La expansión de los estudios sobre el Magreb desde las ciencias sociales en España se produjo especialmente a partir de finales de los ochenta y, en particular, en los noventa. Se venía de unas escuelas de enorme prestigio más centradas en la lengua, la historia y los estudios culturales, pero esos años el mundo académico y el político coincidieron y se retroalimentaron en un creciente interés por el mundo árabe-musulmán. El impulso desde la Unión Europea y la Liga de Estados Árabes a la creación de la Unión del Magreb Árabe en 1989, la firma ya en los dos mil de los acuerdos de buena vecindad con algunos de los países del Magreb (Marruecos en el 2000; Argelia en el 2003), la apertura del régimen turco y su acercamiento a las instituciones europeas, la firma de los acuerdos de Oslo en 1993, dibujaban un escenario difícil, con conflictos aún vivos, si bien, se entreabrían ventanas de oportunidad hacia el cambio, la apertura y la liberalización de los regímenes del Norte de África. Además, la retórica y el interés por el acercamiento de las dos orillas del Mediterráneo estaba presente en las agendas políticas, los medios de comunicación y los intereses de la ciudadanía. Los movimientos migratorios también crecieron exponencialmente del Sur hacia el Norte, asumiendo la necesidad de implementar políticas y cooperación y de generar conocimiento para su gestión e integración, así como para su freno en origen.
En España se ha cultivado un especial interés y muchos trabajos sobre el Magreb, pero tras unos años de cierta sequía en los estudios del Norte de África en español (los últimos serían los de Morales Lezcano en 2012 y López García en 2011), la colección Madrasa de la editorial granadina Comares ha publicado recientemente un monográfico coordinado por Bárbara Azaola; Thierry Desrues, Miguel Hernando de Larramendi, Ana Planet y Ángeles Ramírez, que viene a cubrir ese vacío y renovar los estudios y el interés por estos temas. Se trata de una obra coral que goza, sin embargo, de coherencia y de buena hechura, entre otras razones, por ser el resultado de un proyecto de investigación coordinado financiado por el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad (MINECO), la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER), en 2022.
La idea sobre la que se basan los distintos proyectos coordinados y, por tanto, este libro, es la de crisis, pero una crisis multifactorial y multidimensional que abre, por un lado, ventanas de oportunidad al cambio, pero por otro, escenarios de fuerte inestabilidad, en función del devenir de los acontecimientos y los liderazgos políticos. La crisis económica de 2008, las revueltas árabes que comenzaron en 2011 con distintas evoluciones y resultados; las protestas más localizadas y puntuales, pero con elementos comunes, en el Rif, en el Hirak argelino (con las peculiaridades de la participación de la Qabila), en Túnez; y la descomposición del estado libio, ponen en evidencia el movimiento y las evoluciones del Norte de África. Las crisis significan también cambio, durante las revueltas árabes generaron unas expectativas de democratización, hoy en día, prácticamente frustradas en todos los países en los que se iniciaron estos procesos, es más, se han producido claros retrocesos autoritarios. Las crisis y sus consecuencias políticas y económicas, en las relaciones internacionales y en los flujos migratorios y desplazamientos de población, significan también inestabilidad de los sistemas políticos, como se pone de manifiesto a lo largo de este libro y sus tres grandes bloques.
La primera parte está dedicada a la Crisis y procesos de reconfiguración regional: rentas geoestratégicas y nuevos actores internacionales en el norte de África. Los capítulos parecen diseñados para representar un núcleo, el Magreb, del que se irradian una serie de “líneas” hacia los países de la cuenca mediterránea que reflejan sus relaciones internacionales. Este núcleo no es homogéneo ni inmutable, sino que vive reconfiguraciones en sus contornos debidas a las transformaciones de carácter interno, así como a las relaciones internacionales, que muestran el fundamental papel que juega el Magreb en el contexto mediterráneo. Del espacio magrebí, se van extrayendo unas “líneas” para trazar no solo las relaciones geopolíticas y los vínculos con las antiguas metrópolis (España y Francia con unos intereses muy marcados tradicionalmente de carácter económico, político y cultural, si bien en nítida pérdida de influencia en los países magrebíes), así como con las nuevas potencias regionales como Turquía y los países del Golfo.
La segunda parte, titulada: Crisis y fronteras: gobernanza y resistencia en el espacio Mediterráneo aborda de una forma muy actualizada nuevos marcos analíticos para investigar sobre las diásporas, las migraciones, las cuestiones de securitización y las fronteras. Términos que podríamos calificar como “inevitables” en las ciencias sociales, y que marcan tanto las políticas nacionales como las relaciones internacionales y las nuevas configuraciones sociales. A pesar de las críticas al concepto de estado, la idea de frontera siempre vuelve para limitar la movilidad y frenar los flujos de las poblaciones, aunque es también motor de nuevas identidades. En este bloque es necesario resaltar la idoneidad de introducir investigaciones basadas en estudios empíricos y en realidades de nuevo cuño como la cuestión de la protección de los colectivos LGTBI, o las consecuencias de la pandemia de COVID-19 y los diferentes confinamientos en ciudades como Ceuta. La violencia contra la migración en los países del sur de Europa, y contra los musulmanes en particular, serán también temas abordados con rigor y enorme interés. Las salvedades y los matices es un punto fuerte de esta parte puesto que, con el análisis del papel de una ONG en Portugal liderada por una musulmana, se observa que otro tipo de convivencia entre población musulmana y no musulmana en Europa es posible. La cuestión de los discursos y de la creación de unos clichés sobre las relaciones y los propios países, España y Marruecos, es abordada en el último capítulo de esta segunda parte para aportar esa riqueza de matices tan necesaria para una certera comprensión del objeto de investigación.
La tercera parte, Crisis domésticas, representación política y contestación en el Magreb, se centra en una serie de cuestiones transversales que afectan a los países del Magreb. Es de justicia resaltar el buen equilibrio de capítulos entre los tres países centrales del Magreb, Marruecos, Argelia y Túnez, pero también señalar que no se abordan Libia y Mauritania. Precisamente, en las últimas elecciones legislativas de 2023 en Mauritania se introdujo también una lista a nivel nacional para jóvenes con la reserva de 11 escaños, además de la ya existente de mujeres. Los temas abordados en este tercer bloque, con carácter transversal, son la relevancia del relevo generacional en las instituciones de representación y en las elites de los partidos políticos; la presencia del islam político tanto por los partidos “institucionales” como los que ejercen oposición fuera del sistema; la emergencia y/o mantenimiento de protestas como las del Hirak en Argelia y en el Norte de Marruecos y el papel de la Qabila en el Hirak argelino; y la cuestión de género y sus implicaciones en la esfera política, religiosa y económica, así como migratoria.
El postfacio escrito por María Cardeira nos recuerda las muertes y el cinismo de Europa hacia el espacio compartido del Mediterráneo, pero considero que no se puede olvidar tampoco el cinismo de los regímenes autoritarios de los países del Norte de África y sus políticas, por un lado, con respecto a las poblaciones migrantes o desplazados de origen subsahariano, que en su tránsito se ven obligados a vivir temporadas en los países del Magreb y, por otro, hacia sus propias poblaciones y sus políticas con las diásporas.
En esta obra colectiva participan como autores un buen número de los mejores expertos y grupos de investigación españoles con un enorme impacto y tradición en los estudios sobre el Norte de África y ese dato, por sí mismo, es ya una garantía de su calidad. El hecho de ser el resultado de un magnífico proyecto de investigación coordinado, dado el escenario de escasa financiación e interés en España por las cuestiones mediterráneas en general, y magrebíes en particular, suma mayor utilidad y valía. Por último, las conclusiones, la riqueza de aproximaciones teóricas y metodológicas, la aportación empírica y el trabajo de campo como modus operandi, hacen de su lectura un hecho incontournable para especialistas, estudiantes, decisores públicos y cualquier persona con interés sobre esta región geoestratégica de la que formamos parte.