Los datos de carácter personal son un elemento recurrente en Internet. La gran mayoría de sitios web y proveedores de servicios online han adoptado términos y condiciones relativos a la privacidad de sus usuarios. Desde el mundo del derecho la materia ha estado sujeta a un gran desarrollo normativo. Muestra de ello ha sido la aprobación del Reglamento de la UE 2016/679 del Parlamento y del Consejo de 27 de abril de 2016 relativo a la protección de las personas físicas en lo que respecta al tratamiento de datos personales y a la libre circulación de estos datos, además de normativa interna de la gran mayoría de Estado miembros y un fructífero desarrollo doctrinal. Privacidad es poder: datos, vigilancia y libertad en la era digital nos recuerda la importancia de la privacidad. En esta obra Carissa Véliz, profesora asociada de filosofía y ética en la Universidad de Oxford, destaca el poder de influencia que se puede ejercer mediante el tratamiento de datos privados, señalando su impacto en el mantenimiento de sistemas democráticos de cuyos ciudadanos puedan predicarse las notas de libertad y autonomía.
Con el nacimiento de la era digital, los individuos se han acostumbrado a verter cientos de datos a la Red. Fotos, conversaciones, gustos, aficiones... quedan plasmados en Internet. Grandes multinacionales, como Google o Facebook, utilizan esta información para alimentar un lucrativo sector: la publicidad. Antiguamente, los publicistas tenían que imaginar a sus potenciales clientes. Con la llegada de Internet y la venta de datos personales, los anuncios pueden personalizarse, dirigiéndose a perfiles que encajen con el producto que se pretende vender. El libro, en sus seis capítulos, realiza un viaje sobre la privacidad y los datos personales. Comienza poniendo de manifiesto la ingente información que cedemos y el problema que esto supone para finalizar aportando algunas soluciones. Un simple gesto como poner la alarma en el móvil ofrece datos sobre los ciclos de sueño. En el coche, cuando nos comunicamos con nuestro asistente de voz, cuando utilizamos nuestra smart TV... todas estas acciones se traducen en datos de carácter personal.
La causa de esta situación es múltiple. Por una parte, empresas como Facebook han descubierto que la compraventa de datos personales es altamente lucrativa. Además, estas compañías fomentan el descrédito de la privacidad. Como destaca la autora “las compañías también quieren que piense que tratar tus datos como si fueran una mercancía es necesario para el funcionamiento de la tecnología” (p. 75). Por otra parte, la acción de los gobiernos no ha sido del todo contundente. Esto se debe a que la recopilación y análisis del Big Data favorece la labor de organismos como la NSA –National Security Agency – o del FBI – Federal Bureu of Investigation –.
Véliz señala que la privacidad es poder y que “la privacidad importa porque da poder a la ciudadanía” (p. 14). “El poder de pronosticar e influir que se deriva de los datos personales es el poder por antonomasia en la era digital” (p. 67). Las grandes compañías tecnológicas ejercen dos tipos de poder: un poder duro y un poder suave. Un ejemplo de poder duro sería el descubierto por la Assosiated Press en el año 2018 relativo al almacenamiento por parte de Google de datos relativos a la ubicación de sus usuarios aun cuando la opción de localización estaba apagada. El poder suave es la capacidad de influencia y manipulación. Un ejemplo de ello es la idea generalizada de que la cesión de datos es necesaria para el progreso de la tecnología.
También se deja patente la importancia que tiene la privacidad en la autonomía y libertad de las personas. Debe tenerse en cuenta que “todo el mundo es vulnerable a la manipulación porque nadie tiene un acceso sin intermediarios a la información” (p. 97). Esto tiene un reflejo tanto individual, como colectivo. Así “la privacidad es tan colectiva como personal” (p. 91) como ya señalaba la autora en un artículo anterior (2019) Privacy is a collective concern, New Statesman. Casos como el de Cambridge Analiytica muestran la capacidad de manipulación que se puede ejercer con el control de datos. Mediante la creación de perfiles de potenciales votantes se pueden radicalizar diferentes estratos políticos, como refleja el caso del Brexit o diversas campañas. Además de que “la ausencia de privacidad también daña a la sociedad cuando se usan datos personales con el propósito de adaptar los bulos y la propaganda a cada individuo” (p. 97).
La autora no sólo explica la situación actual y como se ha llegado a ella, sino que también plantea posibles soluciones. La primera propuesta consiste en prohibir los anuncios personalizados. Véliz destaca que “uno de los peligros más graves de la publicidad personalizada ... es la posibilidad de que corroa los procesos políticos” (p. 141) además de “fragmentar y polarizar el espacio público” (p. 146). La segunda de las soluciones es prohibir el comercio de datos personales. Los brókeres de datos se dedican a comprar datos para elaborar perfiles de usuario que posteriormente venden a todo tipo de entidades, desde bancos hasta páginas de citas, para potenciar la efectividad de sus campañas publicitarias. Esto no significa prohibir la venta de cualquier tipo de dato, sino prohibir la venta de datos con carácter personal. “La combinación correcta es tener <datos públicos abiertos> y <datos privados protegidos>” (p. 152). Impedir el almacenamiento automático de datos y mejorar los estándares de ciberseguridad son otra de las claves.
Por último aborda diversas medidas que pueden tomar los ciudadanos en la era digital tal y como se configura en la actualidad para evitar que su privacidad sea vulnerada. Todo pasa por tener una actitud más respetuosa respecto a la privacidad propia y de terceros, en actos como rechazar las cookies al acceder a un sitio web. La elección de proveedores de servicios en línea, como dispositivos, buscadores o correos electrónicos que sean respetuosos con el tratamiento de datos personales, así como la utilización de servicios de ofuscación de datos, como vpn, son un ejemplo de estas medidas.
Se trata de un libro dirigido al gran público, aunque especialistas y técnicos en la materia también encontrarán interesantes sus razonamientos. Difícil en cuanto a la espinosa temática abordada, Privacidad es poder: datos, vigilancia y libertad en la era digital es un libro necesario para resaltar la importancia de nuestra privacidad, no solo desde un punto de vista individual, sino colectivo. El tratamiento de los datos de carácter personal tiene una influencia capital en la configuración de los sistemas democráticos actuales y deberían tomarse una serie de medidas para paliar la manipulación que pueda ejercerse sobre la ciudadanía gracias a su utilización.