Núm. 13 (2004), Artículos
Recibido: 03-12-2012
Aceptado: 03-12-2012
Desde mediados del siglo XVIII, el crecimiento de la población rural de la Europa occidental se aceleró. Los efectos del incremento de la presión poblacional sobre la estructura social podían llegar a ser destacables, tal y como se pondrá de manifiesto en este artículo sobre Groningen, un ámbito agrícola de suelos arcillosos que formaba parte de una próspera área de la costa holandesa, donde la agricultura de mercado jugó un decisivo papel en la determinación de su destino ya en el siglo XVIII. En dicho ámbito, el crecimiento de la población fue de la mano de una ligera caída de la productividad del trabajo agrícola, amén de estimular una concentración en la agricultura pese a la práctica de una división igualitaria de la herencia. Además, el número de granjas se redujo a la par que su tamaño medio crecía, lo que nos está sugiriendo que en este contexto podían estarse produciendo importantes cambios económicos a nivel agrícola. Los granjeros que disponían de grandes explotaciones se aprovecharon del aumento de los precios agrarios y del creciente valor de sus derechos sobre el uso de la tierra. El crecimiento de la población creaba de este modo desigualdades económicas, proletarización y un incremento de la movilidad social descendente. Con una movilidad social ascendente cada vez menos propicia para la clase trabajadora, la edad media de matrimonio cayó, reforzando el crecimiento de la población a finales del XVIII. La economía de mercado imperante en esta zona, más que distribuir de forma equitativa los efectos adversos de la presión demográfica, produjo una creciente diferenciación social y económica.
campo, demografía histórica, movilidad social, proletarización