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Guido Alfani
Bocconi University – IAM
Italia
Núm. 18 (2009), Artículos
DOI: https://doi.org/10.15304/ohm.18.452
Recibido: 25-11-2012 Aceptado: 25-11-2012
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Resumen

En las sociedades europeas de la época moderna, a través del bautismo se establecía un particular tipo de parentesco, el parentesco espiritual, que involucraba a los padrinos, las madrinas, los recién nacidos y los progenitores. Los lazos nacidos de este tipo de parentesco eran sobre todo de naturaleza horizontal y tenían una gran importancia, al ser utilizados por los padres de los menores para establecer redes de alianza social. Hasta el Concilio de Trento fue normal que en muchas partes de Italia y Europa los pequeños tuviesen un gran número de padrinos, cuya elección venía determinada por la puesta en práctica de estrategias sociales de una cierta complejidad. El Concilio puso fin a esta costumbre al establecer un máximo de un padrino y una madrina por menor, lo que significó la estandarización y la uniformización de la enorme variedad de modelos de padrinazgo existentes hasta entonces en el continente. Sin embargo, la imposición de un nuevo modelo de padrinazgo basado en la pareja generó una serie de resistencias en las poblaciones locales no estudiadas hasta el presente, además de propiciar una rápida verticalización de las relaciones sociales asociadas al mismo. En adelante, el padrinazgo contribuiría a fomentar y a reforzar en la las relaciones de patronazgo social de las elites sobre los demás grupos que formaban parte de la sociedad. Todas estas cuestiones se abordan a partir de lo sucedido en el norte de Italia entre los siglos XV y XVII, gracias al manejo de una amplia y extensa base documental.
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