
se ha seguido una doble línea de investigación que aúna el estudio gramatical y discursivo de las construcciones, que se distribuyen, además, en función del tipo de discurso. De este modo, se aplica el mismo tipo de análisis a todas ellas, con la finalidad de favorecer el estudio contrastivo entre los enunciados y el tipo o tipos de discurso en que se generan, se desarrollan o proliferan.
2. ESTADO DE LA CUESTIÓN
Los principales estudios sobre los procedimientos de estilo directo en el español oral están basados en algunas variedades diatópicas, diafásicas y diastráticas concretas, por lo que la caracterización de este fenómeno lingüístico queda delimitada a contextos muy específicos, lo que redunda en la ausencia de teorías generales sobre la citación directa en el discurso oral.
Aunque el enfoque de cada una de las investigaciones precedentes es diferente, los resultados de unas y otras coinciden en un aspecto: la preeminencia de decir en primera o tercera persona del singular del presente de indicativo como el verbo introductor de estilo directo más empleado por los hablantes, que supera, en todos los casos, las tres cuartas partes de los corpus empleados.
, que analiza la entonación y prosodia del estilo directo cuando es manifestación de oralidad en los textos literarios, los principales estudiosos del tema toman como fundamento empírico muestras reales de lengua oral. Es el caso de Cameron (1998), que distingue tres usos del estilo directo en el discurso oral: casos en los que la expresión introductora equivale a y + frase nominal (del tipo y ella, «¡Ay no, mijo!»), casos de freestanding quotation, es decir, sin marco introductor (Entonces me metía escapado y qué sé yo para la tienda ∅: «¿Qué pasó?» «No tengo clase») y casos de estilo directo introducidos por una forma verbal. De estos últimos, el autor extrae, por orden de frecuencia en el corpus empleado, las siguientes: decir, hacer, verbos de movimiento, gritar, preguntar/cuestionar, pensar, venir+así, quedarse, avisar, predecir, contestar, llamar, empezar y responder; y destaca la preferencia de los hablantes por el empleo de la primera y tercera persona del singular.
Benavent Payá ( y ) y focalizan sus trabajos en la conversación coloquial, si bien este último solo atiende a aspectos prosódicos, de los que destaca como rasgo característico el tono enfático y demarcativo del estilo directo. Benavent, por su parte, repara en la predominancia de las secuencias de cita introducidas por el verbo decir en primera y tercera persona del singular de presente de indicativo (con valor de presente histórico), pero también en la abundancia de casos en los que se da la omisión del verbo introductor (y donde solo la entonación señala la inserción de la cita) y en otros en los que, por el contrario, se produce su repetición. Sobre estos últimos, en los que registra la reiteración del verbo decir, afirma que la primera aparición indica la introducción de la cita, pero no tiene el mismo valor cuando se repite. Para la autora, decir pierde parte de su significado verbal cuando encabeza una construcción de estilo directo, pues considera que «tales rasgos parecen apuntar al ámbito de la conexión discursiva» ().
Los estudios de Gallucci (, y ), centrados en el habla de Caracas, coinciden en registrar como verbos introductores del estilo directo oral los siguientes: decir, preguntar, ser, llamar, avisar, contar, escribir, escuchar, estar, gritar, hablar, insultar, invitar, pedir, pensar, reclamar, regañar, salir y suplicar; y corroboran a Cameron (1998) al verificar como formas predominantes la primera y tercera persona del singular del presente de indicativo. Además, la autora atiende a la presencia u omisión del sujeto del verbo introductor y reconoce un ligero predominio de la primera. En cuanto a la posición de la cita con respecto al verbo de reporte, advierte que la posición final es casi excepcional, de modo que el orden coincide con el preferido en español: SVO.
contrasta el sistema de citas en español e inglés a partir del habla de los adolescentes, de cuyo análisis extrae, como formas más frecuentes de introducción de cita en inglés, las que siguen: go, say, omisión del verbo introductor, think, be like, like only, say like, go like, this is + subject, shout, sound+like, talk+like y ask. Destaca, también, la preeminencia de las formas verbales en primera o tercera persona del singular del presente de indicativo, tanto en el corpus de lengua inglesa como en el de lengua española. Sin embargo, las dos lenguas difieren en lo relativo a los introductores empleados, ya que, en español, es decir el más recurrente, seguido de la expresión correlativa y yo / y el otro, la ausencia de introductor y la expresión en plan, además de los verbos empezar, hacer, pensar, (ser) como, saltar, soltar, ir, ponerse, contar, coger y las fórmulas o sea y así.
Las secuencias de estilo directo sin marcas introductoras son, precisamente, a las que mayor atención presta en un análisis en el que trata de demostrar el carácter evidencial de la configuración prosódica de este modo de reproducción del discurso, pero en el que no se tratan otros aspectos como los morfosintácticos.
Aunque el estilo directo ha sido ampliamente estudiado en los textos literarios, solo un trabajo pone el foco en el discurso teatral (), si bien aborda su análisis desde una perspectiva lingüística que atiende a las propiedades formales y semánticas de los enunciados. De las construcciones de estilo directo en el discurso teatral, se destaca la particularidad de aunar las dos manifestaciones lingüísticas: la lengua escrita que da soporte como lectura, y la lengua oral que, como dramaturgia, trata de emular. Precisamente esa imitación de la lengua oral redunda en características comunes entre el estilo directo del discurso teatral y del oral, cuyos patrones de configuración y de inserción en el macrodiscurso son coincidentes, y solo se diferencian a partir de algún rasgo propio del estilo directo teatral, como el empleo de mayor variedad de verbos, que lo aproximan ligeramente a la lengua escrita.
En los estudios sobre discurso periodístico el estilo directo tiene una mayor presencia, por ser un recurso fundamental con el que la prensa trata de otorgar veracidad a la información. Así, y de acuerdo con la citación del discurso original de la fuente informativa «incrementa considerablemente la credibilidad del relato al igual que el interés periodístico por el mismo».
A propósito de la literalidad en los textos periodísticos (un aspecto en el que no me detendré en este trabajo), apunta la posibilidad de que distintas versiones de un mismo discurso se reproduzcan en diferentes variantes del discurso directo, como el discurso directo mimético, el discurso directo subordinado o el discurso directo con verbo comunicativo. En todos los casos, en palabras de la autora,
se dan ciertas operaciones de paráfrasis mediante las cuales contenidos semejantes se expresan con ligeras variantes formales (diferencias léxicas, diferencias en la estructura sintáctica, alteración del orden de palabras, ausencias textuales en unas versiones frente a otras) que remiten, bajo la apariencia de literalidad, a un mismo Do [discurso original].
Dichas alteraciones de la construcción prototípica y el desarrollo de las variantes responden a necesidades expresivas, informativas, argumentativas, etc. del redactor, que manipula el discurso original para amoldarlo al propio. Por esta razón, las marcas tipográficas (como las comillas) del discurso reproducido no garantizan su total literalidad, sino que, de acuerdo con «son solamente señales de aislamiento, el escalón hacia otro nivel del texto, la marca de transposición discursiva y, por lo tanto, también de ficción».
analiza las formas de introducir enunciados reproducidos en el discurso periodístico y hace especial hincapié en el papel del periodista como locutor que elabora los enunciados en base a sus propias necesidades comunicativas, sintetizando, segmentado o analizando el discurso original o seleccionando un verbo con un determinado valor semántico para introducirlo en el texto. La autora concede especial importancia al contexto reproductor, en tanto que suele contener elementos que contribuyen a interpretar la cita (lo que denomina señales demarcativas) y actúa en la microestructura del texto, conectando, en un mismo enunciado, instancias comunicativas diferentes. El marco contextual, de acuerdo con la autora, en ocasiones, tiene mayor relevancia informativa que la cita y la supera en contenido y/o extensión.
También se detiene en el análisis de la estructura formal del estilo directo, del que extrae una serie de variantes de las construcciones prototípicas propias de los textos periodísticos, como diálogos y réplicas desgajadas en diálogos y citas (entre las que diferencia las citas de documentos y las de declaraciones, que necesariamente implican la manipulación del discurso original, pues es inevitable para el redactor seleccionar y montar las partes para organizar el material que va a emplear en su narración). Para la autora, las citas textuales tampoco garantizan la fidelidad al discurso original, pues se trata de material susceptible de ser manipulado por el redactor.
Finalmente, ponen el foco de atención en los verbos introductores y la estructura de los enunciados de estilo directo en la prensa española, y distinguen entre discurso directo canónico, discurso directo sin entrecomillado y discurso directo parcialmente entrecomillado, y los ponen en parangón con las variantes del estilo indirecto canónico y no canónico (que engloba el discurso pseudodirecto y el discurso indirecto con infinitivo).
El discurso narrativo es el que ha sido más profusamente estudiado, probablemente por ser el contexto en que más construcciones de estilo directo se generan, en una incorporación constante de las voces de los personajes al discurso del narrador.
analiza las citas en estilo directo en español a partir de los enunciados del narrador (enunciado marco) y del personaje (secuencia citada). Considera las marcas formales, como las comillas o los guiones, como señales que aíslan la secuencia dentro del texto e indican el cambio de hablante en la narración, pero no que el discurso reproducido sea exacto al original. De este modo, distingue el estilo directo marcado (dentro del que destaca, como más frecuente en narrativa, el dramatizado, muy cercano al diálogo teatral) del estilo directo no marcado (para el que sugiere la denominación de discurso directo integrado, que se justifica como un intento de innovación estilística y que puede equipararse a un relato de acontecimientos en el que la intervención del personaje constituye una acción más).
Otros trabajos, como los de, o adoptan una perspectiva más gramatical en el análisis del estilo directo en textos narrativos, generalmente, en contraste con otras formas de citación. destaca el dominio del narrador sobre el texto y sobre la distribución y modo de inserción de los enunciados reproducidos en su propio discurso. El control del narrador se percibe, además, en sus comentarios sobre determinados aspectos supralingüísticos relacionados con la situación de enunciación de los personajes. Así, para el autor, el discurso del personaje tiene autonomía con respecto al del narrador, pero esta no es absoluta, sino que siempre está dominada por el segundo, que tiene el poder de decidir, a veces condicionado por cuestiones estéticas, la forma de ensamblar el discurso del personaje en el suyo. En cuanto a los tipos de discurso directo, distingue entre discurso directo regido y discurso directo libre (en función de la presencia o ausencia de un verbo dicendi o sentiendi como introductor, así como de otros elementos generalmente semánticos que refuerzan la ligazón entre los dos discursos que confluyen en la construcción). El verbo es clave para el autor, en tanto que anuncia la incorporación de un discurso ajeno al discurso del narrador y señala el cambio de nivel discursivo. Sobre el discurso atributivo (formado por frases y expresiones del discurso del narrador que acompañan al discurso directo y que contienen información acerca de los interlocutores, la interacción, la situación comunicativa, etc.) destaca su doble función, al servicio no solo de la introducción formal del discurso del personaje sino también de la estética literaria. En todo caso, el discurso directo regido siempre aparece ligado a un personaje-hablante, por lo que es normal que contribuya también a revelar datos sobre su personalidad.
Por su parte, destaca del estilo directo su gran presencia en los textos narrativos, donde la expresión que se cita está enmarcada en otro discurso, del que depende lógica y comunicativamente. Distingue, en cuanto a la estructura formal, entre estilo directo con marco explícito (el propiamente dicho) y estilo directo con marco implícito (o estilo directo libre). En el marco de la cita es, precisamente, donde se manifiesta el narrador, que la introduce en su discurso y, en muchas ocasiones, la evalúa y comenta desde una posición demiúrgica.
Finalmente, realiza un prolijo trabajo descriptivo de las formas de estilo directo a partir del estudio del discurso referido en el Cantar de Mio Cid, donde, de acuerdo con el autor, parece emplearse el discurso directo para crear escenas narrativas (mimesis) y el indirecto para crear resúmenes o escenas reducidas a narración (diégesis). El autor establece una tipología de las formas de discurso directo registradas en la obra analizada y distingue hasta cinco variantes, a saber: discurso directo introducido por un verbo de comunicación, discurso directo introducido por un verbo descriptivo de alegría o tristeza, discurso directo introducido por indicios narrativos (empleados con la pretensión del escritor de excitar la imaginación del lector supliendo la ausencia del verbo introductor con otras señales narrativas que lo orientan en la recreación mental de la situación comunicativa reproducida), enunciados uniformes complejos de estilo directo (integración, en una única unidad épica del texto, de dos o más formas de estilo directo que reproducen una misma situación de comunicación) y estilo indirecto libre (sin verbo ni marco introductor).
Teniendo en cuenta todos los estudios precedentes, su ámbito de estudio, características y restricciones, la presente aportación aúna los distintos tipos de discurso en la lengua española contemporánea con la finalidad de retratar el estilo directo desde un punto de vista más ambicioso y de tratar de verificar si los postulados anteriores tienen correspondencia en los corpus analizados para este fin.
3. ANÁLISIS DEL CORPUS
Como se adelantó en la introducción, resulta interesante realizar un estudio que contraste la configuración del estilo directo en diferentes tipos de discurso, con la finalidad de extraer sus principales similitudes y diferencias en la medida en la que permitan determinar si el género discursivo tiene influencia en la configuración formal de las construcciones y/o en el uso que los hablantes hacen de ellas dependiendo de cada contexto oral y escrito.
Con este propósito, se ha realizado un estudio cualitativo basado en el análisis de corpus descrito en la introducción que, aunque convendría completar en el futuro con un análisis cuantitativo de los datos, permite, por el momento, avanzar importantes hipótesis sobre los procedimientos de estilo directo y su adecuación al tipo de discurso. Para facilitar el estudio contrastivo entre los tipos de discurso, se ha aplicado el mismo tipo de análisis a todas las secuencias, que pasa por la observación de la estructura formal, los miembros y determinados aspectos externos de las construcciones.
Así, para la elaboración de este trabajo, se ha tomado como fundamento empírico el corpus ARTHUS, de donde se han extraído todos los enunciados de estilo directo mediante el sistema de búsqueda que ofrece la Base de Datos Sintácticos del Español ( ). Los textos que contiene el corpus son reflejo del español peninsular y del español de América, y se distribuyen en las siguientes tipologías: narrativa (doce obras datadas de los años ochenta), ensayo (cuatro obras de la misma época), teatro (doce obras de los años ochenta a noventa), prensa (tres ediciones de La voz de Galicia de los años noventa) y lengua oral (muestras del habla de Buenos Aires, Madrid y Sevilla de los años ochenta). Todas las obras que componen cada uno de los géneros discursivos del corpus han sido analizadas para la realización de la investigación, aunque no todas serán citadas en los ejemplos empleados en este trabajo. Además, serán tratados conjuntamente como narrativa los textos que ARTHUS separa en ensayísticos y narrativos, pues las construcciones de estilo directo de unos y otros responden a las mismas características. Además, se han incorporado al estudio ocho novelas añadidas de literatura española peninsular e hispanoamericana que abarcan desde los años noventa hasta el dos mil, y que son las mismas que constituyen el Corpus de Estilo Directo Atípico en Español. La razón de engrosar solo la sección de narrativa es que, como se verá en el apartado correspondiente, es la más productiva en cuanto a construcciones de estilo directo y variantes de las mismas, rasgos que se han considerado suficientemente significativos como para profundizar en su estudio y análisis a partir de novelas de una década inmediatamente posterior a la recogida en ARTHUS y que reflejan, como se podrá observar más adelante, una mayor explotación de las posibilidades del estilo directo.
3.1. El estilo directo en el discurso oral
Como se mostrará en el desarrollo de este apartado, a grandes rasgos, en la lengua oral, los hablantes tienden a anteponer la expresión introductora a la cita, a omitir el sujeto del verbo introductor y a remarcar el discurso reproducido mediante la reiteración de las formas introductoras prototípicas (como el verbo decir). Cuando el sujeto de la forma verbal introductora se expresa (algo que no ocurre con frecuencia), suele hacerlo antecediendo al verbo y a la cita, siguiendo el esquema «expresión introductora [sujeto-verbo] – cita» (solo en una escasa décima parte de los casos se pospone con el esquema «expresión introductora [verbo-sujeto] – cita»).
3.1.1. Estructura formal de la construcción
De acuerdo con la forma de las construcciones de estilo directo en lengua oral registradas en el corpus, se puede distinguir entre construcciones prototípicas (las mayoritarias en el corpus manejado) y construcciones no prototípicas, es decir, aquellas en las que la expresión introductora se omite (con poca presencia en el corpus) o se reitera (con mucha presencia en el corpus).
Como ejemplo de las primeras, que presentan la forma típica del estilo directo, esto es, la concurrencia de un verbo introductor y un enunciado reproducido, cabe destacar el siguiente:
Inf. A.― Yo venía en el autobús, loca, ¿no? Yo digo: «Oy, ¿qué pasa, que no, que no llega esto a tiempo?» y entonces, a menos diez ya estaba aquí, ¿no?, a la puerta. ().
Aunque no es usual, en algunas ocasiones aparecen secuencias de estilo directo prototípicas en las que el hablante interrumpe la reproducción del discurso para introducir un comentario propio, generalmente de carácter explicativo o relacionado con el referente del mensaje reproducido, como ocurre en el siguiente ejemplo:
Inf. B.― ... y C. cuando va a ser le dice: «Pero qué me vas a decir, nena, qué me vas a decir, nena.» Porque como la conoce desde que nació. «Si vos esas jaquecas que tenés brutales…» ().
Como señalaba, también en el corpus empleado para este trabajo se registra (aunque con menor frecuencia) como expresión introductora de estilo directo la expresión y + frase nominal, que se produce por la omisión de un verbo ya empleado previamente en el parlamento para evitar una repetición innecesaria en el discurso oral, como se puede apreciar en el enunciado que sigue:
[...] como nosotros éramos un poco novatos en esto, pues nos quedamos quietos y digo: «claro como no hemos hecho nada, ¿verdad?» y los gri... y los sociales: «fuera»; y en vez de irnos corriendo, nos vamos andando y yo el último ().
Se trata de casos que se sitúan entre la prototipicidad y la no prototipicidad del estilo directo, en tanto que guardan relación, también, con el tipo de omisión verbal de las construcciones que se explican a continuación.
Las construcciones que no siguen el patrón prototípico de configuración formal pueden agruparse en dos tipos, según la omisión o la reiteración del introductor. Por una parte, se registran enunciados, sobre todo en la reproducción de conversaciones, en los que se omite la expresión introductora, como ocurre en el siguiente caso:
Entonces la mujer me contesta: «Pero doctor, entre la palabra de una sirvienta y la palabra de una señora, ¿a quién va a llevar el apunte?» «Bueno, mire señora, para mí s... la palabra de tanto de una... como de otra tiene exactamente el mismo valor» ().
El propio contexto conversacional que se reproduce sirve para orientar en la interpretación de cada secuencia citada y entender la segunda como consecuencia de la primera, es decir, como una respuesta o comentario al primer parlamento citado. De este modo, el introductor omitido no impide captar el sentido del enunciado, que está implícito en el contexto discursivo. Así, todos los casos de construcciones no prototípicas con la expresión introductora omitida que se registran en el corpus pueden interpretarse contextualmente a través de correlaciones semánticas y discursivas con otra u otras construcciones de estilo directo aparecidas previamente. Es el caso del ejemplo anterior y del siguiente, en el que la secuencia sin verbo introductor responde a una correlación lógica de pregunta-respuesta, por la que la primera implica semánticamente a la segunda:
Inf. B.― Pues me parece que..., que te pregunta: «y en la… por la noche, ¿qué hay en el cielo?» «Las estrellas». ().
También es el caso del ejemplo que se muestra a continuación, donde se produce la correlación ordinal lógica entre dos elementos extraoracionales (los conectores discursivos primero y segundo), que orienta la interpretación, como tales, de los enunciados reproducidos sin introductor:
Inf. A.― ... que se forma de que algo se corta ¿no? y, entonces…V… yo di la vuelta al Paraninfo en el autobús; vi que aquello estaba como muy negro, primero pensé: «no va a haber clase»; segundo: «si hay clase, yo no entro aquí, vamos... V ... no me apetece, porque por … oír una clase no me apetece que me desgracien... así, sin venir a cuento» ()
Por otra parte, se registran enunciados en los que, contrariamente a los casos anteriores, se produce la reduplicación del verbo introductor. La repetición es un rasgo muy habitual de la lengua oral y, por tanto, también lo es la reiteración constante de la expresión introductora a la hora de reproducir un discurso ajeno (de hecho, es la forma más frecuente después de las construcciones prototípicas con verbo introductor). Quizás, en estos casos, tenga la finalidad y esté al servicio de orientar al oyente en el contexto discursivo, recalcando la naturaleza propia o ajena de cada enunciado (los que pertenecen al hablante que los reproduce y los del hablante original que son reproducidos). Sirva de ejemplo ilustrativo el siguiente:
Me dice la empleada así tratándome un poco de ingenuo, ¿no? «Pero doctor ―me dice― pero usted me dice que la... las llame a las patronas, pero usted no conoce y hace veinte años que yo vengo hablando con patronas...» ().
Puede llegar a ocurrir, incluso, que el enunciado reproducido quede delimitado entre dos expresiones introductoras, en una innecesaria duplicación del verbo, como en el ejemplo que sigue:
El otro día tuve una conversación con mi dentista que… bueno, ¿ves?, sigo para el lado que vos decías de Aristóteles porque me decía: «No, pero lo importante de la película...», decía, como quien hubiera descubierto la última interpretación, ¿no? ().
Es posible que, en este tipo de enunciados, la reiteración del verbo responda a la carencia, propia de la lengua oral, del rasgo formal identificativo del estilo directo en la lengua escrita, esto es, los signos ortográficos que señalan la inserción de una cita en un discurso (dos puntos, comillas o guiones). Así, la repetición de la forma introductora podría suplir la falta de señales gráficas y servir para marcar la inserción de la cita (junto a determinados rasgos prosódicos y entonativos, analizados en los estudios precedentes citados en el estado de la cuestión).
3.1.2. Los miembros de la construcción
En virtud de los rasgos gramaticales internos de las construcciones de estilo directo, y más particularmente, las propias de la lengua oral, se propone un doble análisis que atiende a los miembros que las conforman (expresión introductora y enunciado reproducido), primero, de forma conjunta y, posteriormente, de forma aislada. De este modo, se observa la posición de los dos miembros dentro de la construcción, así como los elementos que los conforman.
Con respecto a la posición de la expresión introductora y el enunciado reproducido, casi en la totalidad de los casos se produce la anteposición del introductor a la cita, y solo excepcionalmente aparece interpuesto (no se ha registrado ningún caso de posposición). A continuación puede verse un ejemplo de cada tipo:
Entonces la mamá de Alfredo dice: «No no, invitar a los parientes no porque son muchos.» ().
«Muy bien ―le dice el tipo― yo vengo a buscar a Pedro Páramo.» ().
La marcada tendencia de los hablantes a escoger el orden lógico de la secuencia (expresión introductora seguida de la reproducción del enunciado) parece responder a una finalidad funcional e informativa, a una intención del hablante de marcar la construcción de cita focalizando el introductor para que sea inmediatamente reconocida por el oyente.
En cuanto a los elementos que conforman la expresión introductora, de acuerdo con el corpus analizado, suelen ser un verbo en forma personal y un sujeto expresado u omitido; en ocasiones, también se expresa un complemento indirecto en forma de pronombre átono que señala al receptor del mensaje. Para el propósito de esta investigación, se ha atendido solamente a los dos elementos principales: sujeto y verbo de la expresión introductora.
En la lengua oral, predominan considerablemente los casos de estilo directo con sujeto omitido. Así como los hablantes suelen marcar la introducción de la cita con el verbo introductor, no suelen mencionar la fuente ni reiterarla si ya ha sido mencionada en otro momento de la locución, otorgando aparentemente mayor relevancia a lo dicho que a quien lo haya dicho. Los casos de sujeto explícito se registran casi siempre cuando la expresión introductora va antepuesta al enunciado reproducido, y se sitúa generalmente antepuesto al verbo, salvo que exista algún elemento en el discurso que obligue a su posposición (como adverbios, conjunciones, conectores discursivos o un sujeto indeterminado). También se expresa el sujeto en los casos aislados de interposición de la expresión introductora en la cita pero, como muestra el último ejemplo citado en la página anterior, en este esquema formal se coloca pospuesto al verbo.
En definitiva, de acuerdo con el corpus manejado, son cinco las posibilidades de configuración de las construcciones:
- 1)
Casos de sujeto implícito en el esquema formal CITA – EXPRESIÓN INTRODUCTORA [VERBO] – CITA:
- 2)
Casos de sujeto implícito en el esquema formal EXPRESIÓN INTRODUCTORA [VERBO] – CITA:
- 3)
Casos de sujeto explícito pospuesto en el esquema formal CITA – EXPRESIÓN INTRODUCTORA [VERBO – SUJETO] – CITA:
- 4)
Casos de sujeto explícito antepuesto en el esquema formal EXPRESIÓN INTRODUCTORA [SUJETO – VERBO] – CITA:
- 5)
Casos de sujeto explícito pospuesto en el esquema formal EXPRESIÓN INTRODUCTORA [VERBO – SUJETO] – CITA:
Cabe llamar la atención sobre estos últimos casos en los que el sujeto aparece pospuesto al verbo, ya que se justifican por determinados rasgos internos de la cláusula introductora, como la presencia de conjunciones (como la copulativa y del ejemplo), de adverbios o de conectores discursivos que provocan esta posposición. En la lengua oral, la gran mayoría de construcciones de estilo directo muestran una expresión introductora que precede a la cita, en cuyo caso, el orden normal es el de la anteposición del sujeto. Por el contrario, cuando la expresión introductora se incrusta en la cita o la sigue, el orden habitual conlleva un sujeto pospuesto, salvo ante las excepciones mencionadas.
Sin llegar a identificarse con una estructura clausular, las construcciones de estilo directo en el español oral se comportan como las cláusulas con tema marcado en lo que concierne a la posición del sujeto respecto al resto de los miembros de la construcción.
Como se mencionó con anterioridad, los casos más típicos de estilo directo presentan el verbo introductor en forma personal, concretamente, en primera o tercera persona del singular del presente de indicativo. Sin embargo, se registran algunos ejemplos con el verbo en futuro con valor hipotético (que no expresa algo que se ha dicho sino que podría decirse, emulando un acto comunicativo potencialmente realizable) o con formas no personales del verbo (concretamente, gerundios). Véase, a continuación, un ejemplo ilustrativo de cada caso:
[...] no pensarán como nosotros… porque si… ellos dicen que tienen una lógica tridimensional, tú les dirás a lo mejor: «pero bueno Vds. o quieren adueñarse de la tierra, o no quieren, eso no hay duda»; y ellos dirán: «pues no..., a lo mejor ni queremos ni no queremos, nosotros tenemos otra categoría especial que tal» ().
[...] me mortificaba tanto y me hacía la burra como yo diciendo: «No soy la madre de este chico.» (.
Por lo que respecta a la semántica de los verbos introductores, el corpus analizado muestra que, en los actos conversacionales, los hablantes emplean las formas introductoras de estilo directo más prototípicas, es decir, los verba dicendi, ya que propician la sencillez en los enunciados y la locución ágil, dos de los rasgos característicos de la oralidad. Además, las formas prototípicas son las más eficaces en la lengua oral, en tanto que contribuyen, junto con la entonación y la prosodia, a que el interlocutor identifique la introducción de la cita en el discurso.
Los verbos introductores registrados, siguiendo la clasificación semántica de , corresponden a las siguientes clases, pertenecientes, a su vez, a tres macroclases verbales: proceso verbal (1, 2), proceso mental (3, 4) y contextuales (5):
- 1)
Verbos declarativos: advertir, contar, contestar, decir, soltar.
- 2)
Verbos de pregunta y petición: preguntar.
- 3)
Verbos de percepción: oír.
- 4)
Verbos de pensamiento: pensar.
- 5)
Verbos discursivos: empezar.
Por último, en lo que se refiere a los elementos del enunciado reproducido, cabe mencionar la enorme recursividad que se observa en las construcciones de estilo directo oral, donde se llegan a producir enunciados metalingüísticos en los que aparece una cita directa dentro del enunciado reproducido de otra, creando secuencias altamente polifónicas. Un ejemplo de ello puede ser el que sigue:
Claro, no los entenderemos, pero...» pues no, nadie dijo nada, nadie dijo nada, le pareció muy natural, y yo pensaba «si hubiera ocurrido esto aquí en España ¿no? hubieran dicho: estos extranjeros, tal y cual ¿no?». Pues nada, nadie dijo nada ().
Se trata, en definitiva, de lo que podría denominarse metacita, al generarse una cita dentro de otra.
3.1.3. Aspectos gramaticales externos de la construcción
A grandes rasgos, las construcciones registradas en el corpus analizado no suelen formar parte de estructuras sintácticas mayores, como oraciones o cláusulas, sino que los hablantes, en el contexto conversacional, tienden a la simplificación sintáctica y la sencillez discursiva, que logran con la elaboración de oraciones simples y períodos breves, en oposición al discurso escrito, que tiende a la subordinación y la longitud de los períodos sintácticos.
Sin embargo, sí existen, en ocasiones, construcciones de estilo directo que se insertan en el contexto discursivo mediante los mecanismos de la parataxis. Concretamente, se registran ejemplos de coordinación copulativa y coordinación adversativa, que engarzan gramaticalmente los enunciados de estilo directo con el discurso en el que se inserta, como los que siguen:
[...] y entonces E... me dijo: «¡Qué buen café hacen los ingleses», pero yo dije: «no, no, es mejor el té de los moros», y nos cuenta su vida en clase… ().
Y, y mi padre siempre me decía: «Sí, sí, si de ti me fío, de los que no me fío son de los demás», ¡je, je!, y yo decía: «Pero, bueno, si te fías de mí…» ().
3.2. El estilo directo en el discurso teatral
Como se irá desglosando a lo largo del apartado, en las construcciones de estilo directo en el discurso teatral predomina notablemente la anteposición de la expresión introductora a la cita, solo en una minoría de casos de produce la posposición y, de forma más excepcional, la interposición. La presencia u omisión del sujeto en la expresión introductora es homogénea, y este se explicita en, aproximadamente, la mitad de los casos. En este caso, aparece principalmente antepuesto al verbo, siguiendo el esquema formal expresión introductora [sujeto – verbo] – cita; en menor medida, se coloca pospuesto, en el esquema formal cita – expresión introductora [verbo – sujeto].
3.2.1. Estructura formal de la construcción
Atendiendo a la forma de las construcciones de estilo directo en el discurso teatral, se puede distinguir entre prototípicas y no prototípicas, en las que se produce una diferenciación de voces entre la expresión introductora (en boca de un personaje) y el enunciado reproducido (en boca de otro).
Las construcciones prototípicas son aquellas que siguen el esquema típico del estilo directo, en el que un personaje cita, en su parlamento, un discurso previamente emitido por otro. Un ejemplo ilustrativo podría ser el siguiente:
TEO.― Le pregunté a Quique de dónde había sacado dinero para un chándal nuevo. Me dijo: «Me lo dio Arturo para que no largue por esta boquita». ¿Largar el qué?, le dije. ().
Es interesante destacar que muchos de estos enunciados prototípicos siguen el esquema lógico de pregunta-respuesta o réplica-contrarréplica, como se aprecia en los ejemplos que siguen:
Me oye entrar y pregunta sin cambiar de postura: «¿Eres tú, Javier?» Yo respondo: «Ajá». ().
La tía no hacía más que preguntarme: «¿Gozas, vida?... ¿Qué tal lo pasas, vida?»… Y yo, cabreado, le dije: «¿Esto es un polvo o un interrogatorio de la policía?» ().
En el caso de las construcciones no prototípicas, hay que señalar que solo se registran en una obra concreta del corpus, por lo que muy probablemente se trate de un uso exclusivo de la misma (aunque sería necesario ampliar la sección de discurso teatral y revisar más obras para corroborar esta afirmación). Lo que ocurre en estos enunciados es que un personaje actúa como una especie de narrador, en un juego metaliterario, e introduce en su parlamento una construcción de estilo directo que se interrumpe tras la expresión introductora para dejar paso a otro personaje que pone voz al enunciado reproducido. De este modo, se fusionan los dos discursos en una misma construcción pero se mantienen las voces originales de cada uno de los personajes, lo que vivifica el discurso y emula mejor la recreación del enunciado original. Véase un ejemplo ilustrativo:
EL PERSONAJE.― Al oír lo anterior, la Mosca Violinista, bastante atemorizada, interrumpió a la Rana Sabia para preguntarle:
MOSCA VIOLINISTA.― ¿Y tú crees que cerrará los ojos? ().
Salvo por la inclusión de la nota teatral que indica la intervención de un segundo personaje, los casos de lo que podría denominarse estilo directo a dos voces, presentan las mismas características formales que el prototípico.
3.2.2. Los miembros de la construcción
El análisis de la posición de los miembros de las construcciones de estilo directo revela una marcada tendencia, en el discurso teatral, a la anteposición de la expresión introductora al enunciado reproducido, algo que se observa en casi la totalidad de los casos. La posposición de la expresión introductora ocurre aisladamente y la interposición es casi residual en el corpus manejado. A continuación, puede observarse un ejemplo de cada tipo:
ANA.― (Picada.) Sé muy bien lo que tú lees. Al principio, me leías en la cama. Es lo último que una mujer espera que le haga un hombre en la cama, pero tú me leías. Me decías: «¿Esta noche qué prefieres, amor? ‘¿Anarquismo pedagógico’ o ‘Ética y consumo’?» ().
JAVIER.― Al llegar a su casa le dije que deseaba volverla a ver. Me sorprendió que aceptara inmediatamente. «Mañana a las cuatro. ¿Le va bien?», me preguntó. ().
Hicimos el amor estupendamente y luego vimos a través de la ventana abierta una estrella. «Es Venus ―dijo ella―. Desde ahora será nuestra estrella». ().
Atendiendo a los principales elementos de la expresión introductora, esto es, sujeto y verbo, en el corpus manejado predomina muy ligeramente la omisión del sujeto y, cuando aparece explícito, casi siempre lo hace antepuesto al verbo (cuando la expresión introductora antecede a la cita) y solo ocasionalmente se pospone (y siempre en casos en los que la expresión introductora también va pospuesta a la cita). En definitiva, se registran cinco posibilidades de configuración formal de las secuencias, teniendo en cuenta la posición de los elementos de la expresión introductora, que son las siguientes:
- 1)
Casos de sujeto implícito en el esquema formal CITA – EXPRESIÓN INTRODUCTORA – CITA:
- 2)
Casos de sujeto implícito en el esquema formal CITA – EXPRESIÓN INTRODUCTORA [VERBO]:
- 3)
Casos de sujeto implícito en el esquema formal EXPRESIÓN INTRODUCTORA [VERBO] – CITA:
- 4)
Casos de sujeto explícito pospuesto en el esquema formal CITA – EXPRESIÓN INTRODUCTORA [VERBO – SUJETO] – CITA:
- 5)
Casos de sujeto explícito antepuesto en el esquema formal EXPRESIÓN INTRODUCTORA [SUJETO – VERBO] – CITA:
- 6)
Casos de sujeto explícito pospuesto en el esquema formal CITA – EXPRESIÓN INTRODUCTORA [VERBO – SUJETO]:
Como se puede observar a la luz de los casos anteriores con sujeto explícito, la anteposición de la expresión introductora al enunciado reproducido motiva la anteposición del sujeto al verbo, mientras que su posposición lleva a posponer también el sujeto. Lo mismo ocurría, cabe recordar, en los casos de estilo directo en lengua oral.
En lo que se refiere al verbo de la expresión introductora, casi la totalidad de los casos presentan una forma personal de verbo prototípica en primera o tercera persona del singular del presente de indicativo. No obstante, cabe destacar la existencia, como en el discurso oral, de algunos casos introducidos por formas personales con valor hipotético (en futuro de indicativo o en pretérito imperfecto o pluscuamperfecto de subjuntivo) y por formas no personales del verbo (concretamente, gerundios). A continuación se ofrece un ejemplo de cada caso en el orden en que se han mencionado:
MONTESECCO.― Y cuando se quiera saber cómo era Montesecco, habrá que decir: es aquél que no quiso matar en la iglesia. BAGNONE.― Aquel que tuvo miedo en la iglesia. ().
No lo dudéis, me quería, y he perdido la ocasión de que exclamarais al verme inclinando el esternón: ¡Ahí va, ahí va! ().
PADRE.― Sí, lo sabías. O lo temías. Yo te hubiera aconsejado: «No lo hagas, espera otra oportunidad de prestar servicios. Estas hazañas de riesgo, de violencia, no son para ti, hijo mío. Tú siempre has sido débil, inseguro...». ().
GATINA.― ¡A mí qué! o ¡a mí plin!, hay quien va por la vida exclamando, ¡a mí qué! o ¡a mí plin!, la justicia van burlaburlando; [...] ().
Con respecto al valor semántico de los verbos empleados como introductores de estilo directo en el discurso teatral, en el corpus manejado predominan las formas declarativas prototípicas pero, junto a ellas, abundan otras, como las de modo de dicción (que aportan al enunciado un valor ilocutivo añadido), las de pensamiento (que suelen estar especializadas en la introducción de secuencias de discurso mental de los personajes) y, ya en menor medida, se registran algunos casos con verbos discursivos y narrativos (que suelen ser característicos del discurso escrito y que recuerdan, en este caso, el soporte de escritura en que, como obra literaria, se gesta el discurso teatral). Es precisamente la existencia, aunque minoritaria, de estos últimos verbos uno de los rasgos que caracterizan al estilo directo teatral y lo distinguen del oral (con el que comparte sus principales características formales), pues dejan entrever un discurso elaborado y cuidado que no resultaría natural, dada la espontaneidad de la lengua oral.
Del corpus analizado, resulta la siguiente clasificación de verbos introductores, basada en la elaborada en :
- 1)
Verbos declarativos: aconsejar, decir, replicar, responder.
- 2)
Verbos de pregunta y petición: preguntar.
- 3)
Verbos de modo de dicción: cantar, exclamar, gritar.
- 4)
4) Verbos de pensamiento: pensar, preguntarse.
- 5)
Verbos discursivos: añadir.
- 6)
Verbos narrativos: reír(se).
De este modo, en el discurso teatral, como en el oral, se reflejan tres de las macroclases semánticas señaladas por : proceso verbal (1, 2, 3), proceso mental (4) y contextuales (5, 6), si bien en el estilo directo teatral se registra mayor variedad de verbos en cuanto a las subclases que aquellas engloban. No es de extrañar que el componente estético y estilístico de los textos escritos (particularmente de los literarios) se manifieste, en el discurso teatral, con el empleo de algunos verbos más propios de la narración.
3.2.3. Aspectos gramaticales externos de la construcción
En el discurso teatral no es habitual encontrar ejemplos de construcciones de estilo directo que formen parte de enunciados mayores. Como ocurría en la lengua oral, en el teatro existe una tendencia a la simplificación sintáctica y discursiva, con oraciones simples y períodos breves, y esta es todavía mayor en el caso del estilo directo, pues en la totalidad del corpus manejado solo existe un ejemplo en el que la secuencia de cita se enlaza gramaticalmente con en el macrodiscurso a través de una conjunción coordinada adversativa; es el siguiente:
3.3. El estilo directo en el discurso periodístico
Como se irá mostrando a lo largo del apartado, en el discurso periodístico proliferan considerablemente las construcciones de cita. Además de las prototípicas, en el corpus manejado, se registran tres tipos de variantes, que son: las construcciones de estilo directo no marcado, las construcciones de estilo pseudodirecto y las construcciones de estilo híbrido. Formalmente, predomina la posposición de la expresión introductora al discurso reproducido, cuyos ejemplos superan ligeramente la mitad del corpus, seguida de la interposición y la anteposición. Esta característica tan significativa marca una importante diferencia con respecto a los discursos oral y teatral, donde ocurría exactamente lo contrario. Además, es ligeramente superior el número de ocurrencias en las que el sujeto de la expresión introductora está explícito y se sitúa, habitualmente, pospuesto al verbo (cuando la expresión introductora se pospone a la cita) y, escasamente, antepuesto (cuando la expresión introductora también se antepone a la cita).
En el discurso periodístico se advierten las características generales propias de la lengua escrita a través de los mecanismos de citación, que no solo son los que muestran más variantes sino que, además, se manifiestan en el despliegue de posibilidades de configuración formal. Se percibe, por tanto, en las construcciones de estilo directo la elaboración cuidada del discurso y el afán estilístico característico de la prensa escrita, que evita la constante repetición de estructuras, verbos introductores y menciones a la fuente informativa.
3.3.1. Estructura formal de la construcción
Atendiendo a la forma que presentan las construcciones de cita directa registradas en el corpus empleado, puede hablarse de cuatro tipos de secuencias, aunque hay que puntualizar que no todos pueden aceptarse como casos de estilo directo, bien porque suponen un abuso, por parte del redactor, de las reglas gramaticales o bien por ser un híbrido de dos tipos de citación: la directa y la indirecta.
Un ejemplo ilustrativo del estilo directo en el discurso periodístico, donde concurren en la construcción una expresión introductora (correspondiente al discurso del redactor) y un enunciado reproducido (perteneciente al hablante original), podría ser el que sigue:
Ese día los informativos afirmaron en sus titulares: «El Tribunal Superior de Andalucía considera que Alfonso Guerra no está implicado en el [...]». ().
Pese a coincidir en el discurso dos voces informativas diferentes, la del redactor y la de la fuente citada, existe total nitidez en su delimitación, de modo que no se produce la ambigüedad que, sin embargo, sí se da en algunas variantes que se describirán seguidamente. La diferenciación de los dos planos discursivos pertenecientes a cada hablante se hace más patente cuando se respeta la lengua original en la que fue emitido el enunciado que se reproduce, como explicaen casos como el siguiente:
En este sentido, el portavoz socialista destacó: «Castígase ás consellerías que prestan servicios públicos fundamentais (Sanidade, Educación e Vivenda) [...]» ().
Junto a las construcciones prototípicas, se registran otras de estilo directo no marcado en las que la secuencia citada no aparece señalada ortográficamente, por lo que, aunque cumplen las características formales propias del estilo directo, la distinción entre el contexto y la cita resulta, en ocasiones, dificultosa y difusa, pues los dos discursos están prácticamente fusionados. Véase un ejemplo:
Los médicos que lo atendieron en el primero, diagnosticaron traumatismo encefálico, hundimiento parietal y hematoma epidenal, precisó un portavoz del centro. ().
En estos casos, parece que la fidelidad al discurso original está menos garantizada todavía; de hecho, es posible que la falta de literalidad sea precisamente el motivo por el que los redactores deciden prescindir de los signos ortográficos para marcar la cita, pues lo contrario supondría infringir una regla básica de la redacción periodística: la de entrecomillar las citas literales. El hecho de que no se registre ningún caso de este tipo en el que se conserve la lengua original del discurso que se reproduce refleja una mayor homogeneidad entre los planos discursivos, lo que redunda, a su vez, en la idea de la ausencia de literalidad.
Al lado de las anteriores, coexiste otra variante que se aleja más del prototipo y que consiste en la combinación de fragmentos entrecomillados o «semicitas» tomados del discurso original y otros pertenecientes al discurso del redactor. Es lo que se define en Teoría de la Literatura como «estilo pseudodirecto» (vid. Diccionario de termos literarios, s.v. estilo pseudodirecto) y ha sido ampliamente estudiado por autores como Spitzer (1923) o Bakhtin (1929), aunque es en el discurso periodístico y no en la literatura donde este procedimiento es más frecuente (de hecho, a juzgar por el corpus manejado, solo se manifestaría en la prensa). Puede observarse a continuación un caso representativo:
El dinero de esa procedencia debía ingresarse en una cuenta «especial», detalla la sentencia, de «masa abstracta», porque los depositantes no querían que las operaciones apareciesen [...]. (.
Por último, y más alejados todavía de los esquemas anteriores, se registran enunciados que combinan las técnicas del estilo directo y las del indirecto, y que mantienen la estructura expresión introductora + que + cita entrecomillada, como se muestra el ejemplo que sigue:
Así de rotundo fue el delegado para Galicia de la sociedad estatal SGV, José Luis Martínez Barona, quien haciendo oídos sordos a las demandas de la Coordinadora de Adjudicatarios aseguró ayer que «el 90% de los propietarios están satisfechos del nivel de calidad de las viviendas». ().
Se trata de un fenómeno lingüístico característico de la prensa que ha sido ampliamente estudiado por , quien lo denomina «estilo directo híbrido» y lo incluye como un tipo de estilo directo, pues entiende que prevalece la intención de reproducir un discurso que se refleja en el empleo de los signos gráficos. Además, considera que es un tipo de construcción completamente extendido y que, por consiguiente, debería ser aceptado por imposición del uso. Sin embargo, los manuales de estilo de periódicos de tirada nacional, como El País () o La Voz de Galicia (), advierten explícitamente de este abuso lingüístico, que constituye un error gramatical frecuente que se debe evitar.
Estos casos pueden combinarse, además, con otras secuencias con «semicitas» y/o mantener la lengua original del discurso reproducido como una forma de marcar más la distancia entre los dos planos discursivos: el del redactor y el de la fuente. Ambas posibilidades se conjugan en el ejemplo siguiente:
3.3.2. Los miembros de la construcción
A la hora de analizar la configuración de las construcciones de estilo directo en el discurso periodístico, solo se han tomado en consideración los casos de estilo directo propiamente dicho, esto es, el prototípico y el no marcado descritos en el apartado anterior.
En cuanto a la posición de los dos miembros de la construcción, un número ligeramente superior a la mitad de las ocurrencias presentan la expresión introductora pospuesta al enunciado reproducido, mientras que la otra mitad se distribuye entre los casos de interposición y los de anteposición (que, contrariamente a lo que ocurre en la lengua oral, son los minoritarios en la prensa escrita). Obsérvese, a continuación, un enunciado de cada tipo:
«Me alegro de ponérselo difícil al míster», decía José Ramón después del excelente partido que jugó en La Romareda. ().
«Yo creo ―afirmó― que el Ayuntamiento dispone no sólo de ese suelo, Los Molinos, sino de más suelo. Podemos crear una promoción de vivienda social que sirva para Villaverde y del resto de Madrid». ().
[...] se oyó con claridad la voz de uno de los manifestantes judíos, que decía: «Señor Beker, ¡no acuchille a Israel por la espalda!». ().
Llama la atención la mayor presencia en el corpus de casos de interposición que de anteposición de la expresión introductora, que es la opción minoritaria, en oposición a la lengua oral, lo que nuevamente responde a una sintaxis más elaborada, producto de la búsqueda de estilo en la redacción.
Sobre los elementos de la expresión introductora, el corpus manejado muestra la tendencia a la presencia de un sujeto explícito y un verbo en forma no personal. En la prensa, predominan ligeramente los casos en los que se expresa el sujeto sobre aquellos en los que se omite. La razón de la tendencia a explicitar el sujeto puede hallarse en las exigencias propias del género, que requieren la citación de la fuente como estrategia con la que lograr transmitir mayor veracidad informativa (a la vez que distancia y desvincula al redactor de las palabras transcritas).
Atendiendo a la posición del sujeto con respecto al verbo y al enunciado reproducido, se constata el notable predominio de las secuencias con sujeto explícito pospuesto al verbo, cuando la expresión introductora está pospuesta o interpuesta a la cita, y la escasa presencia de enunciados con el sujeto antepuesto al verbo, cuando la expresión introductora va antepuesta a la cita. Resumidamente, se contemplan los cinco tipos de configuración formal de las construcciones que se muestran a continuación:
- 1)
Casos de sujeto implícito en el esquema formal CITA – EXPRESIÓN INTRODUCTORA [VERBO] – CITA:
- 2)
Casos de sujeto implícito en el esquema formal CITA – EXPRESIÓN INTRODUCTORA [VERBO]:
- 3)
Casos de sujeto explícito pospuesto en el esquema formal CITA – EXPRESIÓN INTRODUCTORA [VERBO – SUJETO] – CITA:
- 4)
Casos de sujeto explícito antepuesto en el esquema formal EXPRESIÓN INTRODUCTORA [SUJETO – VERBO] – CITA:
- 5)
Casos de sujeto explícito pospuesto en el esquema formal CITA – EXPRESIÓN INTRODUCTORA [VERBO – SUJETO]:
Como se puede observar, de manera sistemática el sujeto se antepone al verbo en la expresión introductora cuando esta va antepuesta a la cita, y se pospone cuando va pospuesta o interpuesta a la cita. No se recoge ningún ejemplo en prensa en el que se altere ese orden.
Por su parte, los verbos que se emplean como introductores lo hacen siempre en forma personal y de forma prototípica, en primera o tercera persona y en modo indicativo (en tiempos de presente o de pasado). En cuanto a su semántica, se emplean mayoritariamente los verbos declarativos, pero prolifera el uso de otras formas verbales, como las discursivas, que aluden al inicio, transcurso o fin del discurso y sirven para organizarlo. Resultan, por tanto, muy adecuados para la prensa escrita, porque contribuyen a ordenar las partes del discurso original con las que progresivamente se va elaborando la noticia. Así, como se muestra a continuación, en el corpus manejado se registran verbos de proceso verbal (1, 2), de proceso mental (3) y contextuales (4), siguiendo la mencionada clasificación de :
- 1)
Verbos declarativos: advertir, afirmar, anunciar, apuntar, asegurar, aseverar, comentar, confirmar, decir, declarar, destacar, detallar, espetar, explicar, expresar, indicar, informar, manifestar, matizar, precisar, proclamar, puntualizar, replicar, resumir, sentenciar, señalar, sintetizar, sostener.
- 2)
Verbos de pregunta y petición: preguntar.
- 3)
Verbos de pensamiento: pensar.
- 4)
Verbos contextuales: agregar, añadir, concluir, continuar, proseguir.
Para finalizar, cabe señalar, con respecto a los elementos del enunciado reproducido, la recursividad del estilo directo en prensa, que da lugar a una reiterada reproducción de diálogos a modo de intercambio comunicativo reproducido, y produce una enorme polifonía de voces en el discurso, sobre la que han tratado autores como o . Véase a continuación un ejemplo ilustrativo:
3.3.3. Aspectos gramaticales externos de la construcción
De acuerdo con el corpus manejado, las construcciones de estilo directo en el discurso periodístico funcionan, en un abundante número de casos, como miembros de estructuras mayores y conforman oraciones compuestas. Concretamente, se registran casos como miembros de oraciones concesivas y adversativas, como los que se pueden leer a continuación:
Continuó relatando que se le practicaron las preceptivas medidas de reanimación, aunque destacó: «Recuerdo que cuando le vi dije que interrumpieran todo porque estaba muerto». ().
«Nosotros estaremos a su disposición», dijo, pero añadió: «no estamos aquí para imponer un acuerdo». ().
Contrariamente a lo que ocurría en el discurso oral y el discurso teatral, en el periodístico se manifiestan las características propias de la lengua escrita también en lo que concierne a los mecanismos de inserción del estilo directo en el texto.
3.4. El estilo directo en el discurso narrativo
Como se podrá ver a lo largo del apartado, en el discurso narrativo es donde se produce un mayor enriquecimiento y explotación del estilo directo, pues la cuidada y artificiosa elaboración del discurso redunda en una mayor elaboración de las construcciones de cita. Uno de los rasgos más característicos del estilo directo en el discurso narrativo es el empleo de una numerosa y variada nómina de verbos que trasciende la prototipicidad de los registrados en otros tipos de discurso. Formalmente, también es el más prolífero, pues muestra las tres posiciones propias del estilo directo con una distribución más homogénea, que busca el equilibrio en el uso de los distintos procedimientos de cita para evitar la monotonía narrativa y la constante reiteración de estructuras. No obstante, la opción mayoritaria es la que coloca la expresión introductora con sujeto explícito pospuesto al verbo detrás de la cita, siguiendo la misma tendencia comentada en el apartado dedicado al discurso periodístico y reforzando la idea de que se trata de un rasgo típico de la lengua escrita, que sienta la base de una de las principales diferencias con respecto al estilo directo propio de la lengua oral.
3.4.1. Estructura formal de la construcción
En el discurso narrativo son habituales, junto a las construcciones prototípicas, otras en las que se produce la ausencia de alguna o algunas de las expresiones introductoras de una interacción reproducida.
Las construcciones prototípicas son aquellas que, impregnadas de las características y referencias contextuales propias de la narrativa, se construyen siguiendo el modelo clásico de estilo directo, donde se da la concurrencia de los dos miembros, como ocurre en el siguiente ejemplo:
Miguel iba palpando los objetos que encontraba a su paso y explicaba: «Esto puede ser un piano; esto, un gramófono; aquí hay ropa y una superficie lisa y fría, seguramente un espejo». ().
Además, es común, al igual que en la prensa, el respetar la lengua o el dialecto original de los hablantes o, en este caso, de los personajes (a los que se trata de caracterizar lingüísticamente), diferenciando más aún los dos planos discursivos de la construcción. Se puede apreciar en enunciados como los siguientes:
―Ay, Jezú ―dijo señalándome―, un pervertío. ―¿Quién es usted? ―preguntó la Emilia con esa voz de pito que se saca después de recibir un susto. ―Azucena Remojos, fregona pedánea, para lo que tengan a bien los señores disponer. ().
Fui al día siguiente a la Rue de Rennes, era mi primera salida, Monsieur Vincent me dijo al ver mi palidez cadavérica: «Voilà ce que c'est que l'amour.» ().
Las construcciones no prototípicas halladas en el corpus tienen la particularidad de omitir alguna o todas las expresiones introductoras en la reproducción de un intercambio comunicativo. Se trata de un fenómeno que solo se produce en estructuras dialogales, donde el introductor omitido es fácilmente recuperable a través del contexto, ya que responde a una relación lógica, de pregunta-respuesta o réplica-contrarréplica, con lo expresado en algún momento previo del discurso (siguiendo un esquema, en este caso, muy similar al comentado con anterioridad en los casos equivalentes del discurso oral). Sirva como ilustración el ejemplo que sigue:
Quiso correr a sus brazos y decirle que no podía vivir sin ella. ―¿Dónde estaba la mujer? ―pregunté. ―Se había quedado en Francia. En una ciudad del sur. Pau, creo que se llama. ().
Más extremos son aquellos casos en los que se omiten la mayoría de los introductores sin que existan apenas indicaciones que orienten el sentido de cada una de las citas. En estos enunciados, ya no existe una relación lógica tan marcada que dé unas pautas interpretativas de las expresiones omitidas, si bien es cierto que la reproducción de la interacción se combine con alguna secuencia prototípica de estilo directo que sirva como hilo conductor de la narración. Se trata de enunciados como el que sigue:
El inventario ―Esta mesa es Chippendale. ―¡A ver, muchachos, al camión! Vocea: «¡Una mesa con las patas flojas, una!» ―Un cuadro de la escuela de Greuze. ―¡Una tela grande rayada, una! ―Una consola Louis Philippe. ().
Aunque no será objeto de estudio de este trabajo, cabe mencionar la estrecha relación que existe, en la narrativa, entre el estilo directo y el texto dialogado, aunque el segundo no pueda considerarse una variante del primero, dada la ausencia de los elementos necesarios para conformar los miembros necesarios para que exista la construcción de cita.
3.4.2. Los miembros de la construcción
Las construcciones de estilo directo narrativo registradas en el corpus presentan una mayor complejidad en cuanto a los elementos que las conforman en relación a otros tipos de discurso. Así, por ejemplo, en la expresión introductora suelen aparecer, además del sujeto y del verbo, ciertos complementos, como el directo, el indirecto, el circunstancial o el predicativo, que no tienen tanta recurrencia en otros tipos de discurso. Sin embargo, por analogía con los apartados equivalentes de los tipos de discurso anteriores, solo me detendré, en el presente, en el sujeto y el verbo de las construcciones.
En lo que se refiere a la posición de los miembros de la construcción, predomina considerablemente la posposición de la expresión introductora al enunciado reproducido, exactamente igual que en el discurso periodístico. Concretamente, la mitad de las ocurrencias del corpus presentan esta estructura y la otra mitad se distribuye de forma prácticamente homogénea entre casos de anteposición y casos de interposición de la expresión introductora con respecto a la cita. Obsérvese, a continuación, un enunciado de cada tipo:
«Pensé que así se conservaría por más tiempo», me dijo el padre Amador. ().
La mujer me dijo: «Ella mastica a la topa tolondra, un poco al desaire, un poco al desgarriate». ().
«Ya verás ―le había anunciado Julián―, verás qué casa y qué mujer y qué forma de vivir tan libre, tan sin trabas. No es buen poeta, pero ha sabido elegir su libertad…» ().
Atendiendo a los principales elementos de la expresión introductora, esto es, sujeto y verbo, se percibe un equilibrio entre los casos en los que aparece explícito y aquellos en los que se omite, aunque predominan ligeramente los segundos. Sin embargo, sí que es clara la preferencia por la posposición cuando el sujeto se expresa explícitamente, algo que ocurre, además, cuando la expresión introductora también va pospuesta a la cita o interpuesta. Cuando ocurre lo contrario y la expresión introductora se antepone a la cita, el sujeto suele ir también antepuesto al verbo; sin embargo, existen excepciones a esta tendencia general motivadas por la presencia de determinados elementos gramaticales como conjunciones, adverbios o complementos extraoracionales que provocan la posposición del sujeto al verbo aun cuando la expresión introductora va antepuesta a la cita. Se trata del mismo fenómeno descrito en los discursos oral y teatral. En resumen, son cinco las posibilidades de configuración de las construcciones las que se extraen del corpus analizado, a saber:
- 1)
Casos de sujeto implícito en el esquema CITA – EXPRESIÓN INTRODUCTORA [VERBO] – CITA:
- 2)
Casos de sujeto implícito en el esquema formal CITA – EXPRESIÓN INTRODUCTORA [VERBO]:
- 3)
Casos de sujeto pospuesto en el esquema formal CITA – EXPRESIÓN INTRODUCTORA [VERBO – SUJETO] – CITA:
- 4)
Casos de sujeto pospuesto en el esquema formal CITA – EXPRESIÓN INTRODUCTORA [VERBO – SUJETO]:
- 5)
Casos de sujeto explícito antepuesto en el esquema formal EXPRESIÓN INTRODUCTORA [SUJETO – VERBO] – CITA:
Por su parte, el verbo de la expresión introductora también presenta ciertas particularidades en el discurso narrativo que no se dan en otros géneros escritos. Es el caso de los enunciados en los que el verbo se omite y la expresión introductora está conformada solamente por y + frase nominal, algo que, en principio, parecía exclusivo de la lengua oral. Obsérvese el siguiente ejemplo ilustrativo:
Es usted tan sencillo, tan humano, murmuras. Y él: no creas en las leyendas forjadas por mis adversarios; ¡si supieras cuánto he sufrido!; ¡no hay peor soledad que la de quien ejerce el poder! ().
No es de extrañar que este recurso propio de la oralidad se traslade al discurso narrativo, ya que, a la luz del ejemplo expuesto, se emplearía para reproducir diálogos y conversaciones, que son manifestaciones discursivas propias de la lengua oral. Además, la ausencia de verbo introductor no implica la pérdida del significado comunicativo, que se extrae del carácter interaccional del contexto.
No obstante, lo común es que el verbo aparezca expresado y lo haga en forma personal y en modo indicativo, es decir, siguiendo el prototipo comentado en apartados anteriores. Ocurre, como también se detectó en otros tipos de discurso, que pueden aparecer usos con valor hipotético o formas no personales del verbo. Llama la atención que, en narrativa, son especialmente prolijas las construcciones con el verbo introductor en gerundio, como en el ejemplo que sigue:
Unos pasos cansados se acercaban y transmitían a Julián la imagen del ama que poco antes le había abierto la puerta y le había sonreído murmurando: «El amigo del señor.» Luego vaciló. ().
Uno de los aspectos más interesantes de los verbos introductores de estilo directo en el discurso narrativo es el que atañe a su semántica. En el corpus se registran ejemplos de todas las macroclases semánticas en las que clasifica los verbos de estilo directo, esto es, proceso verbal (1, 2, 3, 4, 5), proceso mental (6, 7, 8), actitudinales (9) y contextuales (10, 11, 12). Pero, además, se reflejan, también, la mayor parte de los subtipos que las conforman, mostrando un abanico de posibilidades de introducción de la cita directa en el discurso narrativo muy superior y mucho más variado que el de cualquier otro tipo de discurso, trascendiendo el valor declarativo de la cita y enlazándola con el sentido del macrodiscurso. Se trata de verbos que, muchas veces, apuntan a la semántica del contexto y sirven de transición entre este y el discurso reproducido. Además, su empleo evita la reiteración de fórmulas habituales, como los verba dicendi, que harían menos artificiosa la redacción del texto y más pesada su lectura.
A continuación, se disponen los verbos registrados ordenados de acuerdo con la clasificación de :
- 1)
Verbos declarativos: aclarar, aconsejar, advertir, afirmar, alegar, anunciar, apostillar, apuntar, argüir, argumentar, asegurar, asentar, aseverar, aventurar, chivarse, comentar, comunicar, confesar, confirmar, contradecir, contar, contestar, corroborar, decir, declarar, decretar, defender, derramar, desmentir, disculparse, enumerar, escaparse, escupir, espetar, establecer, estipular, excusarse, explicar, expresar, generalizar, hablar, indicar, informar, insistir, insinuar, jurar, justificarse, llamar, mentir, notificar, objetar, observar, perorar, pontificar, precisar, presentarse, prevenir, proclamar, prometer, pronunciar, proponer, puntualizar, reafirmarse, recalcar, recapitular, recomendar, referir, relatar, remachar, repetir, replicar, reponer, responder, rezar, saltar, saludar, sentenciar, soltar, subrayar, sugerir, traducir.
- 2)
Verbos de pregunta y petición: consultar, exigir, implorar, indagar, inquirir, instar, interrogar, pedir, preguntar, reclamar, rogar, suplicar.
- 3)
Verbos de orden o mandato: ordenar, prohibir, urgir.
- 4)
Verbos de valoración: adular, alabar, amonestar, celebrar, corregir, despreciar, elogiar, felicitar, increpar, reconvenir, rectificar, reprender, reprochar.
- 5)
Verbos de modo de dicción: aullar, balbucear, bramar, bufar, cacarear, cantar, chillar, clamar, corear, cuchichear, entonar, exclamar, farfullar, gorjear, gritar, gruñir, imitar, murmurar, musitar, recitar, rezongar, rugir, rumiar, susurrar, vocear, vociferar.
- 6)
Verbos de percepción: entender, escuchar, leer(se), oír.
- 7)
Verbos de creencia u opinión: dictaminar, dudar, opinar, sospechar, temer, vacilar.
- 8)
Verbos de pensamiento: analizar, calcular, cavilar, comprender, decidir, deducir, estudiar, evocar, filosofar, ocurrirse, pensar, preguntarse, razonar, recapacitar, recordar, reflexionar.
- 9)
Verbos actitudinales: aceptar, admitir, amenazar, asentir, blasfemar, bromear, burlarse, cachondearse, chancearse, conceder, lamentarse, ofrecerse, perseverar, presumir, protestar, quejarse, rechazar, reconocer, sincerarse, ufanarse.
- 10)
Verbos discursivos: agregar, añadir, concluir, continuar, detenerse, empezar, intercalar, interrumpir, prorrumpir, proseguir, rematar, seguir, terminar.
- 11)
Verbos con sentido declarativo contextual: animar, atreverse, conminar, compadecer, consolar, desafiar, descubrir, desear, fulminar, resolver, terciar, tranquilizar.
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Verbos narrativos: asombrarse, aspaventar, aterrarse, atolondrarse, carraspear, corresponder, desesperarse, desmoralizarse, eludir, encararse, encresparse, esquivar, estallar, exaltarse, extrañarse, gemir, gimotear, gozar, impacientarse, incorporarse, indignarse, irritarse, jadear, llorar, mirar, reaccionar, recobrarse, reír(se), resistirse, resoplar, respirar, señalar (a), sonreír, sorprenderse, soñar, suspirar, triunfar.
Por último, y con respecto a los elementos del enunciado reproducido, cabe destacar el narrativo como el tipo de discurso más rico en cuanto a la recursividad del estilo directo y donde se generan más metacitas. Obsérvese, a modo de ejemplo, el siguiente enunciado:
Más de una vez me refirió: «Cuando había atendido a un enfermo y lo acompañaba hasta la puerta que daba a la sala de espera, pensaba: ¡Que haya alguien, esperando! [...]» ().
Es, también, habitual (y, además, solo se registra en el corpus en este género literario) que se conjuguen, en el discurso, secuencias de habla y de pensamiento en estilo directo y que debe entenderse como una licencia de la omnisciencia narrativa, como ocurre en este caso:
«Parece una culebra», pensó David. Sintió unas ganas absurdas de reír y luego se avergonzó de sí mismo. «Estoy borracho», reflexionó. Luego preguntó: ―¿Dormías? ().
Igualmente, es frecuente la combinación de secuencias de cita directa con otros procedimientos de citación a lo largo de la narración, que contribuyen a la polifonía de voces tan característica de este género. Así, las construcciones de estilo directo se conjugan con otras de estilo indirecto, estilo directo libre o estilo indirecto libre, dando lugar a una explotación de los mecanismos de reproducción del discurso que contribuyen al enriquecimiento del texto y su calidad literaria. Sirvan como ejemplo los siguientes enunciados ilustrativos de cada caso:
―¿Están seguros de que en el Parque Japonés funciona el Nóumeno? ―preguntó Arribillaga. Carlota dijo que sí. ().
Había llegado la hora de la pregunta cruel, del acorralamiento, del acoso. ―¿Qué clase de marido era David? ―preguntó Julián. «...qué clase de amante, compañero, señor, esclavo...» ―¿Cómo te pagaba David? ―volvió a preguntar. «... no importa que esté el chico; debe oír la pregunta [...]» ().
No era fácil de oír y menos de reconocer la voz entrecortada por interrupciones, que llegaba de muy lejos, a través de alambres que parecían vibrar en un vendaval. Oyó nuevamente: ―Después de salir del Parque Japonés. El que hablaba no era Dillon, ni Amenábar, ni Arribillaga. ¿Salcedo? Por eliminación quizá pareciera [...] ().
3.4.3. Aspectos gramaticales externos de la construcción
Al igual que en el discurso periodístico, en el narrativo las construcciones son tratadas, también, como unidades sintácticas completas y, por tanto, es habitual que funcionen como miembros de estructuras mayores, lo que nuevamente pone de manifiesto el carácter elaborado de la lengua escrita, tendente a la longitud y complejidad de los períodos sintácticos. Concretamente, en el corpus manejado, se recogen manifestaciones de construcciones de estilo directo que forman parte de oraciones adversativas, condicionales y causales. Puede leerse, a continuación, un ejemplo de cada tipo:
Recordó, entonces, lo que había pasado. Se dijo: «Debo sobreponerme», pero tuvo sentimientos que tal vez correspondieran a una frase como: «¿Para qué vivir si después no puedo comentar las cosas con Carlota?» ().
Guardando ese sueño como guardaba sus rebaños: solitaria plenitud, lenta sucesión de momentos infinitos. «Siento pasar la vida», pensaría si lo pensase. ().
―El profesor debió notar algo en la expresión de Valeria, porque preguntó: ―¿Qué pasa? ¿No estás dispuesta? ().
No es de extrañar que este tipo de enunciados proliferen en el discurso narrativo y se manifiesten de forma más frecuente que en otros tipos de discurso, incluso escritos, dado el carácter literario del género y la búsqueda constante de artificio lingüístico y embellecimiento del mensaje.
4. CONCLUSIONES
A lo largo de estas páginas se ha tratado de describir la configuración de las construcciones de estilo directo en los distintos tipos de discurso a partir de un estudio de corpus representativo de la lengua española e hispanoamericana contemporánea. Aunque convendría realizar un estudio cuantitativo de los resultados, que complete el análisis cualitativo de la investigación, los primeros resultados que esta arroja resultan de gran interés.
De acuerdo con el tipo de manifestación lingüística, oral o escrita, las construcciones de estilo directo presentan unas características muy similares en cuanto a configuración formal. Así, se ha podido observar cómo en el discurso oral y teatral se tiende notablemente a la anteposición de la expresión introductora al enunciado reproducido (algo que ocurre en casi la totalidad de los casos analizados) y a la omisión del sujeto del verbo introductor. Es un hecho habitual, sobre todo, en el discurso oral, donde la tendencia a marcar la cita por medio de recursos de reiteración de las formas introductoras prototípicas facilita al interlocutor la identificación del enunciado como cita, sin importar tanto la mención al hablante original, a quien ya se ha hecho alusión en un momento previo de la interacción. No obstante, cuando el sujeto se expresa en los discursos oral y teatral, hay una marcada tendencia a colocarlo antepuesto al verbo, siguiendo el esquema EXPRESIÓN INTRODUCTORA [SUJETO – VERBO] – CITA. Los escasos enunciados que se localizan con el sujeto de la expresión introductora pospuesto al verbo en el mismo esquema de anteposición a la cita se explican por estar condicionados por otros elementos conjuntivos, adverbiales o extraoracionales que repercuten en la sintaxis de los miembros de la construcción y alteran su orden habitual.
La lengua escrita por su parte, retratada a través de los discursos periodístico y narrativo, revela su carácter cuidado y pulido a través de construcciones de cita más elaboradas. Se registran abundantes secuencias que muestran la libertad posicional del introductor en todas sus posibilidades (anteposición, posposición e interposición), aunque son mayoritarias aquellas en las que la expresión introductora se pospone al enunciado reproducido, esto es, la opción opuesta a la predominante en los discursos oral y teatral. Por otra parte, aunque en el discurso narrativo también existe una tendencia a la omisión del sujeto del introductor, esta se reduce considerablemente con respecto a la propia de la lengua oral, con un volumen de ocurrencias muy próximo al de aquellas en las que el sujeto se explicita. Cuando esto ocurre, el sujeto explícito tiende a posponerse a la forma introductora, al contrario que en el discurso oral y el teatral. El esquema formal de estilo directo preferido en narrativa es el que coloca detrás del enunciado reproducido la expresión introductora con verbo pospuesto, es decir, CITA – EXPRESIÓN INTRODUCTORA [VERBO – SUJETO], que es el opuesto al propio de los discursos oral y teatral. Además, aunque no son tan recurrentes, se dan otros esquemas, como el que antepone el sujeto al verbo en la expresión introductora, cuando esta se antepone a la cita, y el que pospone el sujeto al verbo introductor de la expresión introductora, a pesar de que esta va antepuesta al verbo. Estos últimos casos se explican por las mismas razones aducidas en el párrafo anterior: la tematización de algún complemento o la presencia de algún elemento gramatical o extraoracional que motive la alteración del orden habitual de los miembros de la construcción o de sus formantes.
Así como en la lengua oral se percibían ciertos rasgos en el estilo directo que se justificaban por la espontaneidad conversacional propia de esta manifestación de la lengua, en el discurso periodístico, y especialmente, en el narrativo, manifestaciones de lengua escrita, se observa una premeditada búsqueda de artificio lingüístico, que se revela en una elaboración muy cuidada del texto que trata de evitar las estructuras, verbos introductores o menciones repetidas, valiéndose de otros mecanismos lingüísticos, como puede ser, en el caso de la prensa, del empleo de verbos contextuales para organizar el discurso reproducido sin mencionar el acto comunicativo mediante un verbum dicendi o, en el caso de la narrativa, de múltiples formas verbales que conectan semánticamente con el sentido de la narración del macrodiscurso, a la vez que introducen la reproducción de un acto de comunicación.
Como se ha demostrado con este estudio, los discursos oral, teatral, periodístico y narrativo muestran posibilidades de configuración de las construcciones de estilo directo bastante diferentes, de manera que cada uno de ellos presenta una secuencia prototípica y una serie de variantes, que surgen de la adecuación de las citas a cada contexto discursivo, en función de la intención comunicativa del hablante o escritor. Sin embargo, las características propias de la lengua oral y la lengua escrita también condicionan en gran parte los procedimientos de estilo directo, especialmente, en el caso de la narrativa, donde impera el componente estilístico y el carácter literario del texto.
Así pues, se puede concluir afirmando que, en el caso del estilo directo, la construcción se adecua al contexto discursivo en función de las necesidades o voluntades de los hablantes o escritores, dada la flexibilidad de configuración de sus miembros; pero, además, cada tipo de discurso parece estar especializado en unos modos de citación directa concretos, que se reiteran en función de la modalidad lingüística (oral o escrita) y que permite distinguirlos casi como clase.
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