El presente trabajo pretende acercarnos al mundo de la alcahuetería en Salamanca a finales del siglo XVI y principios del XVII. A través de los procesos judiciales de carácter criminal, conservados en el Archivo Histórico Diocesano de Salamanca, intentaremos conocer a las personas que desarrollaron este tipo de prácticas, acercarnos a sus formas de proceder, a sus clientes y a los castigos a los que fueron sometidas por la autoridad eclesiástica. Asimismo, trataremos de establecer concomitancias, o las diferencias, entre esas personas y el personaje de La Celestina, uno de los referentes por antonomasia de las mujeres dedicadas a la receptación.
En el contexto de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos (1776-1783), coincidiendo con la entrada de España en el conflicto en junio de 1779, el Almirantazgo inglés reforzó la escuadra de Madrás para defender sus colonias en el Sudeste Asiático, el comercio de la Compañía de las Indias Orientales, (EIC) y combatir la presencia francesa en India. Con la referencia en la memoria de la exitosa toma de Manila de 1762 por una expedición británica, para Francia y España era presumible que los británicos contemplaran un nuevo ataque a Manila. En septiembre de 1778, el gobernador de Filipinas, José Basco y Vargas, tuvo noticia, por el gobernador de la factoría francesa de Pondichery, de que Francia estaba en guerra contra Inglaterra. En previsión de que España no tardaría en entrar en la guerra por el Pacto de Familia, diseñó un cumplido programa defensivo para Cavite y Manila con vistas a un largo asedio, sin dejar nada al azar. Toda la ayuda necesaria: marinos expertos, fragatas, dinero, tropa, pertrechos, pólvora, le llegó desde el virreinato mexicano.
El presente artículo reconstruye, mediante el entrecruzamiento de fondos documentales de archivos españoles y portugueses de variada naturaleza (ministeriales, diplomáticos, consulares, militares, policiales, etc.), la secuencia de llegada a Portugal de liberales españoles entre 1826 y 1828, durante la regencia constitucional de la Infanta Dª Isabel Maria. Asimismo, establece la datación, la localización y la organización de los depósitos creados, que dependen de la Comisión Administrativa de los emigrados españoles, como también el sistema de subsidios abonados. Finalmente, se cuantifica el número y la composición socioprofesional de los refugiados españoles internos en los depósitos, de 1826 a 1828.
Sabemos que las regiones que hoy en día comprenden el País Vasco mantuvieron una posición crucial en la economía marítima castellana en la edad moderna y el comercio portuario fue bidireccional, es decir, los productos circulaban tanto del mar hacia distintas poblaciones del interior como en la dirección contraria. El auge económico vasco a partir de la baja edad media tuvo que ver en parte con el estatus jurídico, administrativo y económico que dinamizó la economía vasca y con la red viaria que vertebraba el comercio terrestre. Además, distintas gamas de productos circulaban de la costa al interior dependiendo de si el mercado regional en el que estaba inmerso el puerto era local o se hallaba relacionado con el interior de la Península Ibérica. En este trabajo, nos centraremos exclusivamente en el estudio del comercio terrestre de los puertos de la costa este de Bizkaia, principalmente de Bermeo, Lekeitio y Ondarroa, que actualmente se sitúan en la comarca de Lea-Artibai y Busturialdea.
La información disponible acerca del gasto de la hacienda real de Castilla, principal soporte financiero de la monarquía española permite cuantificar el volumen del gasto, su estructura y evolución en el siglo XVII. En el momento de mayor impulso de esa trayectoria, durante el reinado de Felipe IV, el gasto anual aumentó en torno al 70% respecto al promedio del reinado anterior. Después de 1640, los gastos se mantuvieron en cotas muy altas, aunque tendieron a declinar, sobre todo después de la Paz de los Pirineos. La caída se aceleró a lo largo del reinado de Carlos II, llegando a las cotas más bajas desde principios de siglo después de 1688 y manteniéndose así hasta los primeros años del reinado de Felipe V, justo antes del comienzo de la Guerra de Sucesión. La estructura del gasto siguió siendo muy simple, aunque el constante predominio de las partidas de guerra y el servicio de la deuda —la cual era resultado de la anterior— fue acompañado en los reinados de Felipe IV y Carlos II por el aumento de los costes financieros, consecuencia inevitable del déficit fiscal, y del gasto de la corte, que era resultado a su vez del peso creciente del patronazgo real en la sociedad de la época.