La transición entre los siglos XVI y XVII se caracterizó en España por el paso del confesionalismo de Felipe II a la asociación entre la Monarquía Hispana y la Sede Apostólica, bajo orientación política de esta última. Su fermento fue la espiritualidad mística, y en ese contexto arraigaron expresiones religiosas más rigoristas e íntimas como el Desierto, surgida en el Carmelo Descalzo como lectura radical de la reforma teresiana. En este artículo se trata del decidido apoyo prestado a este movimiento por el licenciado Francisco de Contreras, cuya carrera, culminada por el acceso a la presidencia del Consejo Real de Castilla en 1621, se distinguió por el generoso patrocinio del Desierto de Bolarque y la continua intervención política y administrativa en favor de sus promotores. Una vez consolidado su movimiento, ello les permitió conducir la expansión suprahispana de su orden.