SUMARIO
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INTRODUCCIÓN.
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EL CONCEPTO DE YO: SU RELACIÓN CON EL MUNDO Y LA TOTALIDAD.
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SENTIMIENTO DE TOTALIDAD. RAZÓN Y SEPARATIDAD.
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EL CRISTIANISMO Y EL LENGUAJE DISCURSIVO DE LA RAZÓN GRIEGA.
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LA ENCARNACIÓN DEL ESPÍRITU: LA BURGUESÍA CAPITALISTA.
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UTILITARISMO Y RAZÓN COMO INSTRUMENTOS DE LA BURGUESÍA CAPITALISTA.
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LA INVENCIÓN DE LA CULTURA Y EL YO FREUDIANO.
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CIBERNÉTICA, CONDICIONAMIENTO DEL YO Y NEUROSIS: DIALÉCTICA DEL YO COMO AMO Y ESCLAVO.
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CRISIS DEL YO Y NECESIDAD DE UN NUEVO PARADIGMA.
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BIBLIOGRAFÍA.
1. INTRODUCCIÓN
El yo actual está en crisis. Es una crisis que se inicia en la “modernidad”, con la aparición y el establecimiento del lenguaje discursivo de la burguesía capitalista, y la política expansionista que tiene lugar en la época victoriana. La realidad social nos muestra al sujeto (yo) como un ser enajenado de sí mismo, convertido en objeto de consumo. Un ciudadano al que se le ha condicionado para que, creyéndose libre, elija ser esclavo del sistema capitalista.
El ciudadano, con su buena voluntad, cree que la construcción de la realidad social obedece a fuerzas que son imposibles de controlar; pero estas obedecen al influjo de un lenguaje discursivo que abarca a la ciencia, la antropología, la filosofía, la psicología y, finalmente, a la política. Las investigaciones en las áreas de la lingüística, la comunicación y el pensamiento, ponen de manifiesto que el lenguaje y los sistemas de comunicación crean, transforman y orientan el pensamiento. A ello hay que añadir los estudios en el área de la psicología y el aprendizaje.
La organización de las sociedades obedece al lenguaje discursivo de las élites de poder. En sociedad, la conciencia individual (yo), que es de una plasticidad absoluta, va tomando forma a través del flujo de información que lo penetra y lo modela. Freud, prescindiendo de los contenidos universales de la psique y sus potencialidades, al adaptar el yo a los postulados mecanicistas del positivismo de su época, ha creado una conciencia neurótica, escindida y sin porvenir. Ha postulado un yo culpable que debe renunciar a desplegar sus instintos por ser negativos. Priva al ser humano de sus potencialidades al configurar su yo como el de un ser instintivamente negativo y agresivo que debe reprimirse en bien de la cultura.
Al transmitir ese mensaje, se van constituyendo significados en la interacción social que dan lugar a una comunicación circular, en la que el mensaje, la respuesta y el significado forman asociaciones que se instalan y consolidan en el pensamiento del ciudadano. Es una interacción en la que se desarrollan las estructuras del pensamiento que configuran la conciencia de subordinación y dominación.
Debido a su plasticidad, el yo, que es una posibilidad, ha sido modelado y orientado desde el origen de los tiempos. En el imaginario colectivo de los aqueos, a través de sus mitos, puede observarse el sentimiento de universalidad de la psique en la “exaltación dionisíaca”, que era una forma de transgredir la razón para integrarse en la totalidad a través del furor báquico. Del mismo modo, se propagan ideas y advertencias por parte de las élites de poder para imponer su lenguaje discursivo. Esto se puede apreciar en el teatro griego con la tragedia, en el que se representan, a través de los personajes, las “malas” pasiones del individuo y su posterior redención y purificación a través de la catarsis.
El cristianismo gnóstico daba gran importancia a la palabra, al conocimiento intuitivo y al arte de la poesía. Su transformación y adaptación a la “razón griega” obedece a la misma necesidad de ajuste del lenguaje discursivo por parte de las élites de poder. Este hecho es evidente en los escritos de Clemente de Alejandría y otros padres de la iglesia, y la imposición del credo a todo el Imperio romano a partir del Concilio de Nicea.
La “razón” va sufriendo cambios y adaptaciones a lo largo de la historia inducidos por las élites de poder. Con la Reforma protestante y el nacimiento de la burguesía el dominio espiritual pierde terreno y las leyes naturales dejan de ser parte del orden de la ley eterna y se convierten en pura construcción de la razón. Con la aparición de la ciencia, la imagen del universo se transforma en una concepción mecánica. Aunque la Reforma luterana insiste en la corrupción y depravación del ser humano por el pecado, se irá sumando al ideario de la nueva élite de poder, la burguesía, que vuelve la vista a los bienes terrenales, revaloriza la vida mundana y pone el énfasis en el deseo de la carne, la sed de riqueza y de poder. Se abandona con ello el lenguaje discursivo anterior y se ponen los cimientos al incipiente espíritu capitalista.
Con el espíritu mecanicista de la Revolución industrial inglesa y la expansión del imperialismo colonial surge la necesidad de crear un lenguaje discursivo que obedezca a las exigencias del eurocentrismo burgués capitalista. En ese contexto, afloran nuevas disciplinas como la antropología, la sociología y la psicología que, influenciadas por el positivismo, interpretan el mundo bajo los parámetros del lenguaje discursivo de la burguesía capitalista. La hermenéutica de esta época configura al ciudadano “moderno” alienado y fragmentado, cuyo yo neurótico, se sumirá en un estado de crisis permanente.
2. EL CONCEPTO DE YO: SU RELACIÓN CON EL MUNDO Y LA TOTALIDAD
Para exponer nuestra tesis, comenzaremos por definir qué es el yo, cómo se forma y cómo se relaciona con el mundo y la totalidad. El yo es, para nosotros, el centro de la conciencia. Coincidimos con, cuando dice que no es la totalidad de la psique. Más allá de la conciencia hay un inconsciente personal y un inconsciente colectivo que, junto con la conciencia, constituyen el ámbito de la psique. Es posible que, en los orígenes del hombre, solo hubiera una conciencia colectiva y el alma individual fuese emergiendo de forma gradual en el transcurso de la evolución como dice .
En el simbolismo de los pueblos “primitivos”, el interdicto está asociado al tótem. El símbolo precede a la conciencia individual. Creemos que el yo se origina en la interacción entre el símbolo y el interdicto. En el origen no existe el yo, el hombre “primitivo” se siente integrado en un universo que abarca la totalidad, como dice Durkheim, “el hombre no percibió la diferencia entre lo animado y lo inanimado” ().
El yo es una construcción del lenguaje. La palabra y el símbolo van dando forma al yo, a su pensamiento. Como dice White, “el símbolo es la unidad básica de toda conducta humana y civilización” (). No es estático y permanente en sus funciones psíquicas. Se va construyendo a través de la acción, inmerso en el flujo de la totalidad. Resulta del acto de nombrar en la interacción con la totalidad. Es el resultado de lo dicho a través del símbolo. Es lo dicho lo que lo va determinando a través de los hechos. El acto de nombrar algo es reconocer la cosa en su determinación. Afirmar lo que es y lo que no es. Al igual que el yo, el mundo, deviene a la existencia a través del lenguaje. El lenguaje crea el mundo. Lo que distingue al hombre del animal es el reconocimiento de la palabra. El acto se transmite por el lenguaje y provoca una repuesta. Emisor y receptor van constituyendo significados que surgen de la interacción entre ambos. Es una relación en la que se construyen significados. El significado radica en el acto en su conjunto. Está surgiendo en una interacción en la que la respuesta inicia un feedback para cambiar el significado.
Convenimos que el ser humano es un proceso dinámico, una posibilidad constante que ha de desplegarse por sí mismo integrado en una comunidad y ambos integrados en la totalidad. Es un proceso de creación, de llegar a ser, que inicia el pensamiento como respuesta que se activa en la memoria a cada fase de la vida: intelectual, emocional, sensitiva y física, y como respuesta a cada situación, ordena el flujo universal. A través del pensamiento, lo que está en la memoria entra y se integra en el entorno. Y este vuelve a la memoria a través de la percepción. De esta forma, la interacción circular da forma a una estructura que se va instalando en el pensamiento. Es una comunicación en forma de bucle que se retroalimenta. El ser humano se construye en la interacción con lo de “afuera” (el otro y el mundo), en la que se desarrollan las formas rudimentarias del pensar que crean la conciencia de subordinación y dominación. De tal forma que ambos, el pensamiento y el entorno, forman parte de un solo proceso total en espiral. De este movimiento en espiral, el pensamiento recibe su existencia real y concreta, y se despliega como un yo pensante capaz de formar ideas y representaciones, relacionarlas entre si e interpretar y dar sentido al mundo. No obstante, el proceso global del pensamiento no comienza ni termina, lo que convierte al pensamiento en un proceso en curso, en una posibilidad dentro de la totalidad. El yo no existe por el pensamiento sino a través de él. Es el lenguaje el que da forma al pensamiento concreto como proceso en permanente construcción.
Dice Sapir que, en su origen, el lenguaje es pre-racional, y que el habla es una actividad que varía en los distintos grupos sociales porque es una herencia histórica producto del hábito social mantenido durante mucho tiempo. De ello se deriva que es un método exclusivamente humano y no instintivo, de comunicar ideas, emociones y deseos por medio de un sistema de símbolos producidos de manera deliberada (). A través de los trabajos de Vigotsky, se ha puesto de manifiesto que el lenguaje del niño está estrechamente conectado con su actividad práctica y que se encuentra latente en todo proceso mental. Luria, asegura que, gracias a Vigotsky, se ha podido demostrar que es un proceso característico del desarrollo de casi todas las formas superiores de actividad mental. Ambos autores demuestran que el lenguaje es parte integrante de la estructura de los procesos mentales y opera como instrumento para regular el comportamiento humano (). A tal efecto, es importante señalar los estudios de Hugo Magnus de la Universidad de Breslau (1884), sobre la evolución del sentido de los colores, y los de , sobre la existencia de pueblos que no distinguían el azul del verde, publicados en la revista Zeitschrift für Ethnologie. Ambos estudios apoyan la hipótesis de Whorf según la cual, es la estructura del lenguaje la que determina la manera de percibir el mundo. De acuerdo con este autor, las personas que utilizan gramáticas diferentes se ven dirigidas por sus respectivas gramáticas hacia tipos diferentes de observación ().
Los estudios de Sapir y Whorf, y los de Vigotsky y Luria, apoyan la hipótesis de que el lenguaje determina el comportamiento y la forma de percibir el mundo. Conforme a lo establecido por dichos autores, los símbolos del lenguaje anticipan el desarrollo de los conceptos y las ideas. Entre los conceptos y el lenguaje, el vínculo es estrecho y constante. El símbolo, el pensamiento y la comunicación están vinculados entre sí, y se influyen mutuamente. El yo obedece a un flujo de información en permanente proceso de formación. El obrar crea su esencia a través de la palabra. La forma en la que el ser humano es, lo que es, se diferencia esencialmente por sus propiedades y determinaciones lingüísticas. Esto se expresa con el lenguaje. Su esencia se revela cuando el yo “está ahí con”. El “estar ahí” es una especie de “estar dentro” y a la vez fuera de sí. El yo es conciencia de sí mismo integrado en la totalidad. Esta es la manera de “estar ahí con” y estar “dentro de sí”. No se puede pensar sin incluir al yo como consciente de sí mismo y del mundo en el que vive incluidos en la totalidad. Por la autoconciencia yo soy o me hago consciente de mí mismo como sujeto; el yo del cual me vuelvo consciente es el yo percibido que actúa. La actividad del yo vuelve sobre si misma por la percepción del mundo en la totalidad. Su esencia consiste en percibirse, actuar y percibir; en pensarse, actuar, y en pensar. La autoconciencia es actividad que vuelve sobre sí misma, que percibe, actúa y piensa.
Todos los seres están en la naturaleza. Solo el ser humano está en la naturaleza y es a la vez naturaleza y palabra. El yo autoconsciente, con la percepción del mundo en la totalidad, siente fuera y dentro de sí la fuerza de la naturaleza que hace que todo fluya en espiral desplegando el surgir, el crecer y el desarrollarse de la vida. La naturaleza (entendida como la totalidad) está en todo y todo está en la naturaleza. Es la dialéctica del existir y el no existir; el pensar y el no pensar. La naturaleza es una unidad dialéctica infinita formada por elementos contrarios que hace que todo vibre en constante movimiento. Todo está en continua transformación.
El yo que se ha vuelto consciente de sí mismo, descubre a causa de ello, un mundo integrado en la totalidad; pero la realidad que percibe a través del pensamiento es una realidad fragmentada que lo limita. Una realidad que se ha configurado en su pensamiento a través del acto simbólico y el lenguaje. El encuentro con la realidad es el encuentro con una interacción de símbolos que van construyendo la realidad percibida a través del lenguaje.
Lo que despliega la realidad para el ser humano es la acción de la palabra al crear el pensamiento que percibe el mundo. Todas las características del ser humano son extensiones de la palabra. La palabra es la medida que organiza las características del entorno al ser definidas en el pensamiento. Todo se rige por el lenguaje que da forma al pensamiento concreto en su desplegarse. El lenguaje determina el día y la noche, el ser y el no ser, lo de arriba y lo de abajo, lo alto y lo bajo... Todo en la naturaleza es dialéctica y lenguaje.
3. SENTIMIENTO DE TOTALIDAD. RAZÓN Y SEPARATIDAD
En el origen, solo existe experiencia psíquica. Todo lo que el ser humano conoce está formado por la psique. Su universo es un estado de naturaleza en la que está integrado. No tiene entidad física y no percibe la separatidad. El espíritu y la materia forman parte de la misma realidad. Es una realidad en la que se percibe integrado y se origina a través de un bucle en el que, realidad, imaginación y percepción se retroalimentan. El hombre no tiene conciencia, se percibe integrado en un universo que incluye tanto lo físico como lo espiritual. Se percibe en un plano de igualdad con el resto de los seres que pueblan su universo. En ese universo, en el que el pensamiento es un proceso que incluye a todo lo que existe, la percepción es íntegra y no se distingue entre percepciones e ideas. Los hábitos mentales y los hábitos de la conciencia no son separables de la percepción y del entorno que se retroalimentan. El entorno influye en la percepción a través del pensamiento y este, a través de los contenidos de la memoria penetra en el entorno y se integra en él. Ambos forman parte de un proceso total en espiral en el que el pensamiento penetra en lo no pensado a través de lo místico y lo simbólico. Entorno y pensamiento disponen a la mente para un acto de percepción inteligente. De tal forma que la percepción de la realidad del hombre primitivo influye en la totalidad y está influida, a la vez, por la presencia de fuerzas del entorno. Concibe las relaciones entre los fenómenos a través de las fuerzas místicas que los provocan. muestra en sus escritos cómo en la sociedad tribal los objetos y los acontecimientos remiten a un orden invisible que discurre paralelo al orden visible; orden invisible del que parte todo lo visible, puesto que lo aparente no es más que una parte del cosmos total. La otra parte permanece oculta a nuestros ojos. Este orden invisible es el orden de lo sagrado que completa el orden visible y le confiere significado. No es posible desvincularse de la totalidad que implica a lo natural y a lo sobrenatural. Es un mundo a espacial y atemporal en el que convergen fuerzas invisibles sobrenaturales. El hombre no puede abstraerse de un mundo en el que convergen el pasado, el presente y el futuro.
El simbolismo como sustrato del pensamiento primitivo implica que el mundo es percibido en su dimensión de totalidad. Para el “primitivo”, el símbolo, es un elemento u objeto material, animal o vegetal que se considera representativo de alguna cosa a la que representa y que tiene una función de comunicación para transmitir mensajes. A través de sus mitos y leyendas los grupos humanos se han transmitido ideas y símbolos que van configurando una determinada forma de pensar y percibir el mundo, y la totalidad. En ellos se manifiesta la relación del hombre con la naturaleza (totalidad) a través de sus símbolos. White afirma: “El símbolo es el universo de la humanidad (...) el significado de los símbolos (...) nace de la imposición arbitraria de los hombres” ().
El tótem como símbolo mitológico puede incluir una diversidad de atributos y significados para el clan. Se ha explicado desde la sociología y la antropología europeas del siglo XIX que están relacionados, generalmente, por animales y vegetales. Designan el origen de un determinado grupo humano, la pertenencia al clan, y a fuerzas sobrenaturales o atributos espirituales. Se aprecia en los objetos descubiertos en las excavaciones realizadas en Grecia, el culto de los Aqueos al tótem, donde las divinidades aparecen representadas con cabeza de animales. En la Metamorfosis, nos muestra a los dioses con figura humana y su transformación en animales y plantas. De igual modo, la concepción de la realidad influida por la presencia de fuerzas sobrenaturales y las relaciones con las fuerzas místicas que la provocan puede observarse en Homero a través de la atribución de cualidades humanas a divinidades, animales o cosas.
Según Durkheim el tótem sirve para designar al clan y está relacionado con animales y plantas que está prohibido comerse bajo amenaza de graves peligros (). En el simbolismo de los pueblos “primitivos”, el interdicto; es decir, la prohibición, parece estar asociada al tótem (símbolo). La forma que toma el lenguaje para regular la conducta a través del símbolo podemos observarlo en la Biblia, Génesis 3:3: “...pero del fruto del árbol que está en medio del jardín dijo Dios: No comáis de él, ni lo toquéis, para que no muráis”. Dios no les dice por qué no deben comer de él. Al transmitirse, el lenguaje simbólico y la respuesta que provoca van constituyendo significados. Es una comunicación en forma de bucle que se retroalimenta por utilizar el símil de la cibernética.
La función del símbolo y su relación con el interdicto y el castigo también puede apreciarse en el orfismo. Según Reinach el orfismo tenía una doctrina del pecado original y el alma estaba encerrada en el cuerpo como en una prisión en castigo por una falta muy antigua cometida por los titanes, antepasados de los hombres, que habían matado al joven dios Zagreo. De igual forma, se advierte el ritual de comunión con la divinidad a través del acto de la comida totémica: “El sacrificio primitivo del dios, generalmente acompañado de la absorción del mismo o comunión (...) el ritual, es la muerte y la comida del dios Zagreo (...) se transforma en toro, los titanes, adoradores del toro divino, le matan y se lo comen” (). Parece que la comida totémica era un acto entre iguales en comunión con la divinidad. Una ocasión para resaltar los lazos de los miembros de la comunidad entre sí y con la divinidad. Los miembros de la comunidad son solidarios los unos con los otros. Participando de la comida con la divinidad se expresaba la convicción de pertenencia al mismo clan. W. Robertson Smith (1899), dice que la comida totémica era parte del sistema totémico y que constituía la parte esencial del ritual de las religiones antiguas.
Desde el origen de los tiempos, los seres humanos reunidos en hordas, clanes, tribus o familias han ido transformando su pensamiento y formando estructuras de convivencia que, van cambiando a su vez de acuerdo con la forma de pensar de las élites de poder. Todo pensar es un proceso que encarna una época histórica determinada y son las élites de poder las que imponen el lenguaje discursivo que da forma a la estructura social de cada momento. Las élites de poder crean las estructuras de convivencia valiéndose de un sistema de símbolos producidos de manera deliberada. Parafraseando a Wittgenstein, una lengua encierra una visión del mundo adaptada a quienes la hablan y los límites del lenguaje son los límites del mundo (). El habla es una red compleja y cambiante que atiende a la deseada meta de las élites dominantes de comunicar sus ideas.
En los rituales simbólicos que lleva a cabo el hombre primitivo para “consagrar” su relación con la totalidad del cosmos, se aprecia el sentimiento de separatidad y la necesidad de volver in illo tempore. Según Reinach Zagreo renace con el nombre de Dionisos que lleva en la frente cuernos (). Dionisos también llamado Bacos, es nombrado en numerosas ocasiones como el dios de la fertilidad de la naturaleza. Los rituales báquicos festejaban el ritmo cíclico de la naturaleza con su constante fluir de vida y muerte. En las representaciones de las “bacanales” que se llevaban a cabo en las fiestas en honor del dios Bacos se advierte cómo a través del símbolo del tótem (Bacos) se busca quebrantar el interdicto e integrarse con la unidad primordial (la totalidad). Las bacantes, seguidoras del dios, buscan a través del furor báquico transgredir la institución de la norma de la razón y fundirse con la naturaleza (el cosmos). A través de la danza y el ditirambo alcanzan un estado místico que las sustrae de la fragmentación, abriendo sus mentes a la totalidad y transportándolas a través del éxtasis de la imaginación y las visiones a la cosmovisión original, a la unidad con la totalidad. Las orgías de las bacantes eran denominadas “ira”, cuyo significado en ese momento era rito o misterio y provocaban un estado de exaltación especial que liberaba de las limitaciones de la razón.
A través del mito también se propagan ideas y advertencias por parte de las élites de poder (Aristocracia). Hesíodo difundió la idea de un impulso o tendencia general en determinado sentido del desarrollo histórico. En su poema “Trabajos y Días” (vs. 202-285) comienza con la fábula “el halcón y el ruiseñor” que dice: “En vano alza sus quejas el pájaro cantor atrapado en las garras del ave rapaz, que dispondrá de él a su antojo, porque es el más fuerte” (). Con sus fábulas advierte que las relaciones humanas están sometidas a la justicia y al amparo de Zeus.
Es la élite de poder (Aristocracia), quien goza de autoridad y de influencia para seleccionar y utilizar el lenguaje que interprete el significado del mito a través de la palabra. Cambiando con ello, el discurso de este, al conferirle una nueva significación y adaptarlo a un determinado sistema político. Heráclito, de origen noble, fue el primer filósofo que se ocupó no ya de la naturaleza, sino de problemas ético-políticos. Dice que solo podemos llegar al verdadero conocimiento de la naturaleza por la razón. K. Popper, lo cita como defensor de la causa de los aristócratas y relaciona la atribución de la importancia excesiva al cambio de su teoría con una “ley del destino inexorable e inmutable” (). Platón creía que todo degeneraba. Perteneciente, igual que Heráclito, a una familia noble, pensaba que la decadencia a que estaba sometida la ley del destino histórico podía superarse por la voluntad moral de la razón. En la búsqueda de un orden perfecto e inalterable, influenciado por Parménides elaboró la Teoría de las ideas. En esta tendencia de platón por elaborar un sistema permanente e incorruptible, se atisba lo que Popper denomina “ingeniería social” (Ibíd., 1992, p. 36); es decir, la capacidad de influir y modificar los acontecimientos y con ello el destino de las personas en función de determinados objetivos. La imposición no se hace de forma explícita. La élite de poder esconde el sentido y la intención de sus acciones para dominar. Afirma Max Weber: “La ventaja del pequeño número (élite) adquiere su pleno valor por la ocultación de las propias intenciones, por las firmes resoluciones y saber de los dominadores” (1992, p. 704). Lo mismo parece deducirse del significado de tabú para algunos pueblos: “Tabú en polinesio, significa (...) lo que se sustrae al uso corriente” ().
Nietzsche había señalado a la dialéctica de Sócrates y al origen del pensamiento racional, como el origen de la aniquilación de la cultura de la antigua Grecia y, el comienzo de la decadencia de la cultura occidental: “El moralismo de los filósofos griegos que aparece a partir de Platón está condicionado patológicamente; lo mismo cabe decir de su afición por la dialéctica. Razón=virtud=felicidad equivale sencillamente a tener que imitar a Sócrates (...) toda concesión a los instintos, a lo inconsciente, conduce hacia abajo...” (). Con el paso del mito al logos, el paso de la leyenda a la razón, la explicación mítica se transforma en una explicación racional. El hombre no busca integrarse en el cosmos, crea la realidad a través del lenguaje de la razón. La filosofía busca una interpretación que explique la realidad. Una interpretación racional que garantice el orden (la ley) en el mundo y, se deshace de los elementos poéticos, imaginativos y sentimentales.
El significado que cobra Bacos con el paso de los años es un ejemplo de cómo se cambia el lenguaje discursivo. De dios de la fertilidad de la naturaleza, de la alegría y de la fiesta, se transforma, en el imaginario colectivo, en el dios de la “borrachera” y las bacantes en mujeres lujuriosas que llevan a cabo “orgías sexuales amorales”. Al vincular el estado de lucidez, exaltación y éxtasis al vino, se muestran, de forma simbólica, los peligros del ritual y de la “embriaguez” sobre la razón, con su doble vertiente, según su efecto en el sistema nervioso central: como excitador, creando euforia, y como depresor que, puede provocar el coma e incluso la muerte. Todo ello se muestra en el teatro como función social. En Las Bacantes de se advierte al pueblo de este fenómeno. El argumento es la caída de un personaje importante. Se busca la comunicación de significados nuevos para mostrar a través de sus personajes una enseñanza (un lenguaje discursivo). , en La poética, dice que la tragedia es la imitación de una acción para que por medio de la piedad y el miedo purifique tales pasiones.
4. EL CRISTIANISMO Y EL LENGUAJE DISCURSIVO DE LA RAZÓN GRIEGA
La importancia que daban los hebreos a la palabra puede apreciarse en Isaías: “así es mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mi vacía, sino que hace lo que yo deseo y consigue aquello para lo que la envío” (I.,55,11). En el Evangelio de Juan se dice: “Al principio ya existía la palabra (...) Todo llegó a ser por medio de ella (...) En ella estaba la vida” (J.,1,1-3-4). A la vista de las influencias y adaptaciones, tendenciosas siempre, del relato histórico, el cristianismo primitivo pretendía invertir el orden establecido al proclamar e intentar instaurar el reino del cielo en la tierra. Este hecho revolucionario que hablaba un nuevo lenguaje provocó que muchos de sus miembros fueran quemados, lapidados o crucificados u otras formas de tortura y pena de muerte por el peligro que entrañaba para las élites de poder.
El gnosticismo defendía que el sujeto y la divinidad, a través del conocimiento, se convertían en una sola cosa. El conocimiento era el vehículo que llevaba a la integración en la divinidad. No hablan de pecado ni de arrepentimiento como causa de separatidad. Para ellos, Jesús es un guía espiritual hacia el conocimiento y, a través de este, Jesús y el discípulo se convierten en una y la misma cosa (se integran en la totalidad) ().
La comida totémica originaria como acto entre iguales en comunión con la divinidad para resaltar los lazos entre aquellos y esta, se aprecia en los ritos del cristianismo primitivo por influencia semita como muestra Robertson Smith (1899) en La religión de los semitas, solo posteriormente se identificó el animal sacrificado por los semitas con el antiguo animal totémico ().
El interdicto asociado al símbolo es la esencia del credo de los esenios. Según Josefo: “Lo que más reverencian después de Dios es al Legislador y blasfemar contra él es una ofensa capital” (). Las persecuciones por la transgresión de la prohibición de la ley pueden apreciarse en Hechos de los apóstoles. En 8:3 se dice: “Saulo, entretanto, devastaba a la Iglesia: entraba de casa en casa, apresaba hombres y mujeres y los metía en la cárcel”. Posteriormente, con la conversión de Saulo, el cristianismo inicia el nuevo rumbo que tomará el lenguaje discursivo de la iglesia cristiana. Se dice en Hechos 11:25, “Fue entonces Bernabé a Tarso en busca de Saulo (...) se lo trajo a Antioquía (...) enseñaron a una muchedumbre considerable y (...) por primera vez se llamó cristianos a los discípulos”.
Fue Clemente de Alejandría quien fusionó, junto con Orígenes, el cristianismo con la filosofía griega. Adaptó el logos y la razón griega al cristianismo en el “Pedagougus”. Dice en I,3,3: “Y así como el Logos (...) empeñado en conducirnos progresivamente a la salvación, realiza en nosotros un bello y eficaz programa educativo: primero nos exhorta; luego nos educa; finalmente nos enseña” (). “Los hombres son pecadores, pero el Verbo (Cristo), para poner límites al pecado ha asumido la función de pedagogo” (). Su lema es frenar los deseos contrarios a la razón.
Con la victoria de Constantino sobre Majencio y, la posterior reunión entre Lucinio y Constantino, el discurso de la razón como instrumento de dominación a través del símbolo de la cruz, se instituye en la iglesia cristiana. Posteriormente, entre mayo y junio del año 325, en el concilio de Nicea, se adecúa el discurso del cristianismo al del Estado romano para luchar contra la herejía de la libertad confesional cristiana, sometiendo y/o eliminando a todo aquel que ose contrariar la doctrina de la Iglesia oficial. Los padres de la Iglesia, entre ellos Agustín de Hipona, se pliegan al instrumento del poder imperial y aprueban la acción del Estado contra los herejes. Se impuso el discurso de la razón educadora para la creación de una estructura represiva con la que, el aparato del imperio cristiano sembró de crímenes e injusticia siglos de historia, dejando un halo de miedo e inseguridad en la conciencia colectiva de la gente, sometiéndola a un universo cerrado, finito, e inmutable, en el que la brujería y el diablo fueron asociados a la libertad de culto. A través del cristianismo, el discurso de la razón impone una moral que reprime cualquier idea que se desvíe del dogma cristiano y convierte la libertad en inmoral, al restringir la acción de los individuos a un espacio y a un tiempo determinados por un lenguaje discursivo hecho a medida. Una vez más, el poder de la élite que se ha configurado a través del interdicto crea el molde con el que se forja al individuo y el acto libre y creativo se penaliza. Con el símbolo de la cruz, se asocia el sentimiento de miedo y de castigo por la transgresión de las normas, a lo sobrenatural (Logos-Dios) y se utiliza como estímulo aversivo.
5. LA ENCARNACIÓN DEL ESPÍRITU: LA BURGUESÍA CAPITALISTA
En el período denominado Renacimiento, el dominio espiritual pierde terreno. Las leyes se convierten en pura construcción de la razón. Las ciencias de la naturaleza y la mecánica natural terminan con la participación de la persona en la ley eterna y divina. Se estudia a la naturaleza y como consecuencia, surge la ciencia moderna.
Es un racionalismo que con la pretensión de poner al servicio del ser humano las fuerzas cósmicas impone la concepción mecánica del universo. El espíritu positivo de F. Bacon concibe a la ciencia como un poder que observa e interpreta la naturaleza para dominarla. La construcción de teorías y el progreso de la condición humana van unidas. R. Descartes fragmenta las ideas compuestas en ideas simples.
En ese ambiente, van apareciendo corporaciones de artesanos que con sus ahorros de capital dominan el trabajo de oficiales y aprendices y, con el auge del comercio y la industria van ganando poder dando lugar a una nueva clase, la burguesía capitalista. Con la aparición de la burguesía se pone el énfasis en el deseo de la carne, la sed de riqueza y de poder.
Sin embargo, en ese momento, la filosofía no es más que teología, consecuente y racionalizada. Lutero y Calvino con la Reforma protestante, niegan la grandeza del hombre e insisten en el pecado y la depravación que ha supuesto la caída de Adán. Sus reformas allanan el camino a la burguesía con los nuevos valores del espíritu puritano. Max Weber, reflejó las luchas en torno a la religión y la cultura llevadas a cabo por el calvinismo bajo el dogma de la “predestinación”. Sostiene que, es en la mente de los grandes reformadores del cristianismo donde surge el espíritu capitalista. Al considerar el mundo como pecado, los líderes de la Iglesia se sentían envestidos por Dios para ejercer su autoridad moral y obligarse al sacrificio del trabajo y la usura para ganar en la tierra lo que no podrían ganar en el cielo. Dice Weber sobre Lutero: “...estima en más el trabajo profesional a medida que se enzarza en las disputas y negociaciones de este mundo; entonces, se perfila cada vez más claramente la idea de que el ejercicio de una determinada profesión constituye como un mandamiento que Dios dirige a cada uno, obligándole a permanecer en la situación en que se encuentra colocado por la divina providencia” (). Según Calvino, Dios no es para los hombres, sino los hombres para Dios. Las personas son incapaces de escapar a la condenación. Solo Dios es libre y es absurdo aplicar los decretos soberanos a la medida de la justicia terrenal. El condenado no puede quejarse de su destino. Muerto Calvino, su Institutio fue el eje de todas las grandes luchas por la cultura. De esta forma, el pietismo sentimental fue perfilando su estructura económica al superar la conducta religiosa del santo puritano. Parafraseando a Weber, el calvinismo parece mucho más cercano al frío espíritu jurídico y activo del empresario burgués capitalista.
Con la Contrarreforma, la lucha ideológica se desata de forma violenta. En las luchas contra los señores feudales, el absolutismo va afianzándose con la ayuda de la burguesía que ve en la monarquía una garantía para sus intereses. Los países protestantes de Europa necesitan una autoridad que le dé estabilidad a la reforma. Como consecuencia de ello, se cede al soberano la supremacía sobre las nuevas iglesias. Con la paz de Augsburgo (1555) se le otorga al soberano la facultad de decidir cuál debe ser la religión de sus súbditos. Con todos estos cambios, el reino pasa a ser una propiedad privada del rey que ostenta el poder legislativo, ejecutivo y el judicial. En agradecimiento, los reyes conceden privilegios a la burguesía. De esta forma, la mentalidad absolutista consagra el despotismo y el servilismo como formas básicas de relación con los ciudadanos. El fundamento del Estado se convierte en instrumento de la razón para defender los intereses de la burguesía bajo el supuesto de establecer un Estado justo, capaz de superar los conflictos para alcanzar el bienestar para los ciudadanos. La sociedad integrada por seres libres e iguales es solo una formalidad y los descubrimientos científicos y técnicos, cuya filosofía es ser patrimonio de todos, sirven a los intereses de quienes tienen el capital. Spinoza advierte al Estado en contra de usurpar los derechos de los súbditos ().
6. UTILITARISMO Y RAZÓN COMO INSTRUMENTOS DE LA BURGUESÍA CAPITALISTA
El utilitarismo en Inglaterra y la razón en Francia y Alemania son los instrumentos con los que la burguesía establece su discurso capitalista. Con la derrota de la Armada española, Inglaterra consigue afianzarse como Estado moderno, tras superar las disputas con los señores feudales y los enfrentamientos con el papado. En 1640, año de la convocatoria del “parlamento corto”, el conflicto de intereses entre la burguesía capitalista, a la que le interesaba la libre empresa y el individualismo, y el monarca absolutista deriva en guerra civil. Las élites de poder representadas en la Cámara de los Comunes pugnan con la monarquía para establecerse como efectivos titulares de la soberanía. A los intereses económicos en juego, hay que añadir el control del problema religioso, ya que la fe es un factor importante para sumar partidarios a la causa. En 1649 con la ejecución de Carlos I, se proclama la Commonwealth bajo el protectorado de Cromwell. Pero no será hasta el final de la “Revolución gloriosa” cuando se pondrá fin a las disputas por el poder, con la asunción del poder político por la burguesía. Se inicia así, el ciclo parlamentario de las élites capitalistas, y el despegue del imperialismo inglés hacia la dominación mundial. En este escenario se propone una visión antropológica pesimista del hombre, que es visto como un ser con motivaciones básicamente egoístas en búsqueda del propio interés. Hobbes (1651), de acuerdo con la máxima de Plauto “lupus est homo homini”, cree que el conflicto puede ser atenuado mediante un proceso social “disciplinario”. “La idea no es otra que aportar razones para generar la obediencia a una determinada configuración de poder; sirve como mecanismo legitimador” ().
La razón es un instrumento que se manifiesta en las motivaciones egoístas de los individuos para justificar y elogiar las pasiones y el interés. Son exaltados los deseos humanos de dinero, riqueza, poder, y con ellos los deseos sexuales. La nueva sociedad comercial, con el capitalismo competitivo, refuerza los supuestos utilitarios. Los pensadores de la época defienden los intereses del mercado y el crecimiento económico frente al intervencionismo y los juicios morales se evalúan en función de las consecuencias del comportamiento del hombre. John Locke fue el filósofo de la burguesía. Hombre de confianza de Shaftesbury, político y terrateniente que comerciaba con las colonias. “Todo parece indicar que fue sobre todo el trabajo de Locke a su lado (...) lo que catalizó su pensamiento” (). Sancionó el derecho a la propiedad privada de la burguesía inglesa que protagonizó la revolución de 1688 e inicia el camino del utilitarismo. Argumenta que, aunque en estado de naturaleza, el individuo es esencialmente bueno, los individuos libres y racionales actúan en su propio interés.
David Hume rechaza las ideas que procedan de la divinidad. Para él, la razón es un instrumento al servicio de las motivaciones pasionales. Defiende el interés a través de la satisfacción de los intereses privados. Dice que la convención consiste en un sentimiento general de interés común que induce a obrar de acuerdo con ciertas reglas. “Una vez implantada esta convención concerniente a la abstención de las posesiones ajenas (...) surgen (...) las ideas de justicia e injusticia (...) El origen de justicia explica el de propiedad” (). Niega el estado de naturaleza y los derechos individuales, puesto que nacen en sociedad, no son más que “una ficción filosófica”. Los estados nacen de la violencia. Los ciudadanos al nacer en sociedad no pueden intervenir en la legitimación originaria de la autoridad.
Para los fisiócratas y para A. Smith, el “amor propio” era “interés”, y la competencia por el bienestar y el prestigio eran medios útiles para la riqueza y el progreso social. El concepto central en su concepción de la sociedad es la “volonté générale”, pero, su expresión es la ley. Los hombres solo son libres en sociedad si están supeditados a la ley. Smith, afirma que el egoísmo de los hombres es la mejor garantía para el funcionamiento perfecto del organismo económico y el bien común. En La riqueza de las naciones explica la aparición del Estado “como un instrumento de la protección de la propiedad de los ricos contra los pobres” (). Para Stuart Mill basta con incrementar e intensificar las acciones útiles. Es fácil deducir que el utilitarista prefiere, por principio, la ingeniería social a la libertad incierta; es decir, que la utilidad y la felicidad son contabilidad. La moral debe proceder de un acuerdo social. El problema es que el ciudadano está vetado en ese acuerdo. El individuo debe sacrificarse en beneficio de un interés mayor: el liberalismo económico. El bienestar mayoritario que el utilitarismo prescribe es una forma de imponer el lenguaje discursivo del liberalismo económico de la élite dominante. Utiliza la estadística y la probabilística para modelar al ciudadano; todo aquel que no está dentro de los parámetros establecidos por su discurso es un sujeto desviado ya que está fuera de la norma estadística. En consecuencia, es un extremista; es decir, no busca el bien social, estableciendo con ello diferencias entre los individuos, al etiquetar al buen y al mal ciudadano en función de sus ideas.
El liberalismo económico burgués de Inglaterra se extiende a Francia y las colonias de América. Nacen así las asociaciones privadas que utilizan el discurso de la razón para difundir sus ideas liberales y forzar el cambio en los acontecimientos sociales. La revolución que se pretende no crea sistemas nuevos, sino transformar los contenidos teóricos. La revolución burguesa francesa y americana se ayuda del desarrollo de las ideas inglesas y busca en la interpretación de los textos clásicos la justificación de sus reivindicaciones. Sus autores recurrían a la creación de situaciones históricas para legitimar la recuperación de un lenguaje discursivo adecuado a los intereses del liberalismo económico. En el fondo no eran más que la reacción de la burguesía liberal contra el monarca y la iglesia.
Montesquieu, de procedencia aristocrática, es uno de los representantes de la ideología liberal: “Es Louis Althusser (1959) quien en mayor medida ha considerado a Montesquieu como un abogado reaccionario del dominio de la nobleza” (). Los fisiócratas franceses con Quesnay a la cabeza, con su doctrina laissez faire, laissez passer, únicamente critican la ausencia de liberalismo.
J. J. Rousseau y los enciclopedistas franceses Diderot y D’alambert, entre otros, inspiran bajo los lemas de la revolución francesa (1789-1799): libertad, igualdad y fraternidad las consignas que permiten motivar al pueblo y atraerlo a la causa para eliminar las estructuras del Antiguo Régimen, acabar con el poder absoluto del soberano e instaurar los postulados del ideario de la burguesía capitalista. Diderot aporta a la Enciclopedia su interés por las “muy precisas técnicas de producción y sus colaboradores y lectores de la nobleza ilustrada y alta burguesía y burguesía culta compartían su fascinación por los progresos en el campo” (). D’Alembert aporta su manifiesta inclinación: “...pero sobre todo Newton y Locke fueron quienes pusieron los cimientos sobre los que seguir construyendo (...) El Ensayo sobre el entendimiento humano le pareció a D’Alembert “una física experimental del espíritu” (Ibíd., p. 124). Los distintos autores de la Enciclopedia no siempre coinciden, pero: “La tendencia dominante es burguesa. La mayoría de los autores comparten la opinión de los fisiócratas (...) abogan por el comercio libre y ven en el “produit net”, en el “beneficio”, la raíz del progreso económico” (Ibíd., p. 125). En el pensamiento científico francés y en las aportaciones de la Enciclopedia se aprecian una gran admiración por Inglaterra.
En Alemania, la ciencia sustituye a Dios como garantía de eternidad y universalidad de valores y de verdad. Lo racional es sinónimo de bueno. El hombre debe adentrarse en lo racional y abandonar lo irracional para construir el progreso., con su famosa frase, “atrévete a saber”, da a la Ilustración su impulso definitivo, con su declarada idea de disipar las tinieblas de la ignorancia con las luces de la razón y el conocimiento. Establece los límites de nuestro conocimiento. La razón ordena como debe obrarse. Es el filósofo que construye la estructura en la que el liberalismo burgués europeo afianzará su lenguaje discursivo hasta la actualidad. Afirma que los objetos de estudio de la metafísica están más allá del mundo físico, y por lo tanto fuera del alcance de la experiencia. Acepta del empirismo inglés que el conocimiento nos llega por los sentidos, pero afirma que, posteriormente, pasa al entendimiento, y es la razón que toma del racionalismo de Descartes la que le da forma.. Es esta razón la que impulsa a buscar leyes cada vez más generales. Para Kant, las condiciones necesarias de las ciencias se corresponden con las condiciones necesarias para construir la realidad. No hay realidad fuera de la ciencia. Asegura que los juicios de la experiencia pueden ser universales y necesarios. El nóumeno kantiano no se puede percibir. Cuando creemos que captamos “la cosa en sí” por la vía del entendimiento, caemos en una “ilusión trascendental”. Por lo tanto, las ideas trascendentales como la psique quedan fuera del conocimiento. No hay experiencia posible de la psique (alma), para él es un concepto vacío. La razón con su poder lógico puede alcanzar un conocimiento seguro sobre los principios últimos de toda la realidad. El lugar de la libertad no es el físico, sino el mundo práctico, donde hay que actuar según las reglas y las ideas de la metafísica que, expulsadas de la razón pura, solo cobran sentido en el ámbito de la razón práctica, permitiendo la formación de ideas morales. La razón práctica da la respuesta a la pregunta ¿qué debo hacer? Kant afirma que los juicios morales llevan implícitos el deber y la obligación. Asegura que el deber es el elemento central de la moralidad y que la obligación moral no hay que buscarla en la naturaleza humana, ni en ningún elemento de la vida o la sociedad, sino en la razón pura porque es dependiente de la experiencia. Abre un nuevo capítulo en las relaciones éticas al afirmar que los juicios morales son universales y tienen validez para todos los seres racionales. De esta forma, vuelve la mirada a la metafísica y la denomina “la buena voluntad” y es buena si está motivada y orientada “puramente” por el deber. No obstante, está demostrado que, al obrar por deber, uno puede obrar contra sí mismo, hecho que deja al ser humano en una posición de dominio ante la burguesía capitalista liberal. Para él, el hombre que conoce el deber no necesita otro motivo. El deber es la necesidad de actuar por respeto a la ley. Argumenta que, como no es posible confiar en que la voluntad humana obedezca exclusivamente a lo que presenta la razón, el individuo debe percibir la ley moral como una fuerza coercitiva. Este hecho inaugura la modernidad coercitiva en la que la ley moral adopta para los individuos la forma de mandatos que Kant denomina “imperativos”, que se pueden universalizar y con ello proporciona una nueva herramienta de dominio a las élites del liberalismo económico con la estimable ayuda del “utilitarismo” inglés. Para lograr una vida digna, dicen, hay que evitar la influencia de las doctrinas metafísicas, que alejan la mente de la realidad, y organizar la experiencia sobre prácticas racionales que tiendan a la felicidad. Es una racionalidad aplicada al conocimiento de una realidad pragmática cuyos valores se constituyen en el criterio de la ética, la política y la economía.
Kant representa la expansión de la cultura eurocentrista para la conciencia. Los resortes que mueven su maquinaria ideológica y su funcionamiento son los mismos que actúan en la historia europea desde el renacimiento con el auge de la burguesía. Muestra las limitaciones de la razón, pero pone los cimientos del gran edificio cultural del capitalismo. Dice Schopenhauer: “...una conducta racional y una conducta virtuosa son cosas completamente distintas, que la razón se puede asociar lo mismo a una gran perversidad que a una gran bondad” (). Otro de los grandes filósofos, , defiende los presupuestos del eurocentrismo y del cristianismo burgués. Legitima el viejo Estado, cuando manifiesta, “la vileza del hombre (...) una escuela que declara acto de rebeldía todo grito del siervo en contra del knut” (). Ha elevado al Estado prusiano a la dignidad de idea con su obra Fenomenología del espíritu, y el cristianismo burgués ofrece la expresión religiosa adecuada al momento: la realización de la razón es trágica tal como lo enseña el sacrificio de Cristo.
Con estos antecedentes, A. implica a la industria en el destino de los hombres, bajo la inspiración de la ciencia para desarrollar la acción de la humanidad sobre el mundo.
En oposición al atraso que supone para los obreros la estructura de una modernidad que no les tiene en cuenta, K. Marx detecta el interés de la burguesía capitalista y escribe en El Capital (1987) que en las relaciones de producción los hombres establecen relaciones independientes de su voluntad. La propuesta de Marx y Engels es la acción revolucionaria con la organización de la clase obrera. Para ellos, las condiciones económicas y sociales pueden cambiar el rumbo de la historia. Movidos por su teoría del materialismo histórico, creen firmemente en el inmediato fracaso del capitalismo debido a sus propias contradicciones internas. Pero la caída del capitalismo no se produce y la solución pasa por apropiarse de las fuerzas productivas para que el libre desarrollo de cada individuo sea la condición para el desarrollo de todos; no obstante, los proyectos socialistas emancipadores, al revisar y poner en práctica las teorías de Marx, se convierten en una nueva forma de dominio.
Max Horkheimer y Theodor Adorno (1947), en Dialéctica de la ilustración, critican el proyecto emancipador de la Ilustración, que plantea la consecución del conocimiento para liberar al ciudadano de su “minoría de edad” y que, finalmente, aboca al dominio de la naturaleza y el rechazo al mito, con sus manifestaciones entrópicas de placer, fantasía, pasiones, magia y sentimientos, para conjurar todo aquello que produce angustia y terror al ciudadano moderno: “El concepto mismo de tal pensamiento, no menos que las formas históricas concretas y las instituciones sociales a las que va estrechamente ligado, implican ya el germen de la regresión que hoy se verifica por doquier” (). La razón se convierte en un instrumento del aparato económico de la burguesía. “Es un instrumento para todas las empresas de la sociedad” ().
Desde otra perspectiva, Fichte, Schiller, Schelling y otros filósofos y poetas románticos como Novalis y Hölderlin, intentan apear de su lugar de privilegio a la razón. Para ellos, el mundo y la naturaleza no se conciben en términos estrictamente racionales, sino como una gran obra de arte que alberga misterios y fuerzas secretas. Defienden los aspectos irracionales del individuo, junto con el sentimiento y la libertad. Todo aquello que libera de las ataduras de la razón. La propuesta de Fichte es la de “un hombre de acción”. Ambiciona una libertad “verdadera” en todos los niveles y en todos los dominios. La libertad está en la vida y, la vida es libertad.
7. LA INVENCIÓN DE LA CULTURA Y EL YO FREUDIANO
La ciencia y la tecnología miden, predicen y aprovechan los recursos naturales para adquirir conocimiento y logros científicos y técnicos. Esos logros y técnicas productivas son utilizados como mecanismos para crear la cultura en la que vivimos. Tras el supuesto de una ciencia independiente en el proceso de desarrollo y las transformaciones del mundo, se oculta el lenguaje discursivo del liberal capitalismo, creado para el control y el manejo de los recursos naturales y humanos. El paso del mensaje a través del filtro mecanicista “civilizado” de la época victoriana produce efectos en el orden semántico del lenguaje que tienen que ver con la propia organización de la estructura cultural y es un dispositivo complejo y sutil que pone de relieve o rechaza ciertos contenidos del mismo. Dicho dispositivo orienta el lenguaje y las ideas y las adapta al marco interpretativo de las élites de poder que esconde el sentido y la intención de sus acciones para dominar y controlar al ciudadano. Max Weber afirma: “La “ventaja del pequeño número” adquiere su pleno valor por la ocultación de las propias intenciones, por las firmes resoluciones y saber de los dominadores (...) Toda dominación que pretenda la continuidad es hasta cierto punto una dominación secreta” ().
La sociedad inglesa que se desarrolla como consecuencia de la Revolución Industrial es una sociedad etnocentrista que se propone instalar a Inglaterra en el centro del mundo para difundir su ideario imperialista. La nueva sociedad requiere abrir mercados a través de una política expansionista y colonialista. La élite burguesa necesita crear las estructuras del nuevo estado capitalista. La pretensión es la proyección de un lenguaje que extienda los principios del imperialismo victoriano. Se propicia una hermenéutica que se ajuste al espíritu mecanicista y configure las reglas del lenguaje discursivo de las nuevas ciencias señalando el camino a la epistemología y difundiendo los ideales de la nueva sociedad. Estos principios sirven de base al desarrollo de la antropología, la sociología y la psicología emergentes, y los estudios sobre el hombre y la sociedad. En este ambiente de efervescencia positivista, surgen las nociones de civilización, cultura y yo, como concepciones deterministas. Es de destacar que el concepto de civilización deriva del latín civis (ciudadano) a través de civil y civilizar; es decir, introducir en un pueblo la “cultura” de otro país más desarrollado. Es por ello que los antropólogos, al estudiar al hombre “primitivo”, imponen, como pretensión racional de objetividad, el sesgo de las características de la sociedad victoriana y las limitaciones a que esta les obliga. Con esta perspectiva, inventan la estructura de la cultura de las sociedades humanas de acuerdo con un sistema de creencias y valores imbuido en la ideología liberal capitalista. Max Weber, remarca la idea de una ciencia libre de valores; sin embargo, la antropología, la sociología y la psicología, no son puras y están mediatizadas por las presiones que ejercen las ideas e intereses de la sociedad en la que están inmersas. Por ello, la racionalidad de la ciencia que estudia al ser humano no es ecuánime, sino marcadamente instrumental.
El concepto de cultura comienza a ser utilizado en Francia en estudios que se proponen reconstruir la historia general de la humanidad y de las sociedades desde sus orígenes. Aparece al mismo tiempo que el de civilización que designa según Blaudel un “ideal profano de progreso intelectual, técnico, moral y social” (). Asegura que, a lo largo de medio siglo, “civilización” va a tener un amplio éxito en el lenguaje hablado y escrito (). Los escritores franceses utilizaban el término “cultur” para designar la formación del espíritu (). El término ha cobrado el sentido de progreso intelectual y social del hombre, de las colectividades, y de la humanidad en el “Ensayo sobre la historia de la cultura de la especie humana de . Como consecuencia de ello, hacia mediados del siglo XIX, civilización y cultura sufren el influjo del positivismo mecanicista de la época y pasan a ser culturas y civilizaciones, división que obedece a la diferenciación con la cultura del inmenso imperio de la civilización capitalista. Es el momento de estudio de las “distintas culturas” por la sociología y la antropología. El término se convierte “en el concepto dominante de todo el pensamiento occidental” (. Tylor, en su obra Primitive culture, aparecida en 1871, utiliza la noción de cultura como sinónimo de civilización. Apunta L. A. White que Tylor fue la primera persona que de manera explícita y manifiesta formuló el punto de vista, la finalidad, los principios y el alcance de una ciencia de la cultura. El segundo intento por establecer una ciencia de la cultura es el de E. Durkheim. Para , la cultura es una realidad vivida por personas. Afecta pues a toda la actividad humana: “A la clase de fenómenos simbólicos y superpsicológicos, que nosotros llamamos cultura, la designa con términos tales como “conciencia colectiva” ().
A la instrumentalización de la razón en la época victoriana obedece también la moderna construcción del yo. Este lenguaje discursivo que se extiende por toda Europa contribuye de forma decisiva al nacimiento del psicoanálisis. Los graves desórdenes psicológicos que provoca la moral victoriana, al someter y reprimir los instintos de sus ciudadanos deben ser controlados y manejados bajo el espíritu de la ciencia positiva. Freud, que no es ajeno a los planteamientos de la antropología, denomina traumas psíquicos a la histeria y la neurosis y anuncia una forma de manejarlos. En línea con la hermenéutica del momento, interpreta los mitos antiguos para inventar el yo del psicoanálisis y dar respuesta a los casos de histeria y neurosis que no dejan de crecer debido a las estrictas normas morales impuestas por las élites del capital. El espíritu positivo, acostumbrado a manejar a la naturaleza, necesita una herramienta para manejar también a la naturaleza humana y la encuentra en la catarsis. El proceso curativo sigue las mismas reglas que la ciencia positiva, el conocimiento de las cosas. Es el descubrimiento de sus leyes, lo que dota de poder sobre ellas. Conocer al yo es una ventaja para manejarlo y se inventa un yo que se adapte a las reglas de la época. La técnica será su manejo. El instrumento, la catarsis para purificar sus males. Inspirado por la antropología, Freud decide crearlo “in origen”, siguiendo la línea evolucionista de Darwin. Con los datos de sus investigaciones sobre la histeria y la neurosis que provocaba la moral victoriana, fundamentalmente de índole sexual, elabora su teoría sexual de la conducta humana en torno al complejo de Edipo. Darwin había escrito que, cuando un gorila joven llega a cierto estado de crecimiento, lucha con los demás por el dominio absoluto del grupo y después de matarlos o expulsarlos, se constituye en jefe supremo. Los machos expulsados, considerarían fundar otra horda e impedir las uniones consanguíneas entre los miembros de la misma familia (). Freud propone que la condición primordial de la conciencia individual surge con el asesinato del padre y la prohibición del incesto. Considera la fobia del incesto como la raíz de la exogamia, afirma que después de instituido el totemismo esta prohibición se instauró en el interior del tótem. Relaciona la actitud del niño hacia su padre, al que ve como un rival que le disputa los favores de su madre, y hacia la que se orientan sus primeros impulsos sexuales, con el “complejo de Edipo”, que es el complejo central de la neurosis, ya que, según él, el animal totémico es el padre y las dos prescripciones centrales del totemismo, la de matar al tótem (padre) y la de realizar el coito con una mujer perteneciente al tótem (incesto), coinciden con los crímenes del mito de Edipo (Ibíd., p. 172-173). Vincula el inicio del yo a la neurosis que provocan los sentimientos contrapuestos de amor y odio por el padre. De tal forma, el yo inicia la “civilización” en una cultura que reprime sus instintos primitivos, tal como lo hace la sociedad victoriana, y como ocurre igualmente con la histeria, cuya procedencia es la represión sexual de las mujeres. A los instintos primitivos los define como “principio de placer”. Siguiendo la argumentación de Freud, el niño se encuentra en una disposición afectiva ambivalente con respecto al padre y desplaza sus sentimientos hostiles y temerosos sobre su figura. Sostiene que, con el asesinato del padre (tótem), los hijos (asesinos) temen el castigo y sienten la culpa. Se identifican con el tótem e instituyen la prohibición del incesto y la de matar al padre. Es significativa la relación de su argumento con el concepto de progreso mecanicista, cuando escribe “puede suponerse que lo que les inspiró el sentimiento de su superioridad fue un progreso de la civilización (la muerte del padre), quizás por disponer de un arma nueva (...) odiaban al padre que tan violentamente se oponía a su necesidad de poderío y a sus exigencias sexuales, pero al mismo tiempo le amaban y admiraban” (). Nacen así, para Freud, los sentimientos contradictorios que forman el contenido ambivalente de la neurosis. Los hermanos aportan el significado al tótem y, conscientes de su poder, instituyen la primera norma (ley) al transmitir el interdicto a los otros miembros del clan y, con ello, difundir los símbolos del sacrificio, el castigo, el sentimiento de culpa, el arrepentimiento y su posterior redención a través de la comunión con el padre.
El yo nace instigado por “eros”, el “principio del placer” (Id), deseo sexual incestuoso reprimido y sometido a través del símbolo (tótem) instituido por la autoridad de los hermanos, el “principio de realidad” (Superego). Freud, al inventar al yo, abre una fisura en la psique al escindirlo de la totalidad y adecuarlo a las leyes mecanicistas de su época. Crea con ello, el yo moderno adaptado a las exigencias del momento. Un yo que se reduce a instinto sexual (eros) que, al ser reprimido, origina histeria y neurosis y que debe ser controlado y manejado bajo la autoridad del “principio de realidad liberal capitalista” (superyo). El control y el manejo, como habían establecido Kant, Fichte y los “utilitaristas” ingleses, es el deber sujeto a la ley. Se desprende definitivamente al yo de la “exaltación dionisíaca”, la psique integrada en la totalidad y la creatividad, dando origen a un nuevo modelo de individuo acorde con los supuestos del espíritu capitalista. La persona se reduce al instinto sexual, víctima de la represión sexual de la época. El inconsciente de Freud coincide con el inconsciente moral de Fichte y constituye la ley moral de la vida. El psicoanálisis se estructura de acuerdo con la organización estamental jerárquica Victoriana. Freud inventa todo el pasado de la neurosis y, con ello, establece un nuevo lenguaje psicológico que da forma a la psique moderna. Siguiendo la interpretación antropológica, al localizar los hechos psíquicos en la prehistoria del enfermo, los adecúa al determinismo de las leyes positivas. El yo escindido que aflora a la conciencia sometido al interdicto, va siendo modelado por las leyes positivas de la razón capitalista. Se crea un yo escindido y neurótico con una estructura nueva y una falsa conciencia que sepulta los antecedentes históricos de su memoria y los reedita con otro relato. Para ello, se requiere insertar algo nuevo en la conciencia y se hace a través del lenguaje, re-memorando la interpretación del mundo de la élite burguesa al introducir el nuevo ideario (relato) en la conciencia del ciudadano.
8. CIBERNÉTICA, CONDICIONAMIENTO DEL YO Y NEUROSIS: DIALÉCTICA DEL YO COMO AMO Y ESCLAVO
La llamada segunda revolución industrial hizo posible la producción en masa, con la electricidad y la cadena de montaje, y la tercera, que se inició en la década de 1960, conocida como la revolución digital, provocó el desarrollo de semiconductores, la computación mediante servidores tipo “mainframe” e internet, dando paso a la gran revolución digital actual, con tecnologías más sofisticadas que están transformando a una velocidad inusitada la sociedad y la economía mundial. La creación de máquinas inteligentes con sistemas de fabricación virtuales que cooperan a nivel global permite la creación de nuevos modelos operativos generando un mundo controlado por las nuevas tecnologías. Se producen avances que van desde la secuenciación genética a la nanotecnología y de las energías renovables a la computación cuántica. La interacción de estas tecnologías se produce en los dominios físico, mental, digital y biológico, y está creando un mundo sin precedentes en el incremento de la riqueza de las élites y los mercados, generando, a la vez, más pobreza y marginación para la mayoría de la gente. La industria se extiende a todo el planeta y la riqueza que generan los avances científicos y tecnológicos sirven para producir riqueza a las grandes empresas transnacionales, pero crean grandes bolsas de pobreza en la gran parte del mundo que aún no ha llegado a desarrollar los avances de etapas anteriores. Los costos en este nuevo sistema económico tienden a cero, lo que está causando una auténtica revolución en el ámbito de las relaciones laborales. Para crear riqueza se prescinde del trabajador que es sustituido con las nuevas tecnologías, lo que incrementa el porcentaje de personas que no tienen un trabajo remunerado. Este hecho, les aboca, inevitablemente, a la pobreza y a la exclusión social. Se crean empresas especializadas en la información con costos prácticamente nulos. Intragram, Wassap y Facebook no requieren mucho capital para ponerse en marcha y cambian la concepción de los negocios y las relaciones del ciudadano. Es un sistema económico que tiende a buscar la riqueza fácil, con el mínimo esfuerzo y a cualquier precio. Los avances de la ciencia, administrados por la élite liberal capitalista, descarta el bienestar ciudadano, al que se le mantiene entretenido con el juego del “me gusta”, mientras se fija en los mercados. El mundo es un gran tablero de apuestas cuyo objetivo es comprar y vender para generar dinero. Se buscan programas que detecten con la mayor rapidez y eficiencia las transacciones bursátiles. El capital se vuelve volátil y pasa a las manos de aquel que pueda sufragar la creación de programas de detección más rápida en la compra y venta de valores, sin tener en cuenta al ciudadano que se conforma, subyugado por el “consumo”, en una sociedad que oculta o, cuanto menos, subvierte en el lenguaje de la comunicación, la miseria, el hambre y la exclusión social.
Las tecnologías de fabricación digital interactúan con la biología. Se crean sistemas que involucran la interacción entre microorganismos, nuestro cuerpo, los productos alimenticios y los hábitats. Con ello se crean, e incluso se cultivan, y se adaptan continuamente características del reino vegetal y animal. La inteligencia artificial abarca cualquier ámbito de la vida, transformando nuestras vidas a través del omnipresente iphone. La disponibilidad de ingentes cantidades de datos, facilitados por el propio usuario de los sistemas digitales, están siendo utilizados para hacer investigación de campo interactiva, utilizando como sujeto experimental al propio individuo que no es consciente de estos avances.
Tras el supuesto compromiso de transparencia, precisión, inclusión e imparcialidad del Trusts Project (consorcio internacional de medios de comunicación) con sus supuestos estándares de confianza y el trabajo con plataformas tecnológicas, se esconden los intereses de las élites adineradas para afianzar el control y el consumo a través de la desinformación, la confusión y el miedo. De otra parte, la paulatina transformación del sistema educativo, reduciendo a la mínima expresión la filosofía y las ciencias humanas del currículum educativo, cuya importancia para el desarrollo personal del individuo es crucial, unido a la consolidación de un modelo de aprendizaje convergente que excluye la creatividad, la imaginación y el arte de un sistema educativo que fracciona y divide al máximo las especialidades, convierten al ser humano en un “robot” encerrado por la cibernética en su casa, convertida en un compartimento estanco virtual y en su burbuja de seguridad. Todo ello en detrimento del conocimiento divergente e integral. Con este panorama, el desarrollo y la auto-actualización de los seres humanos se convierten en una quimera.
Los millones de datos que se dejan a diario en las redes sociales también son utilizados para el aprendizaje de las máquinas y el descubrimiento de nuevos avances en la automatización que, permiten la auto-programación de los robots y ordenadores inteligentes y optimizar los recursos. Todo ello no evita que los seres humanos vivan en la indignidad, sin el derecho a una vivienda y sin poder satisfacer las necesidades básicas; derechos reflejados de “forma brillante” en las constituciones de las democracias occidentales y que son un engaño más del lenguaje creado.
Con la ayuda de las nuevas tecnologías se construye un yo esclavizado por el eros del consumo. El eros da forma a un yo a medida de la sociedad de consumo que ya no necesita luchar por la libertad. La libertad se ha convertido en su elemento de enajenación. El individuo “libremente” elige ser esclavo. K. Marx había predicho que el capitalismo caería por sus propias contradicciones internas, pero el capital ha transformado a la libertad del ciudadano en el síntoma principal de su neurosis, al convertirlo en amo y esclavo de sí mismo. La semiótica ha transformado el lenguaje y le ha dado una nueva significación en la que el ciudadano, enajenado de su origen y de su propia identidad, cual narciso, que observa en soledad su imagen especular, se ahoga en su propia libertad, una libertad que sepulta bajo firmes losas a la utopía. La libertad del ciudadano ha sido vaciada de contenido y reeditada para alinearla como instrumento del capital. El crecimiento personal del ser humano es alejado del ideario de eros, y, con ello, la lucha y la fe de la persona en sí misma se disipan bajo el discurso del consumo alienante. La cacotopía disfrazada de razón se ha impuesto. Pero el consentimiento no es libre, es condicionado. Es la sociedad “científicamente construida”. Un mundo feliz. Skinner, en su novela Walden dos (), explica como la conducta es susceptible de ser modificada y orientada bajo el condicionamiento operante o instrumental. Frazier, el protagonista de su novela, insiste en que está al alcance de una ciencia especial de la conducta capaz de ocupar el lugar de la sabiduría y el sentido común. El mismo Skinner, en “Ciencia y Conducta Humana”, sienta las bases del control de la conducta y afirma: “Una conducta llega a adaptarse a las normas de una comunidad determinada cuando determinadas respuestas son reforzadas y otras son dejadas sin reforzar o castigadas” ().
El niño es reforzado a través del lenguaje con el discurso del consumo desde la lactancia. Se le va condicionando a través del lenguaje y la observación de imágenes que le son presentadas de forma subliminal, seleccionadas y comprobadas científicamente como válidas para modelar su yo y, moldear su personalidad en lo referente a los objetos de consumo: su alimentación, sus gustos, sus aficiones, etc. Piaget, considerado el padre de la epistemología genética de occidente, afirma: “el desarrollo cognoscitivo está compuesto de asociaciones impresas sobre un organismo pasivo, pero receptivo, a través de los contactos que mantiene con la realidad externa” ().
La orientación de la acción está sujeta a la influencia de condicionamientos psíquicos y la acción humana puede ser guiada por experiencias precedentes muy lejanas, a veces, experiencias cuyo recuerdo no es ya consciente. Descartes abrió la puerta a la conducta inducida. De acuerdo con su lema “el hombre, una máquina”, abrió un espacio para las teorías conexionistas del aprendizaje al dar por hecho que los reflejos incondicionados se pre-conectaban al cerebro durante su maduración. Como se muestra con el experimento del llamado “perro de Pavlov”, los reflejos simples pueden ser condicionados. Del mismo modo, se pueden condicionar reflejos complejos como el deseo de imitar el comportamiento de otros en una multitud. Pavlov afirmó que los pensamientos verbales y el habla manifiesta constituían un segundo sistema de señales, el lenguaje verbal o simbólico que operaba de forma muy parecida a como lo hacían las señales ambientales o primer sistema de señales. Siguiendo esta línea, J. B. Watson, estableció que la unidad básica de aprendizaje en el ser humano es el hábito, y consideró todo el aprendizaje como un condicionamiento de hábitos. Posteriormente, Skinner sostuvo que “el condicionamiento operante (instrumental) moldea la conducta tal como un escultor moldea un trozo de arcilla” (). Edwin R. Guthrie “elevó a su máximo exponente la función de los factores ambientales en el moldeamiento (...) de un adulto humano” (Ibid., p. 61-62), y Albert Bandura concluyó que el individuo aprende la asociación en la participación imaginaria de una experiencia de otras personas. Esto puede trasladarse al cine, la televisión, los medios de información, etc., y dice: “Sigue ignorándose mucho la importancia de los agentes sociales como origen de pautas de conducta, a pesar de que la observación informal y la experimentación de laboratorio ponen de manifiesto que el proporcionar modelos reales o simbólicos es un procedimiento muy eficaz para transmitir y controlar la conducta” (). Otros autores sacan conclusiones muy oportunas en estudios sobre la persuasión, como , que reflejan el elemento central de los nuevos modelos interactivos de las redes sociales en los que se requiere como elemento fundamental la atención para comprender el mensaje y aceptarlo similares al “me gusta de faccebock” en los que el individuo reacciona a los mensajes con un “efecto adormecido”. Las “teorías del equilibrio” de y , y la teoría de la “disonancia cognitiva” de , analizan el cambio de opiniones, creencias, actitudes, hechos, circunstancias, conductas, etc. Dichas teorías explican cómo actúa el individuo sometido a la presión y la tensión que busca reducir, lo que tiene consecuencias en su toma de decisiones.
Existen aplicaciones como los asistentes inteligentes que ofrecen una muestra del poder de la inteligencia artificial. Los dispositivos reaccionarán ante cualquier demanda física o mental, sea introduciéndose en la privacidad de la gente, a través de cookies o, cualquier otro dispositivo para acceder y almacenar la información de las personas que intenten acceder a las redes sociales o, de forma más sofisticada. La eficiencia de la inteligencia artificial está dirigida a estimular una constante necesidad de consumo y a afianzar la vida de las personas como consumidores en beneficio de los inversores y los accionistas.
9. CRISIS DEL YO Y NECESIDAD DE UN NUEVO PARADIGMA
Hoy, la filosofía está recluida y silenciada al transcender los límites de la modernidad y abrir nuevos espacios con relatos como la descolonización cultural, alejada de los foros de discusión en los que se discuten los derroteros del planeta. Una buena parte, ha sucumbido al experimento empírico y está al servicio del poder y del dinero. Aunque B. Russell afirme: “No hay nada fatal en el desarrollo social (...) puede ser dirigido y completamente alterado por la opinión pública y la acción de los deseos y creencias humanas” (). Y culpe, finalmente, a nuestra propia locura y a las malas pasiones, no es más que una forma de justificar la dominación a través del lenguaje. Contamos con los medios para crear un mundo como el que el hombre siempre soñó, pero nos encaminamos hacia la conversión de la acción del ciudadano en la de un ser sin alma. Horkheimer nos previno de prácticas industriales en constante progreso que neutralizan a la filosofía y a toda teoría no enderezada hacia el poder: “El pensamiento libre está solo ante los partidos y los bloques de poder, y el desvanecimiento de la posibilidad de configurarlo en el mundo real conduce a su atrofia” ().
La filosofía se olvidó con frecuencia de recordar que el objeto del conocimiento y de la ciencia es la acción y el bienestar humanos. No podemos perder el vínculo con la realidad y dedicarnos a elaborar grandes teorías científicas que acaban sirviendo para enajenar al individuo de sí mismo en una sociedad de consumo aberrante, donde la persona es un producto más. Compete a la filosofía y a la psicología analizar la época actual para ofrecer soluciones al ciudadano con un relato y un lenguaje eficaz, y estar en guardia contra la fascinación que provocan las nuevas tecnologías sobre el pensamiento. Es necesario que la persona tome conciencia de los problemas que causa la razón instrumental con la hegemonía de la razón digital: el expolio de los recursos naturales que son causa de pobreza y hambre para gran parte de la gente del planeta, y las guerras que provocan el desplazamiento de millones de seres humanos, obligados a la exclusión social y al desarraigo en un mundo de incertidumbre, lejos de su tierra y de sus hogares.
La filosofía y la psicología, bajo el auspicio de la razón instrumental y la supervisión del poder, se han dedicado a buscar respuestas a la conducta humana, y sus descubrimientos, junto con los avances de la ciencia y las nuevas tecnologías, no han servido al interés general, sino al enriquecimiento de las élites capitalistas. Los avances de la ciencia han alimentado un aparato que se ampara en la democracia y en conceptos como el progreso y el crecimiento para crear un sistema en el que campan la injusticia y las desigualdades. A medida que crece la riqueza de las élites, aumenta la pobreza y la miseria de la mayor parte de los seres que pueblan el planeta. Como dice Habermas: “Criticar la auto concepción objetivista de las ciencias, el concepto cientificista de ciencia y el progreso científico; debería tratar (...) cuestiones básicas de una metodología científico-social, de modo que se (...) exija, la elaboración adecuada de conceptos base para sistemas de acción comunicativa” ().
Las tecnologías pueden ser utilizadas para liberarnos, pero también para esclavizarnos. Es la palabra el instrumento modelador, no por su impotencia, sino por su instrumentalización en la comunicación. La filosofía y la psicología tienen que contribuir a recuperar la conciencia del ser humano y no encerrarse en la estéril profundidad, la vacuidad y la hipocresía que ofrece el estatus académico. Deben buscar los medios para concienciar al ser humano de su potencial de desarrollo en beneficio de la comunidad. La fórmula es el acercamiento al ciudadano con un discurso claro para que tome conciencia y recupere su voluntad de acción, integrando a la intuición, la imaginación y el sentimiento en el lenguaje de la razón. Liberar al yo del discurso alienante del poder del capital utilizando una hermenéutica honesta al servicio de un verdadero progreso humano para que aflore el individuo integral.
10. BIBLIOGRAFÍA
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Gilson, 1958, citado por Bárbara Gómez: “Relaciones entre el crsitianismo primitivo y la filosofía griega”, https://www.aacademica.or/000-006/29.
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