Resumo
La creación de desinformación por medio de comunicaciones deformadas, fake news, o instrumentalmente creadas, ha respondido a intereses políticos de los grupos políticos en el poder, lobbys económicos y mediáticos de los mass media. Se analizan a partir de la óptica de sistemas autorreferenciales y en un plano estrictamente conceptual, las comunicaciones y las informaciones y sus límites comunicativos. Se propone el esbozo de la idea de comunicación estratégicamente distorsionada impulsada por los movimientos sociopolíticos radicales como un tipo de sistema autorreferencial con su propio entorno.
Palabras chave
CREACIÓN DE DESINFORMACIÓN Y SISTEMA POLÍTICO DURANTE LA PANDEMIA DE COVID-19. UN ESBOZO CONCEPTUAL
Josep Vidal Pont Vidal
CREACIÓN DE DESINFORMACIÓN Y SISTEMA POLÍTICO DURANTE LA PANDEMIA DE COVID-19. UN ESBOZO CONCEPTUAL
MARCO (Márketing y Comunicación Política), vol. 7, 2021
Universidade de Santiago de Compostela
Creation of disinformation and political system during the Covid-19 pandemic. A conceptual outline
Josep Vidal Pont Vidal
Universidade Federal do Pará, Brasil
Copyright © Universidade de Santiago de Compostela
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Resumen: La creación de desinformación por medio de comunicaciones deformadas, fake news, o instrumentalmente creadas, ha respondido a intereses políticos de los grupos políticos en el poder, lobbys económicos y mediáticos de los mass media. Se analizan a partir de la óptica de sistemas autorreferenciales y en un plano estrictamente conceptual, las comunicaciones y las informaciones y sus límites comunicativos. Se propone el esbozo de la idea de comunicación estratégicamente distorsionada impulsada por los movimientos sociopolíticos radicales como un tipo de sistema autorreferencial con su propio entorno.
Palabras clave: comunicación; información; desinformación; sistemas; contingencia.
Abstract: The creation of disinformation through deformed communications, fake news, or instrumentally created, has responded to the political interests of the political groups in power, economic lobbies and the mass media. Communications and information and their communicative limits are analyzed from the perspective of self-referential systems and on a conceptual level. The outline of the idea of strategically distorted communication promoted by radical socio-political movements is proposed as a type of self-referential system with its own environment.
Keywords: communication; information; misinformation; systems; contingency.
1. INTRODUCCIÓN: LA CREACIÓN DE LA DESINFORMACIÓN GUBERNAMENTAL
Si un componente caracteriza el periodo de pandemia de Covid-19, ha sido la ingente cantidad de información y comunicaciones –y también desinformación- procedentes de los sistemas principales (económico, político) y de los subsistemas que conforman la sociedad. Desde el inicio de la emergencia de la pandemia, se han sucedido una cantidad inconmensurable de informaciones y comunicaciones procedentes de decisiones, emitidas básicamente de los sistemas, científico, económico, político, con impactos en el entorno de la sociedad todavía no analizados.
El tipo de comunicaciones emitidas y como han sido recibidas en los respectivos ámbitos, o sistemas, están en el centro de este análisis. Se ha evidenciado también que las informaciones generadas, sean deformadas voluntaria o involuntariamente (Alternative facts, exagerations, omissions), fake news, o incluso estratégicamente e instrumentalmente creadas y pensadas por el poder, respondían a intereses políticos de los grupos, movimientos sociopolíticos, lobbys económicos, religiosos, y conglomerados mediáticos de los medios de comunicación de masas. El conjunto de este fenómeno y su impacto en la política se ha definido de manera difusa y poco exacta, con términos como la “era de la posverdad”, “Pos-truht era” (Keyes, 2004), “Pos-Factual Times” (Durnova; Vargovcikova, 2018), “post-factual politics” (MacMullen, 2020), “Post-Factual Democracy” (Hendricks; Vestergaard, 2019). Cada una de estas descripciones focaliza diferentes aspectos, aunque todas tienen como elemento transversal un tipo de cultura política que apela a la emoción, que recurre a diversos medios de desinformación sin contraste científico y, en el que los gobiernos y sus núcleos de decisión, tienen un papel determinante.
La pandemia de Covid-19 ha contribuido a adquirir una nueva dimensión cualitativa y cuantitativa, siendo habitual que las comunicaciones hayan ofrecido datos incompletos, o sesgados, sobre la extensión de la pandemia, con criterios cambiantes sobre el número de enfermos y fallecidos, estadísticas divergentes entre sí, informaciones contradictorias sobre el número de vacunas disponibles y de su logística de aplicación, con objetivos instrumentalizados según el emisor, o el destinatario. Los discursos de los gobiernos se han modificado, según el interés estratégico momentáneo. El objetivo político ha sido desacreditar al oponente político por medio de informaciones falsas y la difamación con diferentes objetivos, e influenciar a la ciudadanía para unos fines determinados. El objetivo administrativo y jurídico es doble. Por un lado, el promover situaciones de alarma con la contabilización confusa de enfermos y fallecidos. Ello ha podido beneficiar con licitaciones no transparentes de compra masiva de productos sanitarios, construcciones de centros hospitalarios sin fiscalización, ayudas y transferencias económicas para el financiamiento de plazas hospitalarias en centros privados, además de exenciones fiscales en una región, o municipio. Por otro lado, las comunicaciones han sido creadoras de confusión en cuanto a la responsabilidad política, o inhibición, de las decisiones tomadas en cada fase, y de las atribuciones de los diversos órganos competentes.
Las consecuencias e impactos en las democracias occidentales han sido múltiples y profundas, afectando no solo a los oponentes políticos, sino a la sociedad en general. La pandemia ha acelerado y profundizado procesos ya en marcha desde inicios del actual siglo, en un tipo de sociedades occidentales descritas como “sociedades cansadas” (Han, 2010) en las que emergen actitudes, valores y posiciones de “odio a la democracia” (Ranciére, 2014). También el subsistema de los medios de comunicación de masas ha influenciado en esta situación. La confianza de la ciudadanía en las principales instituciones gubernamentales y en los principales medios de comunicación ha alcanzado mínimos históricos1 (Scarlascini, 2019; Noticias ONU, 2020). En este escenario, los medios de comunicación de masas también han iniciado una batalla para ganar cuota de mercado y de audiencia con lo que los políticos han recurrido a comunicaciones y mensajes cada vez más drásticos, simples y auto excluyentes.
Emergen aquí las preguntas: ¿es suficiente indicar al sistema político como el único responsable de favorecer la desinformación?, ¿el sistema político es solo transmisor y canalizador de los objetivos y expectativas de un movimiento sociopolítico mucho más amplio? Es evidente que intentar responder a estas cuestiones requiere de diversos estudios empíricos más amplios sobre las estrategias y los movimientos sociopolíticos populistas y radicales actuales y su influencia en los gobiernos.
El objetivo de este trabajo es analizar, en un plano conceptual, las conexiones que se desarrollan entre el Poder ejecutivo y sus estrategias comunicativas, con los movimientos sociopolíticos en los que se fundamenta, de tal manera que existe una relación simétrica entre ambas esferas o sistemas. Para ello, estas dos esferas utilizan estrategias comunicativas que construyen, deforman y alteran la comunicación de los hechos y fenómenos. Nos centraremos en analizar dos cuestiones sustantivas centrales: primero, el contexto sociopolítico que describimos como contingente, como determinante en el cual se produce este tipo de comunicaciones y, segundo, la diferencia entre comunicaciones e informaciones gubernamentales como factor de manipulación y de confusión en los órdenes decisorios (Robles, 2000). Como propuesta de salida de los puntos ciegos y paradojas que se presentan, proponemos de manera inicial y, a manera de esbozo, el concepto de comunicación estratégica intencionalmente distorsionada. Las informaciones y datos empíricos corresponden exclusivamente para mostrar las variables sustantivas2. Por último, indicamos que no pretendemos entrar aquí en el debate entre negacionistas/intervencionistas, sino solo identificar las conexiones.
2. CONCEPTUALIZANDO CONCEPTOS Y TÉRMINOS: VERDAD Y POSVERDAD
Aparece necesario definir, aunque de manera introductoria, a que nos estamos refiriendo con los términos: verdad, posverdad y Post-factual Politics (Harsin, 2018; Keyes, 2004).
La “verdad” siempre ha tenido una relación especifica con la política. En la evolución histórica se han estudiado las transformaciones por medio de identidades y discursos falsos. Desde la Grecia antigua, es consensuado en la filosofía que la “verdad” es concebida como el descubrimiento del ser oculto detrás de la apariencia (o su contenido subjetivo), como también una convención social del discurso y que tiene en su aspecto práctico la comunicación y la persuasión política (comp. Petty; Cacioppo, 1984). En la argumentación de este escrito, asumimos la verdad como coherencia, o sea, el supuesto de que una proposición es verdadera, solo si es acorde con el resto de las proposiciones del sistema del que forma parte. En consecuencia, una proposición es verdadera cuando es un constituyente necesario de un todo sistemáticamente coherente. Una denuncia política, por ejemplo, seria verdadera, si coincide con otras denuncias similares, o del mismo tipo (registradas por todos los actores involucrados, estén en el poder y fuera del poder y del sistema político. Este todo, debe ser interdependiente de todo elemento que necesita e implica otros elementos que, en el ejemplo expuesto, requiere también de la implicación de los sistemas o ámbitos económico, jurídico, científico, educativo. Así, la verdad completa solo puede tener un único sistema coherente o “el absoluto”. Es evidente, que no se pueden analizar todas las coherencias posibles, solo aquellas que las personas realmente sostienen, por ello, sigue siendo insuficiente. Se requiere también involucrar la lógica o la racionalidad del método científico (verificacionismo) como una forma de validad del conocimiento. En suma, una verdad debe ser verificada por el conocimiento científico, dentro de un sistema coherente de argumentaciones.
La democracia incorpora las dos dimensiones, una práctica, al incluir todos los actores involucrados, y otra de carácter epistémico, vinculada con la coherencia de las proposiciones de un sistema. Así no puede existir una democracia, si son excluidos agentes o grupos, pero tampoco si no existe diálogo entre ellos. Hanna Arendt traslada un papel político a la verdad, aunque para ella, el problema mayor para el espacio público no es el ocultamiento de la verdad, sino su destrucción, como se ha intentado en numerosas ocasiones durante el siglo XX.
A partir de estos supuestos, definimos verdad como una proposición que se basa en la coherencia sistémica del sistema que forma parte y de la racionalidad científica, o sea, de su capacidad de ser verificada o validada, según los supuestos prescritos por el positivismo lógico. En el plano político es el lugar donde la verdad debe ser expuesta. Mientras que para Luhmann se trata de las comunicaciones intersistémicas a partir del trípode Público, Administración y Político, para otros autores se trata del espacio público y en las comunicaciones de la política basada en evidencias. Sin embargo, este razonamiento aparentemente fundamentado en una autoridad científica en el ámbito político, muestra un reconocimiento implícito de critica a la argumentación científica y sus paradojas, puesto que la argumentación política basada en evidencias también puede difundir la no verdad. Basta solo un análisis atento de hechos históricos para comprobar esta paradoja.
La idea de posverdad surgió en los Estados Unidos, como palabra clave de la política popular difusa, y coincide en que los hechos y fenómenos son manipulados apelando a las emociones, creencias de las personas y a las orientaciones estratégicas de las organizaciones (comp. Kaathani, 2018; Kreitner, 2018; Ramos Chavez, 2018). Se ha convertido en objeto de creciente atención en los círculos académicos y en el debate público, aunque su definición sigue siendo difusa y ambigua. Su descripción y semántica académica difiere de su significado, al estar asociada con formas de comunicación como noticias falsas, rumores falsos, engaños, mentiras o narrativas políticas. En esta descripción podemos incluir las fake news, que en la óptica sistémica podemos definir como un conjunto de adjetivos, con el objetivo de influenciar otros subsistemas y ámbitos y su correspondiente entorno, que en este caso es la ciudadanía. Por otro lado, se identifican otro tipo de causas como la polarización emergente en las sociedades occidentales (con opciones autoexcluyentes “a favor” o “en contra”), el ascenso de políticos poco escrupulosos y éticos, y la amplia difusión de las redes sociales no reguladas. No menos importante aquí es el periodismo de mala calidad y el mantenimiento del poder de los grandes grupos y conglomerados de medios de comunicación. Algunos autores añaden el caos provocado por las nuevas tecnologías de los medios digitales.
En la filosofía, el debate ha girado en torno a la diferenciación entre hechos y valores. Bruno Latour establece una diferencia entre “hecho” y “valores”, ya que los “hechos” deberían verse como un “producto” de la investigación científica, siendo su veracidad determinada en la fuerza de las instituciones y prácticas que las produjeron y los hicieron inteligibles. Hannah Arendt (1972) ha diferenciado el fenómeno y su descripción con la dicotomía entre “falsedad deliberada” y “mentira”, refiriéndose también a los hechos históricos sobre el genocidio y a los intentos de falsedad o negacionismo expandido por diversos grupos extremistas. Michel Foucault y Jacques Derrida, se han mostrado escépticos de la división entre hechos y valores, con el argumento de que los hechos científicos se producen socialmente por medio de las relaciones de poder. No podemos aquí extendernos en este debate, sino que la pregunta central aquí es: ¿Cómo se manifiestan las comunicaciones intersistémicas en el contexto de la contingencia y la posverdad? Para responderla, es necesario analizar cómo funcionan las comunicaciones entre los sistemas principales.
Con la posverdad, se trata de un neologismo que describe una situación con el objetivo de modelar, u orientar a la opinión pública y abandonar, o simplificar, los hechos comparables. No mantiene la capacidad de contrastación, o el debate, en base a la evidencia, histórica, física u objetiva, de los hechos verídicos los cuales pierden influencia e importancia en comparación con las opiniones, creencias personales. Tampoco se apoya en las informaciones transmitidas, sobre lo que sectores de la población esperan oír de sus líderes políticos. Esta práctica es habitual en el entorno del sistema político. La delicada convergencia y comunicación existente entre este sistema y su entorno viene dada por el hecho de que cada observador describe como se manifiesta la contingencia según el tipo, criterio y diferenciación de la observación que realiza. Aquí entran las nociones de verdad, falsedad, honestidad, honradez, manipulación, que un gobierno, actor, o presidente puede transmitir al conjunto de la ciudadanía. Al tratarse la posverdad de una idea difusa, y coincidir con nociones con semánticas atribuidas, construidas y organizadas por cada aleatoriedad y arbitrariedad del observador y el tipo de observación que realiza. En esta situación surge la situación paradójica de que un actor apelando a su subjetividad, su interpretación del mundo y sus intereses puede difundir un tipo de comunicación, o de información, que no corresponde con ningún hecho verídico o real. Comprender y describir una sociedad en la contingencia, implica que cualquier fenómeno relacionado con la acción social o política, sucede por algún motivo, aunque siempre podrá ser diferente. En un análisis retrospectivo es posible pensar que algunas decisiones tomadas por los gobiernos quizás hubieran podido ser diferentes (McMullen, 2020:97).
La noción de Post-factual Politics configura una situación en que los hechos o fenómenos objetivos influyen poco en la formación de la opinión pública, recurriendo el poder a las apelaciones a las emociones, las creencias personales o a los intereses estratégicos de grupos de presión o de poder. Se resalta el apelo a las emociones y creencias individuales y colectivas. La democracia post-factual, apunta también al fenómeno de la política de la posverdad, y se reduce a una tendencia de orientar los hechos obtenidos y verificados por métodos confiables, aunque en la democracia significa cuando las narrativas políticamente oportunas, aunque engañosas o no ciertas, forman la base del debate político del tema central en los medios de comunicación de masas, y de la decisión y la legislación.
Con las “narrativas engañosas sobre los hechos”, puede tratarse de mentiras, noticias falsas, o desfiguradas, argumentos conspirativos (formulado bajo el binomio excluyente “nosotros-contra-ellos”). Se trata de un proceso de selección cuidadosa de los hechos y fenómenos según la conveniencia o interés político del poder, siendo reemplazados por alternativas falsas o simplemente se niegan, pierden su autoridad como base para la discusión, el debate y la decisión. Los fenómenos o hechos se reducen a armamentos estratégicos en una lucha por el poder político se utilizan según las necesidades tácticas y estratégicas del grupo en el poder. Por último, la “propagada totalitaria” la describimos aquí cuando el Poder ejecutivo o un presidente anuncia un tipo de medidas, o acciones que no corresponden con la verdad, o que el movimiento sociopolítico que afirma representar, o representa, es presentado como la única alternativa salvadora de la patria y del futuro del país (Hendricks; Vestergaard, 2018).
3. POSVERDAD EN LA SOCIEDAD CONTINGENTE
El escenario de democracia liberal que vivimos es, sin duda, una época en la que tienen lugar fenómenos asociados al riesgo y al peligro. En este tipo de democracias, emergen los contornos de transformación de la sociedad política hacia otro tipo de sociedad, que podemos presentar como la sociedad contingente (Pont-Vidal, 2021), y cuyas primeras descripciones y contornos ya fueron adelantados por Luhmann ([1992]1997:10).
Se ha sugerido que las democracias liberales han facilitado la inclinación y la diseminación de la política posfactual, al defender la pluralidad del conocimiento, ya que este tipo de regímenes liberales están abiertos no solo a la verdad sino también a la duda. Los instrumentos democráticos de debate, como la duda, la controversia o la libertad de expresión, pueden caer en manos de gobiernos no democráticos. En relación con la posverdad, la pregunta aquí es: ¿cómo impacta y se presenta la posverdad en la sociedad contingente?
El actual periodo de orientación individual de las opciones anteriormente colectivas (como fueron el papel aglutinador de las organizaciones obreras), de la existencia del riesgo en las decisiones y la elevada complejidad, puede ser presentado como una época en la que prevalece la contingencia. Como contingencia, entendemos que lo que sucede es por alguna razón, pero siempre podría ser diferente en todos los ámbitos de la vida cotidiana individual y colectiva, y que abarca todas las esferas o ámbitos de la sociedad, sean de naturaleza colectiva o individual. Bajo el concepto de contingencia entendemos que siempre existen posibilidades para la experiencia y la acción que pueden ser actualizadas o reformuladas.
El concepto de contingencia va asociado al horizonte de las posibilidades actuales y de otras experiencias que pueden ser diferentes de lo esperado. La contingencia no es solo un número de posibles reacciones, sino su selectividad en un horizonte de indeterminación. En las sociedades modernas actuales, caracterizadas por la elevada complejidad, existe una conciencia en las acciones y en las decisiones, de manera que cada determinación se perfila como contingente. Lo que consideramos y definimos como “la realidad”, no puede ser demostrada, o negada en términos teóricos definitivos y concluyentes. Así pues, la contingencia se vincula con la multiplicidad y con el supuesto que pueden existir pluralidad de contingencias, dependiendo del número de observadores. Esta diversidad viene dada por las diferentes perspectivas, siempre arbitrarias y subjetivas dadas por el observador o el individuo.
Si consideramos que la posverdad como una situación, en este caso política, que tiene el objetivo de modelar u orientar a la opinión pública y a la ciudadanía, alejando la capacidad de contrastación o de la evidencia, en el contexto de la contingencia, se trata de un fenómeno no casual, sino que está sucediendo por algún motivo sociopolíticos. Similar es el caso de la descripción de la política posfactual (Post-factual Politics), en la que se apela no a los hechos objetivos, sino a las creencias personales y emociones de la ciudadanía. ¿Cuáles serían entonces estos motivos que llevan a esta situación de propagación de la posverdad? En este contexto, es necesario desarrollar un nivel de análisis explicativo que supere la descripción semántica basada en la dualidad la verdad-no verdad -o “propaganda totalitaria”- y que posea la capacidad para analizar las causas no causales (o en apariencia, no directamente vinculadas al fenómeno) que configuran el entorno de este escenario actual. Para responder la pregunta identificamos tres factores o causas no directas: 1) la emergencia de movimientos sociopolíticos populistas radicales; 2) el deterioro de las democracias liberales; 3) una profunda transformación de lo que se ha considerado hasta hace pocas décadas como lo político, y el paso hacia un tipo de sociedad que presentamos como contingente.
Primero. La emergencia de movimientos sociopolíticos populistas radicales, y el vínculo directo de estos movimientos populistas con el poder ejecutivo o presidencial en algunos países3. Este fenómeno ha sido extensamente analizado y observado en las democracias occidentales (Helpdesk Report, 2020; Bussola Institute, 2020; Spotlight/UE, 2020; Rand Europe, 2013). En las explicaciones sobre su origen se apuntan diversos factores: consecuencias de la crisis económica del año 2008 y el desempleo subsiguiente, información sobre casos de corrupción en la clase política, desencanto de las utopías, entre otros factores, con lemas como “no nos representan”. En la óptica autorreferencial, identificamos una pérdida de sentido del sistema político respecto a los cambios funcionales de otros subsistemas y la falta de respuestas adecuadas a esta nueva situación como algunos sociólogos ya vaticinaros en las últimas décadas del siglo XX (Luhmann, Habermas, Willke, Offe). En el actual entorno de alta complejidad que caracteriza a las sociedades modernas actuales, se siguen emitiendo comunicaciones basadas en códigos ultrapasados o ineficaces, como por ejemplo reciclaje-no reciclaje (sistema económico) cuando ya se esta haciendo referencia a la economía circular, democracia liberal- no liberal (sistema político) cuando es necesario referirse a una democracia inteligente, el binomio masculino-femenino (sistema cultural, y jurídico) cuando ya es necesario referirse a “otro sexo”, o desarrollo sostenible-no sostenible (sistema económico) cuando es necesario referirse a desarrollo humano sostenible.
Segundo. En los últimos años se aprecia un deterioro de las democracias liberales (Informe Freedom House, 2020). El orden democrático ha facilitado que lideres asumieran el poder, para después iniciar un proceso de transformación y recorte de las libertades, el papel del parlamento y del Poder ejecutivo, interferencias en el Poder Judicial y medidas para la perpetuación de los líderes, sin necesidad de ser regularmente refrendados en elecciones democráticas, entre otras medidas. Las explicaciones sobre estos deterioros son diversas, desde las expuestas en los anteriores puntos, hasta la hipótesis de que las democracias “están muriendo por causas de su propio éxito”. En este sentido, se ha sugerido que las democracias liberales han facilitado la inclinación y la diseminación de la política posfactual, al defender la pluralidad del conocimiento, puesto que este tipo de regímenes liberales están abiertos no solo a la verdad sino también a la duda. Esta nueva situación ha facilitado que los instrumentos democráticos de debate, como la duda, o la controversia, y su propia institucionalización, puedan caer en manos de gobiernos no democráticos o autoritarios, por medios democráticos como se está demostrando.
Tercero. Una profunda transformación de lo que habitualmente se ha considerado como lo político, hacia un tipo de sociedad contingente. El supuesto que mantenemos viene a ser el que está teniendo lugar en la transición de la sociedad política hacia una sociedad contingente siendo su causa no una supuesta crisis de la democracia liberal, sino que es precisamente al contrario, la crisis de este tipo de democracia es una de sus consecuencias. Esto se debe a tres motivos: i) una amplia frustración de las expectativas por parte da ciudadanía, básicamente de los trabajadores industriales (y también rurales) que han perdido sus empleos o sus salarios, o ambos a la vez, y de las clases medias urbanas, y causada por unas decisiones vinculadas al riesgo; ii) la falta de transparencia en las decisiones al no haber sido dialogadas, no ha permitido que fueran cuestionadas o revertidas; iii) la instrumentalización por parte de los agentes políticos de la participación ciudadana. El conjunto de estos fenómenos ha conducido a la transformación de lo que se han entendido como político para una situación en la que no existen verdades o alternativas únicas (Pont-Vidal, 2021).
La posverdad, incluye una ruptura de la confianza de la sociedad y de sus instituciones en cuyo centro están los medios de comunicación (y conglomerados empresariales), aunque también los centros estratégicos de difusión de desinformación (por medio de informaciones falsas y no contrastadas), información manipulada, fake news, o centros creados o instrumentalizados por el poder político. Los medios de comunicación de masas transmiten informaciones que son aceptadas como una verdad de unos hechos o fenómenos, aunque en realidad se trata, a menudo, de formas confusas y previamente seleccionadas y manipuladas de conocimiento, creadas por quienes supuestamente poseen este conocimiento y, con ello, con la confianza de la opinión pública. Ambos casos han aparecido en Brasil. Si la contingencia significa que nada sucede por acaso, sino porque tenía que suceder, dejando abierto el futuro, la era de la posverdad aparece como un desafío, y un peligro resultado del conjunto de fenómenos sociales expuestos. El riesgo que comporta la contingencia se multiplica al estar sujeto al caos proveniente de la posverdad.
El conocimiento académico ha sido un argumento central durante el debate del Brexit y durante el primer año de la administración del expresidente norteamericano Donald Trump, y el conocimiento científico ha sido fundamental en el periodo de la pandemia de Covid-19. Mientras que el sistema jurídico ha buscado los instrumentos legales de limitar la producción y diseminación de noticias falsas, los científicos han procurado desenmascarar fake news y noticias e indicaciones falsas provenientes ambas de los movimientos populistas y a defender la ciencia y sus verificaciones empíricas. En este escenario, la sociedad civil, el público en el lenguaje sistémico, es la fuerza o ámbito que posee la capacidad comunicativa democrática para responder y combatir la política posfactual.
3.1 Poder democrático versus poder no democrático como medio
Los trágicos impactos de la pandemia y su gobernanza, también han servido para que el poder político hiciera uso masivo de la posverdad y de los medios de manipulación organizados por las élites en el poder en la mayoría de democracias y en los regímenes autoritarios. El inicio de la pandemia es un ejemplo, de la narrativa engañosa sobre los hechos4. Su inicio, en la ciudad china de Wuhan fue deliberadamente silenciado por la burocracia y la opacidad de las élites gobernantes del Partido Comunista Chino. No solo una de las primeras víctimas fue el doctor Li Wenliang (6 de febrero de 2020) que llamo la atención sobre el nuevo virus, y que el sistema autocrático del gobierno chines se ocupó de desacreditarlo como médico crítico, y considerarlo como un “enemigo público” e investigado por infundir "falsos boatos"5, sino que el uso de estrategias de crear desinformación, fueron utilizadas masivamente6. A mediados de marzo de 2020, un periódico chino anunciaba en su titular principal: “Hopes for coronavirus vaccine rise after Chinese scientists find infected monkeys developed immunity”7, en el que se aseguraba “haber desarrollado una vacuna contra el Covid-19”. Los sorprendente, es que solo cinco semanas después de la primera muerte en el país, las primeras vacunas desarrolladas ya estaban siendo aplicadas. Inevitablemente surgen preguntas: ¿cómo se explica que el mes de marzo del 2020, China ya tuviera una vacuna disponible en esta fecha? Es evidente que surgen más preguntas relacionadas con el interés de ocultar, o desviar la atención de cuestiones fundamentales para la lucha contra la pandemia, como: ¿porque ha tardado un año para que la OMS pudiese viajar, y realizar la observación sobre el origen del virus en la ciudad de Wuhan? Frente a estas dudas, la OMS ha dejado abiertas todas las hipótesis8. Otros factores vinculados con comunicaciones e informaciones poco claras contingentes contribuyeron para su expansión en el planeta.
En las democracias occidentales en el sistema político-administrativo, y en el Poder ejecutivo en particular, es el lugar donde se han producido mayores cantidades de comunicaciones e informaciones, y también como consecuencia, donde estas comunicaciones e informaciones han sido en mayor medida instrumentalizadas por los gobiernos, o partidos en el poder, y los partidos en la oposición. En esta situación de decretos y medidas de alarma, que han permitido operaciones excepcionales en este sistema, la lógica observacional circular, a diferencia de la lógica lineal habitual, permite el análisis de fenómenos de este tipo, a partir de la correspondencia entre las causas, los efectos, y otras causas producidas por estos efectos.
En el sistema científico, la verdad es un medio de comunicación simbólicamente generalizado, o sea, un medio que asegura mayores posibilidades de éxito en la comunicación por parte del receptor. En la política el problema es más complejo, puesto que el medio es el poder y su consecución o mantenimiento por diversos medios. La comunicación política, en lugar de promover un mayor grado de integración en la sociedad, induce a la desintegración precisamente del sistema, con implicaciones en la totalidad de los sistemas que componen la sociedad. Para que el sistema político asuma formas de comunicación integradoras debe renunciar a cualquier tipo de información, narrativa falsa o engañosa, o fake news. La historia de la política reciente muestra lo contrario por medio de dos estrategias. Por un lado, se trata de una de las causas del colapso del propio sistema político por medio de la creación de comunicaciones abruptas (revolucionarias) o por medio de comunicaciones democráticas normativizadas, para luego, una vez conseguido el poder, transformar los códigos e introducir irritaciones o comunicaciones destructivas sobre lo que es “realmente verdadero”, y aquello que es “emitido como verdadero”. Esta diferencia se manifiesta entre diferentes grupos, organizaciones y, en particular, entre los detentores del poder y los no detentores del poder. Por otro lado, la observación del medio por el sistema, lleva necesariamente a la formación de valores del entorno, formándose así los códigos binarios del sistema, en los que se excluye a terceros valores.
La pregunta aquí es, si la misma democracia liberal y sus instrumentos y capacidades también abren un espacio no solo para a verdad, sino que, en vista de desarrollos políticos recientes, también es utilizada precisamente para una estrategia contraria, la de diseminar la posverdad.
3.2 Comunicación e información entre gobierno y movimiento social
A partir del supuesto sobre el vínculo comunicativo entre el sistema político-administrativo representado por la fuerza política en el poder, y las fuerzas y movimientos sociopolíticos de su entorno, delineamos un primer supuesto. Su argumento viene a ser sobre la existencia de un vínculo en el que el sistema, el gobierno o el Poder ejecutivo (en algunos casos presentado directamente por el presidente), las comunicaciones que emite en forma de fake news, no representan sólo los intereses de manipulación de la verdad del Poder ejecutivo, sino que son un vínculo de retroalimentación con un movimiento sociopolítico populista ya existente.
En estos componentes tienen lugar una serie de selecciones mediante “distinciones propias”, es decir, la existencia de procesos de autoselección de comunicaciones (mensajes, lemas, campañas, acciones de movilización) y en las que su mantenimiento, la información, es contingente, al estar siempre abierta a nuevas posibilidades. La información constituye una distinción, o diferencia, que puede transformar el estado de un sistema. En la óptica sistémica autorreferencial, para que exista comunicación debe existir una relación recíproca entre el alter y el ego. En este plano abstracto, puede darse que el alter realice una sentencia –que por sí ya es una selección pues excluye otras posibilidades-, y represente una comunicación, mientras que el ego no reaccione de alguna forma. En este caso actúan como un ego, de un alter, representado aquí el alter por un movimiento sociopolítico externo al gobierno. De la expectativa entre el ego y alter, emerge la doble contingencia, o sea, en la que el ego (el movimiento sociopolítico) puede observar la conducta de justificación del alter (el Poder ejecutivo), pero no la distinción que el ego realizó en la selección previa a la información. El alter y el ego (en la doble contingencia que se establece entre estos) son a la vez receptores y emisores simultáneos, aunque en este caso el alter, en su situación del poder político ejecutivo y con los medios a su disposición emite un tipo de información manipulada previamente. El no informar correctamente sobre el alcance e impactos de la pandemia, ya indica una selección previa con la expectativa de minimizar la situación sobre la gobernanza sanitaria del país. También el notificar “el número de fallecidos aumentó en el 20 por ciento”, por parte del sistema medios de comunicación, ya indica un contenido selectivo previo, con una expectativa de que las personas (el entorno) mantengan el lock down voluntario, o que se destinen más medios en el sistema.
El movimiento que definimos como sistema movimiento sociopolítico de apoyo, no constituye solo un entorno difuso del sistema político-administrativo, sin que a partir de sus operaciones internas y su composición constituye en un sistema autónomo, y por lo tanto autorreferencial. El movimiento, en el ejemplo de Brasil y su presidente Jair Bolsonaro, está formado por diversos colectivos (formado por sectores de las clases medias urbanas, militares, cuerpos de seguridad, profesionales, productores rurales) que opera con los códigos “negacionismo” versus “intervención activa en la pandemia”, o “instaurar una autoridad autocrática” versus “mantener una autoridad democrática”.
En el sistema movimiento sociopolítico de apoyo, las comunicaciones se traducen en manifestaciones, concentraciones públicas (a pesar de estar prohibidas durante la pandemia) y propuestas un cambio político-institucional abrupto del funcionamiento democrático del sistema político por medio incluso de una ruptura institucional. Las comunicaciones, en sus tres selecciones (información, darla a conocer y entenderla), otorgan énfasis al receptor, en este caso al gobierno, representado por su presidente, aunque también el resto de la ciudadanía. Cada uno de estos tres componentes posee un “acontecimiento contingente”, o sea, una toma de decisiones entre múltiples posibilidades. El mensaje emitido por sectores radicales del movimiento, “Golpe ya”, no es solo un deseo, sino que atenta directamente a la legalidad constitucional del país, y al sistema jurídico, mientras que el mensaje “militares al poder” dirige directamente un llamamiento al sistema de seguridad nacional (Fuerzas Armadas) y con ello interpela –“interpenetra”, en el lenguaje luhmanniano- directamente a otro sistema. En el proceso de comunicación, los tres componentes adquieren su propio significado por medio de la síntesis selectiva, con lo que cada uno de ellos asume la reducción de complejidad realizada por los dos restantes. Así pues, cada una de estas selecciones pone a disposición su propia complejidad reducida a la otra selección, configurando una unidad a partir de la diferencia.
La comunicación no transmite información sino producción de información. En textos posteriores amplía las selecciones de una comunicación, al configurarla con sus componentes de manera más detallada con la idea de doble contingencia. No obstante, puede darse el caso –no contemplado en la formulación inicial sistémica- en que el emisor no es solo un actor político (el presidente, o el Poder ejecutivo) que se presenta al resto de la sociedad, sino que representa el sentimiento de un importante porcentaje de la población, con lo que el receptor, su entorno, además del conjunto de población brasileña, forma parte del mismo discurso, con lo que emisor y receptor constituyen una configuración de doble contingencia. En Brasil, Jair Bolsonaro, por ejemplo, fue elegido por 57,8 millones de votos que representaron el 55,54 por ciento total de votos en la segunda vuelta de las elecciones en el año 2018. Es evidente que solo una pequeña parte de los votantes formarían parte del movimiento sociopolítico de apoyo9.
En esta situación, el ego y el alter, no son dos actores diferenciados, sino el mismo actor. El entorno del movimiento es el mismo sistema que representa, o sea, un sistema que denominamos como “sistema movimiento sociopolítico apoyador”. El emisor y el receptor son los mismos, de modo que se ejerce un tipo de operación autorreferencial. La hipótesis es posible corroborarla empíricamente por medio de los seguidores registrados.
El esbozo que proponemos de comunicación estratégica desfigurada, contempla la existencia en un mismo nivel entre emisor y receptor, al poder tratarse como un sistema no solo comunicativo sino también como un movimiento sociopolítico. Como sistema político y como sistema comunicativo, el objetivo final es repetir las expectativas del propio movimiento de seguidores, y crear confusión, ya sea en el entorno social del sistema emisor, a otros subsistemas y sus entornos. Con ello, se muestra que las comunicaciones emitidas por el sistema político están estrictamente vinculadas con la organización de este sistema en la búsqueda de resultados, y en que el sistema superpuesto, en este caso el movimiento sociopolítico posee una retroalimentación con el poder ejecutivo. Este fenómeno es posible observarlo con claridad entre el movimiento que asaltó el Capitolio el 6 de enero de 2021 en Washington y el ex presidente Donald Trump, o el movimiento sociopolítico y religioso de apoyo al presidente del Brasil Jair Bolsonaro (Ghirotto, et al., 2022).
En la perspectiva autorreferencial, viene ser la capacidad de un sistema contingente para crear por sí mismo, potencialidades internas que puedan ser colocadas en práctica. Al tratarse de un fenómeno momentáneo de corta duración y nuevo, siempre crea contenidos nuevos de sentido, mediante un proceso, mientras que el sistema movimiento político prevalece (Figura 1).
Figura 1
4. COMUNICACIÓN ESTRATÉGICA DISTORSIONADA
La idea de comunicación estratégicamente distorsionada adquiere una connotación inicial al término esbozado por Bruno Latour entre “hecho” y “valores” en los principios de la ciencia y en la dicotomía de Hannah Arendt (1972) entre “falsedad deliberada” y “mentira”. El esbozo de “falsedad deliberada” trata de hechos contingentes, o sea, de asuntos que no tienen una verdad inherente dentro de sí mismos, ni necesidad de ser como son. Son simplemente creados con la finalidad de crear desinformación.
Un sistema de comunicación puede coincidir con un sistema que denominamos movimiento político. Dada la extensión de la pandemia y la amplitud de actores, intereses, decisiones y propuestas vinculadas habitualmente asimétricamente contrapuestas no ha sido extraña la aparición de comunicaciones intencionales erróneas, distorsionadas, o fake news (en Brasil, gestionadas por el “gabinete del odio”, o “milicia digital”10). Con este tipo de comunicación, no se trata sólo de desinformaciones o informaciones falsas, sino de emitir informaciones con el objetivo de crear, no solo dudas, sino informaciones falsas como posibles verdades, políticamente orientadas con objetivos claros de desprestigiar, al contrario. Los objetivos son múltiples, pues además de desacreditar al contrincante político, se crea confusión al sistema político democrático. Simultáneamente, con esta estrategia la ciudadanía, asume una actitud de incredibilidad en los medios de comunicación, de orientarla políticamente para fines concretos, crea opinión favorable al poder instituido, e impulsar cambios en las operaciones autorreferenciales de los sistemas o ámbito de interés. El fenómeno de influenciar la opinión de la ciudadanía ha sido favorecido la disponibilidad de mayor tiempo en los hogares, en el que las personas han aumentado el tiempo dedicado a un mayor consumo de televisión.
5. EN FORMA DE CONCLUSIONES: LA POSVERDAD COMO DISTORSIÓN DE LA DEMOCRACIA
La posverdad y la narrativa engañosa sobre los hechos emergen como un factor y fenómeno inseparable del poder político. El contexto de elevada complejidad de las sociedades actuales y de la contingencia favorece y posibilita este tipo de comunicaciones y discursos, cuyo riesgo está en la destrucción definitiva en la democracia liberal. La posverdad en el sistema político es su irracionalidad, y muestra que su aparente racionalidad, se basa en una irracionalidad previa por medio de las narrativas engañosas.
La posverdad no surge solo del poder presidencial o del gobierno, sino que está vinculada a amplios movimientos sociopolíticos populistas y extremistas de derechas, con un extenso apoyo social. En las democracias occidentales estas narrativas están asociadas a movimientos sociopolíticos: Trump en los Estados Unidos (y el movimiento anti-establishment), Bolsonaro en Brasil (movimiento negacionista y golpista) (NTN24.América Latina, 2020), Victor Orban en Hungría (Fidesz, Unión Cívica Húngara), aunque pueden extenderse a otros países como Rusia, Turquía o China. El núcleo operativo y movilizador de estos movimientos actúa como un contrapoder que alimenta y se retroalimenta de comunicaciones e informaciones con códigos distorsionadores de la democracia liberal, y con comunicaciones e informaciones falsas emitidas por el poder ejecutivo. En el esbozo que se delinea se configuran tres sistemas estrechamente vinculados: sistema político (representado por el Poder ejecutivo), el sistema comunicación instrumentalizada y el sistema movimiento sociopolítico. El sistema político coincide de sus códigos secundarios con el sistema de comunicaciones instrumentalizadas, mientras que el sistema sociopolítico actúa como el ego del sistema político, aquí representa el alter, en el que por medio de la doble contingencia coinciden los códigos de apoyo mutuo. En este sentido, el dirigente del movimiento no es un líder, sino simplemente un producto de este.
Las comunicaciones e informaciones emitidas por estos movimientos, no surgen solo como debilitamiento de la democracia liberal, sino como consecuencia de la transmutación de los códigos de los respectivos sistemas. La contingencia, ofrece también posibilidades abiertas para el futuro, en las que el mantenimiento de la independencia de los otros sistemas funcionales (jurídico, económico, seguridad nacional) podrá evitar la transformación de la democracia en alocracia.
6. REFERENCIAS
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BBC News. Como la censura del gobierno chino creo barreras de información sobre el coronavirus, 13 febrero 2021.
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THE SOUTH CHINA MORNING POST, 16 marzo 2020.
Notas
1
Esto se ha acentuado en países en los que ya existía una desconfianza hacia los gobiernos, según la agencia de desarrollo de las Naciones Unidas para América Latina: “En promedio sólo el 59 % de la información que está en las redes sociales en América Latina es verificada o es confiable y hay grandes diferencias. Según Noticias ONU. “Mientras que en países como Argentina y Jamaica casi el 80% de las noticias se consideran fiables, en países como Venezuela y Perú esta proporción cae a un asombroso 25% o menos”.
2
Se han consultado: Reporteros sin Fronteras, The Intercept Brasil, Global Times (órgano del gobierno chino), Russian Today (órgano del gobierno ruso), El País, Alliance for Securing Democracy, Local Democracy Reporting Service (LDRS-BBC),
EEAS Special report update: short assessment of narratives and disinformation around the covid-19 pandemic covid-19 Disinformation
3
En el Día Mundial contra la Cibercensura (2020) se denuncian como centros de desinformación creados por el poder: los “ejércitos de troles del Kremlin”, equipos pagados por el poder en Argelia para supervisar las redes sociales y desacreditar a periodistas, el Consejo Supremo del Ciberespacio (Irán), la Administración del Ciberespacio en China el Consejo Supremo de Regulación de los Medios (Egipto), la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel) en Venezuela, y el llamado “gabinete del odio” de miembros del círculo del presidente brasileño.
5
BBC News. Covid-19: Como la censura del gobierno chino creó barreras de información sobre el coronavirus, 30 diciembre 2020.
BBC News. Coronavirus: muerte de médico que fue tentado a alertar sobre virus causa revueltas y protestas en China, 7 febrero 2020.
6
BBC News. Como la censura del gobierno chino creo barreras de información sobre el coronavirus, Coronavirus: lo que se sabe de la misión de la OMS en Wuhan para investigar el origen de la pandemia, 30 diciembre 2020.
7
The South China Morning Post, 16 marzo 2020.
9
Según una prospectiva empírica realizada por una consultora (Bitas, 2020), Bolsonaro fue, en el año 2020, el cuarto líder mundial con mayor número de seguidores en las redes (conjunto de Facebook, Twitter, Instagram, Youtube), con 27,1 millones de seguidores (por detrás de Narendra Modi, Donald Trump y Recep Erdogan), y con 27 millones de archivos indexados y 215 millones de curtidas registradas.
Notas de autor
josevidal@ufpa.br
Vol. 7
Num.
Año. 2021
CREACIÓN DE DESINFORMACIÓN Y SISTEMA POLÍTICO DURANTE LA PANDEMIA DE COVID-19. UN ESBOZO CONCEPTUAL
Josep Vidal Pont Vidal
Universidade Federal do Pará
Nota de copyright
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