Desde el título, este libro se adivina como una alarma y una crítica ante el mundo generado (y la vida gestionada) por la informática, la robótica, la nanotecnología, internet, las redes sociales, los video juegos, etc. Desde las primeras páginas, en la “Introducción” (pp. 9-19), su autor, César Antonio Molina, no cesa de deslizar dudas y lanzar preguntas, para las cuales dice carecer de respuesta y parece que promete, en adelante, contentarse con plantearlas y dejarlas abiertas. No va a ser así, pues en los 27 capítulos siguientes, las dudas y las preguntas irán acompañadas de aseveraciones y respuestas, no solo propias, de cariz exploratorio y tenor contestatario.
La fisonomía, y la solidez, de este libro vienen dados por el perfil intelectual y la trayectoria biográfica de su autor, Cesar Antonio Molina: ensayista-pensador, gestor y creador cultural (eminentemente, poeta), periodista. Estas tres facetas poseen, en este ensayo, un marcado componente filosófico. En sus análisis, comentarios y reflexiones, Molina echa mano, una y otra vez, de la filosofía: de la clásica o académica, de la que circula en los medios masivos y de la que permea la cultura occidental. Hasta el punto de que esta indagación sobre el futuro (pero también, y mucho, sobre el presente y no poco acerca del pasado) constituye, ante todo, un ensayo filosófico, una pieza de filosofía. El autor, recurriendo a esa triple fuente del pensamiento filosófico (la academia, los medios y la cultura), ejerce como filósofo, exactamente como filósofo-periodista o como filósofo-cultural, en suma, como filósofo en y para la opinión y el espacio públicos.
Pueden darnos una idea, acerca del contenido de este libro, de la temática y la naturaleza de la indagación-inquisición practicada, los enunciados de sus 27 capítulos, que proporcionan como una especie de cuadro espectrográfico:
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1. ¿Es éste ya nuestro mundo? (pp. 21-35).
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2. ¿Cómo convertirnos en centauros tecnológicos? (pp. 36-54).
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3. Los graves peligros del transhumanismo (pp. 55-58).
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4. ¿Sobreviviremos a Internet y a la inteligencia artificial? (pp. 59-79).
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5. Cuando la ciencia se separó de la filosofía (pp. 80-88).
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6. Los orígenes del negacionismo científico (pp. 89-111).
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7. Ni ciencia ni negacionismo (pp. 112-128).
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8. Cuando la tecnología supere a la biología humana (pp. 129-169).
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9. El ser humano como materia prima (pp. 170-188).
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10. ¿Aún vale para algo la metafísica? (pp. 189-196).
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11. Morir antes del transhumanismo inmortal (pp. 197-214).
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12. Pódcast: el archivo de los pesimistas (pp. 215-222).
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13. Ateos con Dios (pp. 223-234).
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14. Tortura, tecnología y democracia (pp. 235-244).
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15. La tragedia de las utopías redentoras (pp. 245-259).
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16. Artesanía tecnológica (pp. 260-268).
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17. Creación frente a mercantilización, y los NFT (Non Fungible Token) (pp. 269-274).
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18. La medicina antes de la nanotecnología (pp. 275-288).
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19. Cuando don Quijote fue pionero del transhumanismo (pp. 289-298).
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20. Antídotos frente a la arrogancia científica, económica y tecnológica (pp. 299-302).
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21. Los animales, ciudadanos como nosotros, y sus miedos por la posibilidad de ser sustituidos por los robots (pp. 303-306).
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22. ¿Cómo salvar a la humanidad del mal? (pp. 307-325).
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23. De la seducción individual a la masificación industrial (pp. 326-328).
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24. Nosotros, los fósiles del futuro. El metaverso, los avatares y la sociedad virtual (pp. 329-333).
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25. Del glosarnos en silencio a la soledad de Facebook, Google Libros, Open Library y el Chat GPT (pp. 334-342).
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26. Últimas noticias sobre los humanos (pp. 343-357).
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27. Por los retretes exiliados del mundo futuro de la inteligencia artificial, los algoritmos y la robótica (pp. 358-363).
Si quisiésemos hacer una síntesis apretada, diríamos que el núcleo, como un centro móvil, de estas páginas reside en el transhumanismo, examinado no solo stricto sensu sino como resultante o simple acompañante de las múltiples y complejas transformaciones que, en nuestro mundo y nuestra vida, están introduciendo la informática, la robótica, la nanotecnología, internet, las redes sociales, las biotecnologías y similares, que parecen estar dejando atrás, como un objeto del pasado, lo humano, por lo menos tal y como lo conocíamos, y experimentábamos, hasta hace poco. Al hilo de numerosas lecturas de apologetas y críticos (apocalípticos quizá, como diría Eco), Molina hilvana sus propias reflexiones acerca del futuro, mas también del pasado y sobre todo del presente, de lo humano y los humanos, sin olvidar los animales y, en general, la naturaleza.
Con relación al futuro, se muestra escéptico y cauto acerca de las promesas del transhumanismo, como, paradigmáticamente, la singularidad de Kurzweil. Y alerta sobre las amenazas, sumando su voz a la de otros, que hablan en términos científicos, como Damasio, o sociales, como Zuboff. Sin atender demasiado a prospecciones (que con frecuencia pone entre interrogaciones), Molina examina qué significa, o significaría, la mejora cognitiva, actitudinal y relacional del individuo, la singularidad transhumanista, y la sociedad, también mejorada, una sociedad consecuente o, infelizmente quizá solo, adyacente a tales sujetos. Sin embargo, en lo que verdaderamente se detiene es en cómo (nos) afectan esas cuestiones “entre tanto”, i.e., mientras ese transhumano y su transmundo no llegan, pero si se insinúan y se inmiscuyen en lo cotidiano y lo próximo (nuestros).
Acerca del presente, el “entre tanto”, pivote de la meditación, nuestro autor insiste, en varios capítulos, en la brecha individual y social que se abre y agranda con las implantaciones tecnológicas contemporáneas.
La brecha social es el incremento de la desigualdad, entre los individuos, las clases, las poblaciones y, en general, en el planeta. En otras palabras, en primer lugar, el aumento, hasta la esclavitud, de la explotación económica, empobrecimiento generalizado y enriquecimiento (más aún) en beneficio de unos pocos; en segundo lugar, endurecimiento, hasta el totalitarismo, de la dominación política, vigilancia y control (incluida la dirección de la conducta) de todo y de casi todos, otra vez en manos de unos pocos; en tercer lugar, intensificación de la alienación cultural, manipulación hasta la aniquilación de la identidad, excepto en formas gregarias-masivas, al servicio de algunas singularidades. En el plano político, que lo condiciona todo, Molina subraya los peligros para la democracia, las libertades y los derechos, que exigen una respuesta decidida y coordinada de los Estados ante las grandes corporaciones que, en más de una ocasión, valga la expresión (y no paradoja) son individuos singulares.
Si toda esta mutación representa una catástrofe para Occidente (es decir, para el primer mundo desarrollado y democrático), significa una hecatombe para el resto de la humanidad y, muy probablemente, para los otros animales y la naturaleza. ¿No serán substituidos los animales, comenzando por los domesticados, por robots? ¿La chatarra nesciente, y quizá la inteligente, no agravará el deterioro ecológico? ¿Y las guerras: qué traerá la inteligencia artificial y demás artilugios aplicados a mejorar la violencia?
Por lo que respecta al individuo, antes dijimos brecha para caracterizar las reflexiones de nuestro autor. Sin embargo, su meditación resulta mejor expresada hablando de grieta, sin fondo (por lo menos, sin fondo visible) o con un suelo tenebroso, en el plano individual. Desde siempre, al individuo, la sociedad que lo conforma, le escamotea su identidad y, antes, su entidad de sujeto. Como recuerda Molina, el espacio privado y el espacio público, con las experiencias que ambos posibilitan para los individuos, son conquistas recientes, modernas. Espacios amenazados, invadidos y colonizados, de continuo, por simulacros orquestados por los más diversos poderes. Con frecuencia, y en gran medida, la interacción humana se ve reducida a un teatro de marionetas, … que, en el futuro, carecerán de hilos, pues las marionetas serán autómatas y semi-autómatas que ejercitarán sus pasos, su ballet, por sí mismos. Entre tanto, la alianza de las tecnologías de la información y la comunicación, con la dejación en manos de las fuerzas del mercado de los ámbitos de la educación y la cultura, (nos) está llevando a un mundo en el que todo son objetos, en el cual los sujetos son objetos, sin capacidad de autonomía, no solo en las relaciones con los otros, sino en las relaciones consigo mismos.
Donde Molina realiza la mayor inmersión en la filosofía es al tratar de los aspectos más peliagudos del “entre tanto”, la existencia y la muerte, así como en los antecedentes de la tecnociencia generalizada y globalizada, el nacimiento de la ciencia y los orígenes del negacionismo. Las promesas transhumanistas de alargamiento de la vida e, incluso, eliminación de la muerte, mientras no llegan a realizarse y se permanece a la espera congelando cadáveres o cabezas, llevan a preguntarse por el sentido, hic et nunc, de la existencia y la actitud ante la, de momento ineludible, muerte. Estas preguntas surgen con intensidad e insistencia redobladas por el retroceso de la religión, mortalmente amenazada por las promesas transhumanistas, pero, ya sin ellas, en retirada con el progreso de la Ilustración y el Positivismo, i.e., la extensión hasta la generalización de la educación y la cultura, sustentadas en la racionalidad científica y la autonomía moral. Molina revisita pensamientos clásicos (de Epicuro a Heidegger) y contemporáneos (como Schumacher y Vattimo) que lidian con la muerte, la finitud, el sinsentido y el nihilismo. E insiste, nuestro autor, en, a pesar de los pesares, batallar con (y no contra) el espíritu, la trascendencia y la metafísica, sin que esto signifique necesariamente una salida de la increencia y de ninguna manera un retorno a la credulidad.
La cata y cala en la filosofía es también singularmente importante al versar acerca del nacimiento de la ciencia y los orígenes del negacionismo, revisitando los pensamientos de Bacon, Descartes y Galileo, entre otros. Como revisión de la antítesis cientificismo-negacionismo, resulta de particular interés, y brillante, el capítulo sobre la ciencia en España, y el pensamiento español, desde el siglo XVIII al XX. No es una excepción, porque en este libro, encontramos otros excursos notables, por la literatura y el cine. Por ejemplo, la meditación con Don Quijote y el recorrido con Handke.
Un detalle colateral, pero en nuestra opinión significativo. Cuando Molina examina el libro, monumental, La singularidad está cerca, de Kurzweil, repara en la cantidad de personas, que, como rubrica el autor, intervinieron como asesores y apoyo en la confección del libro, así como en la elaboración de la bibliografía. Constituye, para Molina, y así lo destaca, una muestra de otra cultura filosófica y científica, en la cual un libro no es el producto del trabajo de un autor, aunque también, sino el fruto de la colaboración de equipos, empresas e instituciones.
Tras unos últimos capítulos, en los cuales la meditación ya extensa y prolija se va renovando, alargando y proyectando en múltiples invitaciones a la reflexión y la intervención, Molina concluye ofreciendo una “bibliografía” (pp. 365-381), detallada por capítulos, consignando las principales referencias de las temáticas abordadas. Recordamos algunos de los nombres más significativos, sin reiterar los ya citados, con los que nuestro autor dialoga capítulo a capítulo: Bom, Adorno, La Mettrie, Comte, Mary Shelley, Sloterdijk, Benatar, Nowotny, Appadurai, Deleuze y Guattari, Comte, Crease, Husserl, Weber, Arendt, Mill, Vico, Abellán, Unamuno, Ortega y Gasset, Asimov, Bostrom, Nietzsche, Wiener, Zizek, Piketty, Skinner, Nancy, Ariès, Habermas, Sartre, Jankélévitch, Adams, Norberg, Elias, Wollstonecraft, Harari, Marx, Ignatieff, Zambrano, Sandel, De Waal, Safransky, Bossi, Marco Aurelio, Cicerón, Kant, Bauman, Narula, Gracián, Valéry, Wenders.
La rúbrica final (Olmeda de las Fuentes, Madrid, 2019-2023, p. 363) nos recuerda que detrás de este ensayo, de este ejercicio enriquecedor de filosofía, de este acto de pensar en público, hay cuatro años de documentación y lectura, de indagación, meditación y elaboración.