Ante una situación social y económica adversa, muchas mujeres de la Europa moderna optaron por la emigración en busca de unas mejores condiciones de vida. Ahora bien, la mayor parte de lo que sabemos sobre la decisión de abandonar la tierra natal, sobre la naturaleza del proceso migratorio o sobre la adaptación al lugar de asentamiento, concierne a los hombres (Diner, , p. XIII). Un aspecto que también han destacado autores como Pedraza (), Bailey y Cooke (), Walter (), Boyd y Grieco (), George (), Sinke (), Phizacklea () o Rey Castelao (). Así pues, el fenómeno de la migración ha sido definido más en términos de experiencia masculina y las diferencias entre las pautas migratorias de hombres y mujeres no han sido bien exploradas (Fuchs y Moch, , p. 1008; Borderías, , p. 75-77; Sinke, , p. 83; Rey Castelao, 2017, p. 14). El problema se agrava en cronologías anteriores al siglo XIX, para las cuales los estudios sobre migraciones femeninas son especialmente escasos, aunque en los últimos años cabe destacar la aparición de numerosos trabajos centrados en el papel de las mujeres en las migraciones transatlánticas de los siglos XVI-XVIII, como los realizados por Poska (), Corbacho González (), Almorza Hidalgo (, ), Tovar Pulido () o García Hidalgo (, ).
Asimismo, el papel activo de las mujeres en los procesos migratorios ha quedado relegado frecuentemente al ámbito doméstico, sobre todo en el nuevo emplazamiento, sin considerar la posibilidad de que fuesen agentes económicos per se, cuándo a día de hoy resulta cada día más conocida su creciente participación en los mercados de trabajo preindustriales (Gregorio Gil, , p. 258; Willis y Yeoh, ; Anthias, , p. 18; Morcillo Martínez, , p. 10; Jover-Avellà y Pujadas-Mora, , p. 55). Aun así, hay estudios de gran interés al respecto, como los dedicados a la participación femenina en los éxodos rurales del siglo XIX, en especial en el caso de Francia, donde se ha demostrado que hombres y mujeres emigraban a sitios distintos pese a compartir una misma procedencia, o que ellos emigraban de una manera mucho más individual y ellas en contextos más familiares (Fuchs y Moch, , p. 1010; Arrizabalaga, , p. 100; Jover-Avellà y Pujadas-Mora, , p. 217). También sabemos que encontraron ocupaciones diferentes a las de los hombres, sobre todo en el servicio doméstico, las mujeres alemanas llegadas a Utrecht en el siglo XIX. Esto demuestra la necesidad de introducir la perspectiva de género en la descripción y explicación de la movilidad humana (Lucassen, , p. 505; Hoerder, , p. 345). Más recientemente, se ha insistido en que la migración, por sí misma, es un fenómeno de género cuyo conocimiento que requiere ser enfrentado de manera interdisciplinar, desde la historia, la sociología, la antropología o la demografía (Donato et al., , p. 4).
Si, además, de al estudio de la movilidad humana nos acercamos a ella a través del comportamiento demográfico de los migrantes, tanto masculinos como femeninos, la cuestión ha sido y continúa siendo un tema de gran transcendencia para la demografía histórica. Es más, existe en su seno un importante debate entorno al hecho de que muchas de las estimaciones demográficas realizadas en el pasado adolecen de un sesgo por selección, ya que los resultados que las conforman competen en exclusiva a los habitantes más estables de las parroquias (Wrigley, , p. 81; Kasakoff y Adams, , p. 200). En este sentido, Steven Ruggles demostró que la edad media al matrimonio era más baja de lo que debería ser cuando no se tenían en cuenta a los migrantes, puesto que las personas que vivían en feligresías de tradición emigratoria solían casarse antes que las que residían en aquellas sin esa tradición (Ruggles, , pp. 507-522; , pp. 105-130). En cambio, para E. A. Wrigley (), la edad al matrimonio de la población sedentaria no diferiría de la migrante, si bien la proporción de célibes en una y otra sería diferente. En trabajos centrados en la edad moderna, como el de Hilde Sommerseth et al. (, p. 201), se afirma que el comportamiento matrimonial de las mujeres noruegas instaladas en la ciudad de Ámsterdam en los siglos XVII y XVIII debía más a su situación de pobreza que al hecho de ser inmigrantes. En el ámbito español, en la Sevilla del siglo XVI, se ha observado la existencia de una importante migración de mujeres jóvenes hacia la ciudad desde las áreas rurales próximas con el objetivo de conseguir recursos suficientes para casarse en un futuro cercano. Pero no todas lo lograban y las más pobres vivían solas o con otras mujeres (Rey Castelao y Rial García, , p. 197; Rivasplata Varillas, , p. 29).
Seguramente, el estudio del comportamiento matrimonial del migrante es un claro ejemplo de esa falta de diferenciación de género a la que nos hemos referido, visto que la mayoría de las investigaciones realizadas nos ofrecen una perspectiva del tema únicamente masculina. En ellos, el matrimonio aparece como la principal opción para la integración, tanto social como económica, del inmigrante varón, tal y cómo han apuntado Anne Cabré Pla (), Jordi Nadal y Emili Giralt (), María José Vilalta () o José Antonio Salas Auséns (). La mayor parte de los inmigrantes varones llegaban generalmente a su destino siendo todavía jóvenes, en edad de contraer matrimonio y, por lo tanto, podían participar activamente en el mercado matrimonial. No obstante, se ha observado que el inmigrante tenía una posición de desventaja con respecto al autóctono en un mercado matrimonial segmentado socialmente, ya que, en general, el primero se situaba en la parte baja de la escala social y, además para él, por lugar de origen (Pagnini y Morgan, , p. 430; Janet y Khoo, ; Hooghiemstra, , p. 602; Salas Auséns, , pp. 272-275; Dribe y Lundh, , p. 390; , p. 354; Puschmann et al., , pp. 33-34).
Los principales estudios realizados desde el punto de vista de la teoría del intermarriage han indicado, por un lado, como la búsqueda de la integración social sería prioritaria para el inmigrante, a pesar de que este intentase hacerse al mismo tiempo con un matrimonio que le permitiese ascender socialmente (Bras y Kok, , p. 251; Puschmannet al., , p. 32). De este modo, la existencia de un importante número de enlaces nupciales entre inmigrantes y autóctonos sería indicador del alto nivel de integración social de los primeros en las sociedades de acogida (Gordon, , p. 84; Coleman, , pp. 112-113; Janet y Khoo, ). Por otro lado, hay que tener en cuenta que es posible que los inmigrantes también buscasen otros beneficios inmediatos al intentar desposarse con personas autóctonas. Un ejemplo sería evitar verse afectados por las medidas adoptadas contra los extranjeros, como sería el caso de un embargo de bienes en tiempos de guerra (Rodríguez Alemán, , p. 140).
Ahora bien, ¿y las mujeres migrantes? ¿tenían las mismas opciones matrimoniales que un hombre en la Europa de Antiguo Régimen? Quizás las opciones teóricas de ambos sí serían parecidas, como el hecho de que el estado de soltería permitía más libertad de movimiento, pero es obvio que las condiciones sociales de una y otro no (Page Moch, , pp. 31-35). Al respecto, y por ejemplo, vale la pena tener en cuenta la importancia del servicio doméstico en los territorios que formaban parte del European Marriage Pattern —en los cuales, las mujeres jóvenes, que ocupaban el eslabón más débil en el núcleo familiar, podían ser enviadas en contra de su voluntad a servir cuando no había recursos suficientes para mantener a todos los hijos—, haciendo que muchas mujeres se casasen menos y más tarde (Hajnal, , p. 103; Fauve-Chamoux, , p. 366; Hoerder, , p. 6; Sarti, , pp. 77-79; De Moor y Luiten Van Zanden, , p. 15; Guzowski, , pp. 6-8). Además, Jose C. Moya (, pp. 571-572) ha estudiado como el trabajo doméstico contribuyó a formar «nichos étnicos» entre inmigrantes, puesto que el dominio de ciertas ocupaciones entre ellos (servicio doméstico en este caso) sería el resultado de sus preferencias etno-culturales más que una simple necesidad económica. Así, por ejemplo, en Sevilla, las mujeres formaban redes de emigración eficaces a partir de sus familiares (hermanas, tías, sobrinas...), o con otras conocidas, con el objetivo de superar la hostilidad del entorno (Rivasplata Varillas, , p. 29).
1. LAS MUJERES EN EL ESTUDIO DE LA EMIGRACIÓN FRANCESA EN LA CATALUÑA MODERNA
La emigración francesa en Cataluña, en Aragón y, en menor medida, en Navarra, se caracterizó por el asentamiento definitivo, a pesar de iniciarse como una migración temporal (Nadal y Giralt, , p. 215; Amalric, , p. 27; Salas Auséns, , pp. 206-207). En el resto de la monarquía hispana, los franceses llegaron sobre todo a las grandes ciudades comerciales, caso de Madrid, Sevilla o Cádiz, tal y como desde la década de 1960 pusieron de manifiesto las obras pioneras de Antonio Domínguez Ortiz (1960) o de los mencionados Jordi Nadal y Emili Giralt (). Autores como Jean-Pierre Amalric () o José Antonio Salas Auséns () han recopilado numerosa información bibliográfica a nivel local y regional sobre el tema, ofreciendo una visión de conjunto del fenómeno. Se observa entonces cómo el origen de estas migraciones estaba situado en el Midi y el Macizo Central Francés o como coexistieron a un tiempo diversos modelos migratorios: uno, definido por extensas redes migratorias, a través de las cuáles llegaban grandes grupos de temporeros, otro, de perfil más individual y difuso, junto a un tercero basado en una emigración más especializada, propia de un momento más avanzado. De esta manera, los franceses constituyeron, con diferencia, el contingente más importante de inmigrantes extranjeros de la monarquía hispánica, seguidos, ya a mucha distancia, de los integrantes de las colonias mercantiles de italianos (genoveses principalmente) y alemanes (Nadal y Giralt, , p. 215; Salas Auséns, , pp. 206-207).
En la Cataluña moderna, esta gran oleada inmigratoria resultó ser un factor clave para superar la crisis bajomedieval provocada por las grandes epidemias del siglo XIV, así como por la guerra civil catalana (1462-1472). De hecho, fue clave en la recuperación demográfica, posibilitando el llamado redreç (el enderezamiento, o el restablecimiento) de Cataluña (Simon i Tarrés, , p. 222; Nadal y Giralt, , p. 269). Esta inmigración también posibilitó el mantenimiento demográfico e, incluso, el crecimiento de los enclaves urbanos, como por ejemplo el de la ciudad de Barcelona. Sin embargo, en buena parte de Europa el incremento poblacional de esos enclaves ha sido explicado básicamente sobre la base de la existencia de una emigración constante campo-ciudad. En este sentido, acerca del papel de la inmigración en el crecimiento demográfico urbano en época preindustrial, cabe destacar los trabajos de María Begoña Villar García (), José Antonio Salas Auséns (), Jan Lucassen y Leo Lucassen () o Jelle Van Lottum ().
Ahora bien, los estudios sobre la inmigración francesa en la Cataluña moderna consideran que esta oleada fue casi exclusivamente masculina, por lo que se ha dedicado poca atención al estudio de las mujeres francesas. Jordi Nadal y Emili Giralt, ya en 1960, explicitaron que este movimiento migratorio tuvo básicamente un signo masculino. Ambos autores, en su estudio sobre la ciudad de Mataró, afirmaban que «las chicas solían quedarse en casa» (Nadal y Giralt, , p. 43). Y en el mismo sentido se manifestó Jaume Codina (, p. 239). Más recientemente, Alexandra Capdevila (, p. 4) ha hecho énfasis en la baja presencia de mujeres registrada en la Matrícula de franceses de 1637. De hecho, ha sido esta autora la primera en realizar una aproximación específica a la cuestión, para terminar considerando a la migración femenina como residual (Capdevila Muntadas, , p. 97). Por su parte, Carles Millàs, aún sin dedicar un apartado específico al contingente femenino, sí contabilizó a las mujeres, detectando 59 esposas francesas en los registros parroquiales del Baix Llobregat entre 1565 y 1700, las cuales representan un 8,4% del total de franceses (los maridos ascendían a 642) (Millàs i Castellví, , p. 54). Igualmente, en la ciudad de Lleida, uno de los lugares con más mujeres francesas contabilizadas, se localizan hasta 137 por 722 hombres, casi el 19% del total (Vilalta, , p. 698). Una de las razones principales para explicar este vacío, sin duda, son las dificultades que presenta su estudio a causa de la escasa huella documental que han dejado, tal y como recientemente se ha puesto de relieve (Capdevila Muntadas, , p. 122).
El presente trabajo tiene por objeto el estudio del comportamiento matrimonial de las inmigrantes francesas en la Cataluña moderna en el marco de la gran oleada migratoria que recibió la monarquía hispana entre los siglos XVI-XVII. Además de ello, se buscarán posibles comportamientos migratorios diferenciados de los hombres. El marco territorial y cronológico de este artículo será el de la diócesis de Barcelona a lo largo del siglo XVI y primera mitad del XVII.
2. LAS FUENTES DOCUMENTALES
En la elaboración de este artículo se han utilizado tres fuentes documentales distintas: los libros de esponsales de la catedral de Barcelona, recogidos en la Barcelona Historical Marriage Database (BHMD); los expedientes matrimoniales de la diócesis de Barcelona; y el censo conocido con el nombre de Matrícula de franceses de 1637.
La primera, y principal de esas fuentes, los libros de esponsales o los Llibres d’Esposalles, como se denominan originalmente, sitúan su origen en un impuesto otorgado por el papa Benedicto XIII (1394-1423) a la diócesis de Barcelona en 1409. Esta tasa gravaba todos los matrimonios celebrados en la diócesis y se convirtió en una de las principales fuentes de financiación para la construcción y el mantenimiento de la catedral (Carreras i Candi, , p. 24). Cada matrimonio satisfacía una tasa en concepto de licencia matrimonial, que variaba en función de la categoría socio-económica de los contrayentes. La recaudación de este impuesto generó la serie documental Ius Tabulae, conservada en el Archivo Capitular de Barcelona, la cual incluye los Llibres d’Esposalles, que se conservan desde el año 1451 hasta 1905 en 291 volúmenes (Baucells i Reig, , p. 1). Esta fuente ha servido para la creación de la BHMD, elaborada en el marco del proyecto Five Centuries of Marriages dirigido por Anna Cabré y financiado por el European Research Council.
Los libros de esponsales, a pesar de ser un registro fiscal, ofrecen prácticamente la misma información que se recogería con posterioridad en los registros parroquiales, los cuáles se generalizaron durante la segunda mitad del siglo XVI como fruto de las disposiciones adoptadas por la Iglesia católica en el concilio de Trento (1545-1563), lo que le permitió ejercer así un mayor control sobre la población (Salas Auséns, , pp. 68-69; Nadal y Giralt, , pp. 100-101). Las esposas, a diferencia de los maridos, no presentan información propia más allá de su nombre de pila y su estado civil hasta 1643. No obstante, siempre iban referidas a sus progenitores cuando eran solteras (cuando eran hijas) o a sus maridos difuntos, cuando eran viudas. Las francesas y franceses aparecidos en los libros de esponsales pueden identificarse directamente entre 1451 y 1643 gracias a los apelativos de francés/francesa, gascón/gascona o del reino de Francia , aunque ellas sólo fueron identificadas como tales de manera puntual, en particular, cuando no aparecía ningún padre o marido difunto a su lado. Para los períodos 1538-1545 y 1572-1595 también se registró la diócesis de procedencia.
En este artículo nos centraremos en el análisis de los libros de esponsales hasta el año 1643 (81 volúmenes), año que coincide con el período de descenso de la oleada migratoria y con el momento en el que tuvo lugar un cambio en la recogida de información: la sustitución del lugar de origen de los contrayentes por la parroquia de celebración, lo que dificulta la identificación de los inmigrantes. Se trata de unos volúmenes que cubren la Oficialidad de Barcelona, es decir, la subdivisión administrativa principal de la diócesis, la cual, pese a todo, nos ofrece una información continua y completa sobre el devenir de la inmigración francesa.
Específicamente, para el estudio del comportamiento matrimonial de las mujeres francesas en la BHMD, el análisis se ha ceñido al período 1566-1620, ya que, por una parte, hasta mediados de siglo XVI, las informaciones existentes sobre los orígenes resultan más irregulares, en especial entre las mujeres, aspecto este que limita el número de casos válidos a la hora de cruzar los orígenes del marido y la esposa, y por otra, el mencionado período coincide con la fase de plenitud de la oleada migratoria, durante la cual muchas de las inmigrantes ya estarían asentadas en su lugar de acogida y tendrían un comportamiento más regular. En este arco temporal, 1566-1620, se contabilizan 1.086 mujeres de origen francés sobre un total de 25.366 matrimonios realizados.
La validez de esta fuente para el estudio de la inmigración francesa se empezó a señalar en trabajos de carácter local, como los de José Luis Betrán (), Carles Millàs (, p. 83) o Alexandra Capdevila Muntadas (, p. 879), aunque es estudio siempre se centró sobre los varones. Recientemente, los autores del presente capítulo, gracias a la BHMD, abordaron el conocimiento del origen y asentamiento de los franceses en el área de Barcelona en el periodo 1451-1643, contabilizando un total de 15.532 maridos de procedencia gala (Amengual-Bibiloni y Pujadas-Mora, , p. 42).
Hemos utilizado también en esta investigación la serie denominada Informacions matrimonials, del Arxiu Diocesà de Barcelona. Ésta resulta ser la primera y más antigua serie de expedientes matrimoniales del archivo (1570-1649), además de cubrir una parte importante de la cronología de la inmigración francesa, en especial durante su fase de plenitud. De la misma manera que los esponsales, la fuente contiene una rica información sobre el fenómeno, pero hasta ahora ha sido muy poco explotada por los investigadores.
El origen de esta serie de expedientes matrimoniales reside en los decretos del concilio de Trento, publicados en la diócesis de Barcelona el 14 de julio de 1565. Los expedientes del siglo XVI no se limitaban, como en el XIX, a certificar la publicidad de las amonestaciones, sino que se acompañaban de unas declaraciones a modo de testimonio. Este tipo de información se encuentra principalmente en los expedientes de aquellos individuos que habían nacido fuera de la diócesis (en Francia, por ejemplo) o que tenían una vida que podría generar conflictos (caso de las gentes adscritas al ejército, antiguos emigrantes retornados de América...). Para este trabajo, hemos vaciado los expedientes donde al menos uno de los contrayentes era un inmigrante francés. De esta manera, hemos obtenido una base de datos de 4.977 registros, que suponen 508 esposas francesas, en las cuáles se basa este artículo, y un total de 4.878 maridos franceses.
Finalmente, hemos empleado la Matrícula de franceses de 1637 , que es el censo de todos los cabezas de familia nacidos en el reino de Francia y residentes en las parroquias catalanas que estaban en contacto directo con el mar, desde el castillo de Salses, en el Rosselló, a la ciudad de Tortosa, en el delta del Ebro. Este excepcional documento fue el resultado de las actividades de la Junta de Represalias de Bienes Franceses, creada en Madrid en 1635, a raíz de la entrada en guerra de la monarquía hispánica con la francesa en el contexto de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), y se conserva en el Arxiu de la Corona d’Aragó (Nadal y Giralt, , pp. 87-88). Jordi Nadal y Emili Giralt consideraban a la Matrícula como una fuente fiable para cuantificar la inmigración francesa. Su alcance debió ser casi universal, aunque se sabe que de la misma se habrían librado los grandes comerciantes, muy pocos en número, y un grupo de fugitivos que no había echado raíces en el lugar de acogida. No es extraño entonces que la matrícula de 1637 se haya convertido en una fuente capital para el estudio de la inmigración francesa, dando origen a numerosos trabajos, la mayoría de los cuales han hecho sin embargo un uso parcial de la fuente. Para esta investigación, hemos vaciado sus cinco volúmenes al completo, obteniendo así una base de datos que registra 4.244 cabezas de familia franceses que vivían en las poblaciones de la costa catalana. De ellos, solo la mitad indica el nombre de la esposa (debido a las especificidades del volumen 5, dedicado a la ciudad de Barcelona, en él sí se advierte que el cabeza de familia está casado con una catalana o una francesa), si bien, en cambio, casi todos estos cabezas indican su origen geográfico. Además, documentamos a 21 mujeres francesas realizando su propia declaración ante las autoridades.
3. EMIGRANTES FRANCESAS EN LA CATALUÑA MODERNA
A la hora de trazar el perfil socioeconómico de las mujeres francesas conviene recordar que ésta es una cuestión que la historiografía prácticamente no ha abordado, tanto por la falta de datos como por el relativo bajo número de mujeres en comparación con el de varones; y eso por no hablar del no registro del origen geográfico de muchos de los inmigrantes aparecidos en las fuentes. Sin embargo, la BHMD, los expedientes matrimoniales y la Matrícula de 1637, pueden arrojar luz sobre este tema, con lo que podremos profundizar en su conocimiento.
A lo largo del periodo para el que se conserva más información sobre el origen geográfico de los contrayentes, los libros de esponsales (1451-1643) nos indican que en la Oficialidad de Barcelona había 556 esposas inscritas como francesas. Un ejemplo de ellos sería el esponsal del martes, 21 de mayo de 1602: «Martes a 21 del dicho, recibimos de Joan Teixidor, payés, francés habitante de Molin de Rey, con Bertrana, doncella, hija de tal y de tal, de Francia, todos difuntos... IIII sólidos».
Además de ellas, contamos con 1.290 padres de esposa que fueron inscritos como franceses. Por el contrario, la información referida a la madre de la joven resulta ser más pobre, y no podemos saber a ciencia cierta qué proporción de estas esposas de franceses serian francesas, catalanas o de un origen distinto. En todo caso, y eso sí podemos hacerlo, valoraremos cuántas de esas hijas de franceses podrían haber nacido ya en Cataluña, si bien, como veremos a lo largo del estudio, su comportamiento seguiría estando marcado por el hecho de ser hijas de inmigrantes. Pues bien, sumando a las hijas de éstos con las anteriores contamos con un total de 1.846 inmigrantes del género femenino. Teniendo en cuenta que los maridos franceses representan 15.532 casos para el mismo período, obtenemos una distribución por sexos de la inmigración francesa de un 89,4% de hombres frente a un 10,6% de mujeres. En los expedientes matrimoniales del Arxiu Diocesà de Barcelona, que resultan ser una fuente más precisa para contabilizar a las mujeres francesas, obtenemos, entre 1570-1649, una ratio de 508 mujeres (9,4%) por 4.878 varones (90,6%).
Por su parte, en la Matrícula de Franceses de 1637 se dan algunas particularidades a la hora de contabilizar a las mujeres. La inmensa mayoría de los declarantes son hombres, pues, en principio, lo hacían los cabezas de familia. Aun así, encontramos a 21 mujeres que hicieron su propia declaración a las autoridades, por ser viudas, solteras o estar casadas con un catalán. Entre los varones que afirman estar casados, aparecen en cambio 494 esposas francesas. También hay 143 hijas de padre francés, pero que suelen tener una madre catalana. Sólo hay seis casos de padre y madre franceses, aunque son consideradas catalanas por haber nacido en el país. Por tanto, si nos ceñimos a los casos en los cuales es seguro que ha tenido lugar inmigración, en 1637 encontramos una distribución por sexos de 517 mujeres (10,9%) por 4.221 hombres (89,1%).
De esas 21 mujeres declarantes, trece ofrecen información sobre la edad a la que llegaron a Cataluña. La única soltera, Joana Valldovinos, es una criada residente en Barcelona que dice haber llegado a los 41 años (tiene 50 al declarar), y nos informa, además, de que contaba con dos hermanos en la ciudad. La única casada que señala la edad de arribada, Joana Padiu, también reside en Barcelona, a donde llegó con 23 años, dos antes de 1637, fecha en la que ya estaba casada con un francés (aunque no sabemos cuándo lo hizo); en ese año, tenía un hijo y un hermano en la ciudad. En su caso, seguramente fue ella quien hizo la declaración, ya que trabajaba de «ilar y lavar paños», pero no nos ofrece ninguna otra información complementaria sobre su persona. Finalmente, las edades de llegada de las once mujeres restantes, todas viudas, se distribuyen de una forma muy dispar: dos lo hicieron con 30 años y el resto entre los 10 y los 74 años. En general, y a pesar del bajo número de casos, apreciamos que las edades de las mujeres fueron más dispersas y elevadas que las de los hombres, tal y como veremos en los siguientes apartados (Nadal y Giralt, , pp. 187-188; Salas Auséns, , pp. 258-259; Capdevila Muntadas, , p. 113; Amengual-Bibiloni, , pp. 199-203).
Las mujeres francesas, llegadas a Cataluña, muchas de ellas de la mano de sus progenitores, formaron parte de la misma corriente migratoria que sus compatriotas masculinos y cabe pensar que su ritmo y fases de arribada debieron ser parecidas. Efectivamente, el gráfico 1, construido con datos de la BHMD, nos indica que los padres de esposas francesas muestran un primer pico temporal que coincide con el inicio de la fase ascendente de la oleada migratoria, seguido luego de otra subida en el año 1542. En la fase de plenitud (1566-1610), el porcentaje de padres franceses se sitúa habitualmente por encima del 2-3%, con las oscilaciones habituales que ya se habían observado también para los maridos (Amengual-Bibiloni y Pujadas-Mora, , p. 43). En la fase de descenso (1611-1643), esas oscilaciones llegaron incluso a alcanzar el 5%, caso de lo sucedido en los años 1612-1623.
La curva de las mujeres francesas no resulta tan clara, pues su número total resulta ser muy bajo. Eso sí, el año que presentan un porcentaje mayor, 1579, coincide con un descenso aislado registrado por los padres de la esposa, hecho este que se podría interpretarse como un cambio puntual en la recogida de la información contenida en los volúmenes 49 y 50 de los libros de esponsales (1578-1580), dado que, en los años circundantes a los señalados, las esposas francesas también presentan un porcentaje mayor del habitual. Por otra parte, si comparamos la información de la BHMD con la de los expedientes matrimoniales en el periodo en que coinciden (1570-1643), veremos que, a pesar de las diferencias en número, presentan una curva muy similar, lo que confirmaría la cronología de la oleada migratoria. En general, y a pesar de la diferencia de peso en el conjunto de los matrimonios, las tendencias de la proporción anual de mujeres francesas resultan ir prácticamente a la par que las de los hombres.
4. LAS ÁREAS DE PROCEDENCIA DE LAS MUJERES FRANCESAS
El estudio del origen geográfico de las mujeres francesas es difícil por la poca información que nos ofrecen las fuentes sobre ellas, de ahí que, de nuevo, la obtengamos a través de sus padres. El punto de referencia geográfica que suele aparecer de manera más frecuente es la indicación del obispado de procedencia de él o de la inmigrante (Amengual-Bibiloni y Pujadas-Mora, , p. 47). Por su parte, en los libros de esponsales hay dos los momentos en los cuales se incluyó en el registro de los padres de la esposa una información un poco más detallada: el origen, la residencia y la ocupación. Así, para el período 1538-1545, conocemos el obispado de procedencia de un 44,4% de los padres franceses, mientras que para el correspondiente a 1571-1595, la cifra aumenta hasta un 52,1%. Pese a ello, hay que tener en cuenta que ambos períodos, conjuntamente, suman 303 casos.
En el gráfico 2 presentamos las zonas de procedencia por período y fuente utilizada: en todos los casos destaca la preponderancia de los llegados de los Pirineos. Resulta interesante observar las diferencias con los maridos, ya que, en el mismo período, los provenientes del área pirenaica fueron una minoría (18,2%) y se vieron superados por los procedentes de las otras dos zonas. Aunque, insistimos, conviene tener en cuenta el bajo número de casos disponibles para cada ámbito geográfico. De hecho, sorprende que los maridos tengan la misma cifra en las Tierras Altas, donde se encuentran algunos de los obispados más importantes de la corriente migratoria de salida hacia Cataluña, como el de Cahors, que en el resto de Francia, donde su presencia suele ser más esporádica.
En los expedientes matrimoniales, con un 57,1% de casos con diócesis conocida, el predominio del área pirenaica es más contundente todavía. A continuación, y con muy poca diferencia entre sí, le siguen las comarcas del Languedoc y las Tierras Altas y Macizos montañosos. Esta superioridad de los Pirineos sobre las otras zonas se puede explicar por la fase específica de migración, ya que, en la de descenso de la misma, el perfil geográfico de los inmigrantes cambia, hasta el punto de que la diócesis de Comminges resulta casi hegemónica en las primeras décadas del siglo XVII, tal y como se ha podido observar con los maridos y como también han corroborado diferentes estudios (Nadal y Giral, , p. 108; Canyameres Ramoneda, , p. 15; Capdevila Muntadas, , p. 145).
Debido al escaso número de inmigrantes franceses de los que conocemos el obispado de origen hemos decidido observarlos de forma unificada en los dos períodos de la BHMD para los cuales tenemos información, además de contar también con aquellos casos en los que obispado pueda aparecer puntualmente a lo largo de la fase cronológica que cubre la fuente. En total, contamos con una muestra de 188 inmigrantes. Su cartografiado se muestra en el mapa 1, donde evidenciamos como, efectivamente, los individuos procedentes de la zona pirenaica son los que tienen una mayor presencia en la documentación, en especial los de Comminges (38,8%). El segundo obispado que aparece más veces es el de Cahors, en la zona de las Tierras Altas (10,1%). De esta manera, ambas diócesis coinciden en ser aquellas donde la inmigración femenina tuvo una mayor importancia, al igual a como pasaba con la masculina, solo que en este último caso esa importancia varía según el período (Amengual-Bibiloni y Pujadas-Mora, , p. 50). Por debajo de estos obispados, ya con un 5%, únicamente se sitúan Couserans y Toulouse. Por su parte, la realización de misma observación en el caso de los expedientes matrimoniales nos indica que de Comminges procedían el 53,4% de todas las mujeres francesas con origen conocido llegadas a Cataluña (Mapa 1). El resto de las diócesis se sitúan por debajo del 10% (y de los 25 casos), destacando Cahors, Aush, Rieux o Couserans.
En suma, los resultados muestran que la mayoría de mujeres francesas situaban su origen en los lugares más pobres de toda el área migratoria, caso de la zona pirenaica, un ámbito rural marcado por la economía de supervivencia. En concreto, en el mencionado obispado de Comminges, el cual, por otra parte, era uno de los dos principales puntos de tránsito entre las monarquías hispánica y francesa, al ser un paso fronterizo, dado que, el Valle de Aran, a pesar de estar administrativamente bajo control hispánico, pertenece a esta diócesis (Pojada, , p. 305). También en la zona central encontramos otro obispado que destaca por la procedencia de las mujeres, Cahors, donde se daba una situación de pobreza extrema, agravada por la prevalencia del sistema del heredero único, el cual, resumiendo casi hasta la caricatura, obligaba a los hijos menores a buscar fortuna lejos del hogar (Poitrineau, ; Brisebarre, , pp. 267-268; Duroux, , p. 102; Béaur, , p. 13).
5. LAS ZONAS DE ASENTAMIENTO DE LAS MUJERES FRANCESAS
A continuación, nos detendremos a ver el lugar de asentamiento de las mujeres migrantes de origen francés en Cataluña y, de una forma más específica, en el marco de la diócesis y la Oficialidad de Barcelona.
Gracias a la información de la BHMD, sabemos que en el territorio de la Oficialidad había 583 padres de esposa franceses, es decir, el 45,4% del total registrado por la fuente. Este bajo número de casos con residencia conocida, más aún teniendo en cuenta la baja proporción que suponía esa inmigración femenina sobre la población total, hace que los números desagregados a nivel parroquial sean escasos. Así, por ejemplo, en la ciudad de Barcelona, los padres de esposa franceses representan solo un 1,8% del total, mientras en Sant Boi, una de las localidades con las proporciones más altas de maridos franceses, un 2,2% (Codina, , pp. 250-253; Millàs i Castellví, , p. 27; Amengual-Bibiloni y Pujadas-Mora, , p. 53). Por tanto, para visualizar mejor la distribución territorial de las hijas de franceses, hemos optado por realizar el cartografiado que sigue sobre el total de las mismas, y no sobre el total de matrimonios de cada parroquia.
Desde esta perspectiva, el mapa 2 nos muestra que en la ciudad de Barcelona se localizaban el 40,3% de los padres de esposa franceses. A continuación, en importancia, aunque a gran distancia, aparecen las poblaciones que albergaron entre el 1 y el 5% (6-20 casos): Terrassa, Sarrià, Martorell, Hospitalet de Llobregat, Sant Boi de Llobregat, Sabadell, Mataró, Sant Feliu, Sant Climent y el Prat de Llobregat. El resto de jóvenes francesas se reparte por un gran número de localidades. En definitiva, más allá de la ciudad de Barcelona, las zonas donde la presencia de mujeres francesas resulta ser más alta coinciden con las de los maridos; unas zonas que se concretan, por una parte, en las áreas cerealícolas del delta del río Llobregat y, por otra, en las ciudades protoindustriales de Terrassa, Sabadell y Mataró. En cuanto a la distribución de las mujeres francesas dentro de la Oficialidad de Barcelona, fruto del manejo de la información contenida en los expedientes matrimoniales, decir que es muy similar a la que se desprende de la contenida en la BHMD: Barcelona acogería el 42,6% de las esposas francesas, mientras que Terrassa sería el único lugar donde sobrepasaban el 5% (19 casos).
Se trata, por tanto, de una distribución territorial que gira en torno a los dos principales focos económicos de la Cataluña moderna, a ciudades con una gran actividad artesanal, en el ramo del textil principalmente, y al área cerealícola del delta del Llobregat. Este hecho refuerza la tradicional visión de la inmigración francesa como el gran detonante del renacimiento económico y demográfico de Cataluña impulsada, sobre todo, por autores como Jaume Codina (). Aun así, conviene remarcar que la mayoría de estas mujeres se encontraban en la ciudad de Barcelona, ya fuese con la idea de establecerse allí o bien de paso hacía otro lugar. Esto apunta a su posible situación de pobreza extrema, dado que, al menos para el siglo XVIII, se ha demostrado el fuerte vínculo existente entre la inmigración y los recursos asistenciales ofrecidos por la Casa de la Misericordia de la ciudad como forma de reducir los costes de cuidado, tanto infantil como propio, así como mecanismo de inserción social (Carbonell i Esteller, , p. 305). No resultaría extraño, por tanto, que ese mismo vínculo existiese ya a finales del siglo XVI, puesto que la mencionada Casa de la Misericordia fue abierta en 1584 y, desde sus inicios, actuó como un refugio de inmigrantes, facilitando su integración, aunque no se haya relacionado directamente con la emigración francesa (Carbonell i Esteller, , pp. 65-66).
6. LA ESTRUCTURA SOCIAL DE LAS FRANCESAS
Ante la falta de información específica, hemos asimilado la posición de las mujeres inmigrantes francesas a la que resulta de considerar las ocupaciones de sus respectivos padres (Vicente i Valentín, , p. 140). Para ello, hemos utilizado el sistema de clasificación internacional de ocupaciones históricas HISCO, así como su agrupación en sectores económicos, lo que nos ha permitido elaborar la tabla 1 donde podremos comparar la información ofrecida por las dos fuentes manejadas, la BHMD y los expedientes matrimoniales. Además, esa información puede ser comparada con la referida a los padres de esposas autóctonas contenida en la mencionada BHMD.
De este modo, vemos como más de la mitad de padres aparecidos en la BHMD (52,7%) trabajarían en el sector de la agricultura y la ganadería, como campesinos y hortelanos. Una proporción ligeramente superior a la de los padres autóctonos (50,3%), pero que se aleja mucho de la de los padres franceses de los expedientes matrimoniales, donde solo lo hacen el 32,1% del total. No obstante, hay que tener presente el gap de información de esta última fuente, visto que en el 43,9% de los casos registrados en ella no consta ocupación alguna. Por otra parte, estas cifras, tanto para padres franceses como para los autóctonos, son superiores a las de los maridos, que se movían alrededor del 38-40%. El segundo grupo laboral más numeroso entre los padres franceses, que no entre los autóctonos, es el de los jornaleros. Es decir, trabajadores sin tierra ni otras posesiones y que se situarían en la parte más baja de la escala social. En ambas fuentes, las cifras son similares (10,7% y 12,7% respectivamente), y muy por encima del 1,2% registrado entre los padres autóctonos.
En el sector secundario, la actividad artesanal más destacada se localiza en el textil, que ocupa a un 10% de los padres franceses en la BHMD, cifra más baja que ese 15,9% observada entre los autóctonos y que se queda en un 3,5% en los expedientes matrimoniales. Sigue luego la construcción (maestros de casas, principalmente, y carpinteros), con un 5,6% para los franceses, por encima de los autóctonos, si bien en los mencionados expedientes este porcentaje es más bajo.
En general, es en el sector terciario donde los inmigrantes franceses estaban peor representados, y mucho menos entre los padres franceses que entre los locales. Por ejemplo, los que se dedicaban al comercio entre los primeros eran un 2,6% frente al 5,3% de los segundos. En el resto de actividades, como trabajadores de la administración, pongamos por caso, los padres franceses de la BHMD son casi inexistentes, con alguna excepción, como Pere Gensana, padre de Margarida, soltera, que trabajaba como portero real en Barcelona. Su hija se casaría con Benet Alavedra, payés de Pierola. En lo referente a los padres franceses de los expedientes matrimoniales, las actividades del sector secundario y terciario aparecen muy poco representadas entre ellos, pero de nuevo hay que tener en cuenta el bajo número de casos con información.
Estos resultados encajan en la estructura económica de la Cataluña del siglo XVI, una sociedad estamental, más dinámica, donde tenía lugar la aparición y desaparición de nuevos grupos sociales a consecuencia de la renovación de las estructuras campesinas derivada de la entrada en vigor de la Sentencia Arbitral de Guadalupe (1488) o de la eclosión del sector textil en los núcleos urbanos protoindustriales (Serra, , pp. 295-299; Gifre i Ribas, , pp. 11-15). Una sociedad donde las familias campesinas eran la parte numérica más importante y en cuyas ciudades hasta un 40% del total de los hogares vivía de los oficios artesanales, mientras que una minoría se dedicaba a actividades comerciales (Gifre i Ribas, , pp. 11-15).
Fuente: Elaboración propia a partir de la BHMD y las Informacions matrimonials del Arxiu Diocesà de Barcelona.
En las dos fuentes manejadas encontramos ciertas diferencias en las ocupaciones laborales de los padres de las esposas francesas según el ámbito de procedencia; unas diferencias que concuerdan, generalmente, con los distintos perfiles geográficos apreciados en los maridos (Tabla 2). Así pues, los padres llegados del área de los Pirineos son, de forma clara en una y otra fuente, mayoritariamente campesinos. Entre los oriundos del Languedoc y las Tierras Altas, estos se sitúan siempre alrededor del 50% del total.
En cuanto al resto de actividades laborales, detectamos la existencia de algunas diferencias en las fuentes que son debidas al bajo número de casos. Aun así, en general, puede apreciarse como entre los padres de los Pirineos, procedentes de un área especialmente pobre y rural, hay más campesinos, mientras que los artesanos están más repartidos entre las otras dos zonas. A la vista la realidad económica y social de los lugares de origen de los padres franceses estos resultados son lógicos, ya que, como se ha dicho, el Midi, la zona pirenaica, era especialmente pobre y rural en los siglos XVI-XVII. No así las tierras centrales, donde había núcleos de población más grandes, como la ciudad de Toulouse, y donde el trabajo artesano había alcanzado cierta importancia, en especial, en el sector textil (Desplat, , p. 150; Nadal y Giralt, , pp. 107-113; Minovez, , p. 10-12).
Fuente: Elaboración propia a partir de la BHMD y los expedientes matrimoniales.
En el perfil social de las mujeres francesas, recordemos, establecido a partir de la ocupación de los padres, se han podido observar la existencia de una serie de coincidencias. Por una parte, franceses y autóctonos compartían el hecho de que el grupo laboral mayoritario entre ellos era el de los campesinos, que podríamos considerar, en general, como socialmente bajo. Por otra parte, y fuera de este bloque de campesinos, se aprecian diferencias claras entre inmigrantes y locales: la presencia entre los franceses de actividades ligadas al artesanado y la menestralía es menor que entre los autóctonos. Por el contrario, los primeros sobresalen por la importancia que entre ellos tienen los trabajadores y jornaleros, dedicaciones estas casi exclusivas de los franceses. En consecuencia, podría afirmarse que las hijas de padres franceses poseían un perfil social más bajo que el de las hijas de los padres autóctonos, como también ocurría con los maridos franceses: entre ellos los trabajadores a jornal tenían un peso destacado, al contrario de lo que sucedía con los locales (Barquer Cerdà, ).
Podemos usar otros indicadores con el fin de ofrecer una imagen más precisa del perfil socioeconómico de las mujeres francesas. Uno de ellos sería el pago de la tasa abonada por los contrayentes a la Obra de la Catedral, que aparece consignada en los libros de esponsales y que, como anotó en su día James Amelang (, pp. 168-169), o más recientemente Gabriel Brea-Martínez y María Joana Pujadas-Mora (, p. 402), es una de las pocas muestras de la riqueza efectiva de la época. De hecho, esta cantidad nos permite aproximarnos al nivel socioeconómico del matrimonio que iba a celebrarse.
Al respecto, la tasa estándar de 4 sueldos es siempre mayoritaria (tabla 3), aunque aparece en una proporción ligeramente mayor en los enlaces donde están los progenitores franceses (93%) que en aquellos donde están los autóctonos (90,6%). En relación con ello, la tasa gratuita Amore Dei, es también un tanto más alta entre los matrimonios con padre francés (3,1%) que entre los que tenían a uno autóctono (1,1%). La presencia de hijas de franceses en enlaces nupciales que pagasen más de 4 sueldos es prácticamente nula. De esta manera, y como ya vimos en el estudio de las ocupaciones, cabe considerar que había una similitud entre la mayoría de mujeres francesas y las autóctonas pertenecientes a los grupos sociales medios-bajos (campesinos, con pago de una tasa estándar de 4 sueldos). Ahora bien, las francesas se moverían en los márgenes de la escala social, se situarían en su parte más baja, mientras que las autóctonas estarían más posicionadas, tendrían un mayor peso, en los escalones superiores de la misma, eso sí, partiendo de la base de que la tasa abonada es el resultado del pago conjunto realizado por la pareja, por el marido y la mujer.
Fuente: Elaboración propia a partir de la BHMD. Proyecto Five Centuries of Marriages.
7. EL COMPORTAMIENTO MATRIMONIAL DE LAS MUJERES FRANCESAS
El análisis del comportamiento matrimonial de las mujeres francesas ha sido un aspecto muy olvidado por la historiografía especializada, a excepción de trabajos como el llevado a cabo por María José Vilalta (). Hay que tener en cuenta que estas mujeres formaban parte de un colectivo pequeño y menos aventajado en el mercado matrimonial que las mujeres autóctonas a causa de su condición de migrantes, su baja posición social y la carencia de una red de contactos a nivel local. En principio no tenían casi nada material que ofrecer, tanto si eran hijas de campesinos como de artesanos. Además, sus padres solían estar ausentes —bien por defunción o bien porque no habían emigrado— y, por tanto, no había una familia que se encargase del pago de la dote; de hecho, tenían que trabajar ellas mismas para conseguirla. Aunque también podía darse el caso de que sus padres fuesen inmigrantes y, en consecuencia, mayoritariamente pobres y sin ningún tipo de patrimonio. Pese a ello, la disponibilidad de candidatos de su mismo origen territorial era vastísima en comparación con su bajo número, visto que el índice de masculinidad se situaba en torno al 8,5%, tal y como se ha constatado en la documentación de carácter matrimonial, lo cual podía favorecer la endogamia geográfica y evitar la formación de una pareja con un marido autóctono. Algo que no pasaba a los hombres franceses que, por el contrario, disponían de muy pocas candidatas de su misma procedencia, estando más abocados a practicar la heterogamia.
a) Estado civil
Como resulta lógico en la documentación de carácter matrimonial, el estado civil de estas mujeres aparece siempre mejor recogido que en el caso de los hombres. Para acceder a esta información, y por lo que se refiere a la BHMD, tenemos que acudir a las declaraciones realizadas por las francesas y a las identificadas a través de sus padres, quienes, como se ha explicado anteriormente, eran todas solteras. Del total de 556 mujeres identificadas, 445 (80%) eran solteras y 111 (20%) viudas. Estas proporciones no distan mucho de las observadas para el conjunto de mujeres que conforman la base de datos (un 74,6% de solteras y un 25,4% de viudas sobre un total de 110.742 matrimonios para el periodo 1481-1643).
Esta mayor proporción de solteras se explicaría merced al hecho de que, y siguiendo un patrón semejante al de los hombres, habrían llegado a Cataluña muy jóvenes, posiblemente acompañando a sus progenitores. De las que estaban en el país y se habían desposado en Francia y habían enviudado —ya fuese antes o después de emigrar—, y volvían a casarse ahora en Cataluña, decir eran una minoría, aunque también había mujeres que ya se habían casado (con un francés o con un autóctono) y habían enviudado en Cataluña.
La evolución anual del estado civil de las esposas recogida en el gráfico 3, nos muestra que los extremos del periodo cronológico estudiado el número de mujeres francesas por año resulta muy bajo, mientras que, en los años centrales, coincidentes con la fase de plenitud de la migración a Cataluña, es donde veremos de forma más clara la comentada distribución entre solteras y viudas. En concreto, en 1568-1587, cuando las mujeres francesas representaban más de 10 casos anuales, la proporción de viudas oscilaba alrededor del 20%; por el contrario, en 1606-1613 este porcentaje se acerca más al 30%, si bien se trata de un periodo muy corto.
En los expedientes matrimoniales (1570-1649), las proporciones de solteras y viudas se alejan de los resultados que ofrecía el conjunto de mujeres registrado en la BHMD. De un total de 508, 430 son solteras (84,6%) y 78 viudas (15,4%). Por su parte, la información de la Matrícula de franceses de 1637, nos ofrece a 23 de ellas haciendo su propia declaración e informando a las autoridades de cuál era su estado civil. No obstante, los datos obtenidos por esta vía se encuentran sesgados, ya que, generalmente, una mujer solo podía ser cabeza de familia si era viuda y no tenía ningún hijo adulto a su cargo. Aclarado esto, comprobamos que 14 de las mujeres de la Matrícula dicen ser viudas (60,9%), 7 estar casadas (30,4%) y hacer la declaración porque su marido es catalán (y por tanto tener la obligación de registrarse en la fuente), y 2 son solteras (8,7%); en todo caso, unas cifras que coinciden con el recuento realizado por Jordi Nadal y Emili Giralt en la década de 1960 ().
b) Movilidad matrimonial por origen geográfico y por grupo social
Los resultados de la distribución por sexos de la inmigración francesa obtenidos a partir de las tres fuentes, resumidos en la tabla 4, son coherentes entre sí, al tiempo que están también cerca de los obtenidos por investigadores como Carles Millás () y María José Vilalta (), situándose alrededor de 10 mujeres por cada 100 hombres. Combinando esos resultados podemos afirmar entonces que el índice de masculinidad propio de la oleada migratoria francesa a Catalunya fue de 8,7 hombres por cada mujer.
Fuente | Hombres | Mujeres | Mujeres por cada 100 hombres | Índice de masculinidad |
---|---|---|---|---|
BHMD | 89,4% | 10,6% | 11,9 | 8,4 |
Expedientes matrimoniales | 90,6% | 9,4% | 10,4 | 9,6 |
Matrícula 1637 | 89,1% | 10,9% | 12,2 | 8,2 |
Fuente: Elaboración propia a partir de la BHMD, las Informacions matrimonials del Arxiu Diocesà de Barcelona y la Matrícula de franceses de 1637.
En cuanto al origen geográfico de estas mujeres, y excluyendo a las viudas, al no poder ser identificadas como hijas de padre francés en la fuente, para el período 1566-1620 contamos con 1.086 solteras francesas por 5.416 maridos franceses. En el gráfico 4 observamos como en la BHMD un 71,4% de esas solteras hijas de padre francés se casaban con un inmigrante de la misma nacionalidad, mientras que, en los expedientes matrimoniales, de las 430 esposas francesas (para los años 1570-1649), hacían esto un 82,6% del total. Unas cifras que se corresponden con un bajo grado de intermarriage por razón de origen y que indicarían la existencia entre las mujeres francesas de una situación de endogamia social. De hecho, menos de una cuarta parte de ellas se casaba con maridos oriundos de la diócesis de Barcelona (apenas un 16% según los expedientes matrimoniales) y solamente 44 lo hacían con inmigrantes procedentes de otras zonas de Cataluña o de otros orígenes geográficos.
Por otro lado, el comportamiento matrimonial de las hijas de un francés era muy diferente al de los otros grupos de mujeres inmigrantes, visto que más de la mitad de hijas de padres inmigrantes no franceses sí se casaban con maridos autóctonos. En el caso de las mujeres procedentes del resto de Cataluña, aunque fuesen inmigrantes, no tenían a sus familias tan lejos y no había diferencias culturales con sus respectivos esposos, mientras que para las de otros lugares, como Castilla o Italia, su comportamiento se explica en función de su bajo número y de que poseían un perfil diferente al de las francesas, puesto que las ocupaciones de sus padres estaban más vinculadas a actividades comerciales. Son, pues, y esto es lo relevante, resultados que corroboran las observaciones realizadas por la mencionada María José Vilalta para la ciudad de Lleida, donde casi la mitad de las mujeres francesas se casaban de forma homógama y una cuarta parte lo hacía con un autóctono (Vilalta, , p. 704).
Uno de los objetivos de este estudio es conocer el comportamiento matrimonial de las mujeres francesas a nivel social, así como su comparación con el de las mujeres autóctonas, un tema apenas abordado en los estudios sobre la inmigración francesa o sobre la inmigración internacional del pasado, en general. Al respecto, las mujeres francesas muestran una cierta mayor movilidad social que las autóctonas, aunque con muy poca diferencia: un 47,7% de homogamia entre las primeras frente a un 51,9% en las segundas (gráfico 5). Así pues, sea entre las inmigrantes o las autóctonas se registraba una importante movilidad social, la cual afectaba alrededor de la mitad de ellas, eso sí, y visto que nos encontramos en una sociedad de Antiguo Régimen, esa movilidad se producía dentro del mismo estamento.
Un comportamiento semejante, solo que menos acusado se registra también entre los hombres. De hecho, era frecuente que los individuos que en sus respectivas familias no iban a ser herederos de la «casa» experimentasen algún tipo de movilidad a raíz de su matrimonio, si no en su condición social, sí al menos en su ocupación específica (Ferrer i Alòs, ; Pujadas-Mora et al., , p. 538). Ahora bien, en el caso de los matrimonios mixtos, la movilidad descendente resulta ser ligeramente mayor que la ascendente en ambos grupos de mujeres. Es decir, para ellas era más frecuente casarse con un hombre de una posición social más baja que la suya (hipogamia), que no con uno más rico (hipergamia), cuando el comportamiento era el opuesto entre los hombres. Para comprender esto, debemos tener presente la situación que el sistema hereditario catalán de la época moderna otorgaba a la mujer, quien solo heredaba la «casa» si no había un varón que lo hiciese (Pérez Molina, , p. 74). De haberlo, entonces la joven solo recibía su dote, la cual definía su valor en el mercado matrimonial. Como ha explicado Llorenç Ferrer i Alòs, esa dote solía ser menor que la que recibiría la mujer destinada a casarse con el heredero, por lo que se considera que la joven tendía entonces a casarse socialmente hacia abajo, pese a que siempre intentaba mejorar de alguna forma la cuantía de su dote para evitarlo, por ejemplo, y en el caso de las mujeres más humildes, trabajando como criada o hilandera (Ferrer i Alòs, , p. 39).
Esta tendencia a descender socialmente era propia de la mayoría de las mujeres del Antiguo Régimen y se originaba en la idoneidad que tenía el matrimonio para su supervivencia, y ello a pesar de los numerosos ejemplos conocidos de aquellas que conseguían salir adelante sin estar casadas (Comas d’Argemir, ; Cabré, ; Ogilvie, ; García González, ). Además, las mujeres francesas se veían algo más constreñidas a padecer una movilidad social descendente (un 2,6% más) que las autóctonas debido al hecho de inmigrantes y encontrarse situadas entre las capas más bajas de la sociedad catalana.
La observación desagregada de las clases sociales que nos ofrece el sistema de clasificación HISCLASS para las mujeres francesas, recogida en la tabla 5, nos permite establecer una serie de diferencias con sus homónimos masculinos. Vemos así que el grado de endogamia fue más elevado entre aquellas mujeres que eran hijas de jornaleros (núm. 0), con un 57,8%, el cual, por otra parte, resulta ser elevado dado que ya no podían descender socialmente más, por lo que la única movilidad posible entre ellas era la ascendente. En la intensidad alcanzada por este grado, el segundo grupo fue el de los campesinos (núm. 3), seguido del de los artesanos poco cualificados (núm. 2), es decir, los tejedores principalmente, y los artesanos más cualificados (núm. 4), como herreros, plateros... En el caso de las 236 jóvenes francesas aparecidas en los expedientes matrimoniales, el grupo más homógamo resulta ser el de las hijas de los campesinos (50,4%), que se sitúa casi al mismo nivel que en la BHMD. En cambio, entre las hijas de jornaleros la homogamia sería aquí más baja (35,8%).
La elevada presencia de matrimonios entre campesinos y mujeres de todos los grupos sociales es debida a que en la época los mencionados campesinos eran el grupo social más numeroso. Ante esto, hay que tener en cuenta que el acceso a la tierra resultaba determinante para poder casarse, ya que era un bien fijo, incluso cuando a menudo el disfrute de esa tierra, ya fuese en propiedad o bajo arrendamiento, no era suficiente para el mantenimiento propio y sus frutos tenían que ser completados con los procedentes del trabajo a jornal (Bonales Cortés, , p. 41; Ferrer i Alòs, , p. 79). Finalmente, se registra también una alta presencia de matrimonios de artesanos poco cualificados con hijas de artesanos más cualificados. Sobre este hecho, Joana María Pujadas-Mora et al., destacaron en su día como en la Cataluña moderna era habitual la movilidad entre actividades concomitantes a través del matrimonio, principalmente entre los hijos no herederos de la familia (Pujadas-Mora et al., , p. 538). Este hecho implicaba un cierto cambio de actividad laboral, pero no de condición social, incluso aunque ese cambio supusiese el paso a un oficio menos cualificado, como ya se ha comentado en la nota nº 21 de este mismo trabajo, referida al caso de los paraires.
Por otra parte, hemos calculado el residuo estandarizado para los cruces realizados entre la clase social a la que pertenecen los padres franceses y los maridos. Este cálculo nos permite establecer una asociación entre la clase social de unos y otros a partir de valores estandarizados, pudiendo realizar una mejor comparación y control de los desequilibrios que posee la estructura de la muestra manejada. Conforme a ello, y como se puede observar en la tabla 5, los valores positivos situados por encima de 2 (lo que los hace estadísticamente significativos) que aparecen en la diagonal, ratifican la impresión de que las francesas buscarían casarse con un varón perteneciente a su propio grupo ocupacional. En el mismo sentido, entre las asociaciones negativas más significativas (es decir, entre valores situados por debajo de 2), destacan las de las hijas de los jornaleros cuando se casan con campesinos (que no les podían aportar nuevas tierras que cultivar), así como las que manifiestan los enlaces de las hijas de los integrantes de grupos laborales más urbanos (como los artesanos mejor cualificados o los trabajadores públicos) con jornaleros y campesinos.
Fuente: Elaboración propia a partir de la BHMD. Proyecto Five Centuries of Marriages.
Leyenda: 0) Daily Workers, 1) Lower skilled and unskilled farm workers, 2) Lower skilled and unskilled workers, 3) Farmers, 4) Skilled workers, 5) Lower clerical and sales, 6) Lower managers, lower professionals and clerical and sales, 7) Higher professionals, 8) Higher managers, 9) Nobility.
Por su parte, entre las esposas autóctonas (tabla 6), como era de esperar, el grado de homogamia social era mayor que entre las hijas de franceses en casi todas las clases sociales, destacando lo sucedido con los campesinos (61%) y los artesanos poco cualificados (49,9%). Igualmente, aparecen también con un alto nivel de homogamia las mujeres de las clases sociales más altas (nobleza, juristas, médicos o comerciantes), entre las cuales no tenían entrada las mujeres francesas. No obstante, las hijas de los jornaleros autóctonos presentan un mayor grado de intermarriage que las hijas de los jornaleros franceses. De hecho, un 29,8% de ellas se casaban con artesanos poco cualificados, quienes, como ya se ha comentado, no siempre eran los más pobres. Finalmente, por lo que se refiere a la asociación entre la clase social de los padres de la esposa autóctonos y la de los maridos mediante el cálculo del residuo estandarizado, en la tabla 6 se puede observar como los resultados muestran una fuerte asociación (valores situados por encima de 2) en la diagonal, es decir, las catalanas también buscarían casarse con un varón perteneciente a su propio grupo ocupacional. No obstante, a diferencia de las hijas de franceses, entre las asociaciones negativas más significativas (es decir, entre valores situados por debajo de 2), destacan las hijas de campesinos con cualquier grupo que no fuese el suyo propio, así como la de las hijas de artesanos con campesinos, dándose una clara distinción campo-ciudad.
Fuente: Elaboración propia a partir de la BHMD. Proyecto Five Centuries of Marriages.
Leyenda: 0) Daily Workers, 1) Lower skilled and unskilled farm workers, 2) Lower skilled and unskilled workers, 3) Farmers, 4) Skilled workers, 5) Lower clerical and sales, 6) Lower managers, lower professionals and clerical and sales, 7) Higher professionals, 8) Higher managers, 9) Nobility.
8. CONCLUSIONES
En este artículo se ha podido comprobar, en primer lugar, cómo existió una oleada numerosa de mujeres francesas, aunque de menor entidad y cantidad que la masculina, que cruzaron los Pirineos para establecerse en Cataluña. Hemos observado sus principales rasgos y las hemos contemplado como parte de la gran oleada migratoria francesa que llega al país entre finales del siglo XV y la primera mitad del siglo XVII. Siempre que ha sido posible, hemos analizado la información aportada por las propias mujeres, aunque, frecuentemente, hemos tenido que acudir a sus padres para poder tratar algunos aspectos migratorios debido a la situación de dependencia que las mujeres tenían de ellos en el Antiguo Régimen. Como parte de una misma corriente migratoria, analizamos las principales características que presentan las mujeres y los hombres que participan en ella tanto a partir de lo ya conocido, gracias a la bibliografía existente, como de la explotación de nuestras propias bases de datos, y comprobamos entonces que esas características son, a grandes rasgos, semejantes. Por ejemplo, la presencia anual de maridos y esposas franceses en la BHMD es paralela a lo largo de periodo, coincidiendo en las fases de ascenso, plenitud y descenso de la mencionada oleada migratoria.
Pese a todo, hemos podido observar alguna diferencia. El obispado con mayor número inmigrantes, el de Comminges, aun siendo siempre el más representado, demuestra tener una preponderancia entre los padres de las esposas francesas que no tenía entre los maridos. De todas formas, conviene recordar que el bajo número de casos manejado (1.126 padres de esposa franceses, frente a los más de 15.000 maridos inmigrantes), ha acabado haciendo inapreciable la diferencia cronológica entre las principales zonas de expulsión. Por su parte, las diferencias socioeconómicas registradas entre maridos y padres de esposa también fueron mínimas, vista la mayor importancia que en su seno tuvieron los trabajadores y jornaleros, más que en el caso de los autóctonos. No obstante, la mayor proporción de campesinos encontrada entre los padres de francesas (relacionada con la comentada preponderancia de la zona de Comminges y su carácter eminentemente rural), y la menor entre las clases menestrales detectable en el sector textil, nos proporcionaría un perfil socioeconómico ligeramente más bajo para las mujeres que para los hombres.
La diferencia más relevante entre mujeres y hombres franceses la encontramos, sin duda, en su respectivo comportamiento matrimonial, destacando en ello el alto nivel de homogamia según el lugar de origen de las mujeres, que coincide con lo observado por Alexandra Capdevila Muntadas (, p. 90). Este hecho nos indica la situación de mayor aislamiento social en la que posiblemente vivían estas mujeres, mientras que los hombres tendrían una mayor integración en la sociedad catalana. Ahora bien, hay que tener en cuenta que, en sí mismo, esto no sería consecuencia de una mayor capacidad de integración per se, sino del marcado desequilibrio existente en el mercado matrimonial de mujeres y hombres franceses a causa del alto índice de masculinidad hallado en la oleada migratoria analizada.
Para algunos aspectos, no hemos podido obtener información relativa a las mujeres, caso de su edad de llegada a Cataluña, mientras que para los hombres estas cuestiones han sido tratadas en profundidad en investigaciones anteriores (Amengual-Bibiloni, ). Al respecto, una fuente tan importante como la Matrícula de franceses de 1637 es poco útil a la hora de estudiar a las mujeres francesas, ya que en ella solo aparecen nombradas como esposas de los declarantes y las francesas cabeza de familia que realizan su propia declaración ante las autoridades son muy pocas. Todo apunta, pues, a que se podría confirmar la idea señalada en su día por José Antonio Salas Auséns, según la cual el carácter masculino de la inmigración francesa sería uno de los aspectos menos controvertidos y más claros en la mayoría de los trabajos realizados sobre el tema, lo que se ha podido comprobar aquí. Aunque en el caso de las mujeres cabe pensar que hayan podido establecer algunos rasgos diferenciales con respecto a sus compatriotas masculinos (Salas Auséns, , p. 50).
Por otro lado, la falta de estudios sobre el comportamiento matrimonial de mujeres migrantes en el plano internacional durante el Antiguo Régimen, en especial en los siglos XVI-XVII, no nos ha permitido ir mucho más allá de la descripción de resultados, dificultando así la posibilidad de compararlos con aquellos que procedan de otros contextos históricos. Aun así, el desconocimiento de lo sucedido a las mujeres francesas en la Cataluña moderna resulta todavía muy grande, por lo que convendría establecer nuevas vías de investigación con el objetivo de aproximarse a su situación una vez instaladas en su lugar de acogida. Una posibilidad en este sentido sería la búsqueda y determinación de sus singularidades en el marco de las líneas de investigación que ha venido siguiendo la historia de la mujer de la época moderna, las cuales pasarían por el análisis del ordenamiento jurídico y los protocolos notariales, fuentes que permiten conocer problemas específicos sobre las herencias, los contratos matrimoniales y dotes o la situación de las viudas (Ortega López, , p. 166). Por su parte, el estudio de fuentes inquisitoriales, especialmente relevantes para el caso de grupos femeninos marginados o heterodoxos, como bien podrían ser las mujeres francesas, también ayudaría. Al igual que lo harían las fuentes judiciales, en las cuales las mujeres aparecen como demandantes de justicia frente a las agresiones de maridos u otras personas por otro tipo de asuntos, y eso por no hablar del papel de su testimonio en los juicios.
Agradecimientos
Investigación financiada por los proyectos Fives Centuries of Marriages (ERC-2010 AdG_269796), dirigido por la profesora Anna Cabré Pla, y Epidemias, estado y desigualdades socioeconómicas: Predictibilidad y perdurabilidad, siglos XIX y XX (EPI-DESIGUAL) (PID2021-128010OB-100), dirigido por los profesores Joana Maria Pujadas Mora y Pere Salas Vives.
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Amengual-Bibiloni, Miquel et Pujadas-Mora, Joana-Maria (2016), «Orígens i destins de la immigració francesa a l’Àrea de Barcelona (1481-1643). Aportacions a partir de la Barcelona Historical Marriage Database», Manuscrits, 34, pp. 35-61. http://dx.doi.org/10.5565/rev/manuscrits.160.
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Notas
[2] Con anterioridad a 1451 existe la consignación de un impuesto sobre los matrimonios, pero la documentación únicamente recoge el número absoluto de pagos y su cantidad.
[4] Incluye, principalmente, los territorios de la ciudad de Barcelona y todo su llano, un total de 91 parroquias, con localidades tan importante como Sabadell, Terrassa o Mataró.
[5] Las amonestaciones eran los anuncios públicos que se hacían de los matrimonios que se tenían que celebrar en un momento determinado por si alguien conocía algún impedimento para su realización, lo pusiese de manifiesto.
[6] Queremos agradecer a la Societat Catalana de Genealogía, y en especial al recientemente fallecido Ramon Rovira i Tobella, el acceso a la copia de esta fuente que dispone la entidad.
[7] Los Libros de Esponsales fueron cumplimentados en catalán hasta 1860, aunque hemos optado por la traducción de las formas utilizadas al castellano para una mayor comprensión. ACB, Llibres d’Esposalles, vol. 61, p. 152.
[10] La descripción de las fases principales de la oleada migratoria francesa a partir del uso de la BHMD se puede encontrar publicada en Amengual-Bibiloni y Pujadas-Mora ().
[11] La tarea de recaptación del impuesto era encomendada a los «obreros menores», sacerdotes subordinados de los «obreros mayores», encargados de la Obra de la Catedral. Eran elegidos bianualmente en el mes de mayo, razón por la cual los volúmenes se inician en dicho mes (Carreras y Candi, , p. 22).
[12] Todos los datos referidos a los maridos de la BHMD provienen de Amengual-Bibiloni y Pujadas-Mora ().
[13] En todos los volúmenes correspondientes al resto de decanatos (Vallés, Penedés y Piera) únicamente aparecen 15 padres de esposa franceses.
[15] Toda la información referente a los maridos franceses se basa en la investigación realizada en el marco de la tesis doctoral La immigració francesa a l’Àrea de Barcelona a l’Època Moderna (segles XV, XVI i XVII), de Miquel Amengual-Bibiloni y dirigida por Anna Cabré y Joana-Maria Pujadas-Mora, consultable en la web www.tdx.cat.
[17] Hay que tener en cuenta que no todos los que se declaraban campesinos tenían el mismo nivel de riqueza, como evidencia la existencia, indetectable en estas fuentes, de campesinos enriquecidos en la Cataluña de los siglos XVI y XVII, (v. Gifre i Ribas, ), aunque, en general, no parece que sea el caso de los inmigrantes franceses.
[18] Para profundizar en esta cuestión, se requeriría acudir a nuevas fuentes, como los capítulos matrimoniales, una de nuestras líneas futuras de investigación.
[19] Hay que tener en cuenta que no contamos con un censo que recuente el total de hombres y mujeres franceses en el Área de Barcelona y en el momento analizado, por lo que este dato podría variar.
[20] Las esposas estrictamente autóctonas no pueden ser documentadas fácilmente, ya que, como hemos venido diciendo, los registros que generalmente informan sobre el origen son los que se refieren a las solteras, pero no las viudas, que van referidas al marido anterior y no al padre. De todas formas, hay que pensar que las autóctonas eran las mayoritarias, teniendo en cuenta que la inmigración femenina era generalmente menos numerosa, también en el caso de las migraciones internas.
[21] Ahora bien, aunque estos son los resultados obtenidos a partir del manejo de la ya mencionada clasificación HISCLASS, no podemos olvidar casos como el de los pelaires, quienes, a pesar de pertenecer a una categoría de artesanos poco cualificados, solían alcanzar una elevada posición social gracias a su papel de intermediarios en el proceso de creación textil (Torras i Elias, , pp. 15).
[22] No tenemos en cuenta los grupos núm. 5 y 7 al contar únicamente con 2 y 3 casos respectivamente.
[23] El residuo estandarizado se obtiene calculando la diferencia entre el valor esperado de una tabla de contingencia y el valor observado, la cual se divide luego por la raíz cuadrada del valor esperado. A su vez, el valor esperado es un valor teórico que se correspondería con los resultados obtenidos si la variable independiente (en nuestro caso la clase social del padre de la esposa) no influyese en la variable dependiente (la clase social del marido), y se calcula sumando el total de la fila y de la columna cruzada, dividiendo luego el resultado obtenido por el total de la tabla.