1. Introducción
Este artículo aborda el análisis electoral de las elecciones autonómicas vascas de abril de 2024. A partir de datos agregados e individuales se estudian múltiples dimensiones de la competición electoral, como el balance de los patrones de movilización, la evolución electoral de los distintos competidores, la distribución geográfica de sus apoyos, los principales parámetros del sistema de partidos y su continuidad básica y los condicionantes de la valoración de los liderazgos. Los citados comicios se producen en un ciclo de inestabilidad y realineamiento iniciado por las elecciones locales y forales de 2023, seguido de las generales de ese mismo verano, que están dando lugar a una legislatura compleja e incierta y que, tras la continuidad de las gallegas de febrero de 2024 y el realineamiento de las catalanas de mayo, se acaba de cerrar con las europeas de junio de este mismo año.
De este modo, las incógnitas más significativas a resolver en la arena autonómica vasca se relacionan con el efecto de la vuelta a las urnas de los electores que les habían dado la espalda en plena pandemia, con la profundidad del realineamiento previsible y con el nivel de desgaste de los socios de gobierno, protagonistas de un doble duelo PNV-EHB y PSE-PP; en concreto, la disputa de la primera posición entre los dos primeros y la reválida de la mayoría de los dos socios de gobierno por el ascenso abertzale, por un lado, y la recuperación de los populares, por otro. Lo que, de no mantenerse la mayoría anterior, habría dado lugar a la apertura de dos escenarios alternativos: una alternancia inédita con cambio de socios y de color del gobierno o una ampliación de la coalición por la necesidad de, al menos, un tercero; poniendo fin, en cualquier caso, al “oasis vasco” que caracterizó la etapa de Urkullu como lehendakari. En segundo plano, aunque con significación política, quedaban el duelo Podemos/Sumar y la permanencia parlamentaria de VOX en la tierra de origen de su líder Abascal, con la consecuente reconfiguración, o no, de la estructura competitiva del sistema de partidos.
En estas elecciones de la XIIIª legislatura vasca se han puesto a prueba nuevos liderazgos al frente de los principales competidores, dando cuenta del cambio de ciclo, pero, sobre todo, se pone fin a las tres legislaturas en que Iñigo Urkullu pilotó, tras el acuerdo con el PSE-EE, esta primera etapa tras el fin del terrorismo de ETA. Después de una segunda legislatura (la XIª) en la que Urkullu presidía un gobierno de coalición PNV-PSE/EE minoritario con muchas dificultades para aprobar presupuestos y para sacar adelante su agenda legislativa, debiendo recurrir a una aritmética parlamentaria variable, en esta tercera y última (XIIª), sin embargo, la mayoría absoluta de la misma coalición le facilitó un rendimiento legislativo de récord. No sucedía lo mismo con el funcionamiento de los grandes servicios públicos, teniendo que hacer frente a un descontento creciente con movilizaciones en la calle, sobre todo, por la fatiga del sistema vasco de salud (Osakidetza) y las críticas al funcionamiento del sistema público de educación. En este sentido, llama la atención que, mientras el 60% del electorado vasco valoraba positivamente la labor del PNV al frente del gobierno vasco, solo un 47,8% aprobaba la gestión del Lehendakari Urkullu.
El desgaste del PNV se empezó a percibir en las elecciones locales y forales de 2023 y se agudizó en las generales posteriores, con EHB en posición de alternativa y receptor principal de tal descontento. En esta ocasión, por tanto, el PNV estimó que ya no podía seguir jugando a la continuidad con el liderazgo de Urkullu y optó por un cambio de cabeza de cartel que diese idea de renovación, proponiendo a Imanol Pradales, un profesional joven de la margen izquierda de la misma cantera, pero de origen inmigrante burgalés. Coincidencia o no, casi todos los competidores hicieron lo propio con sus cabeceras: el PSE-EE ya había sustituido a I. Mendía por E. Andueza en su secretaría general, J. De Andrés había hecho lo propio con C. Iturgaiz en la presidencia del PP vasco, A. Otegi daba paso a P. Otxandiano al frente de la lista de EHB, la nueva marca Sumar la encabezó A. García, en tanto que Podemos y VOX repitieron cabeza de cartel.
Con la arriesgada sustitución de Urkullu, el PNV ponía en peligro el capital político de su centralidad incontestable y expansiva (catch-all) con capacidad para acordar con todos, sin prisas en el espinoso tema de la reforma consensuada del autogobierno y reforzado por su papel en la cogobernanza autonómica de la crisis sanitaria. El balance, por tanto, no podía ser mejor para Urkullu (). Sin embargo, la dirección del PNV tomaba las riendas para hacer frente, por un lado, a la amenaza competitiva de la Izquierda Abertzale (IA) y, por otro, a las tensiones internas por el posible cambio de alianzas con los partidos nacionales, dada la nueva correlación de fuerzas entre ellos. En todo caso, siempre con el objetivo de maximizar la creciente influencia del PNV en la gobernabilidad nacional, con los siempre bienvenidos “retornos” para la gestión autonómica.
2. Recuperación de la movilización tras el récord desmovilizador de 2020
La recuperación de la movilización era esperable después del récord desmovilizador de 2020, recién salidos del confinamiento; pero la intensidad y el impacto de la misma eran las incógnitas que se planteaban, sobre todo, por el probable comportamiento diferencial. Con un 60% de participación electoral y un incremento de 9,2% se recupera el gap desmovilizador de cuatro años antes (165.721 votantes más con un ligerísimo incremento censal de menos de 900 electores). En todo caso, por debajo del promedio autonómico de participación (64,2%) y entre las cuatro elecciones menos desmovilizadoras, aunque con idéntico patrón de las últimas elecciones locales y forales de mayo de 2023, ratificando su caracterización como elecciones de “segundo orden” (Reif y Schmitt, 1980; ; Golder, Lago, Blais, Gidengil y Gschwend, 2017). Una aproximación al perfil actitudinal de los abstencionistas nos lo proporciona la última encuesta postelectoral del Gabinete de Prospección Sociológica del Gobierno Vasco, según la cual casi un tercio nos dicen que “están desengañados con la política” (31%), cerca de uno de cada cinco porque “ningún partido o político les convence” (17%) , uno de cada diez refieren que “votar no vale para nada” (10%) y casi otro tanto que “estas elecciones, en concreto, no le interesaban” (7%), repartiéndose el tercio restante en una variedad de respuestas.
Aunque la participación es muy homogénea (la oscilación es de + 1,9%) en el conjunto de las tres provincias (60,2% en Álava, 58,9% en Gipuzkoa y 60,8% en Bizkaia), el patrón desmovilizador relativo afecta, en mayor medida, a las zonas metropolitanas e industriales, como refleja el Mapa 1. Así, con una abstención superior al 40% se sitúan 15 poblaciones alavesas, 24 guipuzcoanas (entre las que destacan Andoain, Beasain, Rentería, Irún, Lasarte y Pasajes) y Barakaldo, Erandio y Sestao en Bizkaia.
Además, a la menor incidencia del voto exterior (un 4,6% del censo) y su escasa participación (un 10%), hay que sumar, sobre todo, el efecto de la mayor movilidad a las segundas residencias. Sin embargo, en el caso vasco vuelve a reproducirse un patrón muy establecido de movilización diferencial () según el tipo de elecciones, que lleva a que el voto nacionalista esté mucho más movilizado (unos 117.000 votos más que hace cuatro años) que el voto no nacionalista (unos 49.000 votos más que en 2020) en la arena autonómica, afectando más o menos a las distintas formaciones de cada familia según la coyuntura electoral (unos 100.000 más a las de izquierda, frente a los 64.000 más de la derecha).
3. Pradales salva la primera posición del PNV y gana el duelo con EHB, pero pierde los 4 escaños sumados por Urkullu desde 2012
Imanol Pradales y el PNV salieron con dos eslóganes de campaña, primero, con su “Indar Berria” (“Fuerza Nueva”) y, más tarde, “Aukeratu Euskadi”. Elige Bienestar, centrando su imagen en el candidato acompañado del resto de miembros de la candidatura, preferentemente, los más jóvenes y las mujeres, con situaciones dinámicas y espacios emblemáticos, con la marca del PNV y la simbología nacionalista de fondo o en segundo plano. Aunque el claro protagonismo del candidato estuviese aderezado con acompañamientos puntuales, ya sea de los líderes y altos representantes del partido para sellar la solidez de su respaldo, ya sea del lehendakari Urkullu para remarcar la idea de moderación y continuidad de lo conseguido; lo que predominaba era la idea de renovación y capacidad para hacer frente al reto de una alternancia incierta y desestabilizadora. Sus más de 370.000 votos (34,8% del voto válido y 20,7% del censo) y 27 escaños son todo un triunfo, a pesar de haber dejado por el camino cuatro puntos porcentuales de voto válido y los 4 escaños que había sumado Urkullu en sus tres legislaturas, permitiéndole salir victorioso en votos del duelo con su contrincante nacionalista, al que reprochaba su “agenda oculta”. Además, es una victoria obtenida tras sumar unos 22.000 votos desde las anteriores elecciones autonómicas de 2020, alrededor de 24.000 desde las elecciones forales de 2023 y 95.000 desde las generales de ese mismo año, logrando movilizar electores desmovilizados hace cuatro años y votantes moderados incentivados por un voto útil para evitar el triunfo de EHB. En el duelo demoscópico previo a las elecciones, Pradales ya partía con ventaja frente a Otxandiano, si tenemos en cuenta que, según el CIS, era, sobre todo, el preferido como Lehendakari (30,4% frente a 26,1%).
A-2020 | F-2023 | G-2023 | A-2024 | |||||||||
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VOTOS | CEN. | W | VOTOS | CEN. | W | VOTOS | CEN. | W | VOTOS | CEN. | W | |
PNV | 349.960 | 19,5 | 38,7 | 348,484 | 20,4 | 34,4 | 277,289 | 15,5 | 24,0 | 372,416 | 20,7 | 34,8 |
EHB | 249.580 | 13,9 | 27,6 | 291,749 | 17,6 | 28,7 | 276,175 | 15,4 | 23,9 | 343,485 | 19,1 | 32,1 |
PS-EE | 122.248 | 6,8 | 13,5 | 163,758 | 9,6 | 16,6 | 291,932 | 16,3 | 25,3 | 150,753 | 8,4 | 14,1 |
PP 1 | 60.650 | 3,4 | 6,7 | 89.388 | 5,3 | 8,9 | 133,466 | 7,5 | 11,6 | 98,136 | 5,5 | 9,2 |
E. Podemos/ Sumar | 72.113 | 4 | 8 | 70.388 | 4,1 | 7,0 | 128,234 | 7,2 | 11,1 | 23,888 | 1,3 | 2,2 |
Sumar | --- | --- | --- | --- | --- | --- | --- | --- | --- | 35,219 | 2,0 | 3,3 |
Ciudadanos | --- | --- | --- | --- | --- | --- | --- | --- | --- | --- | --- | --- |
Vox | 17.569 | 1 | 1,9 | 15,139 | 0,9 | 1,5 | 30,519 | 1,7 | 2,6 | 21,693 | 1,2 | 2,0 |
Otros | 23.682 | 1,3 | 2,6 | 13,377 | 0,8 | 1,3 | 11,688 | 0,7 | 1,0 | 13,032 | 0,7 | 1,2 |
Nacionalistas | 602.069 | 33,6 | 66,6 | 639,233 | 37,4 | 63,2 | 553,464 | 30,9 | 47,9 | 717,621 | 40,0 | 67,1 |
No Nacionalistas | 293.733 | 16,4 | 32,5 | 352.359 | 20,6 | 34,8 | 595,839 | 33,3 | 51,6 | 341,001 | 19,0 | 31,9 |
Izquierda | 467.017 | 26 | 51,6 | 534.234 | 31,3 | 52,8 | 706,477 | 39,5 | 61,2 | 565,906 | 31,5 | 52,9 |
Derecha | 428.785 | 23,9 | 47,4 | 457,358 | 26,8 | 45,2 | 442,826 | 24,7 | 38,3 | 492,716 | 27,4 | 46,1 |
VOTANTES | 911.089 | 50,8 | --- | 1.025.365 | 60,0 | --- | 1.164.447 | 65,1 | --- | 1.076.810 | 60,1 | --- |
CENSO | 1.794.316 | --- | --- | 1.708.019 | --- | --- | 1.789.211 | --- | --- | 1,795,212 | --- | --- |
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de las Juntas electorales provinciales.
P. Otxandiano y EHB también salieron con dos eslóganes de campaña, primero, “Erabaki Etorkizuna” (“Decide el futuro”) y, más tarde, “Aldaketa Da Orain” (“El cambio es ahora”), animados, sin duda, por las expectativas de cambio de mayoría que señalaban algunas encuestas. Presentaron a su joven candidato como la encarnación de esa oferta de alternancia gubernamental, alejada del radicalismo tradicional, aparcando el programa soberanista y de los vínculos de la IA con el terrorismo, a pesar del traspiés de final de campaña sobre la ambigua definición de ETA como “grupo armado”, lo que visualizaba que se trataba más de un giro táctico que de un cambio profundo de principios éticos y/o políticos. Lo cierto es que sus más de 343.000 votos (32,1% del voto válido y 19,1% del censo) marcan un récord absoluto para la IA, quedándose a unos 29.000 del PNV y empatando a 27 escaños con él (todo un récord, al sumar 6 a los obtenidos en 2020), tras sumar 94.000 desde 2020, 53.000 desde las forales de hace un año y 67.000 desde las generales. Lograron así captar gran parte del descontento, sobre todo joven, con la gestión de los gobiernos de Urkullu y que, en gran parte, había transitado por las filas de Podemos, tras su vaciamiento.
E. Andueza, y el PSE/EE, era el tercero en discordia que, aunque defendió en todo momento la continuidad de la coalición de gobierno con el PNV, también podría ser el socio necesario para un gobierno de alternancia encabezado por EHB. De ahí sus dos eslóganes de campaña, primero, “Cambia el guion” (“Aldatu Bidea”) y, más tarde, “Vota al que decide” (“Erabakia Zurea Da”), haciendo valer su posición de centralidad y bisagra de cualquier coalición mixta de gobierno. Así, sus más de 150.000 votos (14,1% del voto válido y 8,4% del censo) le permitieron sumar dos escaños a los 10 obtenidos cuatro años antes y, sobre todo, completar las mayorías absolutas, tanto de la coalición con el PNV, como la hipotética coalición alternativa con EHB, que, por otro lado, son los dos socios necesarios en la mayoría de gobierno de Sánchez en Madrid. Sin embargo, la dinámica del ciclo ha sido desigual: suma unos 28.000 votos desde 2020, pierde alrededor de 13.000 desde las forales del año pasado y, sobre todo, más de 141.000 desde las generales, en las que había sido el primer partido en el País Vasco. Por eso se puede decir que ha alcanzado sus objetivos al retener una pequeña parte de los votantes autonomistas movilizados en este periodo, a pesar del impacto oscilante del voto dual en el último año.
J. De Andrés y el PP tenían un reto complicado para intentar volver al centro del tablero de la política vasca, intentando ser decisivos desde la centralidad y conjurando el peligro de voto útil conservador hacia el PNV y autonomista hacia el PSE-EE de quienes daban prioridad a evitar un lehendakari de EHB. Su eslogan “Abiertos” o “Por una Euskadi abierta” (“Euskadi Ireki Baten Alde”), reflejaba, no sin ambigüedad, esa pretensión de reubicación, sobre todo, a partir de su cuestionamiento de la radicalización sanchista del PNV. Sus más de 98.000 votos (9,2% del voto válido y 5,5% del censo) y 7 escaños, aunque mejoraban sus resultados de hace cuatro años (38.000 votos y 1 escaño más), no alcanzaban sus objetivos de sustituir al PSE-EE en la posición decisiva y frenar el voto útil. Es cierto que sumaron casi 9.000 votos a los obtenidos en las forales, pero perdieron 35.000 con respecto a las generales de hace un año.
VOX repitió con A. Martínez como candidata, que aspiraba a revalidar su escaño alavés, la provincia de origen de su líder y fundador S. Abascal. Con su “Sabes que es verdad” salió a denunciar los supuestos engaños del nacionalismo, tanto del PNV como de EHB, las cesiones del PSE-EE y la ambigüedad del PP. Sus más de 21.000 votos (2% del voto válido y 1,2% del censo) le permitieron mantener su escaño, tras sumar unos 4.000 a los obtenidos en 2020, después del retroceso de las forales (algo más de 15.000) y la recuperación de las generales (alrededor de 30.000) de hace un año.
Sumar irrumpía, por primera vez, en solitario en la arena política vasca con A. García y eslóganes como “Es Por Ti”, “Euskadi Berria” (“Nueva Euskadi”) y “Es Tu Tiempo”. Como es obvio, su objetivo era ganarle el pulso a Podemos y evitar el voto útil de la izquierda radical hacia EHB. Finalmente, con sus más de 35.000 votos (un 3,3% del voto válido y un 2% del censo) y la obtención de su único escaño en Álava, lo consigue. Por el contrario, Podemos, que contaba con 6 diputados en la cámara vasca de la XIIª Legislatura encabezados por su candidata M. Gorrotxategi, además de perder el pulso con sus escindidos (con algo más de 23.000 sufragios, un 2,2% del voto válido y un 1,3% del censo), se quedó sin representación y sin que sus eslóganes “Elige Transformar. Elige Izquierda” (“Aukeratu Eraldatzea. Aukeratu Ezkerra”), pudiesen evitar la pinza de sus dos competidores en la izquierda (EHB y Sumar). En conjunto, los algo más de 70.000 votos que habían cosechado en las últimas elecciones autonómicas de 2020 y que repitieron en las forales de hace un año, llegando, incluso, a sumar hasta más de los 128.000 de las generales, se han quedado en 59.000 y han dejado por el camino cinco diputados, pagando la factura de la división y el voto útil hacia EHB.
4. Aproximación a los rendimientos electorales en el País Vasco: un modelo estadístico
Las diferencias entre las fortalezas/debilidades de los liderazgos de Imanol Pradales y Pello Otxandiano han sido determinantes en la foto finish del resultado electoral y, a la postre, ambos han salido reforzados en esta contienda de máxima competitividad. El candidato del PNV conserva la Lehendakaritza y el gobierno, resistiendo el empuje alternativo de la coalición de la IA, y Pello Otxandiano se convierte en líder indiscutible de la oposición en el País Vasco.
Dado el impacto electoral de los liderazgos en estas elecciones, la mayor parte de ellos renovados, el auge de las evaluaciones de líderes en la decisión de votar y el fuerte vínculo de causalidad recíproca que une las evaluaciones de los líderes con el voto (), se hace necesario el análisis de los condicionantes de la valoración de los principales liderazgos vasco. El objetivo del ejercicio es evaluar el impacto diferencial en tales variables de otros liderazgos, las valoraciones de la coyuntura política y económica y la identidad nacional subjetiva, principalmente. En la Tabla 2 se muestran los resultados de sendos análisis de regresión lineal múltiple, cuya finalidad es identificar los factores que inciden en la valoración de ambos líderes durante las elecciones autonómicas del 21 de abril de 2024, tomando como base para su realización el estudio preelectoral del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).
Imanol Pradales | Pello Otxandiano | |||
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B (error) | Beta | B (error) | Beta | |
Valoración situación económica CA | -0,034 (0,061) | -0,012 | 0,128* (0,063) | 0,042 |
Valoración situación económica personal | 0,107* (0,054) | 0,04 | -0,079 (0,056) | -0,028 |
Valoración situación política CA | -0,124* (0,048) | -0,06 | -0,059 (0,048) | -0,026 |
Interés noticias elecciones | -0,23*** (0,049) | -0,086 | -0,076 (0,049) | -0,027 |
Valoración gestión I.Urkullu | -0,392*** (0,06) | -0,203 | 0,033 (0,06) | 0,016 |
Valoración PNV | -0,297*** (0,058) | -0,165 | -0,005 (0,057) | -0,003 |
Valoración EHB | 0,104* (0,043) | 0,057 | -0,707*** (0,045) | -0,36 |
Valoración Eneko Andueza | 0,311*** (0,026) | 0,288 | 0,100*** (0,026) | 0,084 |
Valoración Miren Gorrotxategi | 0,018 (0,029) | 0,016 | 0,195*** (0,03) | 0,164 |
Valoración Alba García | -0,027 (0,027) | -0,024 | 0,054 (0,028) | 0,045 |
Ideología | 0,04 (0,022) | 0,042 | 0,009 (0,022) | 0,009 |
Identidad nacional subjetiva | 0,292*** (0,049) | 0,13 | 0,29*** (0,05) | 0,121 |
Mejor líder (Ref.: Resto de partidos) | 0,485*** (0,13) | 0,105 | 0,775*** (0,135) | 0,156 |
Mejor defiende intereses CA (Ref.: Resto de partidos) | 0,225 (0,151) | 0,049 | 0,146 (0,175) | 0,029 |
Capacidad gobernar CA (Ref.: Resto de partidos) | 0,319* (0,142) | 0,07 | 0,556*** (0,159) | 0,11 |
Defiende identidad, cultura e idioma (Ref.: Resto de partidos) | 0,342** (0,131) | 0,071 | 0,335** (0,126) | 0,066 |
Motivación del voto (Ref.: Programa) | ||||
Candidato | 0,499 (0,343) | 0,077 | 0,439 (0,349) | 0,064 |
Partido | 0,083 (0,329) | 0,015 | 0,346 (0,337) | 0,057 |
Candidato y Partido | 1,046* (0,38) | 0,094 | 0,794* (0,39) | 0,064 |
Previsión de ganador (Ref.: Sumar) | ||||
PSE-EE | -0,277 (-0,036) | -0,014 | -0,672* (0,323) | -0,036 |
PP | -0,397 (-0,011) | -0,012 | -0,403 (0,609) | -0,011 |
VOX | -1,206 (-0,028) | -0,03 | -1,26 (0,811) | -0,028 |
PNV | - | - | -0,272** (0,096) | -0,052 |
EHB | 0,076 (0,094) | 0,016 | - | - |
PODEMOS | - | - | 3,323 (1,765) | 0,031 |
Preferencia de ganador (Ref.: Sumar) | ||||
PSE-EE | -0,953** (0,299) | -0,104 | -0,322 (0,293) | -0,034 |
PP | -0,233 (0,335) | -0,02 | -0,29 (0,334) | -0,024 |
VOX | -0,163 (0,474) | -0,008 | 0,046 (0,458) | 0,002 |
PNV | 0,174 (0,28) | 0,037 | 0,652* (0,269) | 0,128 |
EHB | 0,038 (0,261) | 0,008 | 0,466 (0,285) | 0,094 |
PODEMOS | 0,193 (0,394) | 0,011 | -0,018 (0,421) | -0,001 |
Sexo (Ref.: Hombre) | 0,083 (0,086) | 0,018 | -0,046 (0,087) | -0,009 |
Edad | 0,003 (0,005) | 0,025 | -0,003 (0,005) | -0,019 |
Estudios | 0,006 (0,021) | 0,006 | 0,002 (0,022) | 0,002 |
Religiosidad (Ref.: Ateo) | 0,006 (0,021) | 0,006 | 0,002 (0,022) | 0,002 |
Católico practicante | 0,29 (0,164) | 0,041 | -0,282 (0,163) | -0,037 |
Católico no practicante | -0,062 (0,119) | -0,013 | 0,023 (0,12) | 0,004 |
Otra religión | 0,266 (0,388) | 0,013 | 0,107 (0,39) | 0,005 |
Agnóstico/No creyente | 0,129 (0,135) | 0,019 | -0,008 (0,138) | -0,001 |
Indiferente | 0,051 (0,126) | 0,008 | -0,145 (0,129) | -0,022 |
Estado Civil (Ref.: Divorciado) | ||||
Casado | 0,022 (0,181) | 0,005 | 0,07 (0,182) | 0,014 |
Soltero | -0,04 (0,195) | -0,008 | -0,002 (0,196) | 0,000 |
Viudo | -0,328 (0,249) | -0,034 | -0,403 (0,243) | -0,041 |
Separado | 0,06 (0,366) | 0,003 | -0,064 (0,354) | -0,003 |
Situación laboral (Ref.: Trabajo doméstico no remunerado) | ||||
Trabaja | 0,221 (0,241) | 0,048 | -0,1 (0,246) | -0,02 |
Jubilado o pensionista | 0,263 (0,237) | 0,052 | 0,572* (0,241) | 0,105 |
Parado | -0,104 (0,295) | -0,01 | 0,041 (0,304) | 0,004 |
Estudiante | 0,64 (0,334) | 0,06 | -0,243 (0,334) | -0,022 |
(Constante) | 3,941*** (0,747) | 3,941 | 4,021*** (0,742) | 4,021 |
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del estudio 3448 del CIS, preelectoral de las elecciones autonómicas vascas de 2024.
Nota 1: Las valoraciones de los liderazgos van de 1 a 10, donde 1 es Muy mala y 10 Muy bien; las valoraciones de la coyuntura política y económica y de la gestión como Lehendakari de I. Urkullu van de 1 a 5, donde 1 es Muy buena, 2 Buena, 3 Regular, 4 Mala y 5 Muy mala; el Grado de interés por las noticias sobre las elecciones va de 1 a 4, donde 1 es Mucho, 2 Bastante, 3 Poco y 4 Nada; la escala de autoubicación ideológica va de 1 a 10, donde 1 es Izquierda y 10 Derecha; y la Identidad nacional subjetiva va de 1 a 5, donde 1 es Me siento únicamente español, 2 Me siento más español que vasco; 3 Me siento tan español como vasco; 4 Me siento más vasco que español y 5 Me siento únicamente vasco. El resto de las variables tienen indicada la referencia y las categorías.
El modelo para la valoración de Imanol Pradales es explicado en un 64,7% (Pseudo R2=0,647) mientras el de Pello Otxandiano viene explicado en un 67,9% (Pseudo R2=0,679). Por tanto, ambos modelos superan de manera significativa el 50% de explicación a partir de las variables independientes significativas (p-valor< 0,05) tras la depuración de los mismos.
Una de las variables de mayor peso para el modelo de Imanol Pradales es la valoración de Eneko Andueza (0,311), cuya buena imagen ejerce una influencia positiva en la valoración del líder nacionalista, lo cual informa de la percepción que los ciudadanos tienen del funcionamiento del gobierno de coalición, así como de la voluntad de continuidad del mismo en las preferencias del líder socialista. Asumir que a medida que mejora la evaluación de Eneko Andueza aumenta también la de Imanol Pradales significa que ambos líderes conviven en la secuencia de valoración de los ciudadanos, en vez de tener liderazgos confrontados. Otras variables que influyen en una mejor imagen del liderazgo de Imanol Pradales son la valoración de la gestión del anterior Lehendakari -Íñigo Urkullu- (-0,392), la del PNV (-0,297), la identidad nacional subjetiva (0,292) y la no preferencia como ganador del PSE-EE (-0,953).
A nivel comparado, y si bien la ideología no parece influir en los dos principales liderazgos vascos, la identidad nacional subjetiva es un factor clave en la valoración de los candidatos Imanol Pradales (0,292) y Pello Otxandiano (0,290). La valoración de EH Bildu es clave también en la valoración de los líderes del PNV y EH Bildu (0,104 y -0,707, respectivamente), lo que evidencia la evolución hacia la centralidad de la imagen de la IA en estos comicios. Además, creer que el propio partido es el más capacitado para gobernar la comunidad (0,319 y 0,556) y defender mejor la identidad, cultura y lengua vascas (0,342 y 0,335) ejerce influencia positiva en la imagen de ambos líderes.
Al igual que con el caso del candidato del PNV, la valoración de Eneko Andueza también influye en la evaluación del líder de EH Bildu (0,100), en la medida en que sus vínculos en Madrid refuerzan su posición de “bisagra” en una hipotética alternancia. Además, en el caso de Pello Otxandiano, su imagen se ve influenciada por la valoración de la candidata de Podemos, Miren Gorrotxategi (0,195), lo que evidencia que tampoco estos dos liderazgos tienen una relación conflictual. Además, se comprueba que un mayor interés por las noticias sobre los comicios autonómicos de 2024 (-0,230) guarda relación causal con una buena imagen de Imanol Pradales.
En cuanto a la valoración de la situación general, la imagen del aspirante del PNV se ve influenciada por las valoraciones de la situación económica personal y la situación política de la comunidad, de forma que una peor estimación de la situación económica personal (0,107) y una buena imagen de la situación política de la comunidad autónoma (-0,124) favorecen una mejor percepción de Imanol Pradales.
En cuanto a las motivaciones del voto, la valoración de Imanol Pradales se ve influenciada si la confluencia del candidato y el partido es una razón de voto frente al programa (1,046). En el caso del candidato de EH Bildu, la confluencia del candidato y la formación política como motivación del voto (0,794) también ejerce influencia en su imagen. Además, la previsión de que el PSE-EE (-0,672) y el PNV (-0,272) no ganaran en los comicios autonómicos vascos de 2024 son factores de mejora de la imagen del líder de EH Bildu. En cambio, en el caso del candidato del PNV, la previsión de partido ganador no tiene influencia alguna. Sí lo hace la preferencia de partido ganador, de forma que el hecho de que el PSE-EE no sea el partido preferido como ganador es un factor de mejora de la imagen de Imanol Pradales (-0,953). En el caso del candidato Pello Otxandiano, la preferencia como ganador del PNV mejora la imagen del líder (0,652).
En cuanto a las variables de tipo sociodemográfico del modelo, tan sólo el hecho de ser jubilado o pensionista frente a ejercer un trabajo doméstico no remunerado mejora la imagen del candidato de EH Bildu, Pello Otxandiano (0,572).
5. Una geografía electoral cambiante: PNV y EHB se reparten el territorio
El cambio en la geografía electoral vasca es significativo, dejando de ser el PNV hegemónico en los tres territorios históricos para tener que repartírselos con su competidor EHB (ver Mapa 2). El PNV es el ganador solo en Bizkaia (39,1%, tras retroceder 3 puntos), donde obtiene 11 escaños (-1), siendo segundo en Gipuzkoa (31,4% con una reducción de 5 puntos) con 9 escaños (-1) y en Álava (26,7% y una pérdida de otros 5 puntos) con 7 (-2). EHB, por su parte, se alza con el triunfo en Álava (29,1% y 8 escaños) y Guipúzcoa (39,8% y 11 escaños), mientras que se queda en la segunda posición en Bizkaia (28,3% y 8 escaños), con un balance positivo de 2 escaños por provincia.
El PSE-EE mantiene la tercera posición en todas las provincias con el 16,2% en Álava (repite sus 4 escaños), el 13,4% en Gipuzkoa (suma 1 escaño a los 3 anteriores) y el 13,9% en Bizkaia (suma 1 escaño a los 3 que tenía). El PP sube hasta la cuarta posición en los tres territorios con el 15,9% en Álava (suma 1 escaño a los 3 anteriores), el 6,4% en Gipuzkoa (repite escaño) y el 9% en Bizkaia (repite sus 2 escaños). Sumar, por primera vez en solitario, se queda en la quinta posición con su escaño alavés (3,7% en Álava, 3% en Gipuzkoa y 3,3% en Bizkaia). VOX mantiene la última posición y su escaño alavés (con un 3,7% en Álava, 1,5% en Gipuzkoa y 1,9% en Bizkaia). Finalmente, y como ya hemos indicado, EP pierde sus dos escaños en cada provincia quedando sin representación (con un 2,4% en Álava, un 2,2% en Gipuzkoa y un 2,2% en Bizkaia).
El siguiente Mapa 3 visualiza a las claras la distribución local de la hegemonía electoral entre PNV y EHB, que se reparten las primeras posiciones en casi todos los municipios vascos (251), con la excepción de Getxo y Portugalete en Bizkaia, Laguardia y Zambrana en Álava y Mondragón y Lasarte en Gipuzkoa. De este modo, el PNV suma 91 mayorías, EHB alcanza 155, el PP se queda con Laguardia, los dos primeros empatan en Ereño, Leza y Llodio, en tanto que en Zambrana lo hacen el PP y el PNV. El PNV gana en 62 de las 112 localidades vizcaínas (entre las que destacan: Bilbao, Barakaldo, Portugalete, Santurce, Getxo, Bermeo y Ermua), en casi la mitad de los 51 municipios alaveses (tras perder Vitoria y empatar en Llodio) y en 7 de los 88 guipuzcoanos (destacando San Sebastián, Fuenterrabía, Elgoibar e Irún). EHB, por su parte, gana en la gran mayoría (81) de los municipios guipuzcoanos (sobresalen Eibar, Rentería, Mondragón, Andoain, Hernani, Lasarte, Oñate, Toloza o Zarauz), en 25 de los 51 alaveses (destacando Vitoria) y en otros 49 vizcaínos (entre los que hay que mencionar Durango, Guernica, Lekeitio, Markina u Ondárroa). Por el contrario, el PSE-EE tan solo obtiene la segunda posición en Ermua y Portugalete en Bizkaia y Lasarte en Gipuzkoa, donde obtenía mayorías absolutas, con un retroceso muy significativo en poblaciones industriales emblemáticas en las que gobernaba.
Como se puede comprobar, el cambio significativo es el salto del electorado de EHB de las pequeñas/medianas poblaciones del interior y costeras, sobre todo de Gipuzkoa y Bizkaia, a las áreas metropolitanas e industriales y tanto de sociología nacionalista, como de izquierda, siendo muy significativa su penetración en Álava y, especialmente, el triunfo en Vitoria. Aun así, el PNV mantiene sus mayores apoyos relativos en las poblaciones de más de 50.000 habitantes (Bilbao, San Sebastián, Vitoria, Barakaldo, Getxo e Irún), que son casi la mitad del censo (46,1%). Por su parte, el 65,3% de los votos de EHB provienen de los pequeños municipios, consiguiendo el 46% de los votos en los pueblos de menos de mil habitantes y el 43% en los de hasta 10.000. Otro cambio significativo es su penetración en las capitales, además del triunfo en Vitoria, y, muy, particularmente, la transformación electoral de Bilbao. Aunque el PNV gana en todos los distritos de la capital vizcaína, a pesar de quedarse por debajo de su listón del 40% de la última década, EHB se convierte en mayoritario en zonas de barrios históricos y de inmigración como Otxarkoaga, Rekalde o la Mina del Morro, además de conservar su dominio en el Casco Viejo, Bilbao la Vieja y Atxuri.
6. El nacionalismo bate récords
Estamos ante unas nuevas elecciones de récord nacionalista (unos 717.000 votos) en términos de porcentaje de voto válido (67,2%) y, sobre todo, de representación parlamentaria (72% de los escaños), que se quedan a muy corta distancia del récord absoluto de 1986 (un 67,6%, aunque con mayor movilización: 776.000 votos) y, por tanto, de la primera década del autogobierno, pero con la diferencia de que en aquella etapa competían cuatro partidos nacionalistas (PNV, EA, HB y EE) y ahora solo compiten PNV y la coalición EHB (ver Gráfico 1). Ambos definen un marco de competición en el seno del polo identitario del soberanismo en el que confrontan foralismo e independentismo, por un lado, y derecha e izquierda, por otro, y se sitúan en la dinámica de la gobernanza institucional más como “alternantes” que como “socios”, al tiempo que comienzan a disputarse también la interlocución preferente con el gobierno de Madrid. Esta mayoría; el control de las instituciones forales, de las tres capitales y la estructura municipal; y su interlocución privilegiada en Madrid aseguran al nacionalismo vasco, en general, un control hegemónico de toda la red institucional y al PNV, en particular, si tenemos en cuenta que aún controla el 52% del voto nacionalista (a pesar de haber perdido seis puntos en esta última elección) y la mayor y más significativa presencia institucional.
Sin embargo, estas elecciones han confirmado y profundizado la tendencia ya apuntada hace cuatro años: la erosión continuada del dominio hegemónico del PNV, que se puede agudizar en las próximas elecciones forales y locales, frente al ascenso imparable de la coalición EHB como oposición dispuesta a sustituirle en el poder institucional, como buenos herederos de los objetivos estratégicos de ETA. Si el éxito competitivo del PNV estaba basado en la combinación de pragmatismo nacionalista y centrismo ideológico, siendo receptor del voto útil regionalista y conservador, el ascenso a la posición de alternativa probable de EHB está siendo posible porque, además de movilizar a su electorado independentista tradicional, ha atraído, primero, al voto de protesta joven y de los nuevos movimientos sociales radicales, vaciando el espacio que pretendía Podemos; y, ahora, ha empezado a penetrar en el de la socialdemocracia, logrando ser hegemónico en ese espacio en el que aglutina el 60% del voto de izquierda. Precisamente, la homologación más o menos instrumental favorecida por los pactos con Sánchez es la que le está permitiendo ofrecerse como una alternativa útil de izquierda al control hegemónico del PNV. Así, desde 2016 () ha sumado más de 118.000 votos y 9 escaños, mientras que el PNV ha restado más de 26.000 y se ha dejado por el camino los escaños capitalizados por Urkullu.
Por el contrario, los partidos autonomistas, aunque en conjunto han recuperado votos, sobre todo, por la mayor movilización, se sitúan en mínimos, tanto en términos absolutos de votos (341.000) como de proporción de votos válidos (31,9), sin una hegemonía clara (el PSE-EE, que es el primero, consigue el 44%), muy fragmentados en cinco opciones (PSE-EE, PP, VOX, Sumar y UP) y, además, más polarizados que nunca.
7. Sin cambios significativos en el sistema de partidos y la gobernabilidad
La estabilidad en el sistema de partidos y la continuidad en las pautas de gobernabilidad () son las notas dominantes de la estructura de la competición política en el País Vasco, aunque siempre hay algunos cambios a tener en cuenta, sobre todo, por su potencial de cambio futuro (). Como refleja la Tabla 3, básicamente, se mantiene el mismo número de partidos parlamentarios (6), pero se reduce la fragmentación y, de no ser por el peculiar sistema electoral de desigualdad de voto entre provincias, Sumar y VOX no habrían obtenido representación, quedando el sistema reducido a 4 partidos parlamentarios. En segundo lugar, el PNV sigue siendo el partido ganador, si bien el índice de competitividad es máximo (con una distancia de 2,7 puntos de voto válido) por el empate a escaños con el segundo partido (EHB), llamado a encabezar la alternancia. Los socios de la coalición de gobierno de la anterior legislatura (PNV y PSE-EE) mantienen la mayoría absoluta (39) que les permite revalidar su pacto. Finalmente, la volatilidad agregada total ( y ) ha repuntado ligeramente (Vt= 15,2), situándose por encima de la media de las elecciones autonómicas (13,9), si bien mayoritariamente dentro de la misma familia política, sobre todo en la dimensión identitaria. Sin embargo, la novedad está en que hay una mayoría alternativa viable de gobierno, puesto que EHB y PSE-EE suman los mismos 39 escaños y, además, también son socios en Madrid.
País Vasco | ||||||
---|---|---|---|---|---|---|
2020 | 2024 | |||||
V.V. | Esc. | V.V. | Esc. | |||
(%) | T | (%) | (%) | T | (%) | |
PNV | 38,7 | 31 | 41,3 | 34,8 | 27 | 36 |
EHB | 27,6 | 21 | 28 | 32,1 | 27 | 36 |
PSE-EE | 13,5 | 10 | 13,3 | 14,1 | 12 | 16 |
PP1 | 6,7 | 6 | 8 | 9,2 | 7 | 9,3 |
VOX | 1,9 | 1 | 1,3 | 2 | 1 | 1,3 |
Podemos | 8 | 6 | 8 | 2,2 | --- | --- |
Sumar | --- | --- | --- | 3,3 | 1 | 1,3 |
Fuente: Juntas electorales provinciales del País Vasco.
Quizás sea el momento de prestar verdadera atención a la dinámica política vasca () poniéndola en su contexto longitudinal después de 44 años de autogobierno y una década larga del cese de la violencia de ETA, por lo que la ausencia de la violencia ha sido la excepción reciente frente a la insoportable presión durante las primeras tres décadas del autogobierno.
Del Gráfico 2 se deduce, en primer lugar, que la evolución de las tasas de participación indica que, salvo en los momentos de máxima movilización por la confrontación por el plan soberanista de Ibarretxe (2001) en el ciclo del pacto de Lizarra (1998-2005), las elecciones autonómicas, como ya hemos indicado, siempre han sido elecciones de segundo orden, en cuyo resultado las opciones nacionalistas tomaban ventaja por la concurrencia de un doble patrón de comportamiento electoral (): la abstención diferencial que afectaba más al electorado autonomista por su menor interés y el voto dual que llevaba a una parte de los votantes a recurrir a un voto oscilante (voto útil) entre las opciones nacionalistas y/o autonomistas según que las elecciones fuesen autonómicas o generales.
De este modo, la arena política autonómica se construye con el amplio dominio institucional del nacionalismo, en general, y del PNV, en particular, tras ganar todas las elecciones salvo las del año de su escisión (1986) y encabezar todos los gobiernos salvo el de la legislatura de la ilegalización de la IA (2009). Un PNV ; ) que, hasta ahora, ha sido capaz de contener cualquier amenaza competitiva, sobreponiéndose a la escisión de 1986 y al fracaso del plan soberanista de Ibarretxe y convirtiéndose en el voto refugio y útil del electorado moderado de procedencia diversa.
La IA, heredera de la estrategia de ETA, que se ha caracterizado por su fragmentación e inestabilidad orgánica (; ) desde la división inicial de las dos fórmulas políticas (EE y HB) propiciadas por ETApm y ETAm hasta la actual coalición de EHB controlada por Sortu, ha pasado de ocupar una tercera posición con su estrategia antisistema hasta su ilegalización en 2003 a encaramarse en la segunda posición desde el final de ETA y su proceso de “homologación” hasta convertirse en alternativa de gobierno.
El PSE-EE, tradicionalmente, alternativa y/o socio del PNV desde su segunda posición como fuerza mayoritaria de la izquierda y del autonomismo, tiene sus mejores momentos competitivos con la escisión del PNV en 1986 y la legislatura de la ilegalización de la IA y el fin de ETA en 2009 (; ). Sin embargo, en la etapa del “plan Ibarretxe” (1998 y 2001) tiene que enfrentarse al sorpasso del PP en la segunda posición y el predominio en el voto autonomista, pero, sobre todo, desde 2012 y la legalización de Sortu primero y la aparición de Podemos después, no solo pierde su hegemonía en el voto de izquierda, sino que su tercer o cuarto (2016) puesto le aleja de la posibilidad de alternancia, solo compensada con un papel de socio bisagra en cualquier gobierno del PNV o, potencialmente, EHB.
La cuarta fuerza es la del centroderecha autonomista, con muchas dificultades competitivas en los inicios por la persecución de ETA, a lo que hay que añadir su propia fragmentación orgánica. Su inestabilidad orgánica y territorial le han impedido jugar un papel político significativo salvo en la década del gobierno de Aznar y, sobre todo, en las instituciones alavesas (Diputación Foral y Ayuntamiento de Vitoria) y en los ayuntamientos de Bilbao, San Sebastián o Getxo, entre otros. Tuvo su momento estelar durante la etapa del pacto de Lizarra y, sobre todo, en las elecciones autonómicas de 2001 con J. Mayor Oreja como candidato. A partir de ese momento comienza un declive que parece haber tocado fondo en 2020, sin que haya podido capitalizar ni la política de tolerancia cero con el terrorismo y sus tramas civiles, la ilegalización de la IA o el apoyo gratuito a la investidura de P. López y su gobierno minoritario en la legislatura de 2009.
La quinta fuerza es la encarnada por la izquierda comunista, al principio, que es absorbida por el populismo de Podemos a partir de 2015. Es un espacio caracterizado por su inestabilidad, sus crisis orgánicas y de liderazgo y su volatilidad estratégica. Comenzó por la integración del EPK de R. Lertxundi en EE, tras los fracasos electorales del PCE (solo un diputado en 1980 y sin representación en las dos siguientes); el relevo lo tomó IU que en 1994 logró romper su techo electoral (hasta el 9%) y de escaños (6) al beneficiarse del desgaste del PSOE de F. González, pero, sobre todo, fue la EB bajo el liderazgo de J. Madrazo la que dio un giro estratégico al entrar en el Pacto de Lizarra y convertirse en el apoyo necesario de Ibarretxe (a pesar de no llegar al 6% de los votos y oscilar entre 2 y 3 escaños entre 1998 y 2009). En las dos siguientes legislaturas vuelve a fragmentarse (solo obtiene un escaño en la de 2009), pasando su facción Alternatiba liderada por O. Matute a formar parte de la coalición EHB de la IA a partir de 2012. La irrupción estelar y exitosa de Podemos le lleva a formar parte de la coalición EP, con la que alcanza su mayor éxito electoral en 2016 (un 14,7% del voto válido y 11 escaños) convirtiéndose en tercera fuerza parlamentaria. Pero la alegría le iba a durar poco, primero, ante la competición con la IA (2020) y, finalmente, con la vuelta a la división con Sumar en 2024, que los lleva a la desaparición práctica.
Finalmente, y como ya hemos ido indicando, desde 1986 y en casi todas las legislaturas ha habido sitio en el parlamento para alguna escisión de estas fuerzas mayoritarias: CDS con 2 escaños en 1986, UA con entre 2 y 5 escaños entre 1990 y 1998, Aralar con entre 1 y 4 escaños entre 2005 y 2009, UPyD con 1 escaño entre 2009 y 2012, VOX con 1 escaño desde 2020 y Sumar con 1 escaño en estas últimas elecciones de 2024. Hay que decir que, en la mayoría de los casos, el incentivo principal es la mayor probabilidad de obtener representación en Álava, gracias a su mayor fragmentación en el reparto de los 25 escaños de la circunscripción. Con todo, parece poco probable que se consolide ninguna fuerza adicional y, por el contrario, todo apunta a que se estabilizarán las cuatro principales (PNV, EHB, PSE-EE y PP).
8. La polarización bidimensional ideológica e identitaria se reajusta
Ya hemos visto que se mantiene relativamente estable la estructura competitiva de pluralismo fragmentado, una vez desaparecido de la escena Podemos. Sin embargo, se pueden constatar reajustes en la polarización bidimensional (ideológica e identitaria), sobre todo, partidista.
Del anterior Gráfico 3, en el que se visualizan las posiciones medias de los votantes de los distintos partidos en las últimas elecciones autonómicas, se deducen algunos cambios con respecto a este mismo indicador de hace cuatro años (Llera y Rivera, 2022). Por un lado, la distancia ideológica o el recorrido entre las posiciones extremas apenas se estira un par de décimas (5,6 puntos), así: el promedio del electorado de VOX (7,89) se mueve algo más de una décima hacia la derecha sin que varíe su contingente de apoyo electoral, mientras que el de Podemos-Sumar (2,29) se desplaza hacia la izquierda un par de décimas en su proceso de división y extinción y el de EHB (2,65) se modera poco más de tres décimas, tras protagonizar un significativo incremento en sus apoyos. Por tanto, el índice de polarización ideológica (0.62) del electorado apenas se estira un par de décimas. Por otro lado, el antisistema, que ha venido encarnando la IA, sobre todo con ETA en activo, y que se había ampliado con la irrupción populista de Podemos en la arena política competitiva, ha vuelto a su lugar de origen tras la desaparición de estos últimos y su absorción electoral por EHB. De este modo, además de convertirse en polo de oposición radical, se refuerza como alternativa de gobierno, justamente, despojándose de parte de los rasgos más extremistas, en parte por tacticismo político, pero también por la homologación inducida por sus pactos con el PSOE en Madrid o Navarra. En los últimos años, además, al tradicional antisistema izquierdista abertzale le ha salido un competidor populista en la extrema derecha (VOX), de momento más testimonial que otra cosa, si bien debemos estar atentos a la evolución de este fenómeno en la escena internacional y, particularmente, europea.
Es cierto que el electorado del PP (6,6) se distancia del de VOX (7,89) y se desplaza casi un punto hacia el centro, casi la misma dinámica centrípeta (+0,5) de los votantes del PNV (5,1). En la izquierda, si el del PSE-EE no se mueve (3,46) y el de EHB (2,65) se desplaza cuatro décimas hacia la moderación, el de Podemos-Sumar se radicaliza ligeramente (2,29). De este modo, aunque empieza a haber una cierta tensión competitiva centrípeta en el centroderecha, ésta es más intensa y nutrida en la extrema izquierda. Finalmente, la aparente moderación ideológica del electorado es compatible con un nuevo tipo de polarización partidista inducido por la política de bloques propiciada desde Madrid, según la cual la alianza gobernante socialista-nacionalista establece un llamado “cordón sanitario” o “muro” frente a quien está llamado a encabezar la alternancia y que convierte al PP (y sus pactos con VOX), poco menos que, si no en un partido antisistema, sí en un “apestado” (la derecha y la ultraderecha).
Echemos ahora un vistazo a la estructura de la competición en esta dimensión ideológica resultante de estas últimas elecciones autonómicas de 2024, tal como se refleja en el Gráfico 4. En primer lugar, se caracteriza, como siempre, por el sesgo de izquierda del conjunto del electorado vasco, aunque eso no signifique que se traduzca automáticamente en una mayoría parlamentaria de izquierda, con una clara radicalización izquierdista propia del antisistema que ha venido encarnando la IA.
En segundo lugar, la polarización y blindaje relativo de los electorados del PP y VOX, por un lado, y EHB y Podemos/Sumar, por otro, situados de forma bastante aislada y homogénea en los polos extremos del continuum, que dan un recorrido o distancia ideológica de 3,8 puntos. En tercer lugar, un centro monopolizado por el PNV, tras el desplazamiento a la izquierda del electorado socialista y la desaparición de otras opciones centristas efímeras (UPyD o C’s), con un claro carácter transversal y catch-all. En cuarto lugar, un claro predominio de EHB en el hasta ahora nutrido espacio de la izquierda. Y, finalmente, la abstención creciente situada en el espacio central, dando cuenta de un estado de orfandad política del electorado moderado.
Un patrón de la cultura política vasca y de la competición partidista en la arena política autonómica es el predominio de una segunda dimensión de polarización, referida a los sentimientos identitarios vasco/español y los alineamientos partidistas consecuentes.
Una aproximación a su situación actual la tenemos en el Gráfico 5, construido a partir de la pregunta a los entrevistados por su sentimiento vasco/español. En él se visualizan las posiciones medias de los votantes de los distintos partidos en las últimas elecciones autonómicas, se deducen algunos cambios con respecto a este mismo indicador de hace cuatro años. Por un lado, la distancia ideológica o el recorrido entre las posiciones extremas (4,6 puntos) se reduce, significativamente, por primera vez (-10 décimas), así: el promedio del electorado de VOX (7,7) se desplaza, ligeramente, -3 décimas hacia el centro sin que varíe su contingente de apoyo electoral, mientras que el de EHB (3,1) se modera al desplazarse +7 décimas hacia el autonomismo, tras protagonizar un significativo incremento en sus apoyos. Por tanto, el índice de polarización identitaria (0.51) del electorado se reduce, significativamente, en un 10%, lo que le sitúa, por primera vez y de forma significativa, por debajo de los valores de polarización ideológica en unas elecciones autonómicas.
Es cierto que el electorado del PP (7) se distancia del de VOX (7,7) y se desplaza medio punto hacia la moderación autonomista, casi la misma dinámica centrípeta (+0,5) de los votantes del PNV (4). En la izquierda, si el del PSE-EE casi no se mueve (6) y el de EHB (3,1) se desplaza siete décimas hacia la moderación, el de Podemos-Sumar se traslada ocho décimas en el mismo sentido (5,3). De este modo, se reactiva una cierta tensión competitiva autonomista centrípeta en el espacio del dualismo identitario y de la compatibilidad de identidades, que ya afecta a la propia IA.
Echemos ahora un vistazo a la estructura de la competición en esta dimensión identitaria resultante de estas últimas elecciones autonómicas de 2024, tal como se refleja en el Gráfico 6.
En primer lugar, se caracteriza, como siempre, por el sesgo vasquista del conjunto del electorado vasco, lo que ilustra la persistencia de la hegemonía electoral y parlamentaria nacionalista, por un lado, y la irrelevancia electoral y política de los sentimientos españolistas por otro; pero atados unos y otros por un punto de encuentro mayoritario caracterizado por la dualidad identitaria vasco-española. En segundo lugar, la polarización y blindaje relativo de los electorados nacionalistas de EHB y PNV, por un lado, y todos los autonomistas (PSE-EE, PP, Sumar-Podemos y VOX), por otro, situados de forma bastante aislada y homogénea en los polos extremos del continuum, que dan un recorrido o distancia identitaria de 4,6 puntos, tras moderarse alrededor de un punto desde 2019 en un claro proceso de aproximación entre ambos “mundos”. En tercer lugar, un predominio de los espacios vasquistas dominados por los electorados casi superpuestos de PNV y EHB con una significativa heterogeneidad o recorrido identitario, que logran penetrar en los espacios españolistas. En cuarto lugar, un claro arrinconamiento y superposición de espacios entre los electorados no nacionalistas, desde el mayor acento vasquista de Sumar-Podemos al más españolista del PP y VOX. Y, finalmente, la abstención situada, de nuevo, en el espacio central, dando cuenta de un estado de orfandad política del electorado moderado con un sentimiento dual con cierto acento españolista.
9. Fidelidad y transferencia de voto: EHB se convierte en catch-all y en el partido que más fidelidad concita
El éxito competitivo de cualquier candidato o partido en unas elecciones es poder mantener y maximizar un electorado fiel, que repita preferencia, al tiempo que consigue atraer electores nuevos o desmovilizados y/o arrebatar a sus competidores votantes predispuestos a cambiar de preferencia, obteniendo así un saldo positivo. Según el último estudio postelectoral del Gobierno Vasco, el 55% de los votantes dicen votar siempre al mismo partido, un 23% suelen votar a otro partido de forma esporádica y el otro 22% son electores volátiles. Ya hemos estimado, también, que la volatilidad neta agregada apunta a que se han intercambiado un mínimo de 164.000, que han afectado a los 10 escaños intercambiados (13,3%) entre los partidos que han obtenido representación. De la matriz de transferencias del estudio postelectoral del CIS obtenemos el siguiente Gráfico 7 de destino de los votantes de 2020 en 2024 y de procedencia de los votantes de 2024 con respecto a las anteriores elecciones autonómicas de 2020.
Así, si tomamos en cuenta el gráfico de destino de los votantes de 2020 en 2024, lo primero que se puede señalar, es el distinto nivel de fidelidad de los distintos electorados, que oscila entre el máximo de EHB (94,3%) y el mínimo de Podemos (32,1%), pasando por el 85,0% del PP, el 83,9% de VOX, el 77,9% del PNV y el 73,3% del PSE-EE. En segundo lugar, podemos ver el destino de los votantes volátiles de cada partido, así: el 12% del PNV distribuye sus preferencias entre EHB, el PSE-EE y el PP por ese orden; el 6% de EHB hace lo propio con el PNV y, en menor medida, Sumar, Podemos y el PSE-EE; el 27% del PSE-EE reparte las suyas entre Sumar, el PNV, EHB y el PP, respectivamente; el 15% del PP se dirigen al PNV, al PSE-EE y a VOX; el 16% de VOX va, casi exclusivamente, al PP; y, finalmente, el 68% de Podemos van, sobre todo, a EHB y, en menor medida, a Sumar y al PSE-EE.
Por otra parte, comprobando la procedencia de los votantes de cada partido en 2024, podemos estimar que: los 372.000 votos del PNV provienen, además de su propio voto anterior (79%), de la abstención, del PSE-EE, de los nuevos votantes y, en mucha menor medida, de EHB y el PP; los 343.000 votos de EHB se nutren de sus votantes fieles (66%), de Podemos, del PNV, de la abstención, de los nuevos votantes y del PSE-EE; los 150.000 votos del PSE-EE suman a los propios (75%) los provenientes del PNV, de Podemos, de la abstención y los nuevos votantes, respectivamente; los 98.000 votos obtenidos por el PP , además de los suyos (62%), provienen del PNV, de la abstención y del PSE-EE; los 21.000 de VOX proceden de sus fieles (55%), del PP y los más jóvenes, así como de todo el espectro con la excepción de EHB; y finalmente, los 35.000 de Sumar, además de la herencia de Podemos (54%), provienen, muy residualmente, del PSE-EE, PNV, la abstención, EHB y los más jóvenes.
Solo nos falta revisar las razones de voto que diferencian a los electorados de los distintos partidos a partir de las respuestas obtenidas en esta misma encuesta postelectoral del CIS. Así, para los votantes del PNV las principales razones fueron que es el “más capacitado para gobernar el País Vasco”(33,3%), el que “mejor representa mis ideas” (28,7%), para “evitar que ganase otro” (13,4%) y para “ejercer un voto útil”(9,2%), entre otras; los de EHB reparten las suyas, preferentemente, entre el que “mejor representa mis ideas” (47,6%) y porque “se necesitaba un cambio” (21,5%); para los del PSE-EE, sobre todo, el que “mejor representa mis ideas” (50,6%), para “ejercer un voto útil”(11,7%) y para “evitar que ganase otro” (7,6%); los votantes del PP distribuyen las suyas entre el que “mejor representa mis ideas” (34,5%), por “su posición respecto al nacionalismo vasco”(21,3%) y la “necesidad de un cambio” (15,1%); los de Sumar se han inclinado por el que “mejor representa mis ideas” (64,4%), la “necesidad de un cambio” (9,4%) y su “programa electoral” (8,9%); y, finalmente, los de VOX lo han hecho por la “necesidad de un cambio” (31,7%), “su posición respecto al nacionalismo vasco” (25,2%), el que “mejor representa mis ideas” (16,5%) y su “programa electoral” (16%).
10. Conclusiones
Que las fuerzas nacionalistas mantengan su predominio no es ninguna novedad, pero sí lo es que las de izquierda sumen mayoría por tercera vez (1986, 2016 y 2024), aunque con la capacidad de alternancia congelada, de nuevo, por la alianza centrípeta entre PNV y PSE-EE; que, en esta ocasión, está muy condicionada, además de por la continuidad y los intereses institucionales locales del PSE-EE, por la necesidad de mantener el apoyo del PNV al gobierno de Sánchez. Por primera vez, desde su ruptura en 1986, el PNV ha visto amenazada su hegemonía, pero, en esta ocasión no por el PSE, sino por la IA, en una clara inversión de la hegemonía en la izquierda. En esta ocasión, el PSE-EE, más bisagra que nunca, ha sido el salvavidas de la continuidad de la actual mayoría de gobierno ante un PNV, claramente, desgastado en su cambio sorpresivo de la cabeza de cartel. Además, el PSE-EE es la pieza imprescindible de un cambio de mayoría para una alternancia encabezada por EHB.
En Euskadi () el mantenimiento del PNV y de la actual mayoría de gobierno también garantizan la continuidad de la fórmula de coalición mixta, que tampoco en esta ocasión necesita el concurso de ninguna otra fuerza para sacar adelante su agenda legislativa o aprobar sus presupuestos, con un sistema de partidos algo más moderado. El sistema de partidos en el País Vasco, a pesar de su fragmentación pluralista y su polarización, va dando muestras de cierta simplificación y moderación dentro de una estabilidad relativa, gracias a tres elementos fundamentales: la resistencia (PNV) y fortalecimiento (PSE-EE) de los partidos de gobierno ante la amenaza de alternancia del viejo antisistema abertzale (EHB y sus aliados de Sumar y Podemos), la maximización del voto a los partidos nacionalistas y la consolidación y ligero crecimiento de la derecha no nacionalista, a pesar de la resistencia de VOX. Estos factores, en conjunto, indican una tendencia hacia una consolidación del poder por parte del PNV y un debilitamiento relativo, por su fragmentación y polarización, de los autonomistas.
En un contexto de foralismo constitucional muy consolidado, hegemonizado por el PNV y una sociedad mayoritariamente moderada y conservadora, cualquier amenaza a la estabilidad refuerza el voto útil de quien gobierna con moderación y cierta transversalidad, control de todas las instituciones e influencia moderada en la gobernanza estatal. De ahí que el (mal llamado) “constitucionalismo” no pueda con la marea útil del foralismo, cuando el PNV se modera y se entiende con quien gobierna en Madrid, convirtiéndose en receptor del “voto dual” de autonomistas y centristas pragmáticos.
El análisis comparativo de los resultados electorales entre 2020 y 2024 muestra que se han recuperado los niveles de movilización -muy homogénea entre las tres provincias vascas- perdida a causa de la pandemia de la Covid-19. Por otro lado, la pandemia trajo oportunidades diferenciadas para los distintos partidos y líderes. Si la gestión de la pandemia permitió reivindicar la experiencia institucional y la capacidad de gestión demostrada por Íñigo Urkullu, fortaleciendo su posición política al primarse la importancia de la estabilidad y la seguridad en tiempos de crisis, el deterioro posterior de la gestión de los grandes servicios públicos y el desgaste provocado por las movilizaciones de una oposición, claramente, ideologizada, obligaron al PNV a atajar el riesgo de perder el poder con la sustitución de Urkullu, como valor seguro, por un casi desconocido Imanol Pradales. Por otro lado, Urkullu supo moderar la tensión identitaria, en claro contraste con lo que sucedía en Cataluña, aparcando la reforma del autogobierno con su visión de la “nación foral” o del “foralismo útil”, lo que le permitía exhibir una gestión vista como competente y una coordinación efectiva con el gobierno central, sin estridencias.
En un contexto competitivo en el que, casi por primera vez en unas elecciones autonómicas, la polarización ideológica supera, significativamente, la identitaria, después de radicalizarse la primera y moderarse la segunda, respectivamente; la política de bloques y los pactos nacionales condicionan, claramente, el resultado en la arena autonómica. Si el PNV de I. Pradales salva la primera posición con un mensaje de renovación y capacidad de gestión frente a un EHB con una agenda desestabilizadora, la coalición de la izquierda radical vasca ha centrado su campaña en el encubrimiento de su naturaleza de herederos estratégicos de ETA y en la representación de la pulsión de cambio, sobre todo de la juventud vasca, logrando captar buena parte del electorado de Podemos y parte del espacio socialdemócrata. El tercer partido en liza, el PSE-EE, ha hecho valer su condición de bisagra en cualquiera de los dos modelos de coalición mixta de gobierno posibles, reforzando su papel de moderador y de interlocutor dual, por un lado, así como su agenda social, por otro. El PP, por su parte, ha tratado de volver al centro político con un mensaje relativamente a caballo entre el discurso centrado en la gestión y el de denuncia de la radicalización del PNV. VOX, que consigue revalidar su escaño alavés, ha mantenido su discurso nítidamente antinacionalista y de rechazo a la ambigüedad del centroderecha tradicional. Por último, el pulso entre Podemos y Sumar lo ha ganado ésta última, aunque ambos sufren fugas de voto útil hacia EHB. En efecto, las transferencias de voto no sólo muestran la alta fidelidad del voto del EHB -pareja a la de la derecha no nacionalista-, sino que obtiene sus mayores ganancias externas de Podemos.
La valoración de los dos líderes nacionalistas ha dependido de factores, fundamentalmente, divergentes. Aunque la imagen de ambos se ha visto influida por la identidad nacional, la capacidad de gobernar, la defensa de la identidad, cultura e idioma vascos -tal y como los entiende el nacionalismo- y las valoraciones de EHB y del líder del PSE-EE, el peso de la valoración de la gestión del PNV y del anterior Lehendakari y de la situación económica personal han sido determinantes para I. Pradales, mientras que la valoración de la situación económica vasca y la imagen de la líder de Podemos – M. Gorrotxategi- han sido determinantes en la evaluación de P. Otxandiano y el vaciamiento electoral de Podemos.
La geografía electoral deja rastro del avance de EHB en los tres territorios vascos y la pérdida de la hegemonía del PNV, especialmente en las pequeñas y medianas poblaciones del interior y costeras, así como en las geografías urbanas de las grandes poblaciones. Entre ambos se reparten la victoria de la casi totalidad de municipios vascos: el nacionalismo moderado principalmente en las zonas urbanas de Vizcaya y el nacionalismo de la izquierda radical en las zonas rurales de Guipúzcoa. Por su parte, el PSE-EE mantiene la tercera posición, a pesar del avance del PP a la cuarta posición en Álava, Guipúzcoa y Vizcaya.
La distancia ideológica entre las posiciones extremas se ha estirado ligeramente, con movimientos hacia la derecha y la izquierda de algunos partidos, aunque sin cambios significativos en su apoyo electoral. El índice de polarización ideológica muestra un leve incremento, mientras que el antisistema, antes encarnado por la IA y Podemos, vuelve a centrarse en EHB, reforzándose como alternativa de gobierno y moderando parte de sus rasgos extremistas debido a los pactos con el PSOE y otros factores tácticos. Por su parte, la polarización en la dimensión identitaria se ha visto mermada, fundamentalmente por la moderación de EHB, situándose por primera vez por debajo de la polarización ideológica en unas elecciones autonómicas. En la propuesta de alternancia, por lo tanto, pesaba más la agenda social que la identitaria.
En resumen, las elecciones autonómicas vascas de 2024, al reafirmar el predominio menguante del PNV, sostenido por una combinación de moderación, eficacia en la gestión, control institucional y capacidad de adaptación a contextos de crisis, suponen una prórroga con posible fecha de caducidad. Los síntomas de desgaste son evidentes, si bien las incertidumbres y las sombras de duda que siguen recayendo sobre la capacidad y las verdaderas intenciones de una alternancia encabezada y promovida por quienes todavía no han sabido cerrar con dignidad ética la negra página del terrorismo, funcionan como antídoto, al menos, provisional. Esta estabilidad y consolidación del sistema político vasco, aunque es fruto de una sociedad moderada y conservadora que valora la gobernanza competente y la continuidad institucional de una malla foral compleja, ha empezado a vislumbrar, sobre todo en su juventud, un futuro incierto de expectativas menguantes, fundamentalmente por la convergencia de la “policrisis” demográfica, migratoria, de globalización deslocalizadora y de polarización en torno al cleavage del bienestar.
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Notas
[1] Vuelven a producirse en solitario después que en las dos últimas legislaturas (2016 y 2020) coincidiesen con las elecciones autonómicas gallegas ().
[2] En efecto, después de las turbulencias de la política de bloques derivada de los pactos de Lizarra y los planes de Ibarretxe, que acabarían con la ilegalización de la IA, la salida del PNV del poder y el final de ETA; el ciclo de Urkullu va a caracterizarse, no solo por la vuelta a la moderación y los pactos mixtos, sino también por el aparcamiento del “soberanismo” del “derecho a decidir”. Incluso, retomado el relevo por el independentismo catalán en su desafío al modelo constitucional, el esfuerzo y los gestos de distanciamiento entre ambos nacionalismos conservadores fueron evidentes ().
[3] En la Xª presidió un gobierno monocolor del PNV en minoría con el apoyo parlamentario del PSE-EE, en la XIª lo hizo en coalición con el PSE-EE sin mayoría absoluta, repitiendo fórmula con mayoría absoluta en la última (XIIª) y, sobre todo, cosechando un apoyo electoral creciente que le hizo pasar de los 27 a los 31 escaños y, sobre todo, conjurando el riesgo de alternancia a la que aspiraba la Izquierda Abertzale.
[4] Para los dos primeros ejercicios (2017 y 2018) contó con el acuerdo y la abstención del PP, que suspendió su colaboración tras la moción de censura. Los de 2019 fueron prorrogados y los últimos (2020) salieron adelante con la abstención de una parte del grupo parlamentario de EP, tras su división interna.
[5] Solo pudo aprobar 8 de las 30 leyes previstas en su agenda legislativa y la reforma del autogobierno quedó interrumpida por falta de acuerdo en la ponencia parlamentaria después de 3 años de actividad.
[6] 52 leyes, incluidos los presupuestos de los cuatro ejercicios, es la producción legislativa y en la mayoría de ellas (más de 40) contaron con el apoyo de algún grupo de la oposición, cumpliendo casi al 100% con el calendario legislativo programado por el ejecutivo al inicio de la legislatura.
[7] Son datos del estudio núm. 3.448 del CIS, preelectoral de las elecciones autonómicas del País Vasco de 2024.
[8] Este mismo estudio preelectoral del CIS nos da los datos de notoriedad y valoración de los distintos candidatos en el inicio de la campaña, cuyo ranking es encabezado por P. Otxandiano con un 5,6 de valoración general en una escala de 10 puntos (con una notoriedad del 63% y una valoración de su electorado de partida del 7,4), seguido de I. Pradales con un 5,5 (un 61,1% y un 7, respectivamente), E. Andueza con un 4,7 (68,3% y 6,4), M. Gorrotxategi con un 4,6 (66,7% y 6,2), A. García con un 3,9 (52,5% y 5,2), J. De Andrés con un 3,1 (64,6% y 5,9) y lo cierra A. Martínez con un 2,2 (54,7% y 6).
[9] Conviene recordar que en España la movilización, en general, suele estar asociada a la mayor o menor incertidumbre en el resultado principal de las elecciones (; ; ; ; ). De este modo, las incógnitas más significativas eran, después de muchos años, sobre el partido ganador y, al mismo tiempo, sobre la coalición de gobierno y su mayoría.
[10] Hemos de tener en cuenta que, por lo regular, el abstencionismo siempre está infrarrepresentado en las encuestas y, por tanto, hay un significativo contingente de este (probablemente, el más crónico y “excluido”) que ni siquiera responde.
[11] En el País Vasco, la arena autonómica es de segundo orden, al alcanzar el promedio de participación un 64,2%, muy cercano al de la movilización en las elecciones forales y locales (63,9%). En cambio, en las elecciones legislativas la movilización media es mayor (69,2%), manteniéndose este patrón de orden en los distintos ciclos electorales. A esto hay que añadir el carácter “diferencial” de la movilización, según la preferencia electoral, sobre todo, en relación con la dimensión identitaria.
[12] El CERA y ERTA vasco lo engrosan unos 82.817 censados (un 4,6% del censo electoral total) --- 8.486 en Álava, 43.697 en Bizkaia y 30.634 en Gipuzkoa ---, de los que en esta ocasión han emitido su voto 8.219 (un 10% frente al 3,5% de 2020) sin que su recuento haya cambiado el reparto de escaños del primer escrutinio provisional. Con todo, hay que recordar que el PNV perdió un escaño y la mayoría absoluta de la coalición con el PSE-EE en 2016 y EHB le cedió su último escaño a la coalición PP-C´s en 2020.
[13] Según el citado estudio postelectoral del Gobierno Vasco el ranking de los muy o bastante interesados (62% de conjunto) en estas elecciones ha oscilado entre el máximo de los votantes de VOX (92%) y EHB (82%) y el mínimo del PP y el PSE-EE (68%), pasando por el 80% del PNV o el 71% de Sumar.
[14] El citado estudio preelectoral núm. 3.448 del CIS señalaba las posiciones de partida de este duelo según la percepción del electorado, así: el PNV era “ el más capacitado para gobernar el País Vasco” (47,6% frente al 22,1% de EHB), el que “mejor defiende los intereses del País Vasco” (44,6% frente a 31,4%), el que “tiene mejor líder” (35,7% frente a 26,4%) o “inspira más confianza” (34,1% frente 28,5%) y casi empatan en el que “mejor representa las ideas de la gente como yo” (31,7% frente a 28,5%). Sin embargo, EHB gana al PNV en que es quien “defiende mejor la identidad, la cultura y el euskera” (52,6% frente a 34,4%).
[16] Según el estudio preelectoral del CIS, el candidato mejor valorado, tanto para el conjunto del electorado (5,6 sobre 10) como para sus propios votantes (7,4 sobre 10), era Pello Otxandiano. En orden decreciente en valoración se situaban Imanol Pradales (5,5 y 7), Eneko Andueza (4,7 y 6,4), Miren Gorrotxategi (4,6 y 6,2) y Alba García (3,9 y 5,2). Los candidatos de la derecha no nacionalista eran los menos valorados por la ciudadanía, de forma que Javier de Andrés puntuaba un 3,1 y Amaia Martínez un 2,2, siendo también mejor valorados por sus propios votantes que la líder de Sumar, con un 5,9 y 6 respectivamente. Para el conjunto del electorado los resultados convergían en lo sustancial con el Sociómetro vasco preelectoral (nº 83).
[17] El ejercicio incluye variables de las principales escuelas de estudio del comportamiento electoral, de tipo sociodemográfico y social (Escuela de Columbia), de tipo actitudinal y psicológico (Escuela de Michigan) y de tipo valorativo-racional (Escuela de la Elección Racional). En conjunto, los dos modelos integran factores sociológicos, psicológicos y racionales, contribuyendo significativamente a la comprensión del comportamiento electoral y, particularmente, al análisis de los condicionantes de la percepción del liderazgo.
[18] Conviene advertir que estos dos tercios del voto válido y casi tres cuartos de la representación se obtienen a partir de un 40% del censo electoral.
[19] No debemos olvidar que esto se debe, en buena medida, a que cuenta para ello con el apoyo y los acuerdos con el PSE-EE
[20] El Estatuto de Autonomía del País Vasco, en base a su inspiración foralista, iguala la representación parlamentaria de los tres Territorios Históricos o forales, independientemente de su diferente peso demográfico y la Ley electoral vasca lo fija en 25 diputados por provincia.
[21] El listón de la mayoría absoluta en el Parlamento Vasco está en 38 y, aunque el PNV ha perdido 4 escaños, el incremento de 2 escaños del PSE-EE les garantiza volver a formar un gobierno mayoritario.
[23] La proporción de electores volátiles que traspasaron la frontera nacionalismo/autonomismo no pasa del 9% (unos 15.000), mientras que los que lo han hecho en la ideológica izquierda/derecha (sobre todo, PNV-EHB) llegan a un tercio (más de 50.000).
[24] ETA anuncia el cese de su actividad violenta el 20 de octubre de 2011 y su autodisolución como organización terrorista el 3 de mayo de 2018 (; ; ; ; ; ).
[26] El choque de liderazgos Arzalluz-Garaikoetxea desencadenó la escisión de Eusko Alkartasuna, llevándole al PNV a perder las elecciones de 1986, aunque el PSE de T. Benegas cambión la lehendakaritza por la coalición y, sobre todo, el Pacto antiterrorista de Ajuria-Enea. Sin embargo, el reencuentro en la coalición PNV-EA tras la ruptura del pacto antiterrorista y su sustitución por el Pacto de Lizarra con ETA, encabezado por Ibarretxe, le ha devuelto a una posición inexpugnable hasta este momento y salvo la legislatura de 2009, en la que la ilegalización de la IA facilitó la mayoría autonomista encabezada por el PSE-EE.
[27] ETApm encara la transición con una voluntad de competir políticamente y poner punto final a la estrategia terrorista para lo que crea su partido EIA, primero, y la coalición Euskadiko Ezkerra, después, llegando a poner fin al terrorismo en 1982 tras un proceso negociador con el gobierno de UCD e integrándose la parte oficial de EE bajo el liderazgo de Bandrés y Onaindia en el PSE en 1993 (; ). ETAm, por su parte, rechaza y combate la transición democrática y el autogobierno vasco, creando, primero, su partido HASI y la coalición Herri Batasuna, con la que concurrirá a las elecciones a partir de las locales y forales de 1979 y hasta su ilegalización y la escisión de Aralar tras el fracaso de Lizarra ().
[28] El PSE se refuerza con la integración de EE en 1993, cambiando a PSE-EE a partir de ese momento, pero fue más una operación de élites partidistas que de rendimiento electoral significativo, sobre todo, por la coyuntura de final de etapa y desgaste electoral por la que pasaba el PSOE de F. González.
[29] En los inicios (1980) la división fue entre AFV y la DCV, después entre la CP y el CDS (1986), la escisión regionalista alavesa de UA en tres legislaturas (1990-1998), la aparición, primero, de UPyD (2009 y 2012) y, más tarde, Ciudadanos sin éxito, hasta la irrupción de VOX desde 2011 ().
[30] En pleno desafío soberanista de Ibarretxe el PP se convierte en la fuerza hegemónica del autonomismo, tras su éxito en las elecciones locales y forales de 1991 y, sobre todo, por las movilizaciones posteriores al asesinato de Gregorio Ordóñez en enero de 1995 en San Sebastián (donde era teniente de alcalde) y el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco en julio en Ermua (donde era concejal). Al anterior Gesto por la Paz se unieron ahora el Foro Ermua y Basta Ya en la movilización ciudadana contra la limpieza étnica del nacionalismo terrorista, lo que llevó a la unidad de acción entre el PP (Mayor Oreja) y el PSE-EE (Redondo) en las elecciones de 2001 (; ; ; ).
[31] Lamentamos no poder contar, como siempre, con la posibilidad de comparar esta ubicación de los votantes con la de sus partidos para calibrar mejor la polarización partidista, porque el CIS no ha incluido esta pregunta en sus encuestas ni preelectorales, ni postelectoral.
[32] Todo empezó en Barcelona en el llamado Pacte del Tinell en 2003, continuó en Valencia con el Pacte del Botànic en 2015 y continuó en la moción de censura a M. Rajoy de junio de 2018 que dio lugar a la coalición negativa encabezada por P. Sánchez y que tiene su continuidad en los gobiernos de coalición de 2020 y 2023.
[33] De acuerdo con el estudio núm. 3.459 postelectoral del CIS de mayo de 2024, el promedio del electorado vasco en la escala ideológica izquierda-derecha es 4,03 con una desviación estándar de 2,3.
[35] Para el cálculo de la ubicación identitaria de los electorados vascos, dada la inexistencia de la escala nacionalismo-españolismo en los estudios del CIS, se ha realizado una regla de correspondencias a través de la escala (1-10) calculada a partir de la variable de identidad nacional subjetiva de ambas encuestas y el valor de la escala en el estudio 2019-05 del EUSKOBARÓMETRO. El Euskobarómetro, además de la pregunta sobre los sentimientos vasco/españoles, utilizaba una escala bipolar de autoposicionamiento de 10 puntos de vasquismo/españolismo, paralela a la ideológica, calculando la correspondencia entre ambos indicadores, que es en la que nos basamos para nuestra conversión actual.
[36] De acuerdo con el estudio núm. 3.459 postelectoral del CIS de mayo de 2024, el promedio del electorado vasco en la escala identitaria vasquismo/españolismo es 4,5 con una desviación estándar de 1,3, describiendo un desplazamiento de casi medio punto hacia las posiciones más duales y de una forma más homogénea.