Se acaba de publicar el último libro del eurodiputado español Miguel Urbán Crespo: Trumpismos. Neoliberales y autoritarios. Radiografía de la derecha radical (Verso, Barcelona). Esta investigación surge de la preocupación que presenta el autor por el aumento de partidos de extrema derecha a nivel planetario. Para Urbán, si bien algunas experiencias políticas catalogadas de trumpistas han sufrido derrotas electorales, por ejemplo, en Estados Unidos o en Brasil, no es menos cierto que este nuevo fenómeno político se ha convertido en una opción mundial que obtiene cuotas de poder cada vez más significativas.
Una de las grandes novedades que presenta esta obra es la de realizar un estudio amplio del significado político de la categoría de trumpismos. Hasta el momento se habían llevado a cabo investigaciones que buscaban arrojar luz sobre casos concretos. De modo que, una innovación que presenta este libro consiste precisamente en mostrar ampliamente las características de un fenómeno político que se extiende globalmente y que se declina en función de las características específicas de cada contexto histórico y político.
Como señala el autor del libro, el trumpismo no debe ser analizado a partir de las categorías políticas clásicas. A pesar de compartir algunos elementos con los fascismos de entreguerras, algo que se presenta pormenorizadamente en el segundo capítulo, es un fenómeno político radicalmente novedoso. Representa un proyecto histórico que se encuentra íntimamente ligado con la imposición de la biopolítica neoliberal, lo que significa que no puede reducirse a las categorías clásicas del fascismo, del bonapartismo y de la plutocracia. En este sentido, el trumpismo es una nueva forma de hacer política compuesta por diversos rasgos que se superponen y retroalimentan: la crisis del capitalismo tardío, la hegemonía de la gobernanza neoliberal, la emergencia climática y el declive geopolítico de los Estados Unidos. En palabras del autor: “Dicho esto, y a riesgo de trazar comparaciones históricas y geográficas a vuela pluma, podemos decir que Trump comparte más con Silvio Berlusconi que con Benito Mussolini: es una forma de hacer política enormemente mediatizada, fruto de décadas de consumo de masas en formatos audiovisuales, no tanto radiofónicos, como en la época del dictador” (pp. 14-15).
Las características comunes que presentan las formaciones políticas trumpistas son las siguientes: 1) la presentación de un nacionalismo autoritario, machista, islamófobo y negacionista del cambio climático; 2) es un movimiento político que explota emocionalmente la desorientación en el mundo del trabajo tras la hegemonía del modelo neoliberal y la deslocalización industrial que han sufrido las democracias occidentales; 3) es un movimiento del capital para gestionar las contradicciones sociales; y 4) en el plano ideológico es una mescolanza de nihilismo salvaje, individualismo, antifeminismo e indiferencia ecológica.
La principal hipótesis de esta investigación es que la crisis del capitalismo en su fase actual, y las políticas neoliberales impulsadas a partir de 1980 en las democracias occidentales, han generado el caldo de cultivo para que surjan opciones políticas iliberales y autoritarias que sin cuestionar el paradigma neoliberal buscan socavar las bases de las democracias liberales. El trumpismo es el resultado de esta coyuntura. Es decir, una opción política que emplea como arma política las fake news, las guerras culturales, la conspiración y el descrédito de las instituciones democráticas.
El trumpismo como un fenómeno que Urbán denomina de “neoliberalismo autoritario iliberal” hunde sus raíces en el contexto de una crisis sistémica y un proceso de polarización política que ha permitido la imposición de una retórica crítica contra las élites políticas y económicas. Para el autor, las democracias occidentales están experimentando un momento político de radicalización de las derechas cuya respuesta es un modelo iliberal y autoritario. No obstante, conviene señalar que para Urbán la crítica de las formaciones políticas de extrema derecha a las élites políticas y económicas no esconde un ataque al neoliberalismo, pues responde a una batalla dentro de las fuerzas neoliberales sobre quién debe gestionar el desorden social en el que vivimos, es decir, consiste en una lucha entre las distintas fracciones de la clase dominante por la conducción de la crisis.
Urbán señala que el momento de extensión y auge de las formaciones de extrema derecha a nivel global se produce tras la crisis del 2008, cuando las expresiones de autoritarismo se generalizan más allá de las fronteras europeas. Aunque se hable de un crecimiento sostenido en el tiempo de las fuerzas de extrema derecha no debemos incurrir en el error de agruparlas en una misma categoría, pues su genealogía histórica cambia considerablemente en cada contexto político. La internacional reaccionaria o el auge del trumpismo como forma de hacer política en la contemporaneidad debe descomponerse en tres bloques o corrientes diferentes: 1) neoliberales autoritarios (Trump o Bolsonaro); 2) social identitarios (por ejemplo, el Reagrupamiento Nacional de Le Pen); y 3) los neofascistas de Amanecer Dorado o Jobbik.
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1) Los neoliberales autoritarios combinan una defensa sin fisuras de la libertad de mercado y del capitalismo con valores morales conservadores y reaccionarios. Estas opciones políticas presentan tres rasgos destacados: a) una posición ultraliberal en lo económico; b) una respuesta conservadora y reaccionaria en la moral; y c) una idea altamente autoritaria de la política.
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2) Los social identitarios representarían la expresión más extendida de la extrema derecha en Europa durante las primeras décadas del siglo XXI. Estas formaciones políticas presentan dos ejes centrales: a) el chauvinismo del bienestar, es decir, frente a la escasez de los recursos y el aumento de la población, estas opciones políticas defienden lo nacional en la búsqueda de ayudas; y b) se expone una identidad nacional amenazada y en peligro por la llegada masiva de inmigrantes, en especial la población árabe.
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3) El grupo más minoritario de las tres corrientes son los neofascistas, formaciones que buscan la actualización de los fascismos clásicos en nuestro presente, especialmente en algunos países del Este, el Jobbik en Hungría o Amanecer Dorado en Grecia.
A pesar de las diferencias entre estas tres expresiones del autoritarismo reaccionario que se han generalizado en los últimos años, es importante señalar que todas comparten la apelación étnica del “pueblo” como una “identidad nacional” que cabe preservar y defender frente a las injerencias externas, es decir, en contra de los inmigrantes y las élites cosmopolitas. Esta apelación etnicista busca explotar el resentimiento de las clases populares contra las élites globales por la situación de miseria que experimentan como consecuencia de las políticas neoliberales de las cuatro últimas décadas.
En esta coyuntura marcada por el repliegue y éxito de formaciones políticas de extrema derecha basadas en el trinomio “nacional-identitario-xenófobo”, las derechas tradicionales están siendo arrastradas hacia los postulados de las derechas radicales gracias al poder de agenda que tienen. Estas nuevas derechas presentan características propias de nuestra época que son explicadas exhaustivamente en el libro: la imposición de los bulos; la cultura troll de las redes sociales y la derecha alternativa o alt-right; la creciente paranoia y el surgimiento de grupos como QAnon o la teoría del gran remplazo; el fenómeno del berlusconismo como preámbulo de la llegada de Trump a la Casa Blanca o la influencia del Tea Party y la trumpenización de las derechas tradicionales.
En último lugar, Urbán defiende que no hay fórmulas mágicas para combatir a estas opciones políticas autoritarias, pero que existe la posibilidad de oponerse a ellos a partir de cuatro experiencias de movilizaciones exitosas: la victoria contra Amanecer Dorado; el auge de las movilizaciones feministas; música contra el racismo y el movimiento Black Lives Matter. Del estudio de estos cuatro casos se desprende la necesidad de evitar el mimetismo con el pasado, de analizar las coyunturas actuales con las herramientas presentes y de contar con un amplio catálogo de protestas, organización y recursos.